5 Corrientes psicológicas - Kib’eyal na’ojib’al kutunik etamanik
En cambio, el padre y la madre de Jorge, al verlo sentado sin realizar ninguna de las actividades
descritas anteriormente, lo recompensaban, entre otros, con darle un helado, con llevarlo a comer
fuera de casa, con prenderle el televisor.
• La vida de Jimena:
Al despertar, Jimena encuentra su hogar ordenado y limpio. Todas las mañanas, busca a su mamá
dentro de la casa y la encuentra trabajando en la cocina picando frutas para darle su desayuno.
Cada vez que despierta y escucha ruidos en la cocina, se dirige hacia ella diciéndole «mamá», aun-
que a veces no es su madre.
Jimena desordena todo lo que encuentra en el hogar. Al estar en la cocina, saca todos los platos y
los vasos. Su madre, sin embargo, no se lo prohíbe; más bien, juega con ella colocando los vasos
y los platos en forma de torre, o bien, saca todas las ollas y las ordena una dentro de otra según su
tamaño. En el dormitorio, la niña saca todos los zapatos y su madre se sienta con su hija y le sonríe
diciéndole: «ordenemos los zapatos de nuevo». Jimena comienza a ordenarlos, ubicándolos en
lugares distintos a los que estaban anteriormente.
Cada vez que Jimena hace algo, su madre lo convierte en juego. Lo último que idearon fue pintar
animalitos en la pared, utilizando sus dedos.
Cuando el padre de la niña llega a la casa, siempre toca algún mueble; al escucharlo, ella va corrien-
do hacia su padre y comienzan a jugar lo mismo que juega con su madre.
Al verla sentada y quieta, su padre y su madre se preguntan: «¿qué tiene?» En ese momento,
desordenan todo en el dormitorio, motivando a su hija para que se interese en ubicar las cosas de
manera creativa.
Un día, otra familia invitó a todos los niños y a las niñas del barrio a una fiesta de cumpleaños, inclui-
dos Jorge y Jimena. Al llegar a la fiesta, vieron un salón lleno de flores, adornos de diversos colores,
juguetes, comida, piñatas y vejigas.
Todos y todas se reunieron para quebrar las piñatas. Jimena desde su lugar, estaba feliz identifi-
cando a sus compañeros por su estatura y color de ropa; en tanto, Jorge estaba inquieto queriendo
ir hacia los demás niños. Sin embargo, el padre de Jorge, al ver a su hijo inquieto, somató la silla
donde estaba sentado. Ese ruido provocó reacciones diferentes entre Jorge y Jimena. El primero
adoptó una postura de quietud, con lágrimas en los ojos; la segunda, salió corriendo felizmente de
su lugar para incorporarse a los demás niños.
Analizando ambos casos, podemos decir que a Jorge lo convirtieron en un niño muy inseguro de sí
mismo, incapaz de establecer relaciones de amistad con los demás niños, siempre temeroso de los