Junio 2018
El anciano, entonces, tuvo que quitar una madera del techo para que la planta pudiera seguir
creciendo; y así un día llegó hasta las nubes y hasta el mismísimo cielo.
Una mañana, el matrimonio ya no tenía para comer, su reserva de bellotas se había terminado. Por
eso el anciano tomó la bolsa vacía y, muy decidido, comenzó a trepar por el árbol.
—Iré a buscar bellotas. ¡Enseguida vuelvo! —le dijo a su mujer.
Una vez que llegó al cielo, el viejito no solo encontró un montón de bellotas sino también un gallito, que
tenía una cresta de oro, y un pequeño molinillo.
El anciano llenó la bolsa, tomó al gallito y el molinillo, y bajó por la planta con mucho cuidado.
2
Un viejo matrimonio era tan pobre que muchas veces no tenían ni una miga de pan para comer. Por
eso, frecuentemente iban al bosque y recogían bellotas en una gran bolsa para alimentarse.
Un día, mientras comían, a la anciana se le cayó una bellota en un agujerito del piso de la cabaña. Con
el paso del tiempo, la bellota germinó y asomó una ramita verde.
El anciano, al notar la presencia de la planta, quitó la tabla del piso para que pudiera seguir creciendo.
—¡Cuando esta planta sea grande, vamos a tener bellotas! Y no tendremos que ir por ellas al bosque —
celebró la mujer.
A partir de ese día la planta creció y creció hasta que se convirtió en un árbol.
1
La mujer comenzó a llorar… ¡Ya no tenía su molinillo! Y el gallito de la cresta de oro, que había sido
testigo de todo, le dijo:
—¡Yo volaré, lo alcanzaré y traeré el molinillo de regreso!
Y así lo hizo. El gallito voló, llegó hasta el palacio donde vivía el noble, se paró justo en la puerta y
comenzó a cantar, con un tono muy elevado:
—¡Quiquiriquí! ¡Señor! ¡Señor! ¡Devuelva el molinillo que se robó!
El noble, muy enojado al escuchar el canto del gallo, ordenó a sus servidores que atrapasen al animal y lo
tirasen al pozo de agua.
Los sirvientes obedecieron y echaron al gallo al pozo. Pero el gallo, en vez de ahogarse, dijo:
—¡Pico, pico, bebe agua!
Y en pocos minutos se bebió toda el agua del pozo.
4
El gallito abandonó el pozo, voló hasta el palacio, se paró en un balcón y comenzó a cantar:
—¡Quiquiriquí! ¡Señor! ¡Señor! ¡Devuelva el molinillo que se robó!
Al volver a escucharlo, el noble se puso más furioso y ordenó a los cocineros que atrapasen al gallo
y que lo cocinasen en el horno. Los cocineros obedecieron, pero el ave, ni bien notó el calor de las
llamas, dijo:
—¡Pico, pico, vierte agua!
El gallo vertió el agua que se había tomado en el pozo y apagó las llamas.
Al salir del horno, voló hasta el palacio, entró por una ventana, se paró en la mesa en la que el noble estaba
dando un banquete para muchos invitados y cantó:
—¡Quiquiriquí! ¡Señor! ¡Señor! ¡Devuelva el molinillo que se robó!
5
Una vez en la cabaña, los ancianos quisieron ver cómo funcionaba ese aparato y giraron la
manivela. Le dieron tan solo una vuelta y del molinillo comenzaron a salir pasteles, flanes,
bizcochos y todas las delicias habidas y por haber.
La mujer y el hombre no podían creer lo que estaba ocurriendo y saborearon todo con mucho
entusiasmo. ¡Ya no tenían de qué preocuparse! O, por lo menos, ya no por la comida.
Al día siguiente, un noble pasó por el lugar, les tocó la puerta y les pidió algo para comer. La anciana, sin
pensarlo, puso en funcionamiento el molinillo y le dio un gran pastel. Pero el noble, en vez de agradecer
lo que había recibido, le quitó el molinillo de las manos y salió corriendo.
3
Nº 235 Junio 2018
Póster 2
Los invitados, asustados por el gallito gritón, corrieron hacia las afueras del palacio.
El noble, muerto de vergüenza, salió a correr tras ellos. No quería que sus invitados se fueran y
contaran en el pueblo que había robado algo.
—¡Regresen! Es solo un gallo mentiroso —dijo.
El gallito de la cresta de oro aprovechó el momento, tomó el molinillo y voló hasta la cabaña. Los
ancianos recibieron muy alegres al gallito. ¡Estaban felices de haber recuperado el molinillo! Desde
entonces, el matrimonio vive feliz, tienen como mascota al gallo y disfrutan de las tortas, los flanes y los
pasteles que el molinillo les regala.
6
Y colorín colorado… este cuento ha terminado.
Quiquiriquí, quiquiriquí… esta historia termina aquí.
El gallito
de la cresta de oro
CUENTO POPULAR RUSO
ADAPTACIÓN
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El anciano, entonces, tuvo que quitar una madera del techo para que la planta pudiera seguir
creciendo; y así un día llegó hasta las nubes y hasta el mismísimo cielo.
Una mañana, el matrimonio ya no tenía para comer, su reserva de bellotas se había terminado. Por
eso el anciano tomó la bolsa vacía y, muy decidido, comenzó a trepar por el árbol.
—Iré a buscar bellotas. ¡Enseguida vuelvo! —le dijo a su mujer.
Una vez que llegó al cielo, el viejito no solo encontró un montón de bellotas sino también un gallito, que
tenía una cresta de oro, y un pequeño molinillo.
El anciano llenó la bolsa, tomó al gallito y el molinillo, y bajó por la planta con mucho cuidado.
2
Un viejo matrimonio era tan pobre que muchas veces no tenían ni una miga de pan para comer. Por
eso, frecuentemente iban al bosque y recogían bellotas en una gran bolsa para alimentarse.
Un día, mientras comían, a la anciana se le cayó una bellota en un agujerito del piso de la cabaña. Con
el paso del tiempo, la bellota germinó y asomó una ramita verde.
El anciano, al notar la presencia de la planta, quitó la tabla del piso para que pudiera seguir creciendo.
—¡Cuando esta planta sea grande, vamos a tener bellotas! Y no tendremos que ir por ellas al bosque —
celebró la mujer.
A partir de ese día la planta creció y creció hasta que se convirtió en un árbol.
1
La mujer comenzó a llorar… ¡Ya no tenía su molinillo! Y el gallito de la cresta de oro, que había sido
testigo de todo, le dijo:
—¡Yo volaré, lo alcanzaré y traeré el molinillo de regreso!
Y así lo hizo. El gallito voló, llegó hasta el palacio donde vivía el noble, se paró justo en la puerta y
comenzó a cantar, con un tono muy elevado:
—¡Quiquiriquí! ¡Señor! ¡Señor! ¡Devuelva el molinillo que se robó!
El noble, muy enojado al escuchar el canto del gallo, ordenó a sus servidores que atrapasen al animal y lo
tirasen al pozo de agua.
Los sirvientes obedecieron y echaron al gallo al pozo. Pero el gallo, en vez de ahogarse, dijo:
—¡Pico, pico, bebe agua!
Y en pocos minutos se bebió toda el agua del pozo.
4
El gallito abandonó el pozo, voló hasta el palacio, se paró en un balcón y comenzó a cantar:
—¡Quiquiriquí! ¡Señor! ¡Señor! ¡Devuelva el molinillo que se robó!
Al volver a escucharlo, el noble se puso más furioso y ordenó a los cocineros que atrapasen al gallo
y que lo cocinasen en el horno. Los cocineros obedecieron, pero el ave, ni bien notó el calor de las
llamas, dijo:
—¡Pico, pico, vierte agua!
El gallo vertió el agua que se había tomado en el pozo y apagó las llamas.
Al salir del horno, voló hasta el palacio, entró por una ventana, se paró en la mesa en la que el noble estaba
dando un banquete para muchos invitados y cantó:
—¡Quiquiriquí! ¡Señor! ¡Señor! ¡Devuelva el molinillo que se robó!
5
Una vez en la cabaña, los ancianos quisieron ver cómo funcionaba ese aparato y giraron la
manivela. Le dieron tan solo una vuelta y del molinillo comenzaron a salir pasteles, flanes,
bizcochos y todas las delicias habidas y por haber.
La mujer y el hombre no podían creer lo que estaba ocurriendo y saborearon todo con mucho
entusiasmo. ¡Ya no tenían de qué preocuparse! O, por lo menos, ya no por la comida.
Al día siguiente, un noble pasó por el lugar, les tocó la puerta y les pidió algo para comer. La anciana, sin
pensarlo, puso en funcionamiento el molinillo y le dio un gran pastel. Pero el noble, en vez de agradecer
lo que había recibido, le quitó el molinillo de las manos y salió corriendo.
3
Nº 235 Junio 2018
Póster 2
Los invitados, asustados por el gallito gritón, corrieron hacia las afueras del palacio.
El noble, muerto de vergüenza, salió a correr tras ellos. No quería que sus invitados se fueran y
contaran en el pueblo que había robado algo.
—¡Regresen! Es solo un gallo mentiroso —dijo.
El gallito de la cresta de oro aprovechó el momento, tomó el molinillo y voló hasta la cabaña. Los
ancianos recibieron muy alegres al gallito. ¡Estaban felices de haber recuperado el molinillo! Desde
entonces, el matrimonio vive feliz, tienen como mascota al gallo y disfrutan de las tortas, los flanes y los
pasteles que el molinillo les regala.
6
Y colorín colorado… este cuento ha terminado.
Quiquiriquí, quiquiriquí… esta historia termina aquí.
El gallito
de la cresta de oro
CUENTO POPULAR RUSO
ADAPTACIÓN
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El anciano, entonces, tuvo que quitar una madera del techo para que la planta pudiera seguir
creciendo; y así un día llegó hasta las nubes y hasta el mismísimo cielo.
Una mañana, el matrimonio ya no tenía para comer, su reserva de bellotas se había terminado. Por
eso el anciano tomó la bolsa vacía y, muy decidido, comenzó a trepar por el árbol.
—Iré a buscar bellotas. ¡Enseguida vuelvo! —le dijo a su mujer.
Una vez que llegó al cielo, el viejito no solo encontró un montón de bellotas sino también un gallito, que
tenía una cresta de oro, y un pequeño molinillo.
El anciano llenó la bolsa, tomó al gallito y el molinillo, y bajó por la planta con mucho cuidado.
2
Un viejo matrimonio era tan pobre que muchas veces no tenían ni una miga de pan para comer. Por
eso, frecuentemente iban al bosque y recogían bellotas en una gran bolsa para alimentarse.
Un día, mientras comían, a la anciana se le cayó una bellota en un agujerito del piso de la cabaña. Con
el paso del tiempo, la bellota germinó y asomó una ramita verde.
El anciano, al notar la presencia de la planta, quitó la tabla del piso para que pudiera seguir creciendo.
—¡Cuando esta planta sea grande, vamos a tener bellotas! Y no tendremos que ir por ellas al bosque —
celebró la mujer.
A partir de ese día la planta creció y creció hasta que se convirtió en un árbol.
1
La mujer comenzó a llorar… ¡Ya no tenía su molinillo! Y el gallito de la cresta de oro, que había sido
testigo de todo, le dijo:
—¡Yo volaré, lo alcanzaré y traeré el molinillo de regreso!
Y así lo hizo. El gallito voló, llegó hasta el palacio donde vivía el noble, se paró justo en la puerta y
comenzó a cantar, con un tono muy elevado:
—¡Quiquiriquí! ¡Señor! ¡Señor! ¡Devuelva el molinillo que se robó!
El noble, muy enojado al escuchar el canto del gallo, ordenó a sus servidores que atrapasen al animal y lo
tirasen al pozo de agua.
Los sirvientes obedecieron y echaron al gallo al pozo. Pero el gallo, en vez de ahogarse, dijo:
—¡Pico, pico, bebe agua!
Y en pocos minutos se bebió toda el agua del pozo.
4
El gallito abandonó el pozo, voló hasta el palacio, se paró en un balcón y comenzó a cantar:
—¡Quiquiriquí! ¡Señor! ¡Señor! ¡Devuelva el molinillo que se robó!
Al volver a escucharlo, el noble se puso más furioso y ordenó a los cocineros que atrapasen al gallo
y que lo cocinasen en el horno. Los cocineros obedecieron, pero el ave, ni bien notó el calor de las
llamas, dijo:
—¡Pico, pico, vierte agua!
El gallo vertió el agua que se había tomado en el pozo y apagó las llamas.
Al salir del horno, voló hasta el palacio, entró por una ventana, se paró en la mesa en la que el noble estaba
dando un banquete para muchos invitados y cantó:
—¡Quiquiriquí! ¡Señor! ¡Señor! ¡Devuelva el molinillo que se robó!
5
Una vez en la cabaña, los ancianos quisieron ver cómo funcionaba ese aparato y giraron la
manivela. Le dieron tan solo una vuelta y del molinillo comenzaron a salir pasteles, flanes,
bizcochos y todas las delicias habidas y por haber.
La mujer y el hombre no podían creer lo que estaba ocurriendo y saborearon todo con mucho
entusiasmo. ¡Ya no tenían de qué preocuparse! O, por lo menos, ya no por la comida.
Al día siguiente, un noble pasó por el lugar, les tocó la puerta y les pidió algo para comer. La anciana, sin
pensarlo, puso en funcionamiento el molinillo y le dio un gran pastel. Pero el noble, en vez de agradecer
lo que había recibido, le quitó el molinillo de las manos y salió corriendo.
3
Nº 235 Junio 2018
Póster 2
Los invitados, asustados por el gallito gritón, corrieron hacia las afueras del palacio.
El noble, muerto de vergüenza, salió a correr tras ellos. No quería que sus invitados se fueran y
contaran en el pueblo que había robado algo.
—¡Regresen! Es solo un gallo mentiroso —dijo.
El gallito de la cresta de oro aprovechó el momento, tomó el molinillo y voló hasta la cabaña. Los
ancianos recibieron muy alegres al gallito. ¡Estaban felices de haber recuperado el molinillo! Desde
entonces, el matrimonio vive feliz, tienen como mascota al gallo y disfrutan de las tortas, los flanes y los
pasteles que el molinillo les regala.
6
Y colorín colorado… este cuento ha terminado.
Quiquiriquí, quiquiriquí… esta historia termina aquí.
El gallito
de la cresta de oro
CUENTO POPULAR RUSO
ADAPTACIÓN
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El anciano, entonces, tuvo que quitar una madera del techo para que la planta pudiera seguir
creciendo; y así un día llegó hasta las nubes y hasta el mismísimo cielo.
Una mañana, el matrimonio ya no tenía para comer, su reserva de bellotas se había terminado. Por
eso el anciano tomó la bolsa vacía y, muy decidido, comenzó a trepar por el árbol.
—Iré a buscar bellotas. ¡Enseguida vuelvo! —le dijo a su mujer.
Una vez que llegó al cielo, el viejito no solo encontró un montón de bellotas sino también un gallito, que
tenía una cresta de oro, y un pequeño molinillo.
El anciano llenó la bolsa, tomó al gallito y el molinillo, y bajó por la planta con mucho cuidado.
2
Un viejo matrimonio era tan pobre que muchas veces no tenían ni una miga de pan para comer. Por
eso, frecuentemente iban al bosque y recogían bellotas en una gran bolsa para alimentarse.
Un día, mientras comían, a la anciana se le cayó una bellota en un agujerito del piso de la cabaña. Con
el paso del tiempo, la bellota germinó y asomó una ramita verde.
El anciano, al notar la presencia de la planta, quitó la tabla del piso para que pudiera seguir creciendo.
—¡Cuando esta planta sea grande, vamos a tener bellotas! Y no tendremos que ir por ellas al bosque —
celebró la mujer.
A partir de ese día la planta creció y creció hasta que se convirtió en un árbol.
1
La mujer comenzó a llorar… ¡Ya no tenía su molinillo! Y el gallito de la cresta de oro, que había sido
testigo de todo, le dijo:
—¡Yo volaré, lo alcanzaré y traeré el molinillo de regreso!
Y así lo hizo. El gallito voló, llegó hasta el palacio donde vivía el noble, se paró justo en la puerta y
comenzó a cantar, con un tono muy elevado:
—¡Quiquiriquí! ¡Señor! ¡Señor! ¡Devuelva el molinillo que se robó!
El noble, muy enojado al escuchar el canto del gallo, ordenó a sus servidores que atrapasen al animal y lo
tirasen al pozo de agua.
Los sirvientes obedecieron y echaron al gallo al pozo. Pero el gallo, en vez de ahogarse, dijo:
—¡Pico, pico, bebe agua!
Y en pocos minutos se bebió toda el agua del pozo.
4
El gallito abandonó el pozo, voló hasta el palacio, se paró en un balcón y comenzó a cantar:
—¡Quiquiriquí! ¡Señor! ¡Señor! ¡Devuelva el molinillo que se robó!
Al volver a escucharlo, el noble se puso más furioso y ordenó a los cocineros que atrapasen al gallo
y que lo cocinasen en el horno. Los cocineros obedecieron, pero el ave, ni bien notó el calor de las
llamas, dijo:
—¡Pico, pico, vierte agua!
El gallo vertió el agua que se había tomado en el pozo y apagó las llamas.
Al salir del horno, voló hasta el palacio, entró por una ventana, se paró en la mesa en la que el noble estaba
dando un banquete para muchos invitados y cantó:
—¡Quiquiriquí! ¡Señor! ¡Señor! ¡Devuelva el molinillo que se robó!
5
Una vez en la cabaña, los ancianos quisieron ver cómo funcionaba ese aparato y giraron la
manivela. Le dieron tan solo una vuelta y del molinillo comenzaron a salir pasteles, flanes,
bizcochos y todas las delicias habidas y por haber.
La mujer y el hombre no podían creer lo que estaba ocurriendo y saborearon todo con mucho
entusiasmo. ¡Ya no tenían de qué preocuparse! O, por lo menos, ya no por la comida.
Al día siguiente, un noble pasó por el lugar, les tocó la puerta y les pidió algo para comer. La anciana, sin
pensarlo, puso en funcionamiento el molinillo y le dio un gran pastel. Pero el noble, en vez de agradecer
lo que había recibido, le quitó el molinillo de las manos y salió corriendo.
3
Nº 235 Junio 2018
Póster 2
Los invitados, asustados por el gallito gritón, corrieron hacia las afueras del palacio.
El noble, muerto de vergüenza, salió a correr tras ellos. No quería que sus invitados se fueran y
contaran en el pueblo que había robado algo.
—¡Regresen! Es solo un gallo mentiroso —dijo.
El gallito de la cresta de oro aprovechó el momento, tomó el molinillo y voló hasta la cabaña. Los
ancianos recibieron muy alegres al gallito. ¡Estaban felices de haber recuperado el molinillo! Desde
entonces, el matrimonio vive feliz, tienen como mascota al gallo y disfrutan de las tortas, los flanes y los
pasteles que el molinillo les regala.
6
Y colorín colorado… este cuento ha terminado.
Quiquiriquí, quiquiriquí… esta historia termina aquí.
El gallito
de la cresta de oro
CUENTO POPULAR RUSO
ADAPTACIÓN
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El anciano, entonces, tuvo que quitar una madera del techo para que la planta pudiera seguir
creciendo; y así un día llegó hasta las nubes y hasta el mismísimo cielo.
Una mañana, el matrimonio ya no tenía para comer, su reserva de bellotas se había terminado. Por
eso el anciano tomó la bolsa vacía y, muy decidido, comenzó a trepar por el árbol.
—Iré a buscar bellotas. ¡Enseguida vuelvo! —le dijo a su mujer.
Una vez que llegó al cielo, el viejito no solo encontró un montón de bellotas sino también un gallito, que
tenía una cresta de oro, y un pequeño molinillo.
El anciano llenó la bolsa, tomó al gallito y el molinillo, y bajó por la planta con mucho cuidado.
2
Un viejo matrimonio era tan pobre que muchas veces no tenían ni una miga de pan para comer. Por
eso, frecuentemente iban al bosque y recogían bellotas en una gran bolsa para alimentarse.
Un día, mientras comían, a la anciana se le cayó una bellota en un agujerito del piso de la cabaña. Con
el paso del tiempo, la bellota germinó y asomó una ramita verde.
El anciano, al notar la presencia de la planta, quitó la tabla del piso para que pudiera seguir creciendo.
—¡Cuando esta planta sea grande, vamos a tener bellotas! Y no tendremos que ir por ellas al bosque —
celebró la mujer.
A partir de ese día la planta creció y creció hasta que se convirtió en un árbol.
1
La mujer comenzó a llorar… ¡Ya no tenía su molinillo! Y el gallito de la cresta de oro, que había sido
testigo de todo, le dijo:
—¡Yo volaré, lo alcanzaré y traeré el molinillo de regreso!
Y así lo hizo. El gallito voló, llegó hasta el palacio donde vivía el noble, se paró justo en la puerta y
comenzó a cantar, con un tono muy elevado:
—¡Quiquiriquí! ¡Señor! ¡Señor! ¡Devuelva el molinillo que se robó!
El noble, muy enojado al escuchar el canto del gallo, ordenó a sus servidores que atrapasen al animal y lo
tirasen al pozo de agua.
Los sirvientes obedecieron y echaron al gallo al pozo. Pero el gallo, en vez de ahogarse, dijo:
—¡Pico, pico, bebe agua!
Y en pocos minutos se bebió toda el agua del pozo.
4
El gallito abandonó el pozo, voló hasta el palacio, se paró en un balcón y comenzó a cantar:
—¡Quiquiriquí! ¡Señor! ¡Señor! ¡Devuelva el molinillo que se robó!
Al volver a escucharlo, el noble se puso más furioso y ordenó a los cocineros que atrapasen al gallo
y que lo cocinasen en el horno. Los cocineros obedecieron, pero el ave, ni bien notó el calor de las
llamas, dijo:
—¡Pico, pico, vierte agua!
El gallo vertió el agua que se había tomado en el pozo y apagó las llamas.
Al salir del horno, voló hasta el palacio, entró por una ventana, se paró en la mesa en la que el noble estaba
dando un banquete para muchos invitados y cantó:
—¡Quiquiriquí! ¡Señor! ¡Señor! ¡Devuelva el molinillo que se robó!
5
Una vez en la cabaña, los ancianos quisieron ver cómo funcionaba ese aparato y giraron la
manivela. Le dieron tan solo una vuelta y del molinillo comenzaron a salir pasteles, flanes,
bizcochos y todas las delicias habidas y por haber.
La mujer y el hombre no podían creer lo que estaba ocurriendo y saborearon todo con mucho
entusiasmo. ¡Ya no tenían de qué preocuparse! O, por lo menos, ya no por la comida.
Al día siguiente, un noble pasó por el lugar, les tocó la puerta y les pidió algo para comer. La anciana, sin
pensarlo, puso en funcionamiento el molinillo y le dio un gran pastel. Pero el noble, en vez de agradecer
lo que había recibido, le quitó el molinillo de las manos y salió corriendo.
3
Nº 235 Junio 2018
Póster 2
Los invitados, asustados por el gallito gritón, corrieron hacia las afueras del palacio.
El noble, muerto de vergüenza, salió a correr tras ellos. No quería que sus invitados se fueran y
contaran en el pueblo que había robado algo.
—¡Regresen! Es solo un gallo mentiroso —dijo.
El gallito de la cresta de oro aprovechó el momento, tomó el molinillo y voló hasta la cabaña. Los
ancianos recibieron muy alegres al gallito. ¡Estaban felices de haber recuperado el molinillo! Desde
entonces, el matrimonio vive feliz, tienen como mascota al gallo y disfrutan de las tortas, los flanes y los
pasteles que el molinillo les regala.
6
Y colorín colorado… este cuento ha terminado.
Quiquiriquí, quiquiriquí… esta historia termina aquí.
El gallito
de la cresta de oro
CUENTO POPULAR RUSO
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El anciano, entonces, tuvo que quitar una madera del techo para que la planta pudiera seguir
creciendo; y así un día llegó hasta las nubes y hasta el mismísimo cielo.
Una mañana, el matrimonio ya no tenía para comer, su reserva de bellotas se había terminado. Por
eso el anciano tomó la bolsa vacía y, muy decidido, comenzó a trepar por el árbol.
—Iré a buscar bellotas. ¡Enseguida vuelvo! —le dijo a su mujer.
Una vez que llegó al cielo, el viejito no solo encontró un montón de bellotas sino también un gallito, que
tenía una cresta de oro, y un pequeño molinillo.
El anciano llenó la bolsa, tomó al gallito y el molinillo, y bajó por la planta con mucho cuidado.
2
Un viejo matrimonio era tan pobre que muchas veces no tenían ni una miga de pan para comer. Por
eso, frecuentemente iban al bosque y recogían bellotas en una gran bolsa para alimentarse.
Un día, mientras comían, a la anciana se le cayó una bellota en un agujerito del piso de la cabaña. Con
el paso del tiempo, la bellota germinó y asomó una ramita verde.
El anciano, al notar la presencia de la planta, quitó la tabla del piso para que pudiera seguir creciendo.
—¡Cuando esta planta sea grande, vamos a tener bellotas! Y no tendremos que ir por ellas al bosque —
celebró la mujer.
A partir de ese día la planta creció y creció hasta que se convirtió en un árbol.
1
La mujer comenzó a llorar… ¡Ya no tenía su molinillo! Y el gallito de la cresta de oro, que había sido
testigo de todo, le dijo:
—¡Yo volaré, lo alcanzaré y traeré el molinillo de regreso!
Y así lo hizo. El gallito voló, llegó hasta el palacio donde vivía el noble, se paró justo en la puerta y
comenzó a cantar, con un tono muy elevado:
—¡Quiquiriquí! ¡Señor! ¡Señor! ¡Devuelva el molinillo que se robó!
El noble, muy enojado al escuchar el canto del gallo, ordenó a sus servidores que atrapasen al animal y lo
tirasen al pozo de agua.
Los sirvientes obedecieron y echaron al gallo al pozo. Pero el gallo, en vez de ahogarse, dijo:
—¡Pico, pico, bebe agua!
Y en pocos minutos se bebió toda el agua del pozo.
4
El gallito abandonó el pozo, voló hasta el palacio, se paró en un balcón y comenzó a cantar:
—¡Quiquiriquí! ¡Señor! ¡Señor! ¡Devuelva el molinillo que se robó!
Al volver a escucharlo, el noble se puso más furioso y ordenó a los cocineros que atrapasen al gallo
y que lo cocinasen en el horno. Los cocineros obedecieron, pero el ave, ni bien notó el calor de las
llamas, dijo:
—¡Pico, pico, vierte agua!
El gallo vertió el agua que se había tomado en el pozo y apagó las llamas.
Al salir del horno, voló hasta el palacio, entró por una ventana, se paró en la mesa en la que el noble estaba
dando un banquete para muchos invitados y cantó:
—¡Quiquiriquí! ¡Señor! ¡Señor! ¡Devuelva el molinillo que se robó!
5
Una vez en la cabaña, los ancianos quisieron ver cómo funcionaba ese aparato y giraron la
manivela. Le dieron tan solo una vuelta y del molinillo comenzaron a salir pasteles, flanes,
bizcochos y todas las delicias habidas y por haber.
La mujer y el hombre no podían creer lo que estaba ocurriendo y saborearon todo con mucho
entusiasmo. ¡Ya no tenían de qué preocuparse! O, por lo menos, ya no por la comida.
Al día siguiente, un noble pasó por el lugar, les tocó la puerta y les pidió algo para comer. La anciana, sin
pensarlo, puso en funcionamiento el molinillo y le dio un gran pastel. Pero el noble, en vez de agradecer
lo que había recibido, le quitó el molinillo de las manos y salió corriendo.
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Nº 235 Junio 2018
Póster 2
Los invitados, asustados por el gallito gritón, corrieron hacia las afueras del palacio.
El noble, muerto de vergüenza, salió a correr tras ellos. No quería que sus invitados se fueran y
contaran en el pueblo que había robado algo.
—¡Regresen! Es solo un gallo mentiroso —dijo.
El gallito de la cresta de oro aprovechó el momento, tomó el molinillo y voló hasta la cabaña. Los
ancianos recibieron muy alegres al gallito. ¡Estaban felices de haber recuperado el molinillo! Desde
entonces, el matrimonio vive feliz, tienen como mascota al gallo y disfrutan de las tortas, los flanes y los
pasteles que el molinillo les regala.
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Y colorín colorado… este cuento ha terminado.
Quiquiriquí, quiquiriquí… esta historia termina aquí.
El gallito
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CUENTO POPULAR RUSO
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Y SUS SENTIDOS
Nº 235 Junio 2018
Póster 4 anverso
A AR T
??
12
3
4
5
6
7
8
9
30
29
EN EL TARRO HABÍA 6 CARAMELOS Y
MATEO SACÓ 3. ¿CUÁNTOS CARAMELOS
QUEDARON?
ANTONIO TIENE UNA COLECCIÓN DE
9 AUTITOS. ALGUNOS ROJOS Y OTROS
AZULES. SI 4 SON ROJOS, ¿CUÁNTOS
SON AZULES?
6 - 3= 39 - 4= 5
DELFINA TENÍA 12 FIGURITAS
Y PERDIÓ 4 EN EL RECREO. ¿CUÁNTAS
FIGURITAS LE QUEDARON?
ESTOY EN EL CASILLERO 7 Y RETROCEDO 3.
¿A QUÉ CASILLERO LLEGO?
12 - 4= 8
7 - 3= 4
QUITAR
SACAR
SEPARAR
PERDER RETROCEDER
??
12
3
4
5
6
7
8
9
30
29
??
12
3
4
5
6
7
8
9
30
29
??
12
3
4
5
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8
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Nº 235 Junio 2018
Póster 3
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Póster
3
Póster
4
Mes de la Educación
Ambiental
Llega el invierno
Póster 2
Cuento
Celebramos el
Día de la Bandera
Operaciones
de resta que
involucran
distintos sentidos.
Órganos del cuerpo
humano y sus funciones.