Introducción
concilia, creándose así, una personalidad más amplia. En principio, el héroe cuenta
solo consigo mismo, con la débil consciencia individual, pero con la consecución
de su aventura se torna cada vez con mayor evidencia la presencia de un guía, de
un ‘espíritu superior’, de un daimon, que constituye una consciencia más alta, una
consciencia capaz de anticiparse a la inmediatez de los hechos y de captar el sentido
latente constelado en un determinado momento. Ya en Transformación y símbolos
de la libido (1912), Jung señala que los héroes, por ejemplo, Gilgamesh, Dioniso, He-
racles, Mitra, etc., son viajeros o, mejor dicho, ‘errantes’ ya que lo ‘errante’ es un
símbolo del anhelo que nunca encuentra dónde saciarse, pues no puede liberarse de
la nostalgia de la madre perdida, es decir, de lo inconsciente, de lo indiferenciado.
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La historia de la consciencia describe, de algún modo, el arduo camino heroico de la
separación de lo inconsciente, pero Jung señala que con el héroe o con el daimon la
libido abandona la esfera de lo impersonal y adopta forma humana:
“…la forma del ser que pasa del dolor a la alegría y de la alegría al dolor, que seme-
jante al sol pronto se halla en el cenit como se hunde en la noche tenebrosa de la cual
renace un nuevo esplendor”.
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Jung se nutre, para su estudio, del mito de la obra de Otto Rank, quien ya en 1909
había hecho una interpretación psicoanalítica del mito del héroe, y sobre todo, de
Leo Frobenius, antropólogo difusionista, quien en una obra de 1907 vio en el héroe
el protagonista de un mito solar.
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En sus múltiples viajes, Frobenius había recogido y
sintetizado una enorme cantidad de ejemplos que daban cuenta de la misma estruc-
tura: el héroe es devorado por un monstruo marino en el Oeste, el animal viaja hacia
el Este con el héroe, quien en su vientre enciende fuego y se alimenta cortando un
trozo de su corazón; cuando llega a la costa comienza a cortar al animal desde dentro,
se desliza al exterior y, a veces, también libera a todos los que habían sido devorados
antes.
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El carácter solar del héroe, que corresponde con la tendencia de la libido hacia
la consciencia, estaría indicado por este hundimiento en el vientre materno y la in-
cubación que allí se realiza para luego alcanzar el Este, la luz. Ahora bien, tanto en la
obra teórica de Jung como en el Liber Novus, la gesta es eminentemente interior. Por
ello, el modelo que mejor caracteriza el proceso de individuación es el de la inicia-
ción, la gesta heroica que procura una mutación ontológica. En este sentido, el héroe
debe superar el mayor de los pecados —acaso el único— es decir, la inconsciencia:
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