LAZARILLO DE TORMES RESUMEN
El libro empieza con un prólogo en el que el narrador del libro,
Lazarillo, le escribe una carta a Vuestra Merced para contarle su
historia.
El protagonista se llama Lazarillo de Tormes, hijo de Tomé
González y Antona Pérez. Nació en el río de Tormes, de ahí su
sobrenombre, vivían en un pueblo de Salamanca llamado
Tejares.
Cuenta que procede de una familia humilde, y que sus orígenes
son un poco vergonzosos. Su padre era ladrón, y tras ser
apresado lo mandaron a luchar una batalla contra los moros
junto a un caballero, y allí falleció.
Por otro lado, su madre al quedarse viuda se mudo a la ciudad
Salamanca, donde consiguió algún que otro trabajo, y conoció a
un hombre, quién les visitaba y les daba comida. Meses más
tarde la madre de Lazarillo tuvo un bebé. La madre de Lazarillo
se enteró de que Zaide, que así se llamaba el padrastro de
Lazarillo, también robaba bienes ajenos. Le pillaron interrogando
a Lazarillo y prohibieron a Antona volver a ver a Zaide. La madre,
para poder seguir dándole de comer a sus hijos, busco un amo
para trabajar para él. Un día llego a su casa un ciego pidiendo a
Lazarillo como guía. La madre aceptó y entonces Lazarillo se fue
con su amo fuera de Salamanca.
Y aquí comienzan las desgracias de Lazarillo.
Este ciego era muy astuto y malicioso.
Después de llevar un rato andando, se encontraron con una
estatua de un toro, y el ciego le dijo a Lazarillo que se acercase y
así iba a escuchar a la estatua, cuando el ciego escucho que este
se acerco el ciego le choco la cabeza contra la dura piedra.
El ciego se río y le dijo a Lazarillo que ya que iba a ser quien
cuidaba del ciego, debía saber más que el diablo. Aunque el
dolor del golpe le duró varios días, en ese momento el niño dijo
adiós a su ingenuidad.
La vida con el ciego no fue nada fácil, pero no porque
mendigaran, sino porque de todo lo que conseguía Lazarillo
apenas probaba bocado, entonces se las tuvo que ingeniar para
engañar a su amo y poder comer, sin embargo, todos sus planes
acababan siendo descubiertos por el ciego.
Una de sus grandes azañas estuvo relacionada con el vino, y es
que tras haberlo probado Lazarillo quería volver a probar.
Por su desgracia su amo custodiaba la jarra como su bien más
preciado, por ello, y después de varios intentos fallidos, Lazarillo
hizo un agujero en la base de la vasija y cuando el ciego bebía, el
vino caía del agujero a la boca de Lazarillo, hasta que el amo un
día le sorprendió estampándole la jarra de vino en la cara.
Esto fue una declaración de guerra, Lazarillo llevo al ciego por
caminos de piedras, lodo… y este a su vez se seguía burlando del
joven.
Hasta que por fin un día lluvioso, cuando Lazarillo y el ciego
volvían a la posada, llego la venganza final.
Lazarillo engaño a su amo diciendo que debían saltar un arrollo si
no se querían mojar.
Lazarillo preparó al ciego en posición para el salto, pero
realmente lo había colocado en frente de una columna, después
de una cuenta atrás, el ciego salto chocando de golpe contra la
columna.
Lázaro huyo y nunca más volvió a saber sobre el ciego.
A Lázaro no le gusto esa despedida, ya que, a pesar de todo,
Lazarillo aprendió mucho de su astucia.
Después de un tiempo viviendo como mendigo, empezó a
trabajar para un clérigo ayudándole en la misa, pero el cambio
fue de mal en peor.
Este amo también era tremendamente egoísta. Poseía un arca
vieja y cerrada con llave en la que escondía los alimentos. Lázaro
comía una cebolla cada 4 días, y algunos huesos que el amo le
daba. Lo peor es que este no era ciego, y siempre estaba
pendiente de Lázaro.
Si no lo abandonaba era porque estaba demasiado flaco para
moverse, y porque temía que su próximo amo fuese aún peor.
Pasados los días un ángel, en realidad, el calderero, le vino a ver,
gracias a este hombre, Lázaro consiguió una llave que abría el
tesoro de su amo. Y desde ese momento tuvo acceso directo a la
comida.
Cuando el amo empezó a sospechar, Lázaro le echo la culpa a los
ratones.
Pero aunque el clérigo no fuera tan astuto como el ciego, no era
tonto, y no tardo en descubrir la llave del joven. Le dio tal paliza
que le dejo inconsciente durante varios días, y cuando despertó
lo mando a la calle y lo despidió.
A continuación Lazarillo se mudo a Toledo donde un escudero le
ofreció ser su criado. Lazarillo cedió pensando que era su día de
suerte, pero tras recorrer toda la ciudad sin llevarse nada de
comida, se dio cuenta de que su fortuna no iba a cambiar.
Este amo guardaba perfectamente sus apariencias, pero al llegar
a casa no tenía ni que comer ni donde dormir, solo le importaba
su apariencia.
Así que una vez más Lazarillo se las tuvo que ingeniar para llevar
comida a casa, y por supuesto compartirla con su amo, el
muchacho sentía lástima del escudero. Era un hombre
desgraciado que se negaba a trabajar para ser un hombre
respetable.
Un día cuando le vinieron a cobrar unas deudas, el escudero dijo
que iba a la plaza a buscar el dinero, y nunca más se supo de él.
Abandono a Lázaro.
Afortunadamente las vecinas se acogieron un tiempo, le
encontraron un amo nuevo, el Fraile de la Merced.
Este religioso le dio a Lazarillo sus primeros zapatos, y no es de
extrañar porque lo único que hacía este hombre era caminar, por
eso a Lázaro estos zapatos le duraron tan solo 8 días.
Pasado un tiempo y cansado de tanto andar, el joven abandono a
su amo.
Su siguiente amo fue un buldero, pero este amo no era muy de
fiar, era más bien un estafador.
Engañaba a la gente con las bulas para cobrar su limosna, de
echo Lazarillo fue testigo de como junto a un alguacil creo una
arcimaña en la que el buldero decía que el aguacil no había
muerto gracias a su bula.
A Lázaro no le gustaba esta clase de estafas, y después de 4
meses de engaños, terminó abandonando a este amo también.
Llego a servir a un pintor de panderos, pero este no le trataba
muy bien, y un día estando en una iglesia, un capillar le invito a
trabajar para él, y este acepto.
Este nuevo amo le dio un asno y cantaros de agua para que el
joven le llevará por la ciudad, fue un gran avance para Lázaro,
entre semana pagaba a su amo lo que ganaba, pero los ingresos
de los sábados eran enteros para él, por ello después de 4 años y
con el dinero ahorrado, se pudo comprar ropa vieja.
Cuando se vio así vestido, como un hombre de bien, devolvió el
asno a su amo y se despidió.
Se sentó con un alguacil pero estuvo poco tiempo con él porque
le pareció un oficio peligroso; una noche fueron a su casa con
piedras y palos, y entonces se fue.
Tras pensar mucho a que se podía dedicar para poder tener una
vida tranquila, se cruzó en su camino el trabajo de tragonero,
tragonaba tanto los vinos que se vendían en la ciudad como los
objetos perdidos, o los crímenes y las condenas de los presos. El
trabajo soñado.
Además el Cipreste de San Salvador, caso a Lázaro con una de
sus criadas. Actualmente su felicidad está completa, y no va a
dejar que nada le quite su alegría.
Suficiente le ha costado llegar hasta donde está.
Toda está historia es la cuenta a Vuestra Merced, que por lo que
se sabe es una persona a la que lazarillo sirve de algún modo.