Ley natural

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LEY NATURAL
Niceto Blázquez
Universidad Compulence de Madrid












Resumen creado por
David Ignacio Alcántara Miranda
Universidad Católica Silva Henríquez

Introducción

El presente documento busca enriquecer de modo propedéutico los conocimientos que permitirán una
mejor comprensión de la encíclica Veritatis Splendor, específicamente aquel espacio dedicado a comentarios
sobre la Ley Natural (LN). Ésta pues busca, principalmente, vertebrar de modo neurálgico la cuestión del
presunto conflicto entre la libertad y la ley, y los tres referentes citados como piedra angular para dicho estudio
son San Agustín, Santo Tomás y el Vaticano II. Reitero, no es de mi interés suplirlo, sino más buen servir de
puente para que el lector pueda entenderlo mejor; después de todo, el texto (la circular) está escrito como una
carta dirigida a pastores católicos de todo el mundo, de modo que su lenguaje es muy técnico, y puede resultar
difícil de entender para muchas personas.

En el caso de los teólogos moralistas, estos deben recordar que poseen el munus docendi (licencia
canónica) de la iglesia, de modo que, como profesión que han elegido, deben cumplir con todo dictamen
deontológico que se establezca desde sus superiores; en este caso el redactor de la encíclica: sólo de ésta
manera se garantizará la entrega de calidad respecto del mensaje católico. No importa cuál teoría psicoanalítica
o filosófica está de moda, lo que sí les debe urgir es entregar su vida de modo real a través de un compromiso
con la fe.

Respecto del planteamiento teológico de la cuestión en sí, cabe señalar que la forma de abordar el
carácter meridiano de la LN será a través un análisis del concepto tanto de “naturaleza” como de lo “natural”:
donde esto segundo se plantea dentro de lo primero a través del hombre como la racionalidad en sí.

Significados diversos del término Naturaleza

A continuación haremos un recorrido histórico que tiene como finalidad comprender qué se pensó por
ciertas personas, y en cierto momento dado, acerca de la cuestión misma del concepto de la naturaleza:

Pre-Socráticos: Aquí la naturaleza (fysis) era considerada como el principio en el que la razón busca encontrar
la explicación última de todas las cosas (arjé), es decir, el “sustrato inmutable” que sirve como eje de
movimiento. Y debido a que lo consideraban algo que no podía ser definido sólo procedieron a describirlo
parcialmente, llegando a la siguiente conclusión: es lo que permanece en medio de lo que cambia, la unidad
perfecta, fuente de vida, ley universal, la clave para la verdad y el comportamiento humano. Para los Atomistas,
por ejemplo, la naturaleza es equivalente a la esencia de las cosas (Materialismo).

Aristóteles: Para éste heleno la naturaleza es esencia activa y pasiva al mismo tiempo: pasiva porque es su
condición innata (ésta se manifiesta más explícitamente en seres no vivo) pero también activa porque dentro de
todo ser vivo hay un potencial de movimiento (dynamis) originada por un principio absoluto ulterior (el ser
óptimo). La naturaleza es sustancia, por lo tanto es lo que permite que algo sea lo que es y no lo que no es.

Santo Tomás de Aquino: En el caso de los seres humano, la naturaleza correspondería a la esencia que le
permite facultarse (dynameis) como ser vivo y operante que posee principio intrínseco de movimiento.
Siguiendo ésta idea, lo “natural” sería todo aquello que se desarrolle (kinesis) hacia el fin (telos) que cada ser
tiene en particular (su función y forma; el ergon y eidos respectivamente); para lo cual existe. En
contraposición, lo antinatural sería todo lo que camine en sentido contrario. Por ejemplo, el miedo y el odio,
aunque se den dentro de la naturaleza, es algo absolutamente antinatural con respecto al hombre.

Panteísmo: Materialismo estricto que postula a un orden cómico que incluye la esencia de Dios dentro de él.

Estoicos: Estos puritanos filósofos creen que la naturaleza es todo orden (taxis) y necesidad de razón-ley
(logos) que impera en el universo y define la unidad y norma de toda conducta humana.

Renacimiento: Mediante un sincretismo filosófico, que incluye el orden Aristotélico, los fines Estoicos y la
esencia Panteísta, se postula que la naturaleza es todo aquello que puede ser matemáticamente veritativo.

Modernidad: Según Hegel la naturaleza es la expresión externa de un absoluto universal (inmaterial e ideal)
que trasciende toda época y espacio-tiempo. Según Gentile es aquello que se contrapone a la consciencia
pensante en sí. Más tarde, de modo más casual y común, se comienza ha relacionar la naturaleza, o las
conductas naturales en general, con todo aquello que hace (Consecuencialismo) la mayoría (Utilitarismo).

Ciencia Actual: Se restringe a la naturaleza como simple objeto material de las investigaciones científicas. Es
aquello que mediante procesos biológicos podemos percibir y observar técnicamente (objetivamente). Aquí
estamos frente al origen de todo Fisicismo (o Fisicalismo).

De todo lo señalado recientemente deducimos algo muy importante: el término naturaleza parece
poseer un carácter analógico. Es decir, es una mezcla de proposiciones unívocas y equívocas, en donde, a groso
modo, se hace referencia, al menos en la encíclica, a la persona humana. Cuando Pablo II habla de LN está
refiriéndose a aquel principio potencial de todo movimiento (dynamis) que genera actos humanos en función
(ergon) del fin (telos) que estos tienen como seres en sí mismos; siendo los actos de estos siempre capaces
(dynameis) de ser virtuosos en gracia y responsabilidad con la verdad y la libertad. No basta con hablar sólo
acerca de algo que es potencia (que genera actos), debemos señalar cuál es el fin del acto que se está incitando
y además cómo llegamos a él (el orden; la taxis), por esto es que lo antinatural sería todo aquello que no se
genera motivado hacia el fin que le compete al ser humano, en tanto que es creado por Dios.


Ley Eterna y Ley Natural según San Agustín

Según Cicerón, por ende según su formación material Estoica, toda moral y derecho humano está
basado en una relación objetiva con respecto a un principio ulterior. Éste último se rige por la razón eterna, y
toda acción humana será considerada éticamente correcta en la medida que se ajuste a éste principio. Para San
Agustín ésta idea es correcta, pero agrega, como es debido, el factor creacional propio del cristianismo (imago
Dei), por lo que explica el origen de las leyes como una forma de expresión mediante la cual Dios, como
árbitro, gobierna de perfectamente todo lo que él mismo creó.

Éste principio objetivo recién señalado responde a un intento por mantener el orden específico (taxis)
del universo, pero se articula mediante dos constructos distintos: la Ley Eterna y la Ley Natural. La primera es
contemplada desde el ángulo de Dios, en cambio la segunda denota una armonía propia de la naturaleza como
reflejo de lo divino; dentro de lo cual se encuentra la criatura racional humana. La LN entonces se presenta ante
las personas como mandato objetivo para toda conducta, pero además posee, según el Hiponense, las siguientes
características (es…):

- Inmanente: Todo ser humano, en tanto que es humano, posee de forma ínsita éstas reglas. Desde el
interior del hombre brota siempre el deseo del bien y de la búsqueda de la verdad.
- Universal: La LN es común para todo tipo de persona y en todo lugar existente.
- Objetiva: Su base de sustentación es siempre la misma: “no hagas a los demás lo que no te agradaría
que te hicieran a ti”; “ama a tu prójimo como a ti mismo”. Esto no cambia; jamás es alterado.

Aunque si bien la LN es objetiva, universal e inmanente, la forma mediante la cual nos acercamos a su
esencia varía según el caso particular y las épocas. No hay una única forma de llegar a ella. Su percepción y
desarrollo en el tiempo-espacio es subjetivo absolutamente.

En general lo que permite la LN, según San Agustín, es crear un orden (taxis tanto de kosmos como de
psyche) que permita brotar la justicia, la paz y el amor, mediante actos que siempre busquen hacer el bien y
evitar el mal; para lo cual se toman tres focos principales de acción: nosotros mismos, el prójimo y Dios.

Ley Natural según Santo Tomás de Aquino

De manera un tanto revolucionaria para la época, el Aquinate propone que la LN no es ni potencia
racional ni un hábito arraigado. No es algo “de” la razón, sino más bien algo “producido” por la razón; así
como cualquier tipo de ley. Aunque de todos modos sigue considerándolo como algo que es definido a priori
de las experiencias sensibles. Los hábitos (sindéresis) no se encargan de crear la LN, sino más bien de
iluminarla a través de la recta razón. En fin de cuentas Tomás define la LN como un conjunto de códigos y
principios iniciales congénitos (preceptos universales imperativos que son evidentes por sí mismos) de la razón
práctica, de acuerdo a los cuales debe imprimirse toda la conducta humana en función de lo definido, por ella
misma, como lo bueno y lo malo. Estos principios meridianos de la LN según el Aquinate se dividen en tres
momentos decisivos:

1) [Siempre hemos de buscar el bien, y practicarlo, y rechazar el mal donde quiera que se nos ponga
delante]. La nitidez de este principio resulta ineludible para cualquier ser humano, y se divide, a su vez,
en tres momentos instintivos específicos (de…):
i. Conservación: Mantiene viva la llama de la existencia individual.
ii. Reproducción: Se encarga de preservar nuestra propia especie.
iii. Racional: Nos impulsa ha buscar la verdad y hacer el bien; lo cual es el fin y sentido último de
la existencia de todo ser humano.

2) [Una vez encontrado qué es el bien y el mal, hemos de hacer el bien y evitar el mal]. Nos percatamos
de éste principio tan pronto aparece la luz de la recta razón en nosotros. Verbigracia, todos sabemos
que debemos ser comprensivos, tolerantes, compatibles a la buena voluntad, agradecidos y fieles a la
auténticas relaciones. Si no hemos sido manipulados esto debería ser muy sencillo de comprender.

3) [Todo lo que aplicábamos dentro de nuestro entorno debe extrapolarse a la humanidad completa].
Éste tipo de conclusiones prácticas ya requieren de mayor cavilación, reflexión e instrucción en el
tiempo; no es perceptible a simple vista. Verbigracia, hemos de respetar a todos quienes entran en edad
madura, los discapacitados mentales, enfermos terminales y autoridades de todo el mundo.

Como podemos ver, toda virtud natural humana está prescrita según la LN con cierto valor normativo
vinculante a la conciencia. Pero su pureza no es la misma en todos los niveles de concreción práctica. Primero
se nos presenta, como es normal a la razón, de modo especulativo (formal) en un ámbito más universal y
perfecto, y a medida que se hace más práctico (contingente) se concreta como algo más particular e imperfecto;
éste es el motivo por el cual según el contexto la LN tiene tantas formas e interpretaciones. Por ejemplo, todo
sabemos que hemos de preferir el amor y la lealtad frente al miedo y el engaño, aquello e igual para toda mente
que no haya sido manipulada previamente, pero su aplicación particular según cada caso e lo que dista mucho
de estar tan claro.

Finalmente, el Aquinate nos resume, taxonómicamente, las descripciones sobre la LN mediante cuatro
conceptos claves:

- Unidad: La LN es una así como una es la razón. Aunque muchos son los preceptos que componen ésta
leyes todos se funden en uno mediante el liderazgo de la recta razón.
- Universalidad: Esto es tanto respecto de su validez como de su cognoscibilidad. No sólo es una sola
verdad imperativa sino que además es posible ser conocida por todos en todo el mundo.
- Inmutabilidad: No puede ser alterada. Su definición es a priori de toda experiencia. Es autónoma, bajo
ningún caso cae en heteronomía respecto de su caracterización formal.
- Indelebilidad: Es una especie de sello estampado en la médula metafísica de todo ser humano. Puede
ser desfigurado por las pasiones y corrupciones propias de la vida, como en los casos de la concreción
de los principios, pero jamás podrá ser borrada por completo.

Ley Natural en la Encíclica

Pareciera ser que hay algo fundamental que las actuales corrientes de pensamiento no logran
comprender: no necesariamente una razón autónoma prescribe una ética heterónoma. El ejercicio de la
libertad en sí mismo no desaprueba la existencia de un orden ulterior. Es más, todo acto humano que busque la
libertad absoluta y no sea puesto en algún momento frente a la recta razón, y la revelación, para poder ser
filtrado, puede llegar a convertirse en mero despotismo voluntarista o arbitrariedad. La LN entonces es aquella
luz de inteligencia que Dios usa para alumbrar el camino que nos corresponde tomar. También nos permite
discernir lo bueno de lo malo y además nos une a la Ley Eterna (sabiduría divina). Es algo que nos llega desde
dentro (a priori) y que bajo ningún caso es condicionado desde fuera de su propia formalidad (a posteriori).

La LN entonces es un forma de dar solución a la vieja, vivida y conocida disputa entre ley y libertad.
Pero para proseguir según la misma debemos deshacernos de toda resaca pseudo-intelectual que pretenda
valorar éticamente la conducta humana sólo mediante criterios estadísticos y sociológicos; el ser humano es
más que mero material biológico y social disponible para la absolutización de la libertad. Tampoco el ser
humano es mera conciencia o única corporeidad: necesariamente es ambas juntas; si se le separa entonces se le
destruye. La LN también viene como propuesta que busca acabar con la dualidad cuerpo-alma. La clave es
comprender que libertad y naturaleza son cuestiones que caminan y se deben construir juntas. La historia nos
muestra un hombre libre, pero justamente ésa es la cuestión: éste ser es libre pero además es hombre. A lo largo
del tiempo se han manifestado cuestiones que no logran definir pero sí describir qué es esto de la “naturaleza
del hombre”, de modo que la LN es una propuesta que busca unir la humano tanto con su naturaleza física
como meta-física.

Observaciones Críticas

Recordemos que ésta encíclica es una carta que fue dirigida a personas entendidas en la materia,
pastores de todo el mundo, por éste motivo es que su lenguaje es tan complejo y técnico. Por la misma razón,
apelo a que no es responsabilidad del autor de la carta las interpretaciones erróneas que pueden tener de la
misma. No es lo mismo hablar de la teología de Tomás de Aquino que del Tomismo, así como no es lo mismo
hablar de las enseñanzas de San Pablo de los preceptos Paulinos, y esto debe quedar claro. Por otro lado, no
debemos de espantarnos si el papa habla con autoridad ya que, como ya se ha explicado, su cargo se lo permite
y lo obliga, ya que el documento fue dirigido a súbdito de la iglesia, respecto de lo que deben hacer.

Comentarios del Autor del Resumen acerca del Documento

Sin Lugar a dudas la cuestión de la LN es algo profundamente complejo, no sólo a nivel teológico sino
además filosófico. Es más, considero que divorciar las relaciones estrechas que ambas disciplinas poseen entre
sí repercutiría profundamente en una distorsión epistémica compleja sobre éste tema en particular, más que
sobre cualquier otro del cual yo posea conocimiento. Veo sobre ésta temática un intento desenfrenado, heroico
e interesante por conservar la idea universal de la moralidad humana, pero no solamente eso, sino además por
presentar y defender un carácter ontológico que no sólo nos define qué es bueno y qué es malo, sino que
además nos impulsa a creer en que existe algo, en éste caso el Dios cristiano, que nos condiciona a mirar
siempre en pos de lo bueno por sobre lo malo. Y no hablo de verticalidades axiológicas, sino más bien de
cualidades intrínsecas que responden al humano en su contexto en tanto que es social, como personal y además
espiritual; por supuesto éste último calificativo siempre es bien discutido por los escéptico.

La tradición filosófica nos entrega muchas cuestiones que convergen en ésta idea, y me gustaría
referirme a ellas brevemente. Lo primero es acerca de la virtud, y junto con ella sobre la Teleología nacida en
Grecia. En palabras de Aristóteles, como es debido, se presenta como un proceso, es más, como un desarrollo
que parte de un substratum y se dirige en mediante una kinesis hacia un eidos que es fijado por el telos
correspondiente al caso. Luego aparece la sindéresis y junto con ella la energeia propia y correspondiente de un
alma que ha alcanzado la cúlmine de su ergon. Aquí vemos un ser que no es descrito según su composición

sino más bien según su función. Lo primordial es comprender que todos tienen un fin al cual aspiran y que será
correcto, incluso legítimo, habar de que es bueno sólo aquello que lo mueve en pos de ese fin; y no otra cosa.

Por otro lado están los aportes del idealismo Alemán. Por el lado de Kant se nos enseña que la recta
razón, o razón pura, se debe legitimar a sí misma en una dimensión formal exenta de heteronomía experiencial.
Si existen reglas, máximas y normas universales entonces éstas deben ser definidas a priori. Todo aquello que
nazca, a nivel sustantivo y formal, desde fuer, desde lo posteriori, queda absolutamente invalidado, ya que no
podríamos considerar que corresponde, tal vez ontológicamente hablando, a un carácter ínsito en el ser
humano; en tanto es humano. Por otro lado está Hegel, y sus aportes mediante la fenomenología del espíritu.
Aquí se nos expone una espíritu absoluto, un ente universal trans-temporal y trans-espacial, el cual define la
historia del desarrollo mismo del ser humano de forma ulterior respecto de su propio contexto. Aquí el ser
humano se desarrolla más allá de su propia situación puntual, más bien responde a un acercamiento respecto de
un ideal que se enajena de la experiencia empírica en tanto que incita la veleidad y la mutabilidad.

Finalmente está el gran Schiller. Como análisis sintético y sucinto respecto de las demás posturas, éste
alemán propuso una visión de los valores que permanece como absoluto objetivo ajeno a la interferencia
humana. Lo subjetivo no es el valor sino únicamente la forma en lo que lo conocemos en el contexto. La
calidad propia de un valor, cualquiera esa éste, queda definida desde antes que éste valor existe en la realidad
misma. Además hay escalas para clasificar a los mismos, y junto con esto hemos de aprender que no todo nivel
de cognición es ecuánime respecto del conocimiento sobre estos principios, de modo que ducho nivel presente
en mi propia mente es el que define el mismo nivel al cual puedo aspirar sobre la lucidez y vislumbre del valor
respecto del suyo. Mi propio nivel de desarrollo humano me condiciona respecto del nivel de valores a los
cuales puedo aspirar conocer.

La LN planteada en el documento, pienso, es una mezcla sintética y sucinta de todas las posturas recién
expuestas, y por una razón muy sencilla: la propuesta teórica y discursiva de la presente ley coincide a nivel
conceptual e incluso axiomático con cada una de ellas. Si hemos de apropiarnos de los precepto de dicha ley es
caso obvio que primero debemos convertirnos en fieles teleólogos, y pensar que el fin es más importante que la
forma, de otro modo no podríamos hacer corresponder la importancia del desarrollo humano dentro de las
descripciones de a misma. Dios es el absoluto pensante que nos mueve inicialmente, que nos saca del reposo y
nos encamina en la búsqueda de la función propia del ser. Por otro lado está más claro aún que la definición de
la ley está fabricada a priori, y no dentro del mismo contexto frente al cual se enfrenta a persona que lo estudia
o lo analiza. Finalmente, hemos de creer en que todo está hecho para favorecer un orden que se explaya frente
al desarrollo de un absoluto ulterior, que en éste caso es Dios. La validez de la LN es objetiva respecto de la
relación que podamos tener con ella, o nuestra visión sobre ella. Si nos vemos malformados o distorsionado en
nuestra relación con el mismo entonces no podemos, ni debemos, facultarnos con propiedad para criticarla
según la situación; ésta ley trasciende todo éste tipo de contingencias. Sin embargo sí hemos de reconocer que
un camino puede ser más correcto que otro, o conveniente, respecto del contexto en el cual se esté viviendo.
Tan diversas son las formas de manifestarnos en la razón práctica como único el absoluto especulativo que las
rige a todas éstas mediante la recta razón.

La LN es, finalmente, una propuesta muy interesante. Hoy por hoy está de moda la distorsión
consecuencialista del Utilitarismo, y junto con ello las manifestaciones erróneas de una lógica democrática que
simplemente es democratizada en tanto que apela a la expresión, pero jamás a la apropiación de la
responsabilidad en el derecho y deber de poseer un argumento frente a la toma de decisiones. Como forma de
combatir el despotismo voluntarista, el cáncer subjetivista que corroe las concepciones morales y la
absolutización, y también divinización, de la libertad como objeto en sí mismo valorable, ésta ley favorece la
idea de una identidad fuerte, un temple superlativo que sea capaz de enfrentarse a la pérfida cosmovisión actual
de la identidad humana. Debemos rescatar el nivel fenomenológico que las cosas de la vida se merecen. Hemos
de acabar con el fisicalismo y la mera inmanencia espiritual. Llegó la hora de apropiarnos de la real identidad
del ser humano, en tanto es humano, respecto tanto de sus dimensiones empíricas como metafísicas, y
entendiendo que los noúmenos, en tanto que son definidos a priori, pueden, y deben, ser la esencia del carácter
espiritual que describa la línea ulterior de desarrollo de nuestra propia existencia.