MANUAL CTO 6ª Ed.
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manos, hipertermia, hiperactividad autonómica, insomnio con
pesadillas, ansiedad, alteraciones digestivas e incluso crisis toni-
coclónicas (que no requieren tratamiento profiláctico); alcanza su
máximo a los 2-3 días, cediendo en 1 semana.
En el 5% se da el cuadro más grave, el delirium tremens (delirium
por abstinencia alcohólica). Cursa con un síndrome confusional con
desorientación, alteraciones perceptivas, como ilusiones y alucina-
ciones, con frecuencia desencadenadas por la privación sensorial
(“inducibles”), de gran intensidad y vivencia angustiosa, sobre
todo visuales (típico: microzoopsias), escenográficas y complejas.
También hay delirios (“delirio ocupacional”, actividad motora que
reproduce la habitual del paciente), inquietud, agitación, clínica
vegetativa (fiebre, sudoración profusa, taquicardia, etc.) y posibles
convulsiones, que son marcadores de gravedad (10-20% de morta-
lidad sin tratamiento) (MIR 02-03, 106; MIR 98-99, 158).
Tabla 37. Diferencias entre delirium tremens
y alucinosis alcohólica.
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TRATAMIENTO.
En sus formas leves (MIR 95-96F, 256) se puede realizar ambu-
latoriamente; se usan fundamentalmente las benzodiazepinas
(clorazepato o diazepam); el clometiazol (hemineurina, derivado
de la vitamina B1 con poder sedante y anticonvulsivante) puede
utilizarse por su corta vida media; en abstinencias leves también
se usa el tiapride (neuroléptico poco incisivo).
En los siguientes casos es necesario el ingreso y deben recibir
cuidados médicos exhaustivos (hidratación, vitaminas del complejo
B), junto con sedantes (i.v. en el delirium tremens):
a) Síndrome de abstinencia grave (delirium tremens, convulsiones,
antecedentes de abstinencias complicadas, consumo de grandes
cantidades de alcohol).
b) Si presenta procesos orgánicos o psiquiátricos graves que pue-
den descompensarse.
c) Si hay problemas sociales acompañantes (ausencia de soporte
familiar).
Las convulsiones asociadas a la abstinencia alcohólica (“ataques
del ron”) son de tipo tonicoclónico; no requieren tratamiento pre-
ventivo con antiepilépticos; pueden prevenirse con magnesio y se
tratan con diazepam i.v.; los antipsicóticos pueden disminuir el um-
bral para las mismas; una vez resueltas, no es necesario tratamiento
de mantenimiento con antiepilépticos (MIR 01-02, 254).
2) Deshabituación y rehabilitación. El primer paso es la desintoxi-
cación (pasar la abstinencia), tras la cual los fármacos hipnóticos o ansiolíticos no tienen indicación en la mayoría y sí existe riesgo de
dependencia.
Las terapias psicosociales son la base del tratamiento a largo
plazo y entre las múltiples variantes no hay una opción claramente
mejor que otra; no es mejor el tratamiento intrahospitalario que
ambulatorio; suele ser necesario un seguimiento prolongado.
El apoyo farmacológico (siempre como complemento de co-
rrecto abordaje psicosocial) se ha basado tradicionalmente en los
interdictores, fármacos inhibidores de la aldehído-deshidrogenasa,
disulfiram (ANTABÚS) y cianamida cálcica (COLME); producen a
los pocos minutos de la ingesta de alcohol (o incluso tras comer
alimentos con vinagre u oler vapores de alcohol, como el de las co-
lonias) una acumulación de acetaldehído con importantes efectos histaminérgicos (intensa sensación de malestar y de ahogo, náuseas,
rubefacción, sudoración, hipotensión, taquicardia, palpitaciones,
vértigo, visión borrosa, etc.) que duran unos 30 ó 60 minutos; busca
un aprendizaje basado en la disuasión (no bebo por que sé que me
va a sentar muy mal); contraindicados en pacientes con patología
somática grave y en embarazadas; el paciente tiene que estar muy
motivado y dar su consentimiento; aún así, a largo plazo parecen
ineficaces.
En los últimos años surgen nuevos tratamientos (fármacos
anti-”craving”) basados en los avances en neurobiología de las de
-
pendencias; la naltrexona parece disminuir la tendencia a la recaída que se asocia a la pérdida de control tras un consumo puntual y el
acamprosato alivia los síntomas de abstinencia condicionados a
estímulos ambientales. Otros fármacos usados en en esta misma
línea son el tiapride, los ISRS o los modernos anticonvulsivantes
(topiramato, gabapentina).
PRONÓSTICO.
Si no se abandona el consumo, la vida-media se acorta 15 años;
la muerte se produce por cardiopatías, cánceres, accidentes y
suicidio.
Al año de tratamiento, el 60% de los alcohólicos de clase media
mantiene la abstinencia (MIR 94-95, 163), siendo preciso un segui
-
miento estrecho durante ese año.
5.3. Opiáceos.
FARMACOLOGÍA.
Son sustancias derivadas de la adormidera o amapola del opio
(Papaver somniferum).
Todos ellos presentan tolerancia cruzada (en cada tipo de re
-
ceptor) y son susceptibles de crear dependencia.
La heroína clandestina, que es el opiáceo más consumido, sólo
contiene 5-10% del opiáceo (adulterantes: lactosa, fructosa, quinina,
estricnina, fenacetina, etc.).
Tabla 38. Clasificación de los opiáceos según su actividad.
Agonistas puros:
• Mayores: morfina, heroína, meperidina/petidina, fentanilo
(el más potente), metadona, oxicodona.
• Menores:
- Orales: codeína, propoxifeno, tramadol.
- Antidiarreicos: loperamida, difenoxilato.
Agonistas parciales: buprenorfina.
Agonistas/antagonistas: pentazocina.
Antagonistas puros: naloxona, naltrexona.
1) Farmacocinética.
• Se absorben bien por vía oral, inhalatoria e intramuscularmen-
te.
• Metabolismo fundamentalmente hepático (por conjugación con
glucurónico). Sólo una pequeña fracción se elimina en orina
(útil para el test de detección).
• El efecto es mayor y más rápido por vía i.v., seguida de la inha-
latoria y la oral.
2) Farmacodinamia.
Utilizan el sistema opioide endógeno (encefalinas, endorfinas
y dinorfina), existiendo tres tipos de receptores de opiáceos:
1. Mu: en las áreas centrales del dolor e implicado en la analge-
sia supraespinal, estreñimiento y respiración; lo estimulan
las betaendorfinas y la morfina y es el más importante en la
dependencia.
2. Kappa: en corteza cerebral e implicado en el dolor, la respi-
ración, la sedación, la diuresis y la regulación hormonal; la pentazocina es un agonista/antagonista y activa al kappa,
pero bloquea al mu.
3. Delta: en regiones límbicas, implicado posiblemente en la
analgesia; estimulado por betaendorfinas y encefalinas.