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LA RESTAURACIÓN DEL SACERDOCIO
amor, santidad y servicio por nuestras familias y congregaciones.
Teniendo revelación de esto, en su carta a los romanos Pablo es-
cribió: “Hermanos, os ruego… que presentéis vuestros cuerpos en
sacrificio vivo, santo, agradable a Dios…” (Romanos 12:1).
Todo sacerdote debe ofrecer sacrificios espirituales
de alabanza, entrega personal y santidad.
vJesús tiene poder y autoridad
Necesitamos aprender de Jesús, quien después de vencer la tenta-
ción en el desierto “volvió en el poder del Espíritu a Galilea” (vea
Lucas 4:14), para deshacer las obras del diablo. Hoy, los sacerdo-
tes no saben ejercer poder y autoridad frente a la enfermedad,
la crisis financiera, el divorcio, la rebeldía de los hijos, el miedo,
la inseguridad, la delincuencia, la drogadicción, las opresiones
espirituales, el pecado, las injusticias, etcétera.
Por Su relación íntima con el Padre celestial y a través de la oración,
Jesús recibió revelación de que Él era el Cristo, el Ungido, Rey y Sa-
cerdote en la tierra. Sin embargo, para experimentar esa revelación,
tuvo que pagar por el rescate de la raza humana; y el precio fue Su
sangre. Todo lo antes descrito le dio a Jesús el derecho a ejercer, co-
mo hombre, el poder y la autoridad de Dios. Por eso, la gente se ma-
ravillaba al verlo poner en práctica su autoridad, “…y hablaban unos
a otros, diciendo: ¿Qué palabra es esta, que con autoridad y poder
manda a los espíritus inmundos, y salen?” (Lucas 4:36).
En otra ocasión los discípulos de Jesús que aún no entendían por
completo Su identidad y autoridad se preguntaron: “… ¿Quién es
éste, que aun a los vientos y a las aguas manda, y le obedecen?”
(Lucas 8:25). Incluso, varios de los que cuestionaban la autoridad
de Jesús también querían Su poder. Por eso, dice la Escritura que,
“Toda la gente procuraba tocarle, porque poder salía de él y sanaba
a todos” (Lucas 6:19). Jesús ejercía poder y autoridad porque Él ha-
cía la voluntad del Padre. Los sacerdotes de hoy también podemos