surgen porque, repentinamente, la vida se ha hecho demasiado
real, porque uno se ha puesto en contacto, en contacto
demasiado personal, con algunos de los simples hechos de la
vida. No es que me importe estar cortando leña aquí, en el
barro; pero sí me importa mucho lo que esto implica. Me
importa mucho haber perdido todo lo que había de bello en la
vida de antes, para mí tan grata. Scarlett, antes de la guerra, la
vida era hermosa. Poseía una brillantez, una perfección, una
simetría, comparables a las del arte griego. Acaso no fuese así
para todos. Ahora lo comprendo. Pero, para mí, viviendo en
Doce Robles, existía verdadero encanto en la vida. Yo
pertenecía a esa vida. Formaba parte de ella. Y ahora ha
desaparecido, y me hallo fuera de lugar en la nueva vida, y
tengo miedo. Ahora sé que, en otros tiempos, lo que yo veía no
era más que un desfile de sombras. Yo eludía todo lo que no
eran sombras, las gentes y las situaciones que eran demasiado
reales, demasiado vitales. Me irritaba su presencia. También me
esforzaba por eludirte a ti, Scarlett. Tú estabas demasiado
pletórica de vida, eras demasiado real, y yo era lo bastante
cobarde para preferir sombras y sueños.
—Pero… pero… ¿Melly?
—Melanie es un dulce ensueño, la parte más dulce de mis
sueños. Y, si no hubiese sobrevenido la guerra, yo habría vivido
mi vida, encerrado voluntariamente en Doce Robles, viendo
plácidamente cómo desfilaba la vida, pero sin formar yo parte
de ella. Al llegar la guerra, la vida, tal y como es, se echó sobre 964