43
S
ALOMÉ
.—
¡Ay, señora María, qué vergüenza! ¿Cómo iba yo a saber que eras la Madre d
el Mesías?... Y el Niño..., tan normalito, tan dormido... ¡Qué horror! Lo que
h
abrás pensado de mí. Además, ¡eres tan
joven!: una chiquilla, reconócelo;
y
c
laro, aunque una está acostum
b
ra
d
a a tratar con
g
ente
d
e cate
g
oría (ni te
c
uento
los que pasan por
la posa
d
a en
la que tra
b
ajo), no es igua
l; porque
ell
os se
d
an importancia,
y
van estira
d
os, casi ni te miran. Sin em
b
ar
g
o tú...
Por eso, cuan
d
o Za
b
u
lón (que
h
a
y
que ver ese c
h
ico,
h
asta se
le
h
a puesto
c
ara
d
e
listo) me
h
a conta
d
o que tú...,
y
a sa
b
es. Pues no sé si ten
g
o que
ll
amarte Majesta
d
, ni cómo
d
ecir
lo que quiero
d
ecirte... Bueno, pues que
aquí están
los paña
les,
y
si quieres vue
lvo a
lavar
los cuan
d
o se necesite, o
h
ago
lo que man
d
es; pero
d
e aquí no me voy. Ya está.
(
Rom
p
e a llorar.
)
M
ARÍA
.—No llores, Salomé, no te preocupes... Muchas
g
racias por tu a
y
uda...
J
OS
É
.
—
M
ira, Salomé, aquí estoy fabricando una cuna para Jesús con unas maderas
que me ha traído un pastor. ¿Qué te parece?
S
ALOMÉ
.—
Buenísima idea, señor José.
(
Pensativa.
) El caso es que
y
a notaba
y
o al
g
o.
Se veía ense
g
ui
d
a que erais un matrimonio
d
istin
g
ui
d
o.
(
A José.
)
Tú
, tan
a
lto, tan
f
ormal, tan señor a pesar de ser tan
joven... Porque tú,
¿
qué tienes,
v
einte? No, no me
lo
d
ig
as.
(
A María.
) Y tú, María..., por aquí no las ha
y
as
í
t
an preciosas como tú. Es que miras con una carita...
(
A José.
) ¿Te has
fi
jado,
s
eñor
J
osé
?
M
ARÍA
.—¡Salomé, que me pon
g
o colorada!
S
AL
O
MÉ
.—
Ahora tenéis que dormir un poco, el día ha sido mu
y
cansado. María,
d
éjame al Niño, que yo le cuidaré mientras vosotros dormís. […]
44
(
María
d
e
ja a
l Niño en
b
razos
d
e Sa
lomé,
y
José
y
Ella se sientan
y
duermen.
)
(
Salomé se pone a hablar con Jesús.
)
S
ALOM
É
.—
¡Qué
g
racioso estás,
h
ijo mío, tan
d
or-
mi
d
ito! Per
d
ona que te
ll
ame así, pero
s
e me hace raro tratarte de Ma
jestad.
Y más, después de ver cómo ensucias
los paña
les, ver
d
a
d
eramente no tienes
c
onsi
d
eración con tu Ma
d
re.
(
Mirando a
M
aría.
)
La pobre, fí
jate lo cansada que
e
stá,
y
lo
b
ien que
d
uerme... Mañana
mismo me pon
g
o
d
e acuer
d
o con e
ll
a
y
c
on tu padre, a ver si me puedo quedar.
No
le pe
d
iré muc
h
o, so
lo con
lib
rar
d
os
t
ardes me con
f
ormo, y... ¡Vaya!, ahora
a
b
res
los o
jos. No se te ocurrirá
ll
orar
¿
eh? No te preocupes, mi Niño, que
y
o
no me separo de Ti. Así que ahora te ríes,
¿se pue
d
e sa
b
er qué es
lo que te
h
ace
t
anta
g
racia? ¡Dios mío, qué
les
d
aré
y
o
a los niños, que todos acaban por reírse
e
n
cua
n
to
m
e
mir
a
n
a
l
a
ca
r
a
!
(
Los án
g
eles cantan un villancico mientras
e
l telón va cayendo
.
A continuación, sin que lo vean los espectadores,
s
e recompone el escenario: dentro del portal
J
esús, María y José. Los pastores arrodillado
s
m
irando al
p
ortal. También están en la escena
S
alomé
y
Zabulón, que se sienta al lado del Niño y
le coge la mano con cariño
.
S
e sube el telón
y
todos se unen al canto de los án
g
eles.
)
A Belén pastores, a
Belén chiquillos,
q
ue
h
a naci
d
o e
l Re
y
d
e
los an
g
e
lill
os
.
FIN
Rea
d
aptación a un so
lo acto
d
e E
l Be
lén que puso Dios,
E
nrique Monasterio, Ed. Palabra.