asesinar al presidente Díaz, aunque era evidente que Lawler no tenía prueba alguna de
semejante complot.
Después de pasar cerca de dos años en las cárceles municipales, Flores Magón, Villarreal y
Rivera fueron declarados culpables de conspiración para violar las leyes de neutralidad al
tratar de organizar una expedición armada contra México, y fueron sentenciados a 18 meses
de prisión en la penitenciaría de Florence, Arizona. Sarabia no fue juzgado; logró evitar la
extradición y fue conducido a Arizona antes que los otros; allí fue puesto en libertad bajo
fianza y poco después se casó con Elizabeth D. Trowbridge, señorita de Boston;
perteneciente a una antigua y rica familia. Como la salud de Sarabia estaba quebrantada por
el largo cautiverio, se convenció de que debía pagar la caución y huir con su esposa hacia
Europa, en el supuesto de que, si era sometido a juicio, sería encarcelado a pesar de la falta
de pruebas en su contra. Desde entonces se ha dedicado en Europa a escribir artículos para
varios periódicos ingleses, franceses, españoles y belgas, sobre los movimientos
democráticos de México.
En general, fracasó la campaña para extraditar a los refugiados acusados de homicidio y
robo; pero sirvió para mantener en la cárcel a muchos liberales durante largos meses, hasta
agotar sus recursos, debilitar su organismo e intimidar a sus amigos. Sin embargo, ello no
fue suficiente para conseguir su extradición. La mayoría de los liberales deportados lo
fueron por funcionarios de migración o por secuestro.
La persecución basada en los supuestos delitos de homicidio y robo fracasó, por su patente
contradicción con las leyes y los principios norteamericanos. Esto debió ser sabido por los
procuradores de los Estados Unidos desde el principio; pero, tan sólo por complacer a Díaz,
continuaron los procesos sobre tales bases. En realidad, no se trató de un mero error de los
agentes del ministerio público que intervinieron, sino de una línea política impuesta por los
más altos funcionarios del gobierno de los Estados Unidos. Tal quedó demostrado en 1908,
con la publicación de muchas informaciones procedentes de varios departamentos de
Washington y de Oyster Bay, en las que se expresó el deseo del gobierno de deportar como
delincuentes ordinarios a los políticos mexicanos refugiados. Al fracasar en sus esfuerzos
para deportarlos al mayoreo como tales delincuentes, el Departamento de Justicia
norteamericano concentró sus energías en asegurar el encarcelamiento de los refugiados por
violación de las leyes de neutralidad por conspirar para violarlas. Se consideró como gran
felonía organizar una expedición armada contra una potencia amiga, o conspirar para
organizarla. Así, además de Flores Magón, Villarreal, Rivera y Sarabia, algunos de los
refugiados liberales procesados de acuerdo con esa ley fueron Tomás de Espinosa, José A.
Rangel, Casimiro H. Regalado, Lauro Aguirre, Rayrnundo Cano, Antonio Araujo, Amado
Hernández, Tomás Morales, Encarnación Díaz Guerra, Juan Castro, Prisciliano Silva, José
María Martínez, Benjamín Silva, Leocadio Treviño, José Ruiz, Benito Solís, Tomás
Sarabia, Práxedis Guerrero (Que nosotros sepamos, Práxedis jamás logró ser procesado por
las autoridades norteamericanas, no obstante la terrible persecución que, en su contra,