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7Ficha 25: Lectura
a Cenicienta, quien se lo agradeció; corrió
al sepulcro de su madre y plantó la rama
en él. Lloró tanto que, regada por sus
lágrimas, no tardó en crecer y convertirse
en un hermoso árbol en el que siempre iba
a descansar un pajarillo. Celebró por esa
época el rey unas grandes fiestas, que debían
durar tres días, e invitó a ellas a todas
las jóvenes del país para que su hijo eligiera
la que más le agradase por esposa.
Cenicienta quería acompañar a sus
hermanastras y le suplicaba por ello
a su madrastra. Como insistió tanto,
la mujer le respondió:
—Se ha caído un plato de lentejas en
las cenizas del fuego, si las recoges todas
antes de dos horas, vendrás con nosotras.
La joven salió al jardín y pidió ayuda
a los pájaros del cielo los que, antes
de una hora, le habían ayudado a recoger
todas las lentejas. La niña le llevó el plato
a su madrastra, creyendo que le permitiría ir
a la fiesta, pero esta le dijo:
—Todo es inútil, no puedes venir, porque no
tienes vestido y no sabes bailar; se reirían
de nosotras. —Le dio entonces la espalda
y se marchó.
En cuanto se quedó sola en casa,
fue Cenicienta al sepulcro de su madre
y debajo del árbol comenzó a decir:
—Arbolito pequeño, dame un vestido;
que sea, de oro y plata tejido.
El pájaro que estaba en el árbol le dio
entonces un vestido de oro y plata y unos
zapatosbordados de plata y seda. Cenicienta
se los puso enseguida y se marchó a la fiesta.
Salió a su encuentro el hijo del Rey, la tomó
de la mano y bailó con ella hasta el amanecer.
Cuando decidió marcharse, el príncipe quiso
acompañarla, pero ella huyó rápidamente,
volvió al sepulcro de su madre a devolverle
al pájaro los hermosos vestidos y, luego,
regresó a su casa con su falda llena de
cenizas. Lo mismo se repitió al día siguiente.
Después de que sus hermanas se marcharan
a la fiesta, Cenicienta acudió al arbolito
y el pájaro que allí estaba le entregó otro
hermoso vestido. Durante la fiesta, el príncipe
volvió a bailar únicamente con ella que,
en la madrugada, escapó rápidamente
sin ser reconocida ni siquiera por sus crueles
hermanastras. El príncipe la vio entrar
a su casa, pero ella fue tan rápida que,
cuando tocó a su puerta, ya estaba
nuevamente sentada junto al fuego
con sus viejos harapos.
Hermanos Grimm
(Adaptación)