Juicio particular: El cuerpo es cadáver, el alma es juzgada de inmediato por Dios, momento para el que he vivido nuestra vida en la tierra, este juicio es el descubrimiento de la verdad, y es el alma la que conlleva a su verdad y la acepta. En un instante, con la ayuda de la luz divina, el alma se conoce así misma, conoce lo que merece y recibe su merecido. El punto de referencia será la Santidad, verdad y amor que es Dios mismo.
A donde puede ir el alma, lo más desagradable, el alma que se ha escogida así misma como consecuencia de cortar libremente la comunicación con Dios hasta su muerte. Dando la autoexclusión total (infierno). Santo Tomás de Aquino, dijo ”la masa de los adultos se condena”, por prestar oídos a los reclamos de su soberbia y de su sensualidad, que a los de su conciencia. La pena más grande es no ver a Dios (el alma se encuentra en el vacío) , se vive la pena de sentido, misterioso forma de fuego que quema sin consumir.
Ver a Dios para siempre (cielo), visión beatífica: esplendor de realidad que sobrepasa cualquier imaginación o descripción humana, veremos a Dios extasiados (escucharemos el dialogo eterno de las tres personas divinas), el rostro de Dios no es solamente un rostro amado, es infinitamente adorable. El purgatorio es igual al infierno, con la gran diferencia de que saldremos de ahí y veremos a Dios en el cielo.
Juicio Universal, lo presidirá Jesús con gran poder y majestad, en el trono de la justicia divida que sustituirá a la cruz, trono de su infinita misericordia. No producirá cambios en relación a nuestro eterno destino, será al final de los tiempos, ya habrá pasado nuestro juicio particular, ya estaremos en el cielo o en el infierno. El motivo del juicio final es dar gloria a Dios, queda de manifiesto ante la humanidad entera su justicia, sabiduría y su misericordia . Nuestro cuerpo resucitará para estar con nuestra alma.