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Los consumidores de LSD llaman “viaje” a una experiencia con LSD, que típicamente dura doce horas
o más. Cuando las cosas salen mal, lo cual sucede con frecuencia, se le llama “mal viaje”, caracterizado
por un episodio de pánico, con alucinaciones terroríficas, agitación, desconfianza en las personas del
entorno, temblores e hipertensión arterial.
HISTORIA
El químico suizo Albert Hofmann sintetizó por primera vez la sustancia a partir de un hongo en 1938
y, en 1943, descubrió sus efectos por accidente al haber absorbido accidentalmente una pequeña
cantidad de LSD-25 por vía cutánea durante la recristalización de una muestra. No obstante, decidió
tomar una dosis mucho mayor para estudiar sus efectos ("el día de la bicicleta).
En un principio, el LSD fue utilizado en experimentos con animales, de los que se obtuvieron notables
previsiones acerca de sus efectos. Se observó generalmente una alteración en la conducta cuyo grado
dependía de la dosis de suministración. Por ejemplo, con dosis bajas las arañas hacían sus telas con
más destreza que de costumbre, pero con dosis altas eran incapaces de tejerlas adecuadamente.
Tras obtener unos resultados que apuntaban a que podía ser un buen fármaco para la psicoterapia,
fue introducido por los laboratorios Sandoz como medicamento comercial en 1947 bajo la marca
Delysid. Entre sus indicaciones se incluían la terapia psicoanalítica y el estudio experimental sobre la
naturaleza de las psicosis, además de sugerir a los terapeutas su ingestión con el objetivo de
comprender mejor el estado mental de sus pacientes.
También destacan usos que tuvieron un determinado éxito, y entre ellos están:
• Alcohólicos: con el objetivo de hacerles "tocar fondo", liberar recuerdos reprimidos y de este
modo crear una situación propicia para desarrollar nuevos procesos de aprendizaje. De los
cerca de mil pacientes tratados, casi la mitad abandonó el alcohol o redujo sustancialmente
su consumo de este.
• Efecto analgésico: se utilizó en pacientes con cáncer en estado terminal para ayudarles a
tolerar los dolores intensos y confrontar su situación. Los resultados fueron positivos en la
mayor parte de los casos, aunque también se produjeron efectos adversos en algunos
enfermos.
• Niños autistas y esquizofrénicos: ambos mostraron, tras la experiencia con LSD, un interés
mayor por entablar relación con otras personas, mejorando sus intentos de comunicación y
sus rutinas de reposo y comida.
Sin embargo, a partir de la década de 1950 los funcionarios de la CIA de Estados Unidos pensaron que
la droga podía ser útil para su uso en programas de control mental y guerras químicas, por lo que
empezaron a probarla en estudiantes y jóvenes militares sin su consentimiento. A partir de ello, se
comenzó a extender su uso recreativo y extramedicinal, lo que precipitó su ilegalización en todos sus
usos. A pesar de ello, algunos círculos intelectuales siguieron pensando que el LSD tenía un gran
porvenir como sustancia medicinal y continuaron financiando y promoviendo su investigación. En
algunos países incluso se ha propuesto legalizar su uso terapéutico, mientras que en otros, como Suiza,
se han autorizado investigaciones para su uso como medicamento.