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identificación. El sustantivo sin el artículo se emplea para cualidades, naturaleza y
esencia. A. T. Robertson, en su Gramática del Nuevo Testamento también dice que
la fuerza cualitativa “se expresa mejor en sustantivos inarticulados (sin artículo).”
Los eruditos griegos nos dicen que el sustantivo sin el artículo expresa el carácter o
la esencia, como en Hebreos 1:1-3. Juan afirma (Juan 1:1) que la esencia de la
Palabra es la Deidad. El sustantivo con el artículo se usa para identificación. “En el
principio era el Verbo.” Esto lo identifica, no nos dice solamente quién es sino que
estaba ahí desde el principio.
En el versículo 14, continua su afirmación, “Y aquel Verbo fue hecho carne y habitó
entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de
gracia y de verdad.” En 1 Juan 1:2, el apóstol le llama, “la vida eterna, la cual estaba
con el Padre y se nos manifestó.”
Fue la divinidad de Jesús la que el apóstol Pablo señaló cuando le dijo a Tito,
“aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro
gran Dios y Salvador Jesucristo, quien se dio a sí mismo por nosotros para **imirnos
de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras” (Tito
2:13, 14). Le llama el gran Dios y además lo identifica como (1) Salvador, (2) el
único que se dio a sí mismo por nosotros, y (3) el único que es nuestra esperanza
bienaventurada y que aparecerá. Pregunta, “¿Quién es este Gran Dios?” Estas tres
cosas dichas de Él en estos versículos dicen quién es en forma inequívoca. Pedro lo
llama “nuestro Dios y Salvador Jesucristo” y cuando continua, habla de su divino
poder y de su naturaleza divina (2 Pedro 1:1-4).
5. Dios. Dios mismo declara la verdad de Cristo. “Más del Hijo: Tu trono, oh Dios,
por el siglo del siglo; Cetro de equidad es el cetro de tu reino.” (Hebreos 1:8). En la
oración de Jesús en Juan 17:5, se hace referencia a la gloria que tenía con el Padre
antes de que el mundo iniciara. Hebreos 1:10-12 dice, “Y Tú, oh Señor, en el
principio fundaste la tierra, y los cielos son obra de tus manos. Ellos perecerán, mas
tú permaneces; y todos ellos se envejecerán como una vestidura, y como un vestido
los envolverás y serán mudados; Pero tú eres el mismo, y tus años no acabarán.”
Esto es sólo una parte de lo que la Biblia expresa respecto a la deidad de Cristo. Más
que sólo presentar su Deidad, la corrobora. Ninguna enseñanza en la Biblia es más
fortalecida y reforzada que la divinidad de Jesús. Pedro le dijo al concilio del
Sanedrín, “Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas y también el Espíritu
Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen” (Hechos 5:32). Lo que sustenta
su Deidad – que es Dios – es su resurrección de la muerte. “que fue declarado Hijo
de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los