vaya a casa para hablar con la policía el no quería hacerlo, entonces su amante, muy enojada, le dijo:
“Deja de gimotear idiota y vuelve a casa. ¿Quieres que terminemos en prisión?”
Fue la primera vez que la amante insulta a robert y ahí descubre que Robert, el hombre que la protegería
era en realidad un cobarde, un débil y que la había mentido y también descubrió que cuando lanzo a
Helen a la bañera, simplemente lo hizo, la violencia surgió naturalmente en ella.
Así fue que se introdujo en el tren y la vio, era ella, se dio cuenta que esa chica se encontraba
profundamente perturbada. Ella se sentó al lado de aquella mujer y le pidió que hablara con ella, cuando
la mujer estaba llorando profundamente.
Dos monstruos-Llorando la mujer le dijo que un hombre la quiere matar, y que no sabe si ha subido al
tren. La mujer se llamaba Julie, y le contó la historia a la amante de Robert. Entonces Julie relato lo que
había visto aquella noche en la casa del vecino. La mujer le dijo a Julie que no le diga nada al guarda, ya
que lo único que conseguiría es salir del vagón y así la vería más fácilmente. Así que a la amante de
Robert se le ocurrió un plan, que Julie se encierre en el toilet mientras ella recorriera el tren en busca del
presunto asesino. Julie se encerró en el toilet mientras la mujer pensaba en lo que tenía que hacer y
recorrió el resto de los vagones, vio a una mujer con un niño en brazos, un sacerdote, un hombre rubio
leyendo un libro, una mujer con dos niños discutiendo y dialoga con un hombre feo y horrible
transformado por la guerra. Entonces va al toilet en busca de Julie, la ve y le dice que no esta el presunto
asesino, luego le dice que no hablasen sobre ese tema y que durmiéramos.
La amante de Robert se despertó cuando faltaba casi una hora para llegar a Edimburgo y vio a Julie
durmiendo sobre su asiento. Apoyo sus dos manos sobre la nuca descubierta y presiono ligeramente, la
había matado. Rápidamente se dirigió al vagón continuo que había visto vacío la noche anterior.
Cuando el tren llego a Edimburgo, salio del tren y se mezclo entre las demás personas de la ciudad y
pensaba en cuanto tiempo tardarían en encontrar el cadáver.
Un hombre en quien no confiar-John no podía entender como una aficionada podía contar tan
extraordinaria historia, aquel segundo relato lo había perturbado. El creía que la Sña. Greenwold era en
verdad una escritora y ella no creía que John sea en verdad un escritor de novelas policiales, primero
porque no podía entender porque el no se intereso con el relato del tren y luego cuando ella le pregunto la
idea de su próxima novela, John respondió titubeando que no, después la Sña. Greenwold le pregunto
nuevamente la idea de su próxima novela, y John la dijo, entonces había mentido, John también mencionó
que antes había visto a la Sña. Greenwold y por ultimo, al final de la novela de John, debía asesinar a la
Sña. Greenwold, en ese punto se detuvo, y la miro a los ojos, entonces la Sña. Greenwold pensó: si no era
usted un escritor, ¿que otro argumento podría relatar un asesino, más que su propio plan para matarme?
La Sña. Greenwold le revelo a John que Robert no había llamado a la policía, entonces ella tuvo que
matarlo, debido a esta situación la Sña. Greenwold le dijo a John que lo tenía que matar, ya que esas dos
historias eran verdad, entonces John era testigo de los asesinatos de Helen y de Robert, producidos por la
Sña. Greenwold.
Ella le dijo a John que en su taza de te introdujo sales de bario, que al principio sólo sentirá un malestar
en el estomago y un hormigueo… algo muy molesto. Después vendrán los temblores. Eso significa que
ha avanzado sobre el sistema nervioso y que debe darse prisa, ir hacia su casa, pero cuando corriera el
veneno de difundirá más rápidamente y tendría que llamar a una ambulancia.
Final de la novela-John quedo inmóvil, observando a la anciana. El pudo salir y empezó a correr,
escuchaba los latidos de su corazón, cada vez más fuertes, a la altura de las sienes.
Finalmente llego a su casa, la puerta estaba cerrada, entonces corrió hacia las ventanas, en uno de los
costados de las casa, un sentimiento de horror lo dejo sin aliento, la primera ventana estaba cerrada, fue
hacia la segunda, sintió algo que comenzaba a desplazarse por todo su cuerpo, rápido, invasivo. Eso
comenzaba a paralizarlo. Miro la casa a través de la ventana y vio el teléfono, quiso romper el vidrio, pero
sus brazos no le respondieron, intento mantenerse de pie, hasta que finalmente se dejo caer apoyándose
contra el muro. No intento moverse y cerró los ojos, y rogó que todo aquello fuese sólo una novela.
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