Maston, T.B. y Pinson Jr., W.M. - Bueno o Malo.pdf

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About This Presentation

Libro que orienta las decisiones que los jóvenes y adolescentes deben acertadamente hacer en sus vidas


Slide Content

¿BUENO
O
MALO?
T. B. Maston
William M. Pinson, (h.)
Traducido por Rubén Zorzoli y Alicia de Zorzoli
Una guía para adolescentes y
sus líderes para vivir bajo
un modelo cristiano.
Edición Revisada
CASA BAUTISTA DE PUBLICACIONES

¿BUENO
O
MALO?
T. B. Maston
William M. Pinson, (h.)
Traducido por Rubén Zorzoli y Alicia de Zorzoli
Una guía para adolescentes y
sus líderes para vivir bajo
un modelo cristiano.
Edición Revisada
CASA BAUTISTA DE PUBLICACIONES

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R EP U B L IC A D O M IN IC A N A : Apartado 880. Santo Domingo
U R U G U A Y : Casilla 14052 Montevideo
VEN EZ U ELA : Apartado 152. Valencia
Título original: Right or Vlrong? R evised Edition
Copyright © 1971 by Broadman Press. Versión castellana,
edición revisada, © Copyright Casa Bautista de Publicaciones,
1975.
Primera edición: 1957
Segunda edición: 1975
Tercera edición: 1977
Cuarta edición: 1981
Clasifíquese: Vida Cristiana
ISBN: 0-311-46061:5
C.B.P. Art. No.: 46061
2 M 10 81
Printed in U.S.A.
INDICE
Prefacio ....................................................................... 5
Parte 1 — Principios
Capítulo 1
Los Jóvenes y las Decisiones
.................................... 7
Capítulo 2
Niveles de Vida .......................................................... 13
Capitulo 3
Mayordomía Cristiana
................................................ 21
Capítulo 4
La Voluntad de Dios .................................................. 29
Capitulo 5
¿Bueno o Malo? Tres Preguntas ............................. 37
Capítulo 6
¿Bueno o Malo? Tres Pruebas
................................. 45
Capitulo 7
¿Bueno o Malo? Tres Fuentes de Luz
..................... 53
Capítulo 8
Principios y Prácticas
................................................ 61
Parte II — Problemas
Capitulo 9
Marihuana .................................................................. 65
Capítulo 10
El Alcohol .................................................................... 71
Capítulo 11
Otras Drogas ............................................................... 79
Capitulo 12
Tabaco
.......................................................................... 87
Capítulo 13
Juegos de Azar ............................................................ 95
3 —

Capítulo 14
Deshonestidad
............ 101
Capítulo 15
Sexo .............................................................................. 109
Capítulo 16
Los Padres
............................................................... 119
Capítulo 17
Diversiones
.................................................................. 127
Capítulo 18
Popularidad ................................................................. 135
Parte III — Conclusiones
Capítulo 19
Religión: Positiva y Negativa
................................. 145
Capitulo 20
Victoria sobre las Tentaciones
................................... 153
— 4 —
PREFACIO
¿No hay ocasiones en que encuentras que es difícil
saber si determinada actividad es buena o mala? Las
discusiones de este libro representan un esfuerzo por
presentar algunos principios básicos, que puedes usar
para decidir por ti mismo lo que es bueno o lo que es
malo para tu vida. En la Parte II estos principios se
aplican a algunos de los problemas más comunes de la
juventud.
A través de estos ensayos o discusiones los autores
han tomado por sentado que eres un cristiano inteligen­
te, que quieres saber lo que es bueno y que estarás
dispuesto a buscarlo con diligencia. También se ha da­
do por sentado que existe lo bueno y lo malo; que uno
puede conocer lo bueno y lo malo, y que lo bueno siem­
pre será lo mejor para uno. Esta última suposición quie­
re decir que siempre debemos buscar lo bueno, y una
vez que lo hayamos encontrado, gustosamente debemos
tratar de hacerlo.
Aunque este material fue escrito para ti y otros jó­
venes cristianos, se espera que sea útil para los padres,
maestros y consejeros.
Se confia en que leerás cuidadosamente la Parte I,
la cual trata acerca de los principios básicos, antes de
considerar los problemas de la Parte II. Se espera que
después que hayas considerado en oración los temas
discutidos en la Parte II vas a leer cuidadosamente
los dos últimos capítulos de la Parte III.
Tal vez debe explicarse que en este libro no se ha
tratado de examinar todas las fases de la vida cristiana.
Las discusiones se han limitado principalmente a asun­
tos o problemas que creemos que son más agudos en
las vidas de los jóvenes cristianos. Hay áreas importan­
tes en la vida cristiana más positivas que éstas, que
no se tratan para nada. Tampoco se discuten temas
— 5 —

tales como la guerra, la revolución, contaminación am­
biental, pobreza, prejuicios raciales y otros problemas
sociales complejos. Estos temas o problemas están fue­
ra del propósito del presente volumen.
Este libro, que fue publicado por primera vez en
1955, ha sido distribuido mucho más de lo que el autor
y la editorial se imaginaron originalmente. También
ha sido traducido a por lo menos los siguientes idio­
mas: árabe, chino, portugués y español.
En los años que pasaron desde la primera edición,
los problemas de los jóvenes han cambiado considera­
blemente. Él autor tuvo una convicción muy profun­
da de que el libro debía ser revisado y puesto al dia. Al­
gunos temas con los cuales se enfrentan los jóvenes
contemporáneos son nuevos, otros son más agudos o
menos importantes que hace quince años. El autor ori­
ginal pidió al Dr. William Pinson que le acompañara
en la revisión del libro.
Quiera el Señor usar estos breves capítulos para ayu­
darte a encontrar respuestas personales, satisfactorias
y que honren a Cristo, a los problemas y complejos in­
terrogantes de tu vida. Esta es nuestra oración. ¿Ayu­
darás a responder esta oración dedicándote a la lectura
y estudio de este libro con una mente abierta y con
un corazón deseoso de seguir todo tipo de luz que ven­
ga a ti desde nuestro Padre celestial?
Reconocemos nuestra deuda a muchos jóvenes y no
jóvenes que han contribuido en varias maneras a este
libro. Expresamos nuestro aprecio en particular a la
señora de Melvin Bridgford, que preparó la copia final
para la editorial.
A menos que se indique otra cosa, todas las referen­
cias bíblicas provienen de la versión “Dios llega al
Hombre’’, conocida como la Versión Popular del Nuevo
Testamento.
T. B. Maston y
William M. Pinson, (h.)
— 6
PARTE 1
PRINCIPIOS
Capítulo 1
LOS JOVENES Y LAS DECISIONES
A esta altura de tu vida ya has descubierto que
vivir es hacer decisiones. ¿Te estás dando cuenta tam­
bién que cada vez más, tú estás haciendo tus propias
decisiones? Anteriormente dependías grandemente de
tus padres o algún otro adulto para que decidieran
por ti. Si eres como la mayoría de los jóvenes, habrás
soñado con el momento en que serias libre para hacer
tus propias decisiones. Habrás pensado en ese como “ el
día glorioso” . Puede ser un día glorioso, pero lo será
solamente si estás preparado correctamente para él.
Decisiones Principales
En este libro nos dedicaremos a las decisiones que
tú y otros jóvenes hacen en un terreno particular: el
campo de lo bueno y lo malo. Antes que entremos a
considerar específicamente lo “bueno o malo”, quere­
mos tratar brevemente el hecho de tomar decisiones
en general. Comencemos con algunas sugestiones en
cuanto a tres decisiones principales. Otras pueden ser
muy importantes, pero creemos que estarás de acuerdo
con nosotros en que estas son las tres decisiones prin­
cipales de la vida.
Una de estas es, en realidad, la decisión más im­
portante de la vida para todos — niños, jóvenes y adul­
tos. Adaptando una pregunta que se encuentra en la
- - 7

8 ¿BUENO O M ALO?
Biblia, puede expresarse así: “ ¿Qué harás con Jesús
que se dice el Cristo?” La respuesta que uno da deter­
minará el destino de su vida aquí y en el porvenir. De
igual manera, la decisión con respecto de la relación
de la persona con Cristo influirá sobre cualquier otra
decisión, incluso las otras dos principales. Si no has
tomado esta decisión que determinará tu destino, es­
peramos que abras tu corazón y tu vida e invites al
Cristo resucitado a entrar a vivir en él.
Asumimos que ya has tenido esta experiencia inicial
cristiana. Puedes, sin embargo, haber perdido a veces
el calor de tal experiencia. Si te has alejado del Señor
y has perdido el gozo y la paz que el cristiano debe te­
ner, ¿no pedirás en este mismo momento a Dios que
te perdone por todas aquellas cosas que se han inter­
puesto entre tú y él? ¿No quisieras pedirle que restaure
en ti un sentido de su presencia y la fortaleza que ne­
cesitas para vivir una vida victoriosa para él?
Otra de las tres decisiones principales es la elección
de la ocupación de tu vida. Tenemos solamente una vida
para vivir; qué trágico si cometemos un error con ella.
Uno de los errores más comunes cometidos por los jó­
venes es entrar en la ocupación de sus vidas sin una
decisión deliberada e inteligente. No debes sentirte de­
masiado preocupado si todavía no te has decidido con
respecto a la vocación o profesión de tu vida. No es
nada desafortunado para tu edad. Sin embargo, nece­
sitas comprender que ahora estás poniendo el funda­
mento para la decisión que tomarás más tarde con res­
pecto a tu trabajo.
La tercera de estas decisiones principales es la elec­
ción del compañero de tu vida: aquél con el cuál tra­
tarás de encontrar y cumplir la voluntad de Dios. Esta
decisión es tan importante como la de la elección de
tu trabajo. Se espera que tú busques la voluntad de
Dios en este sentido, con tanta diligencia y oración
como para cualquier otra área de la vida. Quizás to­
davía no has tomado esta decisión. Sin embargo, ahora
te encuentras en el proceso de tomar decisiones que
darán forma, si no determinarán, esa decisión.
LOS JOVENES Y LAS DECISIONES 9
Decisiones Conexas
Otras decisiones importantes están relacionadas de
alguna manera a cada una de estas tres principales.
En algunos casos las primeras afectan claramente las
principales. Algunas de estas “decisiones conexas” se­
rán tratadas en la Parte II.
Miremos en primer lugar a algunas decisiones que
tienen relación con la elección del compañero. Hay de­
cisiones que se toman antes y otras después a aquella
tan importante. Por ejemplo: ¿cómo serán nuestras re­
laciones con el sexo opuesto durante el periodo de salir
juntos? Esto será discutido en la Parte II.
También habrá decisiones relacionadas con o des­
pués del casamiento. El hecho de que hayamos elegido
sabia o correctamente el compañero de nuestra vida,
no nos asegura automáticamente un hogar cristiano
modelo. Después del casamiento habrá que tomar de­
cisiones que determinarán la felicidad de los miembros
de la familia y la contribución del hogar como tal a
las vidas de los miembros de la familia, a la comunidad,
a la iglesia y a la causa de Cristo. ¿Será el nuestro un
hogar verdaderamente cristiano, o lo será simplemente
de nombre? ¿Será fiel a la iglesia? ¿Se mantendrá la
adoración familiar en forma constante? ¿Se hará un
esfuerzo sincero por demostrar el espíritu cristiano en
las relaciones con los demás dentro del hogar? Y con
respecto a los hijos que lleguen al hogar, ¿serán dedi­
cados a los propósitos de Dios?
Otras decisiones importantes se relacionan con la
elección del trabajo. Algunas de estas son anteriores,
mientras que otras son posteriores a la decisión mis­
ma. Por ejemplo: cualquier decisión que tomes con res­
pecto a los principales valores y motivaciones en tu
vida, te ayudará a determinar tu actitud con respecto
a la ocupación de tu vida. Habrá una diferencia muy
grande si tú muestras un interés primordial en tu pro­
pio mejoramiento financiero y en otros campos, o si te
interesas primeramente en el servicio a Dios y a los
que te rodean.

10 ¿BUENO O M ALO?
Cuando una persona ya ha decidido la vocación
para su vida, hay otras decisiones relacionadas a ésta,
que determinarán cuán efectivo será en esa vocación.
Entre ellas se encuentran la preparación que haga pa­
ra tal carrera, y la disciplina que demuestre para tra­
bajar con diligencia en tal ocupación. Desde el punto
de vista cristiano, también hay que considerar los pro­
pósitos de servicio a través de dicha vocación.
Algunas decisiones de tremenda importancia tienen
que ver con la decisión con respecto a Cristo. La ma­
yoría de ellas se toman después de haber aceptado a
Cristo. Hay decisiones que un cristiano continúa rea­
lizando a través de toda su vida. Para hacerlo más per­
sonal: ¿vas a aceptar a Cristo no solamente como Sal­
vador sino también como Señor? ¿Qué clase de cris­
tiano serás? ¿Serás simplemente un cristiano nominal,
con tu nombre en la lista de la iglesia y casi nada más?
¿O tratarás en todo lo posible de ser un verdadero cris­
tiano? ¿Harás que tu amor por Cristo y tu devoción
a su causa sean centrales en tu vida? Usando un tér­
mino deportivo, ¿quieres jugar en el equipo de prime­
ra división de Dios? El necesita más de aquellos que
demos lo mejor por y para él.
Si no lo has hecho ya, ¿no permitirás que tu rela­
ción con Cristo impregne toda tu vida de manera que
sea un factor decisivo en las demás decisiones de tu
vida? ¿Qué piensas con respecto a las decisiones dia­
rias en tu vida, algunas de las cuales se discutirán en
la Parte n ? ¿Estás en el proceso de efectuar estas de­
cisiones, o las harás a la luz del discernimiento que
viene de tu fe cristiana, tu relación con Cristo y tu de­
voción a su causa? Si tu respuesta es afirmativa, estás
en el camino de ser un cristiano real, en contraste a
un cristiano nominal.
Decisiones: Mayores y Menores
Hemos sugerido que hay tres decisiones principales
o mayores. También hemos sugerido que otras decisio­
nes están más o menos relacionadas con éstas. Lo que
LOS JOVENES Y LAS DECISIONES 11
ahora queremos sugerir es que hay muchas decisiones
que parecen menores, y que pueden ser mayores por su
impacto en nuestras vidas y en las otras decisiones que
tomemos.
Por ejemplo, puede parecer sin importancia si asis­
tes a la universidad o no, o a cuál irás en particular.
Sin embargo, existe la posibilidad de que una decisión
tal determine toda la dirección de tu vida, incluyendo
la elección de tu compañero, tu trabajo y la calidad
de vida que vivas para Cristo. Hasta una decisión re­
ferente a una materia particular en la universidad pue­
de ser muy importante en potencia. Puede ser para ti
el comienzo de un viaje que durará toda tu vida. Pue­
de parecer poco importante si lees un folleto o un libro
cualquiera, ir a cierta conferencia, asistir a la escuela
dominical, o al culto de adoración, a una discusión de
jóvenes en cierto domingo particular, o ir a un retiro
o asamblea juvenil; pero cualquiera de estas cosas pue­
de ser un factor primordial en la formación de tu vida.
Puede parecer poco importante si tienes o no una cita
con cierto individuo, o si asistes a cierta actividad so­
cial o no. Pero aquello que parece sin importancia pue­
de tener grandes consecuencias. Ocurre lo mismo con
respecto a las decisiones diarias con lo bueno o lo malo.
¿Recuerdas alguna ocasión cuando tú o tu familia
estaban viajando y se encontraron frente a una bifur­
cación de caminos? Ambos caminos pueden haber pa­
recido ser iguales. Parecería como si fuera lo mismo
tomar cualquiera de los dos; sin embargo, eso era sólo
una apariencia exterior. Al principio ambas rutas es­
taban separadas solamente por una distancia muy cor­
ta; pero al final estaban a muchos kilómetros de dis­
tancia. Lo mismo ocurre en la vida. Una decisión puede
parecer de poca importancia ahora, pero el saldo final
puede ser de grandes proporciones.
Las decisiones y el destino
Te encuentras en el proceso de tomar decisiones
que determinarán tu destino; en más de una forma.

12 ¿BUENO O M A LO ?
Una de esas formas es el modelo que formen en tu
vida. Cuando las decisiones se analizan cuidadosamente,
tienden a revelar las motivaciones y propósitos preva­
lecientes de nuestras vidas. Revelarán si somos egoístas
y egocéntricos, si nos centramos en los demás, o si es­
tamos en el nivel más alto al estar centrados en Cristo.
Por supuesto no hay ninguna vida tan centrada en
Cristo como debiera ser; pero ¿están mostrando nues­
tras decisiones que nos movemos en esa dirección? Pa­
ra hacerlo más personal: ¿tienes un deseo sincero de
honrar a Cristo en las decisiones que tomas en cada
aspecto de tu vida, incluyendo el área de lo bueno y
malo? Es algo maravilloso experimentar que cuanto
más se vive para Cristo y los demás, más rica y feliz
será vivir.
El momento de tomar decisiones en nuestra vida
es semejante a la trama de un tapiz. Está compuesta
por innumerables hebras. El dibujo o símbolo no se dis­
tingue claramente hasta que esté casi terminado el ta­
piz. De igual manera, el esquema final de nuestras vi­
das puede no resultar muy evidente hasta que nos en­
contramos cerca del fin. Pero podemos estar seguros
de que cada hebra que se ha introducido en la vida
afecta el resultado final.
Cuando el artesano del tapiz comienza a hacer su
trabajo, tiene un bosquejo o visualiza aquello que quie­
re lograr. Nuestro Padre celestial es el Gran Artesano.
El sabe lo que quiere hacer de nuestras vidas. Sin em­
bargo, debe depender de nuestra cooperación con él.
¿Qué es lo que sueñas para tu vida? ¿Cómo desearlas
que se te viera al llegar al final del camino, cuando el
tapiz de tu vida esté próximo a estar terminado? ¿Con­
tribuirán las decisiones que estás tomando hoy a esa
clase de resultado final?
Capítulo 2
NIVELES DE VIDA
¿Has tenido que tomar recientemente una decisión
respecto al alcohol, las drogas, el sexo o algún problema
similar? Si es así, ¿hiciste lo que otros estaban ha­
ciendo, o formaste tu propia decisión personal en una
manera deliberada e inteligente? ¿Podrías defender la
decisión que hiciste? Si es así, ¿qué argumentos pre­
sentarías? ¿Has desarrollado la madurez, la fuerza y
la estabilidad suficientes para permanecer firme en tus
decisiones una vez que las has tomado? ¿Puedes ha­
cer esto sin ofender innecesariamente a aquellos que
no están de acuerdo contigo?
Será una gran bendición para ti si has asimilado
en tu vida algunos principios fundamentales que te
darán una base no solamente para una decisión sino
para todas las decisiones. Estos principios, si están es­
trechamente relacionados o unificados, constituirán tu
filosofía de la vida.
Mientras pensamos juntos en este capítulo acerca
de los diferentes niveles de vida, ¿procurarás determi­
nar el nivel en el que crees que un cristiano debe vivir,
y por ende, el nivel sobre el cuál debes basar tus deci­
siones?
El Nivel del Instinto
Este es el nivel en que viven los animales y muchas
actividades humanas se encuentran en el mismo nivel.
El comportamiento de un jovencito, por ejemplo, es
mayormente instintivo: tiene ciertos impulsos o ham­
bres innatos que determinan, hasta cierto grado, lo que
hace; tiene el impulso natural de comer, beber, jugar y
— 13 —

14 ¿BUENO O M A LO ?
buscar las maneras de satisfacer estos y otros deseos.
No hay nada malo en los deseos o hambres natu­
rales de los niños; sin embargo, pueden expresarse en
maneras dañinas. Mientras el niño es inmaduro y no
puede distinguir entre la expresión sabia y no sabia de
sus instintos o hambres, la sociedad considera que los
padres son principalmente responsables por lo que hace.
Por ejemplo, los padres que descuidadamente dejan una
botella con veneno donde un niño puede alcanzarla, y
tomarlo, generalmente son condenados por sus vecinos
debido a su descuido. No se juzga que el acto del niño
sea un acto moral, porque él no sabia cuáles serían las
consecuencias.
Una parte del proceso de maduración consiste en
ayudar al niño a comprender, de una manera creciente,
los limites apropiados dentro de los cuales puede ex­
presar sabiamente sus impulsos o instintos naturales.
El adulto que no reconoce y no observa estos límites
adecuados, generalmente es considerado como un indi­
viduo irresponsable, que presenta peligro para sí mis­
mo y para la sociedad. Esto no quiere decir que los
instintos y los impulsos naturales no sigan siendo fac­
tores importantes en nuestra vida. La mayor parte de
la conducta, aún de hombres y mujeres cristianos ma­
duros, se basa sobre los instintos.
Sin embargo, algunas personas sugieren que a todo
impulso natural se le debe dar expresión libre. Insis­
ten en su opinión de que lo instintivo es lo bueno. Al­
gunos aún llegan al punto de insistir en que si se res­
tringe o limita alguno de sus impulsos naturales, da­
ñará su personalidad. Dicen que si un hombre ha de
desarrollar una personalidad creativa, “tiene que ser
libre”.
Tal razonamiento revela una confusión entre la li­
bertad y el abuso de ella. Una de las maneras más se­
guras de perder la libertad consiste en dar expresión
sin límite a todo impulso natural de la vida; la más
grave restricción de la libertad viene de la esclavitud
del pecado.
El hombre, junto con los demás seres creados, en­
N IVELES DE VIDA 15
cuentra su mayor libertad cuando cumple su función
o funciones debidas. Aún la poderosa máquina diesel
que tira la larga hilera de vagones de carga tiene la
mayor libertad cuando permanece en los rieles de acero
que fueron hechos para ella; si salta de los rieles, se
queda inmóvil. De una manera semejante, el hombre
encuentra la mayor libertad cuando cumplé más plena­
mente las funciones o los propósitos para los cuales Dios
lo ha creado. Llega a descubrir la verdadera libertad
cuando vive dentro de la influencia restrictiva de las
leyes de Dios.
Consideraríamos necia y pecaminosa a una madre si
razonara de la siguiente manera: “Es natural que mi
hijo se lleve cualquier cosa a la boca; no he de prohi­
bírselo, sino que debo permitirle actuar con libertad.”
Las madres sabias reconocen que el niño tiene que ser
guiado hasta que conozca lo que puede y lo que no
puede comer.
A medida que crecemos en edad, continuamos en
muchas maneras siendo niños. Tenemos instintos que
son buenos en sí mismos, pero que pueden expresarse
en maneras pecaminosas o perjudiciales. Una de las
evidencias de la madurez es nuestro propio dominio
progresivo sobre estos instintos, llegando a dominarlos
de tal modo que encuentran expresión solamente en
una forma saludable. Si se expresan en tales maneras,
contribuirán al enriquecimiento de nuestras vidas, y al
bien de todos y de la sociedad.
El Nivel de la Costumbre
La mayoría de lo que hacemos, lo hacemos porque
es lo que generalmente se acepta, lo que se acostumbra,
lo que se aprueba. Es aprobado por nuestra familia,
nuestra iglesia, nuestra comunidad, o nuestro grupo
de amigos.
Muchos jóvenes que se jactan de su independencia
frecuentemente son los más abyectos esclavos de su
grupo. Pueden sentirse libres del dominio de los padres
y de los adultos. Pueden ridiculizar la “moral” o las eos-

16 ¿BUENO O M A LO ?
tumbres de la comunidad, pero raras veces ejercen
alguna verdadera Independencia del grupo de su pro­
pia edad. Al defender ciertas lineas de conducta, nun­
ca usan otras expresiones con más frecuencia que las
que siguen: “Todo el mundo lo está haciendo”, “Se
espera de uno” o “Tienes q u e
---------------------------para
ser aceptado por los amigos o para ser popular.” Tales
aseveraciones revelan que esas personas viven sólo al
nivel de la costumbre, aunque ésta puede ser estable­
cida por un sector limitado de la sociedad.
Admitamos que los jóvenes cristianos deberían dar
una consideración seria a lo que otros creen que es
bueno o malo. Deberían dar una importancia especial
al criterio de sus padres, y a la posición de la iglesia, y
pesar cuidadosamente las costumbres y tradiciones de
su comunidad y el punto de vista de su grupo.
Sin embargo no hemos llegado al nivel más alto
de la vida moral si sólo aceptamos lo acostumbrado, sin
pensar o reflexionar, como la última palabra para nues­
tras vidas. Somos responsables principalmente ante
Dios, y debemos decidir por nosotros mismos lo que es
bueno, y lo que es malo para nosotros. La conducta mo­
ral debería basarse sobre el pensamiento y el criterio
personal. Uno puede decidir que las normas acostum­
bradas son correctas, pero no debe aceptarlas única­
mente porque se acostumbren.
Si uno viviera únicamente en el nivel de la costum­
bre, nunca elevándose por encima de él, no se haría
la pregunta: “ ¿Será bueno? ¿será malo?” ; sencillamente
aceptaría lo acostumbrado como autoridad final para
él. Sin embargo, aunque la gente quisiera vivir en el
nivel de la costumbre, la sociedad es ya demasiado com­
plicada para un procedimiento tan sencillo. Hay con­
flicto entre las costumbres. Por ejemplo, la iglesia don­
de uno es miembro puede tomar una posición, la co­
munidad en general otra, y aún otras «iglesias tener
otra posición. Por supuesto, pedemos tomar nuestra po­
sición basándonos únicamente en nuestra lealtad a un
grupo determinado, sin considerar lo bueno o lo malo
de la costumbre o tradición; sin embargo, no hemos
NIVELES DE VIDA 17
llegado al nivel más alto de la vida moral, hasta que
hayamos considerado el asunto por nosotros mismos y
hayamos llegado a una posición que pueda defenderse.
El Nivel de la Conciencia
Las personas más inteligentes, jóvenes y adultas, y
las que contribuyen más a la elevación del nivel mo­
ral del mundo, son aquellas que han pensado y han
llegado a definidas convicciones personales acerca de
lo que es bueno y lo que es malo para sus vidas. Si­
guen su propia conciencia. Esto no quiere decir nece­
sariamente que no acepten la mayoría de las normas
tradicionales de su hogar y de su iglesia; quizás lo
hacen, pero sólo después que han considerado esas nor­
mas cuidadosamente, y han llegado a la convicción de
que son correctas o verdaderas.
Tal consideración de lo que es bueno o malo, con­
tribuye a la estabilidad del carácter. Un individuo que
tiene convicciones personales no será llevado por cada
viento que sopla; ni se dejará llevar por la corriente.
Habrá veces cuando tendrá que oponerse a su grupo,
cuando tendrá que nadar corriente arriba, pero esto lo
hará, sabiendo que sólo aquellos que tienen suficiente
valor o fuerza de carácter para nadar contra las co­
rrientes de la vida podrán cambiar la dirección de
dichas corrientes.
Esto no quiere decir que los jóvenes cristianos de­
ben jactarse de ser diferentes o peculiares. Tampoco
quiere decir que deben hacerse dogmáticos, y sentir
que ellos, de una manera única o en grado especial,
saben y hacen lo bueno. Existe una línea de distinción,
fina pero importante, entre la profundidad de convic­
ción y el dogmatismo; la primera la debemos tener, lo
segundo evitarlo.
Si somos sabios, aún respecto a nuestras propias
convicciones, retendremos cierto elemento de lo tenta­
tivo; es decir, debemos conservar la mente abierta. Qui­
zás recibamos nuevos discernimientos, y lo que hoy con­
sideramos bueno, mañana lo podemos considerar malo.

18 ¿BUENO O M ALO?
Esto no será necesariamente una señal de inestabilidad;
puede ser evidencia de crecimiento.
El Nivel Cristiano
El nivel cristiano de la vida es el más elevado. Sólo
cuando el hombre vive la vida cristiana llega a ser un
hombre más completo, y realiza en si mismo la poten­
cialidad divinamente ordenada para su vida. Sin em­
bargo, no hay conflicto necesario entre el nivel cris­
tiano de vida y los otros niveles que hemos mencionado.
La principal diferencia es que la persona que vive
en el nivel cristiano hace de los principios o ideales
cristianos la prueba final para cada decisión acerca
de lo que es bueno y lo que es malo para su vida. Por
ejemplo, puede aceptar las costumbres de la familia,
la iglesia o la comunidad; pero lo hará porque encuen­
tra que se conforman a las normas cristianas. Quien
procura ser un verdadero cristiano y aplicar el espíritu
y las enseñanzas del Señor Jesús a su vida puede se­
guir su conciencia; su conciencia será una conciencia
cristiana. Tendrá un punto de apoyo superior a la con­
ciencia de uno que no es cristiano. El verdadero cris­
tiano acepta los básicos principios morales y espiritua­
les de Dios como autoritativos para su conciencia.
Otra caracteristica importante del nivel cristiano de
la vida es el hecho de que el cristiano no sólo tiene su
conciencia para dirigirlo, sino que también tiene al Es­
píritu Santo para educar y dirigir su conciencia. El Es­
píritu es dado al cristiano para guiarlo en toda verdad
(Juan 16:13). En cualquier tiempo que le falte sabi­
duría puede pedirla “ a Dios, el cual da a todos abun­
dantemente y sin reproche” (Santiago 1:5 RVR).
La Biblia y el Espíritu Santo son dos fuerzas o fac­
tores en la vida del cristiano de que el no cristiano
carece. Es verdad que el no cristiano puede leer la Bi­
blia y recibir mucha ayuda de ella, pero no tiene y no
puede tener la dirección del Espíritu Santo para inter­
pretar la Biblia y aplicar sus verdades a los problemas
y las necesidades de su vida. Estos dos, la Biblia y el
NIVELES DE VIDA 19
Espíritu Santo, deben ser factores principales en de­
terminar para el cristiano lo que considera como bueno
o malo. Si los sigue sinceramente, darán a su vida un
carácter y cualidad distintos de los del no cristiano.
Su vida no será conformada al mundo sino será trans­
formada o transfigurada (Romanos 12:2) y llegará a
ser una influencia transformadora en el mundo. Vivirá
en el mundo, pero estará espiritualmente separado de él.
Hti"
■Cristiano
-de la Conciencia
•de la Costumbre
■del Instinto

foto por Luoma
Capítulo 3
M AYORDOM IA CRISTIANA
La aceptación de los principios básicos de la mayor-
domía cristiana te ayudará a decidir si una actividad
particular es buena o mala. Los siguientes elementos
son algunos de los que entran en un concepto adecuado
de la mayordomía cristiana. Piensa en ellos en relación
a algunos de los temas o problemas discutidos en la
Parte II, tales como el alcohol, las drogas y la des­
honestidad.
El Mayordomo
El punto más adecuado para iniciar un estudio de
la mayordomía es con el mayordomo mismo. Nosotros,
los que somos cristianos, no somos nuestros; hemos si­
do comprados por precio (1 Corintios 6:19, 20), y ese
precio fue la muerte de Cristo en la cruz. Pablo habló
de sí mismo como siervo o esclavo de Cristo (Romanos
1:1; Filipenses 1:1; Tito 1:1 y en otros pasajes). Tam­
bién sugirió que la única manera en que uno puede
libertarse de Satanás y de la esclavitud del pecado es
haciéndose esclavo de Cristo y de la justicia (Romanos
6:15-23).
Sin embargo, cuán glorioso es que los que somos es­
clavos de Cristo hemos sido hechos mayordomos en su
casa; nos ha confiado su trabajo. Podemos ser colabo­
radores o compañeros de trabajo con Dios en su obra
en el mundo (1 Corintios 3:9). ¡Qué privilegio y qué
responsabilidad!
Al pensar en nuestra mayordomía, nunca olvidemos
que pertenecemos a Dios. El tiene el derecho de man­
dar, pero por causa de su bondad nos ha invitado a
— 21 —

cooperar con él en nuestro propio crecimiento y en el
servicio a otros.
Mayordomia de las Posesiones Materiales
Dado que pertenecemos a Dios, inevitablemente todo
lo que tenemos pertenece a él. Esto significa que si es­
tamos bien convencidos de que somos mayordomos, no
será difícil persuadirnos de la mayordomia de nuestros
bienes materiales.
Entonces, si todo lo que tenemos pertenece a Dios,
naturalmente debemos contribuir liberalmente al sos­
tenimiento de la causa de Cristo. No debemos dar me­
nos del diezmo, pero también es importante y normal
reconocer que el resto de nuestros ingresos y todos los
bienes materiales pertenecen a Dios y han de usarse
de tal modo que honren a Dios. Este aspecto de la ma-
yordomía se relaciona casi directamente con algunos
de los temas que discutiremos más tarde, tales como
el juego. También va incluida en cualquier concepto
adecuado de la mayordomia cristiana la forma en que
ganamos nuestro dinero.
Mayordomia del Cuerpo
Si pertenecemos a Cristo, entonces nuestros cuerpos
pertenecen a él y constituyen parte de nuestro privile­
gio y responsabilidad en la mayordomia. Pablo lo dice
en una manera clara al afirmar: “el cuerpo es para el
Señor, y el Señor es para el cuerpo... ¿No saben que
el cuerpo de cada uno de ustedes es parte del cuerpo
de Cristo? . .. ¿No saben ustedes que su cuerpo es tem­
plo (tabernáculo o morada) del Espíritu Santo?” (1
Corintios 6:13, 15, 19).
En su carta a la iglesia de Roma, Pablo, basándose
sobre lo que había dicho en los once capítulos anterio­
res, exhortó a los cristianos romanos como sigue: “Así
que, hermanos míos, les ruego por la misericordia de
Dios, que se entreguen ustedes mismos como ofrenda
viva, consagrada y agradable a Dios. Esto es el culto
22 ¿BUENO O M A LO ? MAYORDOMIA CRISTIANA 23
espiritual que deben ofrecer” (Romanos 12:1). El cuerpo
puede y debe ser santo; puede y debe ser aceptable a
Dios; puede y debe ser usado para servir a Dios y ben­
decir al prójimo.
Una comprensión correcta de la mayordomia de
nuestros cuerpos nos ayudará a llegar a decisiones sa­
bias respecto a lo bueno o a lo malo de muchas de las
actividades a que hacemos frente día tras día. Podemos
pensar que el nivel físico es una base algo baja sobre
la cuál tomar decisiones, pero, baja o no, muchos de
nuestros problemas podrían resolverse sobre ese nivel.
Una de las cosas gloriosas acerca de la mayordomia
cristiana es el hecho de que las cosas materiales y fí­
sicas pueden ser usadas para fines espirituales. Por
ejemplo, el cuerpo es un instrumento absolutamente
esencial al hacer la obra del Señor en el mundo. Esto
dignifica y glorifica el cuerpo del cristiano.
Mayordomia de la Personalidad
El cuerpo es una parte, pero solamente una parte,
de la personalidad. En un sentido, sería más correcto
considerar al cuerpo como un instrumento o canal por
medio del cual la personalidad de uno encuentra ex­
presión en relación con sus prójimos. Por lo menos, la
personalidad no puede identificarse con la apariencia
física. Por “personalidad” queremos incluir cosas tales
como la capacidad mental innata de una persona, su
disposición, temperamento, talentos, aptitudes y otras
cosas que lo hacen un individuo o persona distinta.
Algunas de estas cosas son parte de nosotros por cau­
sa de nuestra herencia o nuestro ambiente; por ejem­
plo, una persona puede nacer con limitada capacidad
mental, mientras otra puede ser decididamente supe­
rior. Ellas no son responsables por su mucha o poca
capacidad, pero son responsables ante Dios y ante la
sociedad por lo que hacen con lo que tienen. Lo mismo
puede decirse de otros aspectos de nuestra personali­
dad; esto es parte de nuestra mayordomia total.

24 ¿BUENO O MALO?
Mayordomia del Tiempo
Esta es otra fase importante de la vida de mayor­
domia. Si pertenecemos a Dios (y si somos hijos de él,
le pertenecemos), entonces somos responsables ante él
por lo que hacemos con el tiempo que nos da. Esto no
quiere decir que todo el tiempo debe usarse en servicio
cristiano específico; se requiere algún tiempo para co­
mer y dormir. También sabemos que nuestros cuerpos
necesitan cierta cantidad de sol y de juego o recreación
si han de encontrarse en la mejor condición para ser­
vir. Además, alguna recreación y compañerismo social
son necesarios si hemos de tener personalidades bien
equilibradas y mantener actitudes sanas hacia la vida.
Una sabia mayordomia del tiempo significa que evi­
taremos el uso de cualquier parte de nuestro tiempo
en actividades que destruyen lo mejor en nosotros, que
perjudican a otros, o que reflejan descrédito sobre la
causa de Cristo.
A medida que maduramos como cristianos, tendre­
mos una convicción cada vez más profunda de que una
proporción siempre creciente de nuestro tiempo debe
usarse en servir al prójimo y a Dios. Tarde o tem­
prano reconoceremos que lo que vamos a hacer para
Dios y la humanidad debe hacerse pronto; esto nos da
un sentido de urgencia santa.
Tendremos cuidado de no malgastar el tiempo. Se­
guiremos reconociendo la necesidad de dedicar una
parte suficiente de tiempo para el descanso, recreo y
compañerismo social, pero consideraremos que todo esto
constituye una preparación para un servicio más efec­
tivo. Ya no serán fines de valor en sí mismos, sino me­
dios de valor porque contribuyen a un servicio más
efectivo a Dios y al hombre.
Mayordomia de la Influencia
Aquí estamos llegando a una fase de la mayordomia
que es algo más intangible, pero de tremendo signifi­
cado: somos responsables ante Dios por nuestra in-
MAYORDOMIA CRISTIANA 25
fluencia. Nuestra influencia cuenta para bien o para
mal, en menor o en mayor grado, sobre todo lo que
tocamos.
Esta fase de la mayordomia, lo mismo que las otras
fases, incluye un gran privilegio y una grande respon­
sabilidad. Tal vez no podamos predicar como nuestro
pastor, cantar como nuestro solista favorito o enseñar
tan bien como el mejor maestro de nuestra escuela do­
minical, pero podemos vivir una vida cristiana con­
sistente. Este es uno de los mejores dones de Dios, y
está al alcance de todos sus hijos, si tienen uno o diez
talentos. Debemos recordar que más personas son ga­
nadas para Cristo por las vidas de los cristianos que
por todos los sermones que se predican, los himnos que
se cantan o las lecciones que se enseñan. Si así lo de­
seamos, podemos tener parte en el método más efec­
tivo que Dios tiene para traer a la gente a sí mismo.
Todo hijo de Dios, cualquiera que sea su edad, ejer­
ce influencia sobre otros. Siempre hay probabilidades
de qüe cada uno de nosotros esté influyendo sobre al­
gún otro, cristiano o no, más que ninguna otra per­
sona que se relacione con esa vida. ¡Qué trágico será
si nuestra influencia lo aleja de Dios! ¡Qué glorioso si
nuestra influencia es usada por Dios para guiarlo a él
o llevarlo a un compañerismo más íntimo! ¿Puedes ver
la relación de esto con las decisiones en el área de lo
bueno y lo malo?
Mayordomia del Evangelio
Otro aspecto importante de la mayordomia es la ma-
yordomía del evangelio. Todas las demás fases de la ma­
yordomia encuentran su consumación y cumplimiento
en la mayordomia de las cosas espirituales.
¿Qué se quiere decir por la mayordomia del evan­
gelio? El evangelio es la buena nueva. Es la buena
nueva de que Cristo Jesús vino al mundo “ a buscar y
a salvar lo que estaba perdido” (Lucas 19:10); “que
todo aquel que en él cree, no perezca, sino que tenga
vida eterna” (Juan 3:16); que él “puede salvar para

26 ¿BUENO O M A LO ?
siempre a los que se acercan a Dios por medio de é l...
(Hebreos 7:25); y que el “viene a mí no lo echaré fue­
ra” (Juan 6:37).
Estas buenas nuevas son entregadas a los hijos de
Dios, a los discípulos de Cristo, quien nos manda que
vayamos, y al ir, que seamos sus testigos (Mateo 28:
18-20; Hechos 1:8).
Podemos ir con la seguridad de que “todos los que
invocan el nombre del Señor serán salvados”. Pero de­
bemos recordar las palabras que siguen: “Pero, ¿cómo
van a invocarlo si no han creído en él? ¿y cómo van a
creer en él si no han oído hablar de él? ¿Y cómo van
a oir si no hay quien les de el mensaje? ¿Y cómo van
a dar el mensaje (los hombres) si no hay quien los en­
víe?” (Romanos 10:13-15a).
Esto significa que algunos mayordomos cristianos
deben ir, y otros deben ayudarles a ir, pero cada uno
tiene su responsabilidad particular de compartir el evan­
gelio con todo el mundo. Además de lo que antecede,
cada mayordomo cristiano tiene una responsabilidad
directa e inmediata de compartir las buenas nuevas
con aquellos con quienes se relaciona día tras dia. De­
be hacer esto por medio de la palabra; pero es de
igual o aún mayor importancia, que haga que otros
conozcan las buenas nuevas de Cristo por medio de
la vida que lleva delante de ellos en la sala de clase,
en el autobús, en el campo deportivo, en el hogar, lo
mismo que en la iglesia. Nuestro tiempo, nuestros ta­
lentos, nuestra influencia, nuestros cuerpos, nuestra
personalidad total, nuestros bienes naturales: todo de­
be dedicarse al propósito de lograr que Cristo sea una
realidad viva en nuestras propias vidas, en las vidas
de otros, en cada esfera de nuestra sociedad.
Fue Pedro quien amonestó a aquellos a quienes es­
cribía a que fueran buenos administradores de los di­
ferentes dones dados por Dios, o “buenos administra­
dores de las variadas bendiciones de Dios” (1 Pedro 4;
10). Fue Pablo quien habló de los “ encargados de en­
señar los secretos (cosas entendidas por los cristianos,
pero escondidas a los no iniciados) de Dios”, y luego
foto por Víctor Torrens
MAYORDOMIA CRISTIANA 27
agregó: “Pues bien, el que tiene un encargo, debe de­
mostrar que es digno de confianza” (1 Corintios 4:1, 2).
Este es un programa amplio para la juventud cris­
tiana; pero la juventud está acostumbrada a progra­
mas amplios y se siente retada por ellos. La juventud
cristiana debe responder a las exigencias del evan­
gelio si el movimiento cristiano ha de hacer el impacto
debido sobre nuestro\ mundo. Si ese impacto no se
hace, es posible que nuestra nación, la civilización
occidental, y aún nuestro mundo pueda derrumbarse.
En otras palabras, nuestra respuesta al reto de la ma-
yordomía cristiana puede tener significación mundial.
¿Somos y seguiremos siendo buenos y cumplidos ma­
yordomos?

A LA MANO PARA HACER,
HAZLO SEGUN TUS
FUERZAS.”
F r l , '. i i c f .'c O- 10
Capítulo 4
LA VOLUNTAD DE DIOS
En este libro estamos interesados principalmente
con las decisiones referidas a lo que es bueno y lo
que es malo. Estas son decisiones morales: son mo­
rales porque afectan a las personas, incluyendo a los
que hacen las decisiones. También, para un cristiano,
una decisión moral es aquella que afecta la causa de
Cristo.
Esto significa, entre otras cosas, que un cristiano
en el momento de tomar una decisión, debe buscar
honrar a Cristo. Cuando él ha hecho tanto por nos­
otros, deberíamos hacer todo lo que podamos para él
y su causa. Una cosa que podemos hacer es tratar
de captar su Espíritu y seguir su ejemplo. El no vino
para hacer su propia voluntad, sino la voluntad de
Aquel que lo envió. Vino a revelar al Padre; nosotros
tenemos que revelarlo a él. Un medio importante para
revelarlo es la cualidad de vida que vivamos para él.
Una expresión de la misma son las decisiones diarias
que nosotros tomamos.
Otros y la Voluntad de Dios
Admitiremos que no siempre es fácil conocer la
Voluntad de Dios. Gente por igual sincera puede di­
ferir profundamente en cuanto a si una actividad es
buena o mala. Del mismo modo, una actividad puede
ser considerada correcta en una comunidad y mala
en otra. Esto quiere decir, por lo menos superficial­
mente, que lo bueno y lo malo, y por lo tanto la vo­
luntad de Dios, bajo ciertas condiciones, puede ser
— 29 —

30 ¿BUENO O M ALO?
relativa. Hay un sentido en el cual esto es correcto.
Una actividad que es inocente o buena en sí misma
puede llegar a ser positivamente mala debido a la ac­
titud de la gente hacia ella. El principio paulino de
comer la carne ofrecida a los ídolos, lo cuál se discu­
tirá en el capitulo 5, se aplica a tales situaciones.
Pero no olvidemos que una actividad que es mala en
si misma nunca puede llegar a ser buena debido a la
actitud de la gente hacia ella. Aquello que es bueno
puede tornarse en malo, pero aquello que es malo nun­
ca puede llegar a ser bueno.
Esta explicación puede en apariencia contradecir
algunas cosas que hemos dicho anteriormente acerca
del derecho y de la responsabilidad individual de deci­
dir por sí mismo lo que es bueno y malo para que se
haga. Puede haber una paradoja involucrada, pero es
una paradoja muy significativa. El cristiano maduro
no debería permitir que otros dictaminen qué es lo
bueno para él; esta es una decisión personal. Por otro
lado, debe ser tan sensible al bienestar moral y espi­
ritual de los demás que les dejará decidir hasta cierto
punto qué es lo malo para él. Aún si él crea que una
actividad particular es completamente buena, no de­
berá participar en ella si ha de ser una ofensa o causa
de tropiezo para otros. Esto será asi porque, habiendo
captado algo del espíritu de su Maestro, piensa pri­
mordialmente en los demás más bien que en sí mismo.
La Centralidad de la Voluntad de Dios
Creemos que la única fuente correcta o competente
para determinar lo bueno o lo malo para el cristiano
es la voluntad de Dios. Creemos que lo bueno no es
necesariamente lo que la razón humana dicta, sino lo
que Dios manda. No es lo que el hombre intuye, sino
lo que la voz divina dice; no es lo que la sociedad san­
ciona, sino lo que la soberanía de Dios aprueba.
Esto quiere decir que la pregunta más importante
y fundamental que cualquier cristiano puede hacerse
cuando afronta una decisión acerca de lo bueno y lo
LA VOLUNTAD DE DIOS 31
malo es “ ¿Cuál es la voluntad de Dios?” Esto no quie­
re decir que necesariamente habrá conflicto entre la
voluntad de Dios y lo que el propio sentido común de
uno puede sugerir o lo que su hogar, su iglesia o aún
su grupo o pandilla podría aprobar. Sí significa que
el cristiano debe tomar su decisión principalmente so­
bre la base de lo que considera ser la voluntad de
Dios. Las otras consideraciones de lo que es bueno
serán suplementarias y evaluadas a la luz de lo que
uno interpreta como la voluntad de Dios.
La Naturaleza de la Voluntad de Dios
Antes que busquemos responder a la pregunta:
“ ¿Cómo puedo conocer la voluntad de Dios?”, haga­
mos dos o tres afirmaciones acerca de la naturaleza
de la voluntad de Dios.
La voluntad de Dios lo incluye todo: las decisiones
principales discutidas en el capítulo 1 como también
las otras decisiones de la vida. Incluye la totalidad
de nuestras vidas. Es mucho más amplia, profunda y
significativa que lo que mucha gente cree.
La voluntad de Dios es una experiencia continua.
Con frecuencia una decisión nos prepara para otra, y
si somos sensibles a la dirección del Señor, tendremos
una comprensión cada vez mayor de su voluntad. Es­
to, cuando se entiende bien, tiende a darnos un cons­
tante sentido de tentativa, de expectación, de un es­
tado de mente abierta.
Podemos pensar hoy que cierta actividad está de
acuerdo con la voluntad de Dios para nuestras vidas.
Si somos obedientes a él, podemos descubrir mañana
que nos ha guiado a una nueva comprensión, y que lo
que una vez considerábamos bueno, entendemos aho­
ra que es malo.
La voluntad de Dios siempre es lo mejor, no sólo
para él y su causa, sino para nosotros también. Si en
verdad deseamos hacer su voluntad, podemos descu­
brir que tendremos que dejar algunas de las cosas que
ahora hacemos; sin embargo, de una cosa podemos

32 ¿BUENO O M ALO?
estar seguros: lo que él exige que dejemos, no es lo
mejor para nosotros.
Ya que la voluntad de Dios siempre es lo mejor,
debemos procurar conocerla; y, una vez que la sepa­
mos, gustosamente debemos cooperar con ella. Si ha­
cemos esto, parecerá a veces que pagamos mucho por
nuestra obediencia; puede ser así, pero nos costará
mucho más a la larga, dejar de cooperar con la vo­
luntad de Dios. Dios tiene sus mártires, pero Satanás
tiene mucho más. Los de Dios están gozosos, mártires
que cantan; mientras los de Satanás están tristes y
afligidos.
Un misionero expresó esta idea como sigue: “Dios
ha ordenado las cosas de tal manera que no nos es
posible hacer por él un verdadero sacrificio.” Puede cos­
tar y en verdad cuesta algo seguir a Jesús, pero tam­
bién recibimos recompensa en su servicio. El Señor
Jesús expresó la misma idea al decir lo que, en mu­
chos sentidos, es el principio básico o ley de la vida:
“Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero
el que pierda su vida por mi causa, la encontrará”
(Mateo 16:25).
El Conocimiento de la Voluntad de Dios
¿Cómo podemos conocer la voluntad de Dios cuan­
do tenemos que tomar una decisión respecto a lo que
es bueno y lo que es malo? No siempre es fácil, pero si
sinceramente deseamos conocer la voluntad de Dios y
estamos dispuestos a cumplirla, tendremos suficiente
luz para la decisión inmediata. Cuando sea necesario
tomar otras decisiones, se nos dará luz adicional.
Todos sabemos que la principal fuente tangible del
conocimiento de la voluntad de Dios es la Biblia. En
ella encontramos un registro de la revelación que Dios
hace de sí mismo al hombre, una revelación o descu­
brimiento propio que tuvo su clímax en el Hijo que
fue “la representación misma de lo que Dios e s . . . ”
(Hebreos 1:3). Fue Jesús mismo quien dijo: “El que
me ve a mi, ve al Padre . . . ” (Juan 14:9) y, “Yo y el
Padre somos uno solo” (Juan 10:30).
LA VOLUNTAD DE DIOS 33
Encontramos revelada en la Biblia no sólo la natu­
raleza y el carácter de Dios sino también su actitud
hacia el hombre y su voluntad para él. No queremos
decir que podemos encontrar determinada cita con su
respuesta para cada momento de decisión: la Biblia no
es un libro de reglamentos; sin embargo, si la estudia­
mos cuidadosamente y con oración, dispuestos a obe­
decer, recibiremos mucha ayuda directa y aún más
ayuda indirecta. Es un factor tan importante en el co­
nocimiento de Dios y su voluntad que podemos decir
que un cristiano no puede conocer la voluntad de Dios
como debe conocerla, en tiempo de decisión, si no se ha
preparado para ello por medio del estudio continuo de
la Palabra de Dios; si no ha buscado, por medio del
estudio de esa Palabra, conocer la mente de Cristo.
¿Qué puede hacer el cristiano cuando no encuentra
en la Biblia una palabra específica para determinada
decisión? Tiene la promesa de la dirección del Espí­
ritu Santo, entre cuyas funciones una es la de ense­
ñarnos o revelarnos la verdad.
Una manera en que el estudio de la Biblia nos
ayuda es que hace más sensibles nuestros oídos espi­
rituales. A medida que nos hacemos más espirituales
podemos oir más fácilmente “el apacible silbo” del Es­
píritu de Dios cuando procura hablarnos y dirigimos.
Si hemos de conocer la voluntad de Dios, es esencial
que estemos dispuestos a cumplirla. Fue Jesús quien
dijo: “Si alguien está dispuestos a hacer lo que Dios
quiere, reconocerá si mi enseñanza viene de Dios o si
hablo por mi propia cuenta” (Juan 7:17). Después de
que hemos hecho un esfuerzo sincero por conocer la
voluntad de Dios, puede quedar un elemento de inse­
guridad; en tales tiempos, si estamos dispuestos a acep­
tar su voluntad y empezamos a movernos en la direc­
ción que creemos ser la voluntad de Dios, podemos es­
tar seguros de que el Señor no permitirá que nos des­
viemos mucho. Aun estando en el proceso de interpre­
tar su voluntad, debemos mantener nuestra mente y
nuestro corazón abiertos para recibir más luz, nuestra

34 ¿BUENO O M A LO ?
cara dirigida hacia el camino abierto de una revela'
ción mayor de parte de Dios.
Responsabilidad hada la Voluntad de Dios
Algunos jóvenes discernientes pueden decir: “Lo que
antecede parece decir que, después de todo, la fuente
de lo bueno se encuentra en el individuo. Usted nos ha
traído de nuevo a un énfasis individual.” Lo último es
verdad, pero lo primero no necesariamente sigue.
La voluntad de Dios es el determinante final de lo
que es bueno y es malo, la fuente última de autoridad
para el cristiano. El problema que hemos estado tra­
tando dentro de los párrafos que inmediatamente pre­
ceden es el contenido de su voluntad. Hemos sugerido,
o por lo menos implicado, que el individuo tiene el
derecho y la responsabilidad de decidir por sí mismo
lo que es la voluntad de Dios para él. No puede pasar
esta responsabilidad a otra persona o a otra agrupación
a que pertenezca: la familia, los amigos o la iglesia. Si
es sabio, dedicará seria consideración a lo que éstos y
otros tienen que decir, pero la decisión final le perte­
nece a él mismo.
No hay otro concepto cristiano más fundamental
al protestantismo en general que esta idea de la res­
ponsabilidad del individuo: el cristiano individual ha
de decidir por sí mismo lo que es bueno y lo que es malo.
Tiene acceso directo a Dios sin la necesidad de la in­
tervención de un sacerdote o de la iglesia. Esto está
incluido en la idea del “sacerdocio del creyente”.
Esto significa que tú, mientras vas madurando, ten­
drás que decidir por ti mismo qué debes hacer con
respecto a los temas discutidos en la Parte II. Estas
cosas las debes decidir a la luz de lo que consideres
que es la voluntad de Dios para tu vida.
Sin embargo, nunca olvidemos que el derecho de
decidir por nosotros mismos lo que es la voluntad de
Dios, para nuestras vidas, incluye una tremenda res­
ponsabilidad. Seremos responsables ante nuestro Pa­
dre celestial y ante la vida, como él lo ha ordenado,
LA VOLUNTAD DE DIOS 35
de las decisiones que tomemos. Esto debe impartir a
cada uno de nosotros un profundo sentido de necesidad
de la dirección divina.
Debemos orar para que nuestras decisiones estén de
acuerdo con la santa voluntad de Dios, porque sabe­
mos que su voluntad siempre será lo mejor para nos­
otros, para aquellos a quienes amamos, para nuestros
amigos, nuestra iglesia, nuestro mundo y la causa de
Cristo.
Es prudente, de manera especial mientras somos jó­
venes e inmaduros, buscar el consejo y la ayuda de
nuestros padres y otras personas adultas cuando esta­
mos frente a una decisión respecto a la voluntad de
Dios, en cualquier aspecto de nuestras vidas. Sin em­
bargo, debemos recordar que la responsabilidad final
de esa decisión es nuestra, y que si se comete un error,
tendremos que pagar el precio.

Capítulo 5
¿BUENO O M ALO? TRES PREGUNTAS
Al llegar a este capítulo y a los dos siguientes, será
útil que los consideres en relación a los cuatro prime­
ros. Por ejemplo, el capítulo 1 trataba sobre las decisio­
nes en general, mientras que estos capítulos sugerirán
algunas ayudas específicas que te prepararán para las
decisiones a que se refieren los capítulos con los pro­
blemas en la Parte II. También se sugerirán algunas
pruebas simples y prácticas, o maneras que te ayu­
darán a conocer la voluntad de Dios, y a ser un buen
mayordomo de tu influencia para la causa de Dios. A
través de todo nuestro estudio juntos necesitamos tener
en mente el nivel en el cual vivimos como cristianos.
También será útil si consideras estos capítulos (5
al 7) como una unidad; ellos se pertenecen mutua­
mente. Representan simplemente diferentes maneras de
acercamiento a los mismos problemas; intentos de res­
ponder a las mismas preguntas. Sin embargo, hay un
sentido en el cual estos capítulos se suplementan.
El beneficio que recibirás del estudio de estos capí­
tulos, y de todo el libro, será determinado principal­
mente por el deseo sincero que tengas de obtener ayu­
da. Ninguno de nosotros puede recibirla en ninguna
fase de la vida o en cualquier tiempo de decisión, a
no ser que busquemos el bien honradamente y sin mie­
do, con una profunda determinación de hacerlo, no obs­
tante lo que pueda ser. Dios mismo no puede revelar
su voluntad y no la revelará a una mente cerrada y a
un corazón indispuesto.
Ahora, demos atención a tres preguntas que han
ayudado a muchas personas en tiempos de decisión. Es-
37

38 ¿BUENO O M A LO ?
tas preguntas pueden aplicarse no sólo a los problemas
que trataremos en la Parte II, sino también a otros
problemas o decisiones que pueden presentársenos. Ayu­
darán no solamente a los cristianos jóvenes, sino tam­
bién a los de más edad, que tal vez no tendrán los mis­
mos problemas; pero que no dejan de tenerlos, muchos
de los cuales son de proporciones serias.
El Efecto Sobre Nosotros Mismos
Cuando estamos considerando si debemos hacer
cierta cosa o no, empecemos en el nivel más bajo, ha­
ciéndonos la pregunta: “Si participo de esta actividad,
¿cómo me afectará a mí mismo como individuo?” La
persona prudente hará una serie de preguntas que le
ayudarán a contestar esta pregunta original.
Algunas de las preguntas adicionales son: “ ¿Cómo
afectará esta participación a mi cuerpo? ¿Contribuirá
a la buena salud y a la edificación de un cuerpo fuerte,
o tenderá a minar mi salud y debilitar mi cuerpo?"
Puede parecer que lo físico es un nivel muy bajo para
que el cristiano empiece allí su búsqueda de lo que es
bueno, y en cierto sentido lo es, pero hay otro sentido
en que no lo es.
El cuerpo es mucho más importante de lo que mu­
chos de nosotros comprendemos; constituirá una ven­
taja o una desventaja para nosotros durante toda nues­
tra vida, cualquier que sea la vocación que sigamos. Un
cuerpo saludable es un siervo o instrumento maravi­
lloso; un cuerpo enfermizo o débil puede ser un te­
rrible amo. No debemos participar en nada que ponga
en peligro nuestra salud o impida el desarrollo y la
maduración normales de nuestro ser.
Otra pregunta es: “ ¿Cómo afectará mi participación
en esta actividad a mi mente, mi naturaleza social y mi
personalidad total?” “ ¿Esta participación enriquecerá
o empobrecerá mi vida?” Las fases mental, social y
espiritual de nuestra personalidad son aun más im­
portantes, en algunos sentidos, que nuestro cuerpo. He­
mos dedicado más espacio a este último principalmente
¿BUENO O MALO? TRES PREGUNTAS 39
porque ese es el punto de partida en nuestra búsqueda
de lo recto y porque con tanta frecuencia se descuida
o se mal interpreta lo físico.
Como cristianos, tenemos que pensar más allá de
una consideración de los efectos de nuestra participa­
ción sobre nuestro cuerpo, nuestra mente, y nuestra
naturaleza moral. Estos son importantes, pero hay otra
fase de nuestra personalidad total que es aún más
importante. No sólo somos cuerpos físicos con mentes
y naturalezas sociales, sino seres espirituales hechos
a la imagen de Dios, que encontramos nuestro más
elevado cumplimiento en el compañerismo con él. Nues­
tro cuerpo, nuestra mente, y naturaleza social deben
ser instrumentos para ser usados por el ser espiritual
con el fin de alcanzar metas espirituales. Debemos
preguntarnos: “ ¿Cómo afectará mi participación en es­
ta actividad a mi vida espiritual? ¿Profundizará o dis­
minuirá mi interés en las cosas espirituales? ¿Aumen­
tará o disminuirá mi sentido de compañerismo con mi
Padre celestial?”
También debemos considerar los efectos sobre nues­
tra relación con nuestra iglesia y sobre nuestra vida
devocional y de oración. Consideraremos estas cosas si
en serio deseamos ser verdaderos cristianos y no sola­
mente otro cristiano ordinario, mediocre o nominal.
El Efecto Sobre Otros
Reconocemos que iniciamos esta discusión sobre el
nivel más bajo para el cristiano; podemos subir a un
nivel más alto por medio de la pregunta: “ ¿Cómo
afectará mi participación en esta actividad a otros y
a mi influencia sobre otros?” Otras preguntas suple­
mentarias que podrían hacerse son: “ ¿Es posible que
mi participación pueda ser causa de tropiezo para al­
gún cristiano más débil? ¿Pcdrá ser un factor inne­
cesario de tentación para alguien que no es tan maduro
como yo? ¿Hará más fácil o más difícil que yo testi­
fique de Cristo ante mis amigos inconversos? Los in­
conversos ¿esperan que yo haga estas cosas?.” ¿Estás

40 ¿BUENO O M A LO ?
de acuerdo en que el cristiano debe hacerse estas y
otras preguntas en tiempos decisivos?
Muchas veces los cristianos jóvenes y aún los de
mayor edad dicen: “Yo no veo ningún mal e n
----------
-----------------; no creo que el hacerlo me haga daño.”
¿Pero es ése el nivel en que un cristiano debe tomar
una decisión acerca de lo que es bueno para él? Mu­
cho más importante que la pregunta: “ ¿Me daña o
me dañará?” es la otra pregunta: “ ¿Daña o dañará
a otros y a mi influencia para bien sobre otros?.”
El principio de Pablo acerca de comer carne o ali­
mento ofrecido a los ídolos nos ofrece dirección pro­
vechosa sobre este punto (Romanos 14:13-23; 1 Co­
rintios 8:1-13). Pablo dice tres cosas principales: (1)
No habla nada malo en comer carne, en sí mismo; (2)
Sin embargo, si uno comia la carne y así pecaba contra
la conciencia de un hermano más débil, pecaba contra
Cristo; (3) Pablo decidió personalmente que si el co­
mer la carne hacía tropezar a un hermano más débil,
no volvería a comer carne.
Esto puede parecer duro, pero los cristianos debe­
mos estar dispuestos a recibir lo duro. Si uno sigue sin­
ceramente el principio de Pablo, puede descubrir y sin
duda descubrirá que tendrá que dejar algunas activi­
dades que antes ha considerado como muy aceptables.
También podemos encontrar que podríamos parti­
cipar en una actividad en un lugar y no en otro, por
causa de diferencias en la actitud de la gente acerca
de nuestra participación. Permítenos enfatizar, sin em­
bargo, lo que dijimos en un capítulo anterior: la ac­
titud de la gente hacia lo que hacemos no hará ni
puede hacer bueno aquello que en sí mismo es malo.
Lo bueno puede llegar a ser malo, pero lo malo nunca
puede llegar a ser bueno.
Es muy importante hacer esta distinción. La acti­
tud de la gente no determina lo que es bueno, en úl­
timo análisis; su actitud puede determinar si cada ac­
tividad es prudente o buena para nosotros en cierta
situación. Como cristianos, debemos dar una conside­
ración seria al criterio de la gente que nos rodea, prin­
cipalmente porque nos interesa el bien moral y espi­
ritual de aquellos con quienes ños relacionamos. Pa­
blo lo expresó como sigue: “No eches a perder la obra
de Dios por causa de lo que comes. Claro está que to­
dos los alimentos son limpios; pero lo malo es comer
algo que haga caer en pecado a otros” (Romanos 14:20).
Podemos sustituir por la palabra “comer” cualquier ac­
tividad acerca de la cual tratamos de tomar una deci­
sión. El hombre, obra o creación de Dios, es mucho
más importante que la participación de uno en cual­
quier actividad.
El Efecto Sobre la Causa de Cristo
El nivel más alto sobre el cual un cristiano puede
tomar una decisión se alcanza cuando se pregunta:
“ ¿Cómo afectará mi participación en esta actividad a
la causa de Cristo?” Ciertamente, esta es una norma
muy elevada. Sin embargo, ¿no crees que todo cristiano
debe estar dispuesto a hacerse esta pregunta y since­
ramente procurar contestarla con honradez?
Algunas preguntas semejantes que podríamos ha­
cernos son: “ ¿Puede el Señor bendecir y usar para su
gloria mi participación en esta actividad?” Pablo dijo
a los cristianos corintios: “Si pues, coméis o bebéis, o
hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios.
No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la igle­
sia de Dios” (1 Corintios 10:31, 32 RVR).
Si Pablo estuviera escribiendo a tu iglesia o a la
mía en el día de hoy, ¿piensas que pondría algunas
otras palabras en lugar de “comer” y “beber” ? Pablo
relacionaba sus enseñanzas a las necesidades y a los
problemas inmediatos de la gente, y creemos que ha­
ría lo mismo hoy en día si estuviera escribiendo a
iglesias contemporáneas.
¿No debemos preguntarnos: “ ¿Será esta actividad
de tropiezo u ofenderá a la iglesia de Dios?” Pablo su­
giere que el hijo de Dios, al determinar lo que es
bueno para él, debe pensar más allá de si mismo y aún
de otros individuos y debe considerar el efecto de sus
¿BUENO O MALO? TRES PREGUNTAS 41

42 ¿BUENO O M ALO?
acciones sobre la iglesia que es el cuerpo de Cristo.
Buenas preguntas que podemos hacernos serían: “ ¿Ha­
rá mi participación en la actividad que estoy consi­
derando, más difícil o más fácil, que mi iglesia haga
su trabajo en mi comunidad y en el mundo? ¿Reflejará
crédito o descrédito en mi iglesia y en la causa de
Cristo en general?”
Cuando Cristo ha hecho tanto por nosotros, ¿no de­
bemos estar dispuestos y aún deseosos de evitar cual­
quier cosa que estorbaría o dañarla su causa entre
los hombres? Los días que vivimos demandan devo­
ción sin limite y vida desinteresada. Estamos persua­
didos de que muchos, y esperamos que la mayoría de
la juventud cristiana, estén dispuestos a responder a
ese reto.
Conclusión
Las tres preguntas que hemos sugerido, además de
las preguntas suplementarias, representan progresiva­
mente niveles más altos. Lo más glorioso es que Dios
ha ordenado las cosas de tal manera que, cuando se
interpretan bien, no hay verdadero conflicto en las
conclusiones a que llegamos en estos tres niveles. Por
ejemplo, si tomamos nuestras decisiones sobre el nivel
más alto —su efecto sobre la causa de Cristo—, descu­
briremos que no sólo es lo mejor para la causa de Cris­
to, sino también es lo mejor para otros y aún para nos­
otros mismos. El salmista expresó algo semejante a
esta idea cuando dijo: “ . ..Jehová: No quitará el bien
a los que andan en integridad” (Salmo 84:11). El Se­
ñor no pide ni espera que un hijo suyo se prive de
una sola cosa que representa para él lo mejor. Dios
puede desear y pedir que dejemos muchas cosas, pero-
serán cosas o actividades que no constituyen para nos­
otros lo mejor.
¿Por qué no hacer un experimento antes de se­
guir a las tres pruebas en el capítulo siguiente? Sobre
la base de las tres preguntas principales de este capí­
tulo, decide si es bueno o no que participes en deter-
minada actividad. Prueba las preguntas, relacionán­
dolas con alguna actividad acerca de la cual no tienes
gran duda. Luego, aplícalas a una actividad acerca de
la cual si tienes dudas.
Si has de recibir alguna dirección efectiva del uso
de estas preguntas, recuerda que tienes que desear sa­
ber lo que es bueno; tienes que buscar sinceramente
la verdad.
¿BUENO O MALO? TRES PREGUNTAS 43

Capítulo 6
¿BUENO O M ALO? TRES PRUEBAS
En estos capítulos estamos procurando descubrir
principios o métodos por medio de los cuales podamos
saber si determinada actividad es buena o mala. En
el capítulo anterior aplicamos la prueba del efecto:
el efecto sobre nosotros mismos, sobre otros y sobre
la causa de Cristo. En este capítulo vamos a sugerir
otras tres pruebas. Sugerimos de nuevo que tu serás
ayudado al grado en que sinceramente lo desees y es­
tés dispuesto a aceptar el reto presentado por las
pruebas.
La Prueba de lo Secreto
Imaginemos que, mientras lees esto, estás en el pro­
ceso de decidir si es bueno o malo que hagas trampas
o “soples”. O puedes pensar en otra actividad que sea
más aplicable a tu caso: ¿Cómo puede ayudarte la
prueba de lo secreto?
Las siguientes preguntas adicionales pueden ayu­
darte a contestar esa pregunta: ¿Hay algunas personas
que desearías que no supieran que cometes tal acto?
¿Qué dices acerca de tu madre? ¿Te sentirías apenado
si ella lo supiera? ¿Qué dices de tu padre, tu maestro
de la escuela dominical, tu consejero, tu pastor, tu me­
jor amigo, el mejor cristiano que conoces? ¿Preferi­
rías que uno o más de ellos no lo supieran? Si es así,
¿No estás de acuerdo en que por lo menos debes tener
duda acerca de tu participación en esa actividad? No
estamos diciendo que sería buena o mala, sino que se­
ria dudosa.
Podemos estar seguros de que lo recto y lo bueno
45

46 ¿BUENO O M A LO ?
nunca tienen miedo de la luz; por otro lado, lo malo
procura evitar la luz o esconderse de ella. No es mero
accidente que la mayoría de los crímenes se cometen
en la noche. Fue el Señor Jesús quien dijo: “Todos
los que hacen lo malo odian la luz, y no se acercan
a la luz, para que no se descubra lo malo que están
haciendo. Pero los que viven de acuerdo con la verdad
se acercan a la luz, para que se vea que Dios está en lo
que están haciendo” (Juan 3:20, 21).
¿Recuerdas cómo reaccionabas cuando eras niño y
habías hecho algo que sabías que tu madre no apro­
baría? ¿No huías de ella lo más posible? ¿Te sentías
incómodo ante su presencia? Esto era no sólo porque
tenías miedo de que ella descubriera lo que habías
hecho, sino también porque había algo interior que te
condenaba, y no te sentías bien ante su presencia.
Ahora, ¿qué de la actividad que vienes consideran­
do? ¿Pasará la prueba de lo secreto? ¿Estarías dispues­
to a sacarla a la plena luz de la verdad? Para ser más
tangible la prueba, ¿estarías dispuesto, después de eje­
cutar tal acción, a que el hecho se exhibiera en una
pantalla en tu escuela con todo el grupo reunido, en
un culto de adoración de tu iglesia?
Tal vez podamos mantener en secreto nuestra par­
ticipación, respecto a otros, pero hay uno que lo sabe:
Dios, a quien llamamos “nuestro Padre” . El ve, oye y
sabe todo. ¿Desearíamos que él lo supiera?
La Prueba de la Universalidad
Esta es otra prueba sencilla que puede ayudarnos
en tiempos de decisión. Será igualmente provechosa
para los jóvenes y para las personas mayores que sin­
ceramente buscan la verdad.
Podemos comprender mejor esta prueba y su sig­
nificado si nos hacemos otras preguntas. ¿Todavía es­
tás pensando en la actividad o participación que se te
pidió que consideraras al principio del capítulo? Pien­
sa en ella a medida que procedemos con la considera­
ción de esta prueba.
¿BUENO O MALO? TRES PRUEBAS 47
Algunas de las preguntas que podríamos hacemos
con provecho son: “ ¿Estaría yo de acuerdo en que to­
do el mundo hiciera esta misma cosa?” Algunas ve­
ces, cuando tratamos estos asuntos en una conferencia,
alguien contesta: “Por supuesto, estaría muy de acuer­
do” . Cuando uno contesta en esta forma, se le deben
hacer otras preguntas más específicas como las que
siguen, que harán más penetrante la pregunta gene­
ral: “ ¿Estarías de acuerdo en que lo hiciera tu madre,
tu padre, tu maestro o tu pastor?” “ ¿Aprobarlas que
ellos participaran?” “ ¿Perderías algo del respeto que
les tienes si los vieras hacerlo?”
Tal vez uno hace algunas excepciones y dice: “No,
yo no esperaría que mi madre hiciera esto.” Me sen­
tiría horrorizado si viera a mi padre hacer eso.” “No
puedo imaginar a mi pastor participando en esa ac­
tividad.” Si uno tiene dudas respecto a la participa­
ción en alguna actividad de parte de esas personas, ¿no
podríamos decir que esa actividad no puede pasar la
prueba de la universalidad? ¿No debe este hecho dejar
una seria duda respecto a la participación de uno?
Seamos muy personales. Es muy probable que si yo
reacciono muy desfavorablemente respecto a la parti­
cipación de otra persona en determinada actividad, al­
guien pueda reaccionar de la misma manera respecto
a la mía.
También debemos hacer una aplicación general de
la prueba de la universalidad. Preguntémonos: “ ¿Qué
clase de familia, iglesia, comunidad o mundo tendría­
mos, si todo el mundo ejecutara ese mismo acto?” Po­
siblemente has visto en algún templo una cartulina
que lleva una pregunta penetrante y legitima, que pue­
de aplicarse no sólo a la iglesia sino también a la fami­
lia y al mundo. La cartulina dice: “ ¿Qué clase de igle­
sia sería la mía si cada miembro de ella fuera exacta­
mente como yo?”
Conociendo que si todos ejecutaran ese acto, nues­
tra familia, nuestra iglesia, nuestra comunidad y nues­
tro mundo, no serían muy buenos, ¿no significaría que
sería mala para nosotros? Si, por otra parte, podemos

48 ¿BUENO O M A LO ?
honradamente decir: “si todos hicieran esta cosa, ten­
dríamos una magnífica y mejor familia, mejor iglesia,
mejor comunidad y mejor mundo”, entonces, ¿no se­
ría bueno y prudente que nosotros lo hiciéramos?”
La Prueba de la Oración
No hay prueba más elevada para cualquier activi­
dad que la pregunta: “ ¿Puedo orar acerca de ella?”
“ ¿Puedo invitar a Dios a que me acompañe?” “ ¿Puedo
pedirle que me bendiga mientras hago esto?”
¿No debe el cristiano sentir libertad para orar acer­
ca de cualquier cosa que hace? Si no considera que
sea muy apropiado invitar al Señor para que lo acom­
pañe o lo bendiga mientras hace determinada cosa,
¿no es esto una buena indicación de que aquella acti­
vidad sería imprudente o mala para él?
Pasar la prueba de la oración no quiere decir ne­
cesariamente que siempre estemos orando acerca de
esa actividad, pero sí significa que podemos, de buena
conciencia, orar acerca de ella. Podemos sentirnos per­
fectamente a gusto al tratarla con nuestro Padre; ha­
blar con él acerca de ella será normal y natural y no
creará ninguna tensión en nuestras relaciones.
Hace algunos años Carlos M. Sheldon escribió un
libro que llegó a ser uno de los que más se vendían,
con el título: “En sus pasos” . Todavía se lee mucho y si
no lo has leído, sugerimos que lo hagas. En ese libro,
el autor recomienda que el cristiano en todo tiempo de
decisión debe preguntar: “ ¿Qué haría Jesús?” Es una
pregunta muy buena y penetrante.
Sin embargo, algunas personas han criticado el li­
bro de Sheldon y especialmente el tema central; dicen
que eso es simplificar demasiado los problemas de la
vida. Algunos han sugerido que una pregunta más pro­
pia y más provechosa sería: “ ¿Qué desearía Jesús que
yo hiciera?” Argumentan que Jesús fue Dios lo mismo
que hombre y que vivió una vida perfecta, cosa que nos­
otros no podemos hacer.
De hecho, tal vez no haya tanta diferencia en esas
¿BUENO O MALO? TRES PRUEBAS 49
dos preguntas como algunas personas desean que pen­
semos. Recordarás que Pablo dijo: “Sigan ustedes mi
ejemplo, como yo sigo el ejemplo de Cristo” (1 Corin­
tios 11:1). Si Pablo siguió a Cristo —y lo hizo—, ¿no
era natural que el aconsejara a los cristianos corintios
y a nosotros a seguir a Cristo? También, es posible que
en la mayoría, si no en todas las situaciones de la vida,
Jesús desearía que nosotros hiciéramos lo que él haría
en situaciones similares. Pero, si pensamos que la pre­
gunta debe ser: “ ¿Qué haría Jesús?” o “ ¿Qué desearla
Jesús que yo hiciera?”, seguramente estaremos de
acuerdo en que debemos hacernos la pregunta o las
preguntas.
Posiblemente alguno de los lectores estará diciendo:
“No hay nadie que pueda pasar una prueba tan difícil.
Vivir una vida en tal nivel es imposible.” Pero pensa­
mos que no crees eso. Hay muchas actividades que
pueden pasar la prueba de la oración, lo mismo que
las otras pruebas antes mencionadas. Por ejemplo, co­
nocemos a un hombre que por siete años jugó al fútbol;
no era cristiano durante los años de la escuela secun­
daria, pero su hermana da testimonio que durante ese
tiempo él nunca fue a jugar sin que ella orase por él.
El nos cuenta que desde el tiempo en que se convirtió
hasta que dejó de jugar siendo universitario, nunca
jugó sin antes hablar con el Señor en relación con
el partido. Pidió al Señor que lo bendijera a él y a sus
compañeros, para que jugaran bien y limpiamente, y
que ayudara a los que eran cristianos, para que de al­
guna manera, aún en medio del partido, revelaran un
verdadero espíritu cristiano.
Hay muchas otras actividades que pueden pasar las
tres pruebas. También debemos recordar que si una
actividad no puede pasarlas, no es buena para nosotros.
Conclusión
¿Has seguido practicando la sugestión hecha al prin­
cipio de este capitulo, de aplicar estas pruebas a al­
guna actividad en particular? Si no lo has hecho asi,

50 ¿BUENO O M A LO ?
¿por qué no pruebas un experimento semejante al que
sugerimos al final del capitulo anterior? Escoge alguna
actividad acerca de la cual tienes que tomar una deci­
sión y aplícales estas pruebas a ella. Ve cual será el re­
sultado. No tengas miedo de hacerlo; puede ser una
experiencia muy grata. El Señor te ayudará si sincera­
mente buscas su dirección y sabiduría.
Algunos pueden quejarse de que la aplicación de
estas pruebas eliminaría el gozo de la vida. Creemos,
sin embargo, que lo opuesto es la verdad.
Los cristianos con el gozo más profundo y verdadero
son aquellos que tienen un sentido de la presencia per­
manente de Dios. Tienen un claro sentido de la presen­
cia de Dios en sus vidas, y una profunda convicción
de encontrarse dentro de su voluntad. Cualquier cosa
que no pueda pasar las pruebas que hemos sugerido,
tarde o temprano destruirá aún la felicidad y el gozo
que deseamos. Los buenos hombres y mujeres de Dios,
sus hijos obedientes, son la gente más feliz.
Alguien ha dicho sabiamente que la mayoría de los
cristianos tienen apenas suficiente religión para sen­
tirse compungidos; es suficiente para que ellos no se
sientan bien en el pecado, pero no es suficiente para
impedir que pequen. Los únicos que prueban las pro­
fundidades de las bendiciones de Dios son aquellos que
tienen suficiente valor y fuerza de carácter para sacri­
ficar las cosas más bajas de la vida. La vida sobre los
niveles más altos es reservada para aquellos que pue­
den sacrificarla en los niveles inferiores. ¿Dónde de­
seamos vivir: sobre las montañas y elevados planos de
visión, de reto y de servicio, o en los valles de oscuridad,
desaliento y derrota? Puede ser que ahora mismo te
encuentres en el proceso de decidir. Aun una decisión
que se considera de menor importancia, puede fijar la
dirección de tu vida en el futuro.
No olvides que Satanás parece tener algunos jóve­
nes felices, pero no tiene ningún anciano feliz. ¿No
será justo decir que aún los jóvenes de Satanás sien­
ten un hondo descontento y hambre por una vida más
significativa y más feliz? Siempre es sabio mirar pro-
¿BUENO O MALO? TRES PRUEBAS 51
fundo y lejos, en cualquier tiempo de decisión, por in­
significante que parezca.
foto por P.M.Schrock

foto por Luoma
Capítulo 7
¿BUENO O MALO?
TRES FUENTES DE LUZ
En los últimos dos capítulos hemos dado atención
a algunas preguntas o pruebas específicas que pueden
ayudarnos a decidir lo que es bueno o malo cuando
estamos frente a una decisión inmediata. Para suple-
mentar éstos, deseamos sugerir tres fuentes de luz
que están al alcance del cristiano:
Luz de Adentro
Este capítulo, como en el caso de los dos últimos,
será más práctico y de más ayuda si piensas en alguna
actividad o problema particular al leerlo. Procura de­
terminar si esa actividad es buena o mala, prudente o
imprudente.
Una fuente de luz en tiempos de decisión es la luz
que tenemos adentro. Dios nos ha creado con ciertas
capacidades innatas. Si somos suficientemente nor­
males como para ser moralmente responsables, tene­
mos capacidad para pensar, razonar, juzgar, evaluar y
ejercer voluntad. También poseemos, como parte de
nuestras dotes naturales, un sentido de lo recto o una
convicción de que existe lo bueno y lo malo.
Dios, que sabe lo que es mejor para nosotros, nos
ha dejado la responsabilidad de determinar lo que es
bueno y lo que es malo para nosotros. Se entiende que,
mientras no llegamos a la madurez, esta responsabili­
dad es compartida por nuestros padres, maestros y otras
personas. Sin embargo, la meta final de toda ense­
ñanza y preparación moral y espiritual es que el indi-
— 53 —

54 ¿BUENO O M ALO?
viduo llegue a la plena madurez. Esto, a su vez, quiere
decir que tendrá la aptitud debida para tomar decisio­
nes sabias, y que será responsable por lo que hace. Dios,
habiendo dado al hombre una capacidad innata para
la vida moral, espera que el hombre acepte las respon­
sabilidades que tal habilidad o capacidad infiere. Es
decir, que aun durante el proceso de llegar a la ma­
durez, Dios espera que usemos todo recurso interior
de que disponemos para determinar por nosotros mis­
mos lo que es bueno y lo que es malo. El no nos revela
su voluntad de una manera milagrosa, sin la coopera­
ción nuestra.
Cuando tenemos que tomar una decisión particular,
debemos pensar en todo aspecto del problema. Como
se sugirió antes, debemos pensar tan objetivamente
como nos sea posible, de su efecto total sobre nosotros,
sobre otros y sobre la causa de Cristo. Las pruebas que
mencionamos en los capítulos anteriores deben apli­
carse sin miedo. El uso sincero de los recursos que te­
nemos será bendecido por el Señor con darnos la di­
rección divina que necesitamos. El asunto puede re­
sumirse como sigue: cuando uno tiene que tomar una
decisión respecto a lo bueno y lo malo, no hay ningún
substituto para el consagrado sentido común.
Cuando sentimos la dirección en que debemos ir, la
respuesta a ese sentimiento es interior y personal. En
otras palabras, Dios nos da el poder de decisión, y po­
demos decir “ sí” o “no” a la luz que recibimos. El no
se sobrepone a nuestra voluntad; pero nunca debemos
olvidar que la libertad de escoger lleva consigo la res­
ponsabilidad por la elección.
Luz de Ajuera
En tiempos de decisión podemos recibir luz no só­
lo de adentro, sino que también podemos recibir con­
siderable ayuda de afuera si tenemos ojos que ven, oí­
dos que oyen, mentes que interpretan y voluntades que
responden a la luz que recibimos.
Por “luz de afuera” queremos decir, entre otras
¿BUENO O MALO? TRES FUENTES DE LUZ 55
cosas, la ayuda que podemos recibir de otros, especial­
mente de aquellos que tienen más edad y más expe­
riencia, o que son moral y espiritualmente más ma­
duros. Esas personas de más experiencia han tenido
que tomar decisiones semejantes y saben, por medio
de la observación y la experiencia, los resultados que
pueden esperarse de ciertas líneas de conducta. Gene­
ralmente tienen la ventaja de una perspectiva más
amplia y una comprensión más profunda de la vida y
sus problemas que aquellos que tienen menos experien­
cia. Se espera que esta afirmación no te inducirá a
depender demasiado de otros. A medida que maduras
—y actualmente te encuentras en ese proceso— gra­
dualmente tienes más responsabilidad al tomar tus pro­
pias decisiones. Esto, a su vez, no significa que debes
insistir en una independencia prematura, sin embargo,
sí significa que debes estar dispuesto a aceptar las res­
ponsabilidades del proceso de la maduración.
Por otro lado, debemos recordar que, por poca o
mucha que sea nuestra madurez, otros pueden ayu­
darnos. Ninguno de nosotros tiene toda la luz que ne­
cesita para las muchas decisiones de la vida; y aún
la luz que tenemos ha venido, en gran parte, de nues­
tros padres y otros que han determinado nuestro pen­
samiento y han inculcado en nuestras vidas ideas o
ideales básicos.
Nuestros padres, maestros, consejeros, pastores y
otros, que han tenido más experiencia, desearían sal­
varnos de muchos errores. No quiero decir que debe­
mos tratar de consultar a alguno o a todos ellos, cada
vez que hay que tomar una decisión. No queremos des­
arrollar un sentido neurótico de dependencia de otros;
no queremos convertirnos en “adictos a los consejeros”
(los que buscan consejo de cada consejero que se les
presenta).
Mucho del mejor consejo que recibimos de nuestros
padres, maestros consejeros y otros adultos, lo recibi­
remos a medida que los escuchamos en el hogar, en el
salón de clase o en el templo. Una parte la recibiremos

56 ¿BUENO O M ALO?
mediante la Instrucción formal; gran parte vendrá de
conversaciones casuales.
Esto no indica que no debemos buscar la ayuda de
nuestros padres y amigos adultos cuando en verdad la
necesitamos; lo podemos y debemos hacer, admitiendo
con franqueza nuestras limitaciones y nuestra necesi­
dad de luz adicional.
No olvidemos en tales tiempos que hemos buscado
el consejo de ese individuo porque creemos que es más
maduro que nosotros. También tenemos confianza en
su integridad básica y en su genuino interés por nos­
otros.
Como resultado de nuestra confianza en aquel de
quien hemos solicitado consejo, ciertamente daremos
consideración seria a cualquier luz que recibamos de
él. Esto debe ser verdad especialmente respecto al con­
sejo que se recibe de los padres; ellos, con muy raras
excepciones, se interesan por nosotros y en nuestro
bienestar más que ninguna otra persona. Desearían
usar la luz que ellos han recibido, a medida que han
viajado por el camino de la vida, para alumbrar nues­
tro camino y salvarnos de algunos de los errores que
ellos cometieron en tiempos anteriores.
A veces alguien puede sentirse defraudado porque
los adultos de quienes solicita consejo no le dan una
dirección más positiva. En la mayoría de los casos lo
hacen deliberadamente; el buen consejero desea guiar­
te en formar tu propia decisión con la menor sugestión
o dirección posible. Quiere ofrecerte luz que te ayudará
a comprender el camino, pero desea que descubras por
ti mismo tanto de esa luz como te sea posible, y que
luego tomes tu decisión sin una recomendación posi­
tiva de su parte. Si puede lograr guiarte a tal decisión
personal, sabe que será más significativa que una de­
cisión que hicieras siguiendo sugestiones suyas. Hay
también individuos, con quienes nunca te has encon­
trado, que pueden serte útiles en tiempos de decisión.
Son los autores de artículos, panfletos y libros. Algu­
nos de ellos se pueden encontrar en la biblioteca de tu
iglesia.
¿BUENO O MALO? TRES FUENTES DE LUZ 57
Hay otra fuente de luz de afuera que salvarla a
muchos jóvenes de errores trágicos si conservaran sus
ojos y sus oídos abiertos y sus mentes en estado de
alerta. La luz de que hablamos es aquella que nos viene
de observar en las vidas de otros los resultados de
ciertas líneas de conducta.
Por ejemplo, si estás tratando de decidir si es bueno
o malo para ti el usar drogas, beber, tener relaciones
sexuales, observa los resultados en las vidas de aquellos
que participan en tales actividades. Observa los resul­
tados inmediatos y también aquellos a largo alcance.
¿Qué diremos de algunos de nuestros conocidos: nota­
mos algún efecto bueno o malo en ellos cuando empe­
zaron a participar en una o más de esas actividades?
¿Cómo han afectado a su personalidad? ¿Qué podre­
mos decir de su aprecio por las cosas mejores de la
vida? ¿Cuál parece haber sido el efecto sobre su rela­
ción con su iglesia y su Señor?
Sin embargo, para comprender todo el asunto y po­
der juzgar bien los resultados, tenemos que ver más
allá de nuestro grupo en el colegio secundario o en la
universidad, si queremos saber de los resultados que
vienen con el tiempo. Aun debemos estudiar la influen­
cia que la participación de uno en dada actividad pue­
de tener sobre el hogar o sobre la sociedad en general.
Debemos visitar los barrios pobres y las cárceles de
nuestras ciudades. En una visita semejante al jefe de
la policía dijo que estaba seguro de que la “tía María”
había sido arrestada por lo menos 700 veces por bo­
rrachera. En un tiempo habla sido una dama muy res­
petada en la comunidad, pero se había convertido en
la esclava del licor, como sucede con centenares de mi­
les de hombres y mujeres. ¡Qué contraste entre “tía
María” y los hermosos anuncios de las revistas y car­
teles publicitarios! “Tía María” echaría a perder esos
cuadros, pero debe estar en ellos si han de ser justos.
Los jóvenes necesitan ver a la “tía María” en esos cua­
dros. Si lo hicieran, ella les ayudaría a saber lo que de­
ben hacer respecto a las bebidas.
Esta es sólo una ilustración de lo que queremos decir

58 ¿BUENO O M A LO ?
por luz de afuera. La observación Inteligente nos li­
brará de muchos errores.
Luz de Arriba
Esta es otra fuente de luz que está a disposición
de todos los hijos de Dios. Podemos y debemos utilizarla
en tiempos de decisión. Permítasenos sugerir otra vez
que el Señor espera que utilicemos los recursos que te­
nemos, para escoger lo bueno y rechazar lo malo; sin
embargo, esto no es lo mismo que decir que tenemos
dentro de nosotros mismos todos los recursos que ne­
cesitamos para las decisiones de la vida. Un paso ne­
cesario para tomar una decisión sabia acerca de cual­
quier problema importante es un reconocimiento co­
rrecto de nuestras propias limitaciones. Debemos re­
conocer que, sin la dirección del Espíritu Santo, no po­
demos pensar tan bien como debiéramos. Debemos re­
conocer nuestra necesidad de la dirección del Señor y
buscar esa dirección aun a medida que usemos todo
recurso que esté a nuestra disposición en un esfuerzo
para determinar lo que es bueno y lo que es malo. En
otras palabras, a medida que hacemos las preguntas, a
medida que aplicamos las pruebas sugeridas en capí­
tulos anteriores, debemos hacerlo en un espíritu de
oración. También, a medida que buscamos el consejo
y la dirección de otros, debemos pedir al Espíritu de
Dios que los dirija a ellos y a nosotros.
Aun cuando hemos procurado con oración recibir
toda luz posible de adentro y de afuera, posiblemente
estemos todavía en duda. En tales ocasiones, recorde­
mos lo que dice Santiago: “Sí a alguno de ustedes le
falta sabiduría, pídala a Dios, y Dios se la dará; pues
él da a todos son limitaciones, y sin echarles nada en
cara” (Santiago 1:5).
Una importante fuente de luz que viene de arriba
es la Biblia; ella no es un libro de reglas, pero cuando
habla específicamente, lo que dice es autoritativo. En­
contraremos en la Biblia principios básicos que pro­
veen el fundamento para sabias elecciones cristianas.
¿BUENO O MALO? TRES FUENTES DE LUZ 59
Si nos saturamos de su espíritu, si inculcamos sus idea­
les en nuestras vidas, tendremos el discernimiento mo­
ral y espiritual que necesitamos para escoger bien.
En respuesta a nuestras oraciones, nuestro estudio
de la Biblia y nuestra sincera búsqueda, tal vez Dios
no llenará nuestras almas de luz, pero sí nos dará su­
ficiente luz para tomar el paso siguiente. Sigamos la
luz que tengamos, aún cuando nos parezca poca, con
la plena confianza de que Dios nos dará más luz a
medida que se necesite. Esto será verdad respecto a los
problemas que vamos a tratar en la Parte II. También
puede y debe ser verdad, si hacemos nuestra parte,
acerca de otras decisiones que tendremos que tomar a
medida que viajamos por el camino de la vida.

Capítulo 8
PRINCIPIOS Y PRACTICAS
Los capítulos de la Parte I, que tratan de los prin­
cipios de la conducta cristiana, se han escrito en ora­
ción y con la esperanza de que te sean de ayuda; es­
peramos que no los hayas pasado por alto. Si aceptas
los principios, los aplicas con honradez a la vida y uti­
lizas las fuentes de ayuda que se han sugerido, es casi
seguro que decidirás por ti mismo lo que es bueno y
lo que es malo para tu vida.
En los capítulos de la Parte II procuraremos apli­
car esos principios generales a algunos de los proble­
mas prevalecientes entre la juventud. Naturalmente, no
podemos tratar todos los principios que sean pertinen­
tes a cada problema. Se espera que estudies estos ca­
pítulos lenta y deliberadamente para poder repasar y
aplicar los principios básicos, incluyendo las preguntas
y las pruebas sugeridas.
Un Repaso a los Principios
Antes de proceder a una discusión de problemas es­
pecíficos, puede ser de algún valor repasar algunas
de las conclusiones o principios más significativos de
la Parte I. Son como sigue:
1. Vivir es hacer decisiones (capítulo 1)
2. Mientras vivimos, hasta cierto punto guiados por
el instinto, por la costumbre y por la conciencia, el
nivel sobre el cual el cristiano debe vivir es el nivel
cristiano (capítulo 2).
3. El cristiano no se pertenece a sí mismo. El —su
cuerpo, su mente, su personalidad total— pertenecen
— 61 —

62 ¿BUENO O M ALO?
a Dios, pero Dios ha querido hacerlo mayordomo. Sien­
do siervo y mayordomo, todo lo que tiene de bienes
materiales, su tiempo, y sus talentos, pertenecen a Dios
y deben usarse bajo la dirección divina para servir a
Dios y al prójimo (capítulo 3).
4. La última fuente de autoridad para el hombre
no se encuentra en sí mismo ni en el grupo social o la
comunidad a que pertenece, sino en la voluntad de
Dios, que puede conocer, y que encontrará que siempre
es lo mejor para él (capítulo 4).
5. Cuando tenemos que tomar una decisión respec­
to a lo bueno o lo malo, podemos encontrar ayuda si
contestamos tres preguntas: ¿cómo mi participación
en esta actividad me afectará a mí, a otros y a la causa
de Cristo? (capítulo 5); si hacemos tres pruebas sen­
cillas: la prueba de lo secreto, la prueba de la univer­
salidad, y la prueba de la oración (capítulo 6); y si uti­
lizamos tres fuentes de luz, la luz de adentro, la luz de
afuera y la luz de arriba (capítulo 7).
La Importancia de los Principios
A medida que has leído los capítulos y has repasado
los principios, ¿los has pensado bien y los has enten­
dido? Una pregunta más importante es: ¿los aceptas
como válidos para el cristiano?
Estás de acuerdo con los principios presentados en
los capítulos anteriores o no, es muy importante para
ti que tengas un núcleo de principios cristianos que te
sirvan como base de operación. Muy pronto tendrás que
depender de ti mismo, si no es que ya lo haces en la
actualidad; toda decisión tendrá que ser tuya. Una
parte esencial de la preparación es la formación de una
filosofía cristiana de la vida, una filosofía fundada so­
bre sanos principios cristianos.
Ciertamente nos gustaría pensar que cada uno de
los jóvenes está de acuerdo con nosotros respecto a los
problemas que trataremos en la Parte II, aunque sa­
bemos que no será así. Queremos decir francamente que
lo que nos interesa todavía más, es que tú aceptes los
PRINCIPIOS Y PRACTICAS 63
principios básicos de la Parte I. Nuestro punto de vista
es que si tienes una base fundamental para las decisio­
nes de la vida y honradamente buscas lo bueno, en­
tonces a medida que madures, tarde o temprano lle­
garás a una posición correcta respecto a la mayoría
de los problemas que se presentan y a las decisiones
que tendrás que tomar.
Una de las preocupaciones principales es que con­
sideres cuidadosamente todo problema o decisión. Pre­
ferimos que pienses, sin estar de acuerdo con nosotros,
antes que estar de acuerdo sin pensar.
Sin embargo, nuestra preocupación principal es que
seas honrado en la búsqueda de lo bueno o lo malo;
sabemos que si es así, entonces Dios te dará la direc­
ción y seguridad, y no permitirá que te desvies mucho.
La mente que busca y el corazón dispuesto conocerán
lo que es bueno y lo que es malo. Debemos recordar que
esta búsqueda sigue durante toda la vida. Será muy
lamentable si decidimos que ya tenemos todo el conoci­
miento y la luz que necesitamos respecto a cualquiera
de los problemas de la vida. Dios mismo no puede di­
rigir a una mente cerrada; él revela luz adicional a
aquellos que se dirigen hacia el camino abierto. Los
principios pueden ser fijos y seguros; una comprensión
y aplicación de ellos es un proceso que continúa.
Cambio de Punto de Vista
En la Parte II que trata con áreas especificas de
decisión, hemos pensado tratarlas desde otros puntos
de vista. Por esto, usaremos preguntas con más fre­
cuencia, y menos afirmaciones de una posición posi­
tiva, aunque no dejaremos de hacer esto también cuan­
do parezca prudente y necesario hacerlo.
Este cambio de punto de vista y énfasis se ha he­
cho deliberadamente; una razón para el cambio es que
queremos que apliques por ti mismo los principios bá­
sicos a los problemas específicos que consideraremos.
Queremos que contestes por ti mismo la pregunta:
“ ¿Esta actividad es buena o mala para mi como cris-

64 ¿BUENO O M ALO?
tiano?” Pensamos que no tendrás mucha dificultad en
conocer nuestra posición. Es mucho más importante
que tomes una decisión sabia y personal, antes que
comprender o estar de acuerdo con nuestra posición.
En los capítulos de la Parte II trataremos de pro­
veerte los hechos necesarios para tomar una decisión
sabia. En algunos casos hay preguntas que te ayudarán
a guiarte en relacionar los principios de la Parte I
con estos asuntos. No están incluidos todos los pro­
blemas importantes. Son ejemplos de algunos de los
asuntos más comunes que encaran los jóvenes. Si hay
otros problemas que son más urgentes para ti, puedes
usar los mismos principios para tratar con ellos: (1)
Estudia el caso; (2) Aplica los principios cristianos;
(3) Toma la decisión.
Si consideras cada problema hasta llegar a una
posición definida, cristiana, y que se puede defender,
debes tomar tiempo para pensar, meditar y orar.
Se espera que estés dispuesto a dar el tiempo que
sea necesario. Es posible que una posición respecto a
tu relación con alguna de estas actividades sea la de­
cisión más importante que tengas que tomar en este
tiempo. Una decisión correcta respecto a ese proble­
ma puede proveer la base para otras muchas en los
años por venir.
Sin embargo, no olvides que nosotros en un tiempo
tuvimos que afrontar lo que muchos de vosotros están
en el período de resolver. También, a través de los años
hemos tenido interés en la juventud y hemos dado
mucho tiempo a conferencias personales y en grupos
acerca de estos problemas. Procura, lo mejor que pue­
das, pensar en estos capítulos como charlas personales
que tenemos contigo, o como conferencias que pre­
sentamos a un grupo de jóvenes cristianos.
PARTE II
PROBLEMAS
Capítulo 9
MARIHUANA
Sara era linda y popular. Siempre estaba riendo y
divirtiéndose con el grupo más “en onda” en la escuela.
Una noche alguien llevó cigarrillos de marihuana a
una fiesta; al principio, Sara rehusó fumarlos. Sus
amigos insistieron en que los probara y al fin ella cedió.
Un muchacho le enseñó como inhalar y no dejar es­
capar el humo. Sara había llegado a la fiesta preocu­
pada por sus estudios y por una discusión que había
tenido con su madre, pero cuando comenzó a sentir
el efecto, sus dificultades parecieron desvanecerse.
Después de esa fiesta el grupo comenzó a fumar mari­
huana con regularidad, y Sara también. Su vida se
envolvió más y más con la droga. Ahora ella está co­
menzando a preferir el estado que produce la mari­
huana a la vida normal. Sus calificaciones están des­
cendiendo; a veces llega al punto de tener que robar
para comprar la droga. Aparte del grupo adicto, tiene
muy pocos amigos.
Un Asunto Importante
El uso de la marihuana es realmente un asunto im­
portante. En los últimos años su utilización ha cre­
cido rápidamente, especialmente entre la juventud. Na­
die sabe a ciencia cierta cuanta gente fuma marihuana,
— 65 —

66 ¿BUENO O M A LO ?
pues al ser ilegal su venta y posesión, el comprarla, el
venderla y el usarla escapa a las estadísticas. La ex­
tensión de su uso parece variar de lugar en lugar. Hay
países donde la mayoría de los estudiantes en algunos
colegios secundarios y universidades han tenido expe­
riencias con la droga, y aun ha llegado hasta la escuela
primaria. Sin embargo, en otros lugares, muy pocos lo
han hecho. Muchos jóvenes han pensado que esta dro­
ga es un problema tan importante que le debíamos de­
dicar un capítulo separado, y así lo hemos hecho. La
marihuana, también conocida como “pasto” , “María
Juana”, “Oro de Acapulco” , “hierba”, “paja” “té”, etc.,
se usa ampliamente: estudiantes, soldados, hippies y
obreros son los mayores consumidores, incrementán­
dose anualmente la cantidad utilizada.
Otra razón por la cuál la marihuana es un asunto
importante es porque da un argumento más a la juven­
tud contra el orden establecido de los adultos. El he­
cho de que la marihuana —“la droga de los jóvenes”—
es ilegal, mientras que el alcohol —la droga de los adul­
tos— es legal, enardece a muchos jóvenes, dado que
sienten que se hace una discriminación contra ellos. En
algunos países se han formado grupos para legalizar
esta droga, siendo parte del plan extender de tal modo
su uso que sea forzosa su legalización. Otro argumento
sería que el alcohol es legal y la marihuana no es más
peligrosa que el alcohol. Pero ¿dos errores pueden lle­
var a una solución positiva? ¿No deberla este tipo de
razonamiento conducir a un control más extricto del
alcohol, en lugar de hacer menos rígidas las leyes para
la marihuana?
Presiones que Inducen a Fumar Marihuana
La marihuana se obtiene de una planta llamada
cannabis sativa L., que crece casi en todo lugar en un
clima templado. Se prepara en una variedad de formas:
puede ser para fumar, comer o beber. La facilidad de
crecimiento, volumen de producción y variedad de for­
mas hacen que la marihuana pueda ser disponible en
gran escala.
MARIHUANA 67
¿Por qué tantos jóvenes usan marihuana? Las ra­
zones difieren de persona en persona, pero una serie
de factores comunes parecen estar involucrados.
La preferencia hacia esta droga entre los jóvenes
se debe en parte al amplio uso de las drogas en nues­
tra sociedad. Tomar tranquilizantes es muy común en
la vida moderna. Hay millones que utilizan drogas pa­
ra dormir y para mantenerse despiertos. El alcohol y
los cigarrillos son parte de la vida diaria para la ma­
yoría de los adultos. No es sorprendente, entonces, que
los jóvenes vean poco o nada de malo en usar mari­
huana. El abuso de las drogas por parte de los adultos
no las hace buenas para los jóvenes, pero ayuda a
explicar el porqué muchos jóvenes tienen muy poca
resistencia a usar drogas.
Muchos jóvenes fuman marihuana por la presión
de otros jóvenes. No queriendo ser dejados de lado, con­
tinúan cuando el grupo del que forman parte comien­
za a usar marihuana. Fuman la droga porque es la
cosa de moda. Así es como comenzó Sara.
Algunos prueban la droga como rebelión contra la
sociedad adulta en general y los padres en particular.
Unos pocos, sabiendo como reaccionan los adultos con­
tra la marihuana la fuman simplemente para irritarlos.
Otros prueban la marihuana simplemente para ver
cómo es, para experimentar. Se les ha hablado acerca
del placer y las sensaciones de elevación que trae el
fumar la droga. Esto suena muy llamativo y ellos prue­
ban.
¿Conoces a jóvenes que fuman esta droga por al­
guna de estas razones? ¿Has sentido alguna de estas
presiones? ¿Hay otros argumentos más fuertes para
probar la marihuana en tu escuela o comunidad?
Una vez que una persona prueba la marihuana pue­
de continuar usándola. Aquellos que tienen defectos de
personalidad están particularmente dispuestos a seguir
fumando la droga. Los que continúan encuentran que
la droga llena alguna necesidad. Algunos simplemente
gozan la sensación que viene con fumarla. Puede ali­
viar la frustración, liberar tensiones, relajar la mente,

aumentar la sociabilidad, o borrar un sentimiento de
inferioridad.
Si una persona llega a depender de la droga, gene­
ralmente defiende su uso. Se utilizan muchos argu­
mentos a favor de ella. Si vives en una zona donde el
“Oro de Acapulco” es común, probablemente habrás es­
cuchado la mayoría de estos argumentos: la marihuana
no produce adicción; no es dañina cuando se la usa
con moderación; ayuda a relajarse; no es peligrosa; no
es tan mala como el alcohol; cualquiera usa drogas;
fumar marihuana es un acto puramente privado. Una
mirada a la realidad te ayudará a evaluar tales razo­
namientos.
68 ¿BUENO O M A LO ?
Factores acerca de la Marihuana
Los hechos acerca de la marihuana aún no están
totalmente verificados. El estudio y la experimentación
acerca de sus efectos están en camino. Algunas cosas
se conocen con certeza acerca de la droga; otras pare­
cen ser verdaderas.
El efecto de la marihuana varía grandemente. De­
pende primordialmente de la fortaleza de la dosis y de
la personalidad del que la usa. Uno de los hechos alar­
mantes acerca de esta droga es que la fortaleza de la
dosis raramente se conoce; no hay control sobre pu­
reza o potencia. Además, nadie es capaz de decir por
anticipado como le afectará. Algunos experimentan po­
co efecto con una dosis suave, mientras otros pueden
tener una reacción severa. A veces un simple cigarrillo
de marihuana inicia un serio problema mental.
Usualmente la primera reacción de la marihuana
es una intoxicación suave. Pueden seguir vértigos, pe­
reza, distorsión en cuanto a tiempo y espacio y razo­
namientos confusos. En muchos casos junto con la in­
toxicación hay alucinaciones, histeria y ansiedad. Los
disturbios mentales y emocionales extremos son una po­
sibilidad rara pero peligrosa. En algunas personas la
marihuana parece jugar un papel clave en los cambios
de personalidad.
MARIHUANA 69
El efecto físico de la droga es incierto. Hay alguna
evidencia de que puede llegar a afectar el cerebro. La
mayoría de los estudios indican que no hay adicción;
en otras palabras, el cuerpo no desarrolla una necesi-
dada física hacia la marihuana. Pero su utilización
conduce a una dependencia psicológica que es muchas
veces más difícil de corregir que la adicción física.
Cuando una persona depende de esta droga, una hier­
ba controla su vida. ¿No es algo degradante permitir
que una hierba controle la vida de un ser humano?
La mayoría de los habituados a las llamadas dro­
gas mayores, tales como la heroína, alguna vez fuma­
ron marihuana. En verdad, no todos los que prue­
ban marihuana llegan a ser adictos a los narcóticos,
pero hay una cadena entre esta droga y las drogas
mayores. A medida que un joven se envuelve en el uso
de la marihuana es tentado y a veces presionado a
probar drogas más y más fuertes. Muchos resisten a
esta presión. Otros no y son introducidos en el horror
de la dependencia de los narcóticos. Nadie quiere lle­
gar a ser un drogadicto. La mayoría piensa que puede
controlar el hábito de las drogas. Pero nadie sabe por
anticipado si puede resistir la presión para aumentar
el uso de la droga.
De acuerdo a la ley en la mayoría de los países, la
posesión de marihuana es un delito grave. Cualquiera
que tenga la droga corre el riesgo de una prolongada
sentencia de prisión y el correspondiente prontuario.
Tales antecedentes policiales pueden manchar toda tu
vida. Puedes pensar que la ley es demasiado severa; si
lo es o no importa poco cuando ya has sido arrestado,
juzgado y sentenciado. Estás marcado de por vida.
El impacto de la marihuana sobre la sociedad es di­
fícil de medir. Evidentemente hay perjuicios, pero cuán­
to es el daño es una adivinanza. Muchos padres han
sido muy perjudicados por hijos que fuman la droga.
Muchas personas han muerto o han resultado con he­
ridas en accidentes automovilísticos causados por la
confusión mental de alguien que fuma marihuana. Se
gastan grandes sumas de dinero haciéndose cumplir

70 ¿BUENO O M ALO?
leyes contra la marihuana, cuando los fondos son deses­
peradamente necesarios en otras maneras. Los hospi­
tales y otras instituciones médicas están colmados de
gente drogadicta que ha tenido una mala reacción. Al­
gunas personas roban para conseguir el dinero para
comprar la droga. El costo total en vidas y dinero pa­
ra sostener la “María Juana” es altamente elevado.
Hacia una Decisión
Al igual que Sara, tú puedes haberte sentido presio­
nado a probar la marihuana. Si no lo has sido, quizás
más adelante te ocurra. ¿No crees que seria de ayuda
tomar una decisión en cuanto a la marihuana cuando
todavía no estás bajo la presión inmediata del grupo?
He aquí algunos factores a tener en cuenta al decidir
qué hacer con esta droga:
¿En qué nivel de vida te basas con respecto a la
marihuana: el instintivo, el de la costumbre, el de la
conciencia o el cristiano? ¿Qué te parece que demanda
él nivel cristiano en cuanto a esta droga?
¿Qué expresaría mejor la mayordomía cristiana, usar
marihuana o no tocarla?
¿Qué crees sinceramente que es la voluntad de Dios
acerca del uso de esta droga?
A la luz de las verdades concernientes a la mari­
huana, ¿qué crees que es mejor para tu cuerpo: usarla
o rechazarla? ¿y para tu mente? ¿y para tu futuro?
¿Cómo crees que puedes expresar mejor el amor que
sientes hacia tus padres? Si estás enojado con tus pa­
dres y quieres herirlos, ¿crees realmente que el usar
marihuana vale lo que te cuesta? ¿A quién debes creer
en cuanto al efecto de la droga: el adicto, cuyo inte­
rés propio se fija en conseguir que tú también te veas
envuelto, o al que no la usa y tiene un interés sincero
en ti?
Considerando el efecto de la marihuana sobre los
demás y sobre la sociedad, ¿cómo crees que puedes
mostrar mejor el amor hacia los otros y construir un
mundo mejor: diciendo sí o no a la droga?
Capítulo 10
EL ALCOHOL
La mayoría de la gente bebe, y muchos jóvenes tam­
bién lo hacen. Viven en el nivel de la costumbre. Pero
hay muchos jóvenes que resisten la proposición: “Va­
mos, tomemos unas copas. ¿Qué pasa? ¿Estás asus­
tado?” Ellos responden: “No, gracias”. Beber o no be­
ber es una pregunta que ya probablemente has enca­
rado. Si no es así, probablemente te verás forzado a
tratarla pronto. Las siguientes son algunas de las co­
sas que deberás tener en cuenta para hacer tu decisión.
Presiones Para Beber
La presión para beber es muy grande. Un joven es
asediado por todos lados para unirse a la multitud
que bebe. Aún en países donde es ilegal vender bebidas
alcohólicas a los menores, la mayoría de los jóvenes
saben dónde conseguir cerveza, vino o whisky. En al­
gunos hogares los padres facilitan las bebidas alcohó­
licas a sus hijos. Las personas que beben instan a los
otros a seguir su ejemplo. En efecto, un bebedor se irri­
ta cuando alguno se resiste a “tomar una copa”. Los
anuncios publicitarios, el cine y la televisión pintan un
cuadro hechizante y sofisticado acerca de la bebida.
Aparte de las presiones externas, hay también las
internas. El deseo de estar con la mayoría, de no ser
dejado de lado, es muy fuerte. Cuando estás en un
grupo y la mayoría bebe, no es fácil rechazar la invi­
tación. A menudo se piensa que beber es una práctica
de los adultos, y muchos jóvenes comienzan a beber en
un esfuerzo por ser adultos. Además, algunos beben re­
accionando contra sus padres o su medio cultural. Que-
— 71 —

72 ¿BUENO O M ALO?
riendo librarse da las restricciones del hogar, un joven
puede comenzar a beber porque sus padres se lo prohí­
ben. En la mayoría de los jóvenes el deseo de experi­
mentar y de probar algo nuevo es muy fuerte. Muchas
personas toman su primer trago simplemente para ver
cómo es.
Para mucha gente el resultado de beber es el deseo
de beber más. Por lo común son personas inseguras y
necesitan una ayuda para satisfacer demandas defini­
das. Aprenden que el alcohol afloja la ansiedad, calma
los temores y los hace sentir más confiados. O descu­
bren que bebiendo se alivian sus derrotas, negligencias
o fracasos. El alcohol puede hacer que una persona
olvide sus dificuluades y escape de sus problemas, pero
por un tiempo. De este modo los individuos débiles,
inseguros o perturbados emocionalmente buscan deses­
peradamente el alcohol, porque han descubierto sus
efectos. Muchas de estas personas llegan a ser alco­
hólicas.
Si bebes, debes enfrentar honestamente las razones
por las cuales bebes. Trata de esclarecer las presiones
que has tenido para beber y ver a cuáles de ellas has
cedido. Si no bebes, ¿qué presiones te parecen más
fuertes para llevarte a hacerlo? Piensa en diez personas
conocidas por ti que beban, y trata de determinar por
qué lo hacen.
Argumentos a favor de las Bebidas Alcohólicas
Una parte de la presión deriva de las muchas razo­
nes dadas para beber. Pocos van a defender la borra­
chera, pero muchos argumentan a favor de la mode­
ración. Insisten en que bebiendo moderadamente no
hay ningún daño y que aún puede ser beneficioso. Un
problema con esta argumentación es que la modera­
ción en la bebida conduce frecuentemente a beber sin
moderación y al alcoholismo. Los alcohólicos se cuen­
tan por millones. Ninguno de ellos comenzó a beber pa­
ra ser un alcohólico. Todos ellos pretendían ser mo­
derados, y creían que podían controlar su bebida. Pero
EL ALCOHOL 73
estaban equivocados. Nadie sabe si tiene una debilidad
en su personalidad que le puede llevar a ser un alcohó­
lico.
Algunos argumentan en el sentido de que la bebida
puede ser beneficiosa. Señalan que el alcohol libera las
tensiones, y calma la alteración nerviosa. Unos pocos
llegan hasta decir que un trago puede mejorar la ma­
nera que una persona tensa conduce un automóvil.
Muchos utilizan el alcohol como medicina para algunas
enfermedades. En una época antigua, previa a la cien­
cia médica moderna, tales argumentos a favor del al­
cohol podían haber sido justificados. Pero con los tran­
quilizantes y medicinas modernas, ¿es lógico utilizar el
alcohol por razones médicas?
A veces los jóvenes defienden la bebida porque la
mayoría de los adultos beben, incluyendo a muchas
personas famosas y exitosas. Sin embargo, la mayoría
de los adultos hace cosas que los jóvenes sensatos re­
chazan: contaminar el aire y el agua, fracasar en sus
matrimonios y actuar en forma irresponsable como ciu­
dadanos. Los jóvenes maduros no hacen las cosas sim­
plemente porque los adultos las hagan. Un número
creciente de jóvenes se muestra más inteligente y res­
ponsable que muchos adultos.
Aún unos pocos arguyen que el alcohol es menos
dañino que ingerir otras drogas, como la heroína. Pero
¿hacer algo que es menos dañino mejora la situación?
Este argumento nos conducirla a decir que todo aquello
que no sea lo peor es correcto. Quemar la casa de al­
guien es menos dañino que cortarle ambos brazos, ¿pe­
ro eso lo transforma en un acto correcto?
Algunos defienden el alcohol en base a lo que dice
la Biblia. Según ellos la Biblia no condena la bebida,
sino sólo la embriaguez. Señalan que Jesús bebió, que
Pablo recomendó vino a Timoteo, y que el Antiguo
Testamento contiene alabanzas para el vino. Pero hay
que entender algunos hechos antes de aplicar las de­
claraciones bíblicas a las bebidas alcohólicas.
En primer lugar, las bebidas destiladas de alta gra­
duación alcohólica —como el whisky— no se conocían

74 ¿BUENO O M A LO ?
en los tiempos bíblicos. El vino, hecho con uvas fer­
mentadas, era la bebida utilizada en aquellos tiempos.
Era más bajo en contenido alcohólico que la mayoría
de los licores fuertes actuales. En el mundo antiguo el
agua no era siempre sana para beber; el jugo de uvas
fermentadas era muchas veces más recomendable; en
nuestro tiempo hay agua pura en cantidad. También
el vino y el aceite eran una parte importante de la me­
dicina primitiva; tenemos mucho mejores medicinas
hoy en dia. En los tiempos bíblicos la gente no estaba
sujeta a la propaganda tan poderosa ni a la presión
de la vida urbana moderna—elementos que contribu­
yen al exceso en la bebida y al alcoholismo. En resu­
men, las personas que vivían en el período en que fue
escrita la Biblia encaraban una situación muy dife­
rente a la que se enfrenta hoy en relación con el al­
cohol.
Problemas con las Bebidas Alcohólicas
El alcohol daña a la persona que lo bebe. Aún en
pequeñas dosis afecta al cuerpo y a la mente. La evi­
dencia acerca del deterioro de las células humanas por
el alcohol es cada vez mayor. Las células cerebrales,
por ejemplo, son destruidas, y nunca llegan a reempla­
zarse. El alcohol daña también el estómago, los intes­
tinos, el hígado, los riñones y otros órganos vitales.
Teniendo igualdad en todos los otros aspectos, la sa­
lud de un bebedor no es tan buena como la de un no
bebedor. La posibilidad de vida en el que bebe es me­
nor que en aquel que no lo hace. Esta es la razón por la
cual algunas compañías de seguros ofrecen descuentos
especiales a los abstemios.
El alcohol afecta rápidamente la parte del cerebro
que controla las emociones, el habla y la razón. En al­
gún sentido, el alcohol reduce al bebedor del nivel de
existencia humano al nivel animal. Cuánto más bebe
una persona más pierde el control de sí mismo. La
manera exacta en la cual actúa bajo la influencia del
alcohol dependerá en gran parte de su personalidad.
EL ALCOHOL 75
El alcohol quita las inhibiciones. La gente que bebe
a menudo dice y hace cosas que luego lamenta. Pue­
den llegar a dañar los sentimientos de otro e insul­
tarle. Bajo la influencia del alcohol, un muchacho nor­
malmente pacífico puede llegar a ser ofensivo y co­
menzar una pelea. O también una muchacha puede
permitir a un joven ciertas libertades sexuales a las
que ella no accedería en circunstancias normales.
Muchos accidentes en el hogar, en el trabajo y en
los viajes se deben al alcohol. No tienes que estar bo­
rracho para ser peligroso detrás del volante de un au­
tomóvil. Una pequeña cantidad de alcohol provoca len­
titud en los reflejos y aumenta la posibilidad de un
accidente. Aproximadamente la mitad de los accidentes
fatales involucra a conductores que habían bebido pre­
viamente. ¿No sería terrible tener que vivir con el re­
cuerdo de que has matado a alguien porque estabas
conduciendo bajo la influencia del alcohol?
La sociedad en general sufre a consecuencia del al­
cohol. Los gastos policiales y carcelarios se incremen­
tan por aquellos que se embriagan. Aproximadamente
la mitad de las horas de trabajo de los agentes poli­
ciales se dedican a tratar las ofensas relacionadas con
el alcohol. Los precios de los seguros aumentan consi­
derablemente por el daño causado a la vida y a la pro­
piedad por conductores embriagados. Los negocios su­
fren pérdidas debidas al alcohol: los empleados que be­
ben son ineficaces y pierden días de trabajo. El alcohol
también aumenta los costos de salud y bienestar. ¿No
te parece que tendríamos un mundo mejor si los mi­
llones gastados en las bebidas cada año fueran utiliza­
dos en propósitos constructivos?
Por dondequiera que el alcohol pasa, deja una hue­
lla de lágrimas... un pequeño gimiendo porque su papá
fue atropellado y muerto por un conductor bebido, una
muchacha soltera llorando porque está embarazada, un
joven avergonzado porque su madre es alcohólica, una
familia en la pobreza porque el esposo gasta demasiado
en el alcohol y no pueden pagar sus cuentas, un hom­
bre expulsado de su trabajo porque no pudo contro­

76 ¿BUENO O M A LO ?
larse en la bebida, un estudiante horriblemente desfi­
gurado como resultado de una pelea entre alcohólicos ...
Hacia una Decisión
¿Cómo puede un cristiano saber qué hacer en cuan­
to al alcohol? Los principios establecidos en la Parte I
pueden ofrecerte ayuda al decidir. Por ejemplo, lee el
capítulo 3 y aplica al alcohol las ideas de la mayordo-
mía del cuerpo y la mente. El capítulo 5 también re­
sulta de gran ayuda; relaciona las tres preguntas que
se discuten alli con el alcohol. ¿El alcohol te ayudará
o te dañará? ¿a otros? ¿a la causa de Cristo?
Aunque la Biblia no provee instrucciones específicas
con respecto al alcohol, sí establece lineas de conducta
que son de mucha ayuda. Por ejemplo, una de las más
claras enseñanzas en la Biblia es que debemos amar a
Dios con todo nuestro ser y al prójimo como a nos­
otros mismos. ¿Cómo actúa el llamado a amar, con
respecto al alcohol? Los hechos en cuanto a la bebida
pueden ayudar a contestar a esta pregunta. ¿Cómo
puedes amar mejor a Dios: bebiendo o dejando de ha­
cerlo? Recuerda que el alcohol interrumpe las relacio­
nes con otras personas, incluyendo a Dios, quien es
una persona. Hace que el que bebe sea menos eficiente.
Disminuye la habilidad mental. Hace más lenta la re­
acción física. ¿Crees que Dios se complacerá si le ofre­
ces una persona de segunda clase? ¿Honramos a Dios
cuando abusamos de nuestros cuerpos y mentes?
¿Puedes amar a tu prójimo mejor bebiendo o no
haciéndolo? Recuerda que la gente que bebe está más
predispuesta a destruir la vida de los demás. Las per­
sonas que beben alcohol corren el riesgo de lastimar a
otros en un accidente. Apoyar el uso del alcohol acre­
cienta los problemas sociales, eleva los impuestos, au­
menta los precios de los seguros y daña las empresas.
Aun la persona que toma sola y con moderación con­
tribuye al extendimiento del alcohol. Y la persona que
es moderada en su bebida puede guiar a alguien que no
pueda controlarse en lo que toma, a empezar a tomar
EL ALCOHOL 77
alcohol, y llegar a ser un alcohólico. ¿Son estas formas
de expresar el amor hacia los demás?
A la luz del propósito de Dios para tu vida y las
verdades en cuanto al alcohol: ¿qué sientes que debes
hacer al respecto? ¿Qué crees que demanda el nivel
de vida cristiano?
A LC O H O L

Capítulo 11
OTRAS DROGAS
Diana era una joven hermosa, brillante y popular.
Provenía de un hogar feliz. Su padre tenía una buena
posición económica. Ella tenía un departamento pro­
pio y un futuro promisorio. Sin embargo, la presión
para que experimentara con drogas era muy grande,
y comenzó a tomar LSD. Las alucionaciones fueron in­
controlables. Diana le dijo a su hermano que pen­
saba que había perdido la razón. La experiencia con
drogas finalizó llevando a Diana a la muerte—el sui­
cidio.
Jaime era un muchachito muy débil de una villa
miseria. Su familia era muy pobre. El lugar donde vi­
vía era sucio y lleno de ratas. El ruido y la violencia
llenaban sus días. La mayoría de la gente que conocía
frecuentaba las drogas. De esa manera él también co­
menzó a tomarlas. Pronto ya se inyectaba heroína. Un
día Jaime fue encontrado muerto. . por una sobre­
dosis. Tenía sólo doce años.
Las drogas atrapan a jóvenes de familias ricas y po­
bres, desde niños en edad escolar a universitarios, de
hogares buenos y malos, en grupos en las ciudades o
en los suburbios. El mayor número es de las ciudades,
pero también en las áreas rurales hay quienes abusan
de las drogas. Unos jóvenes envueltos en el uso de dro­
gas sí saben a lo que están llegando; la mayoría no
lo sabe. Lo que comienza como una fiesta muy diver­
tida a menudo finaliza en una tragedia.
Algunos jóvenes son introducidos al uso de las dro­
gas por alguno que los engaña poniendo una dosis en
su comida o bebida. Los vendedores de drogas harán
— 79 —

80 ¿BUENO O M A LO ?
cualquier cosa por aumentar el número de los adictos.
Mentirán y recurrirán al engaño y a la violencia.
¿Qué sabes acerca de las diferentes clases de dro­
gas que hay disponibles? ¿Conoces de dónde provie­
nen? ¿Conoces sus efectos sobre las personas? ¿Qué
puedes esperar si te ves envuelto en su uso? Este capí­
tulo puede ayudarte a tratar con el problema de las
drogas proveyendo una guía para responder preguntas
como esas.
Una droga es un compuesto químico capaz de pro­
ducir un cambio mental, físico o emocional en una per­
sona. Las drogas prestan un servicio a la humanidad
en muchas maneras. En las manos de un médico com­
petente pueden ser útiles para tratar enfermedades fí­
sicas, mentales y emocionales. Pero se puede abusar
de ellas. El abuso en las drogas se produce cuando se
toman pero no para un propósito médico o científico.
Hay diferentes tipos de drogas de las que a menudo se
abusan.
Drogas Inhallables
Los jóvenes han utilizado una tremenda variedad
de materiales para provocar reacciones mentales y emo­
cionales anormales. Por ejemplo, algunos jóvenes han
probado inhalando goma de pegar, “thinner” remove-
dor de pintura, laca y nafta. Todos estos artículos son
fáciles de obtener y de bajo costo. La mayoría de los
que los utilizan los consideran sanos, pero no lo son.
El primer efecto de un solvente inhalable es un
sentido de aturdimiento, atontamiento y suave intoxi­
cación. Si la inhalación continúa sobreviene una tor­
peza en el habla, doble visión, somnolencia y falta de
coordinación. Pueden traer como resultado la incons­
ciencia, el estado de coma y aun la muerte. Algunas
personas han cometido actos de violencia bajo la in­
fluencia de estos solventes inhalables.
La repetida inhalación de solventes puede dañar el
físico. Un médico hizo la lista de los posibles órganos
dañados: riñones, hígado, cerebro y médula espinal. ES­
OTRAS DROGAS 81
to último puede resultar en una anemia deformativa,
enfermedad sanguínea mortal. Los solventes inhala-
bles son la tarjeta de presentación para los vendedores
de drogas, quienes prometen después efectos mayores.
Alucinógenos
Los alucinógenos, o llamadas drogas de declinación
mental, han atraído mucho la atención. La marihuana
está en esta clase, y ya ha sido tratada en un capítulo
separado. Incluidas en este grupo están el LSD (ácido
lisérgico), peyote, mescalina, DMT y otras.
El alucinógeno más ampliamente usado es el LSD,
más conocido como ácido lisérgico. Es incoloro, inodoro
e insípido. Una dosis muy pequeña es capaz de efectos
extremos. El LSD se toma en varias maneras: con te­
rrones de azúcar, en masas o galletitas, o en forma de
píldoras.
Los efectos del LSD varían de acuerdo a la dosis y
a la personalidad del adicto. Básicamente la droga afec­
ta el sistema nervioso central, produciendo cambios en
el estado de ánimo y el comportamiento. El adicto
hace un “viaje” que usualmente dura entre cuatro y
doce horas, pero que en algunos casos puede durar va­
rios días. Las experiencias del “viaje” difieren según
el individuo, pero hay algunas que son comunes: los
sentidos se agilizan e iluminan; se aprecian sonidos y
colores diferentes; los objetos fijos parecen respirar;
los cuerpos, incluyendo el del adicto al LSD aparecen
en formas raras y horribles; el temor y el sentido de
aislamiento son muy fuertes.
Los efectos del LSD sobre el adicto después del “via­
je” varían ampliamente. Algunos sufren desórdenes
mentales duraderos. Muchos acusan defectos de perso­
nalidad en maneras exageradas. Varios intentan sui­
cidarse. En algunas personas se activa la enfermedad
mental que tenían latente. Una de las características
más terribles del LSD es que el “viaje” puede comen­
zar semanas o hasta meses más tarde, sin haber to­
mado la droga nuevamente; el adicto literalmente pier­
de el control de su mente.

82 ¿BUENO O M ALO?
También hay evidencia de que existe un daño en
la estructura cromosomática. Esto puede traer por re­
sultado nacimientos defectuosos en niños cuyos padres
han tomado LSD. Nadie sabe con seguridad cuáles van
a ser los efectos de largo alcance. Como dijo un doctor:
“El uso del LSD sin supervisión médica es análogo a
jugar a la ruleta rusa química.”
Amfetamínas y Otros Estimulantes
Este otro grupo de drogas estimula directamente
el sistema nervioso central. El estimulante más usado
es la cafeína, un ingrediente en el café, té, cola y otras
bebidas. La cocaína es otro miembro de este grupo. Las
drogas más seriamente abusadas en esta categoría son
las amfetaminas.
Las amfetaminas producen vivacidad, la aptitud de
pasar largos períodos sin dormir y de aumentar la ac­
tividad. No producen dependencia física. Pero se des­
arrolla la tolerancia y es necesario aumentar la canti­
dad de la droga, lo que puede causar efectos muy ra­
ros. Una sobredosis a menudo trae como resultado tor­
peza en el habla, traspiración abundante y convulsio­
nes. Algunas veces ocurren desórdenes mentales serios.
La persona se puede sentir perseguida, o tener la sen­
sación de estar cubierta por insectos horribles.
Una droga muy abusada, que está relacionada quí­
micamente con las amfetaminas, es la metamfetamina.
Los que la utilizan llegan a tolerarla rápidamente, lo
cuál les lleva a usar dosis peligrosas. Los grupos de hip-
pies comprendieron rápidamente el peligro de esta dro­
ga y dejaron de usarla.
Algunos jóvenes toman amfetaminas para ayudarse
a estudiar durante largos períodos, o para conducir en
su automóvil grandes distancias sin quedarse dormidos.
Conducir tomando amfetaminas puede resultar peli­
groso, pues ha llevado a muchos accidentes fatales. Las
personas que seriamente abusan de estas drogas, algu­
nas veces cometen actos violentos y crímenes bajo su
influencia.
OTRAS DROGAS 83
Barbitúricos y Otros Sedativos
Otra rama de la familia de las drogas incluye a los
sedativos y tranquilizantes. El alcohol, tratado en un
capítulo anterior, es parte de este grupo y causa más
problemas que cualquier otra droga. Luego del alcohol
el grupo de drogas más abusado en esta categoría es
el de los barbitúricos, conocido también como “píldo­
ras para dormir”. Estas drogas tienen muchos usos mé­
dicos legítimos; pero muchas veces se abusa de ellas.
El abuso de los barbitúricos trae diversos resulta­
dos: problemas eu el habla, falta de equilibrio físico y
modales bruscos. Bajo la influencia de esta droga la
persona puede estar extraviada en sus emociones y su­
frir delirios, alucinaciones y juicios dispares. Una sobre­
dosis lleva a la muerte. Mucha gente se ha matado ac­
cidentalmente, mezclando alcohol y barbitúricos. Dado
que ambos son depresivos, se puede ingerir una dosis
mortal sin que la víctima se de cuenta del peligro. El
cuerpo desarrolla una tolerancia hacia los barbitúricos,
y se requiere una dosis cada vez mayor para obtener
el mismo efecto. Después de usarse en grandes cantida­
des, se llega a una dependencia física. El abandono
repentino de la droga acarrea serios peligros y aún
llega a causar la muerte.
Una persona que ingiere barbitúricos es un peligro,
no sólo para sí mismo, sino también para los demás.
Aunque muchas veces el abuso de los barbitúricos es el
causante de asaltos violentos, el problema más común
es el de los accidentes automovilísticos. Una persona
bajo los efectos de los barbitúricos es un conductor
peligroso.
Narcóticos
Algunas personas hablan de todas las drogas como
narcóticos, pero realmente estos forman una rama de
esta gran familia. Un narcótico es una droga que pro­
duce atontamiento, es un depresivo. Narcóticos son la
morfina, la heroína, la codeína, la meperidina, la me-

84 ¿BUENO O M ALO?
tadona y otros. En algunos lugares se incluyen también
la cocaína y la marihuana, aunque no son verdaderos
narcóticos. De todas maneras ambas son muy peligrosas.
El narcótico más usado para propósitos extra-medi­
cinales es la heroína. Este polvo se puede utilizar por
vía oral, nasal o inyectándose en las venas. Produce
varios efectos: apatía, somnolencia, disminución en el
apetito y los impulsos sexuales, empeoramiento en la
actividad física y mental. El uso repetido de la heroína
conduce a la dependencia física. De igual modo, se ne­
cesitan dosis cada vez mayores para producir el mismo
resultado.
Una vez que la persona es atrapada, se desespera
para conseguir dinero para adquirir las drogas. Si no
puede conseguir una “medida” (una dosis de la droga),
entra en una situación llamada “retiro” . En este estado
el adicto sufre dolores terribles—ardor en los ojos, es­
calofríos, retorcijones, diarrea e insomnio. El dolor du­
ra varios días y usualmente es seguido por una severa
depresión. La ayuda médica puede aliviar algunos de
los dolores en este estado de “retiro”, pero igualmente
es una experiencia terrible.
El adicto evita el horror de este estado de “retiro”
con una dosis de la droga. Pero a medida que inyecta
más heroína en su cuerpo, más lo destruye. La heroína
es mortal. Para algunos la muerte sobreviene repentina­
mente por una sobredosis. Para otros, su destino es
estar muertos en vida. Aunque la sensación inicial
de la droga pueda ser placentera, el efecto a largo al­
cance será dolor y sufrimiento.
Una y otra vez los adictos se inyectan la droga. La
falta de esterilización conduce a menudo a horribles
llagas y úlceras en la zona de la inyección. Dentro de
sus cuerpos, la heroína les quita el apetito; como re­
sultado hay desnutrición y debilidad. El deseo sexual
también decae. La heroína les quita el interés en otra
gente, y llegan a ser egoístas en extremo. La heroína
afecta el toser y de esta manera los pulmones del adic­
to se llenan de mucus. La falta de sensibilidad al dolor
OTRAS DROGAS 85
puede conducir a quemaduras, infecciones y contusio­
nes serias. Un problema constante es la constipación.
No es nada sorprendente que pocos adictos a los narcó­
ticos vivan hasta una edad avanzada.
La heroína es una droga ilegal. No es lícito impor­
tarla o manufacturarla. A menudo está vinculada con
las organizaciones criminales. Los miembros de estas
organizaciones son los responsables de la introducción
de la heroína en la mayoría de los países. Las ganan­
cias son inmensas, pues sólo se la consigue a precios
elevadisimos. Como muchos adictos no pueden mante­
ner sus trabajos, a menudo roban para asegurarse el
dinero necesario para comprar las dosis. Muchas mu­
jeres mantienen su dependencia a la droga entregán­
dose a la prostitución. Los narcóticos están unidos de
diversas maneras a las actividades ilícitas.
A la Luz de los Hechos
A la luz de los hechos, ¿qué harás en relación al
uso de drogas? Las presiones para utilizar las drogas
que se han descripto en este capítulo son semejantes
a las referidas al alcohol, la marihuana y el tabaco. La
mayoría son fácilmente obtenibles. Otros jóvenes las
usan y te animarán a utilizarlas también. El deseo de
ser igual a los demás, de experimentar con algo nue­
vo, de rebelarte contra la autoridad de los adultos, pue­
de empujarte a probar las drogas.
Hay muchos argumentos presentados en defensa
del uso de drogas, tales como: “No acuses si no lo has
probado”, “No sabrás lo que es vivir hasta que no la
pruebes.” “Los adultos están mintiendo cuando hablan
del peligro de las drogas.” “Hoy todos utilizan drogas
en una u otra manera.” “Usar drogas es un asunto per­
sonal; no importa a otros sino a ti.” ¿Cuál es la debili­
dad que notas en cada uno de estos argumentos?
La presión hacia el uso de drogas es permanente.
Para hacer una decisión cristiana responsable, quizás
te ayuden estas preguntas:
¿Me daña o me ayuda el usar drogas? ¿Físicamente?

86 ¿BUENO O M A LO ?
¿Mentalmente? ¿Emocionalmente? ¿Espiritualmente?
¿Ayudará o dañará a mis padres? ¿A mis amigos?
¿A la gente que ni aún conozco?
¿Me ayudará o me impedirá en un esfuerzo por
hacer un mundo mejor? ¿En el desarrollo de mis ta­
lentos y habilidades? ¿En mi vocación? ¿En mi vida
familiar?
A la luz de los hechos ¿son válidas las razones
dadas para usar drogas?
Las normas bíblicas del amor a Dios, al prójimo y
el amor hacia uno mismo, ¿señalan hacia la utilización
o hacia el rechazo de las drogas?
Capítulo 12
TABACO
De acuerdo a las estadísticas, el tabaco parece ser
un asunto muy importante para los jóvenes. Reciente­
mente se ha hablado mucho acerca del tema. Dado
que el principal uso es el del cigarrillo, la mayoría de
lo dicho tiene que ver con el mismo. Probablemente
conozcas mucho acerca de fumar cigarrillos. Prueba tu
conocimiento con las siguientes preguntas:
Verdadero Falso
1. El cigarrillo no daña a los jó­
venes.
-----------------------
2. Los filtros dan “seguridad” al
cigarrillo. ------------
---------
3. La mayoría de los médicos no fu­
man. ------------
---------
4. Cuánto más cigarrillos fumas,
mayor es el riesgo que corres. ------------ ---------
5. Es discutido si los cigarrillos son
dañinos o no. ------------ ---------
6. El cáncer de pulmón es la única
enfermedad asociada con el ci­
garrillo.
------------ ---------
7. Los jóvenes pueden quitarse el
vicio más fácilmente que los adul­
tos que han fumado por largo
tiempo. ------------ ---------
El conocimiento de la realidad acerca del tabaco
te ayudará a responder estas preguntas y hacer una
decisión correcta acerca del hábito de fumar.
— 87 —

88 ¿BUENO O MALO?
La Presión Es Grande
Los jóvenes reciben mucha presión para fumar.
Probablemente sientas algunas de estas presiones. Es
mucho más probable que una persona fume si sus pa­
dres y amigos fuman; hay una presión sutil a unirse.
Las propagandas presentan el fumar como una prác­
tica agradable, aún hermosa, y de esa manera apela
mucho más al público.
Algunos jóvenes sienten que fumando ya no son
más niños. Muchos muchachos creen que los hace
aparecer más masculinos. Pitar un cigarrillo puede
también satisfacer el instinto de succión que se trae
desde la infancia, pues fumar es muy semejante a suc­
cionar un chupete.
Si una persona comienza a fumar es muy probable
que continúe. Algunos fuman unos pocos cigarrillos y
no adquieren el hábito. Pero la mayoría no puede li­
mitarse a unos pocos cigarrillos. El hábito es adquirido
rápidamente y fumar llega a ser una parte de la rutina
diaria. La investigación revela que una persona que co­
mienza a fumar unos pocos cigarrillos en la adoles­
cencia es muy probable que llegue a ser un fumador
habitual. La mejor manera de evitar ser atrapado por
el cigarrillo es no probar nunca uno.
Fumar Es Dañino
Algunos creen que fumar es algo insignificante. Sin
embargo, los principales organismos gubernamentales
encargados de la salud en los distintos países con­
sideran que es un problema mayor. Los estudios cien­
tíficos muestran, más allá de cualquier duda razona­
ble, que fumar es dañino para la salud. Los médicos
saben que fumar es pernicioso para la salud.1
1N. del T. En los Estados Unidos más de 100.000 médicos de­
jaron de fumar inmediatamente que fueron publicados los
estudios especiales acerca del cigarrillo y su incidencia so­
bre la salud.
TABACO 89
El hábito de fumar está estrechamente relacionado
a varias enfermedades de los pulmones y la garganta.
La llamada “tos del fumador” es una evidencia de la
irritación que provoca el tabaco en las vías respirato­
rias. La bronquitis crónica, una enfermedad en la cual
la víctima a menudo tiene conmociones que lo llevan a
la muerte, ocurre principalmente entre los que fuman.
El cáncer en la boca es más frecuente entre los fu­
madores que entre los que no fuman. El tratamiento
para este tipo de cáncer requiere una operación por la
cual se extirpa parte de la zona bucal, quedando un
aspecto horrible en la cara. El cáncer de pulmón es diez
veces más frecuente entre los fumadores habituales que
entre los que nunca han fumado. Para aquellos que
fuman dos paquetes por día el promedio se eleva veinte
veces más.
Los cigarrillos están íntimamente ligados a las en­
fermedades del corazón. Los promedios de muertos por
ataques cardíacos en los hombres son de cincuenta a
doscientos por ciento más altos entre los que fuman
que entre quienes se abstienen. La variación depende
de la edad y la cantidad de cigarrillos fumados. Las
alteraciones en el sistema circulatorio son más frecuen­
tes entre la gente que fuma. A veces la circulación se
corta de tal manera que debe llegar la amputación
de los dedos de las manos o los pies, o miembros en­
teros del cuerpo.
„ Los fumadores padecen muchos más problemas de
salud que los que no fuman. La úlcera estomacal y la
cirrosis hepática son de las más comunes. Al parecer,
el proceso de recuperación después de una enferme­
dad es más lento en aquellos que fuman. Los fuma­
dores se enferman más seguido, soportan más restric­
ciones debidas a la mala salud y deben guardar cama
por más tiempo que quienes no lo hacen.
Las enfermedades relacionadas con el cigarrillo
acortan el promedio de vida. El promedio de mortalidad
es más alto entre los que fuman que entre los que
no lo hacen. Quienes fuman tienden a morir más jó­
venes que aquellos que se abstienen. Las enfermedades

90 ¿BUENO O M A LO ?
y la muerte relacionadas al cigarrillo varían de acuer­
do a tres factores: cuándo se comenzó a fumar, cuán­
tos cigarrillos consume diariamente, y si se inhala o
no el humo. Una persona que comienza inhalando uno
o dos paquetes de cigarrillos por día cuando todavía es
menor de veinte años, es muy propensa a contraer en­
fermedades serias y dolorosas, y a morir joven. Por
ejemplo, el promedio de mortalidad de personas que
empiezan a fumar a los quince años es el doble que
el de aquellos que nunca fumaron.
El daño causado por el cigarrillo es muy costoso.
Por las enfermedades provocadas por el mismo se pier­
den muchos días de trabajo. La gente que fuma pier­
de más tiempo en su trabajo que los que no lo hacen.
La muerte prematura de trabajadores resulta también
muy costosa dado que otros deben ser entrenados pa­
ra tomar su lugar.
A la cuenta del tabaco deberían agregarse los cos­
tos del mantenimiento de la salud. De acuerdo al Ser­
vicio de Salud Pública de los Estados Unidos, por ejem­
plo, se pueden aportar los siguientes datos: al tabaco
se deben un millón de casos de bronquitis crónica, 1,8
millón de casos de serias infecciones respiratorias, un
millón de casos de úlcera péptica y 300.000 casos de
ataques cardíacos. El gran incremento en el cáncer de
pulmón parece estar relacionado con el cigarrillo. Las
facilidades de atención médica, ya de por sí colmadas,
se tornan más difíciles debido a estas enfermedades.
El tabaco es dañino y costoso de muchas otras ma­
neras. El cigarrillo mancha los dientes y dedos, el humo
contamina el aire, la ropa y los muebles se impregnan
de olor. Muchas veces se han provocado incendios en
bosques, casas, ropas, edificios, por el fuego comen­
zado por los fósforos y cigarrillos tirados por fuma­
dores. De esta manera, agregados a las decenas de mi­
les que mueren por las enfermedades provocadas por
el tabaco, otros mueren quemados en estos incendios.
Cualquiera Puede Dejarlo
Puede resultar difícil, pero cualquiera que realmen-
TABACO 91
te desea dejar de fumar puede hacerlo. Cuánto más
fuma una persona más difícil se le hace dejar de ha­
cerlo. Por ejemplo, un joven puede abandonar el há­
bito más fácil que un adulto que ha estado fumando
por años. Pero cualquiera puede parar.
En la persona que fuma se va desarrollando una
dependencia hacia el tabaco. A algunas personas el fu­
mar les alivia los nervios y afloja las tensiones. Puede
hacer que algunos se sientan más equilibrados. Ade­
más da al fumador algo que hacer con sus manos. Re­
sulta fácil ver como un fumador va aumentando su
anhelo por los cigarrillos. Se necesita una determina­
ción firme y mucha fuerza de voluntad para romper
con el hábito.
Vale la pena dejar de fumar, cualquiera sea su
costo. La persona logrará al hacerlo muy buenas recom­
pensas. Mejorará su sentido del gusto y del olfato; la
comida tendrá mejor sabor. Si ha estado fumando en
secreto puede dejar de ser deshonesto. Se sentirá me­
jor y sus dientes brillarán más.
Ahorrará dinero: el dinero usado en cigarrillos pue­
de utilizarse en cosas más valiosas. Un fumador medio,
entre moderado y crónico, en un período promedio de
vida, gastará en cigarrillos una cantidad de dinero
igual al costo de una casa grande, o docenas de viajes
a otros países, o una educación en la mejor universi­
dad, o varios automóviles último modelo.
También mejorará su rendimiento en el deporte y
. los estudios. El fumar hace que el rendimiento de un
atleta sea menor. Esta es la razón por la cual los me­
jores preparadores y deportistas están en contra del
cigarrillo. El atleta que sobresale aun fumando, puede
hacer mucho más si no fuma. Y dado que el tabaco
reduce la habilidad mental se disminuye el rendimien­
to en el estudio.
La persona que deja de fumar mejora en su salud.
Aunque haya estado fumando por mucho tiempo, de­
jar de hacerlo es mejorar su salud. El cuerpo humano
tiene la capacidad de eliminar elementos tóxicos. Si
se le da la oportunidad puede curar mucho del daño

foto por H .M .Lam bert
TABACO 93
producido por el tabaco. Cuando una persona aban­
dona el cigarrillo aumenta sus perspectivas de vivir
más y mejor. Luego de unos diez años, el promedio de
vida de las personas que han dejado de fumar es casi
el mismo que el de aquellos que nunca han fumado.
Dejar de fumar puede también mejorar las relacio­
nes con los demás. Frecuentemente el hábito es mo­
lesto para algunos. A muchos les desagrada tener sus
ropas, coche y casa viciados con el olor del tabaco. El
cigarrillo quema alfombras, muebles, ropas, y esto no
sólo cuesta dinero, sino también amistades.
Algunos, en lugar de abandonar el hábito, tratan
por otros medios de quitar el daño que produce el ta­
baco. Muchos usan cigarrillos con filtro. Otros redu­
cen el número de cigarrillos a fumar por día. Algunos
sólo fuman una parte del cigarrillo. Ninguna de estas
prácticas tan comunes, elimina el peligro del fumar.
La nicotina y otras sustancias perniciosas siguen en­
trando al cuerpo. La mejor manera de prevenir el daño
es no fumar nunca. La segunda manera es dejar de
hacerlo.
Piensa Acerca de Esto
¿Cuál piensas que es la respuesta correcta hacia el
tabaco a la luz de estos hechos? Repasa las preguntas
al principio del capítulo y examina si las has respon­
dido correctamente. Las respuestas se encuentran en
este capítulo. Aparte del cuestionario de verdadero y
falso, hay otras preguntas que te ayudarán a pensar
acerca del tabaco:
¿Por qué motivo la gente fuma? ¿Son razones su­
ficientemente fuertes para justificar el hábito a la luz
de los hechos expuestos?
¿Cómo te dañas a ti mismo cuando fumas?
¿Por qué motivo los entrenadores destacados no quie­
ren que sus atletas fumen?
¿Piensas que darás lo mejor a Dios si fumas?
¿En qué maneras puedes dañar a otros cuando fu­
mas?

94 ¿BUENO O M A LO ?
¿De qué manera se relaciona el concepto cristiano
de la mayordomía con el hábito de fumar?
¿Qué argumentos se pueden dar en defensa del ci­
garrillo? ¿En oposición al hábito de fumar?
¿Qué razones distintivamente cristianas se pueden
dar para no fumar?
Cuando alguno te ofrezca un cigarrillo o te presione
a fumar, recuerda: cualquiera puede decir si, pero es
valiente decir que no. Y que la época más peligrosa pa­
ra comenzar a fumar es la juventud.
Capítulo 13
JUEGOS DE AZAR
En muchos países se gasta más dinero en los juegos
de azar que en la educación, el cuidado médico o la
religión. Cada año se incrementa la cantidad de di­
nero usado en las apuestas. El juego de azar no es algo
insignificante, puesto que millones de jóvenes se en­
cuentran envueltos en él.
Como tú sabes muchos jóvenes hacen apuestas in­
cidentales sobre los resultados de los encuentros de­
portivos, o juegan a las cartas por pequeñas sumas de
dinero; pero hay otros que se envuelven más en el
problema apostando en las carreras de caballos, com­
prando billetes de lotería, jugando en las máquinas
tragamonedas o frecuentando los casinos.
¿Por Qué el Juego de Azar?
¿Por qué la gente juega? Las razones difieren de
una persona a otra. Algunos juegan porque sus amigos
los llevan a hacerlo; antes de ser dejados de lado, o
ser objeto de burla acceden a su insistencia. Cuando
todos los demás en el grupo están de acuerdo en
apostar para pagar alguna bebida o jugar a las cartas
por cierta suma de dinero, es muy dificil no participar.
Otros juegan porque es algo muy excitante y di­
vertido. Sienten que al haber dinero de por medio, el
juego se torna más interesante. La persona que gana
se siente feliz. Sin embargo, quienes pierden general­
mente sienten enojo o depresión. Pero aunque se gane
o se pierda, la emoción sigue creciendo. Es fácil ver
por qué la persona que está aburrida recurre frecuente­
mente a los juegos de azar para conseguir excitación;
— 95 —