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I. En dónde estamos
El Plan Nacional de Desarrollo en el apartado de Política Social, señala que
dentro del reto de la salud, “El gobierno de la república tiene el compromiso
de seguir desarrollando los sistemas de salud”, así mismo plantea como
compromiso con la salud el que “para hacer realidad la democratización de
la atención de la salud, México debe contar con un sistema al que tengan
acceso todos los mexicanos, independientemente de su capacidad de pago;
que responda con calidad y respeto a sus necesidades y expectativas; que
amplíe sus posibilidades de elección; que cuente con instancias sensibles y
eficaces para la presentación de quejas, y con mecanismos de participación
en la toma de decisiones. Democratizar es, en suma, construir un sistema
de, por y para la gente”.
Los sistemas de salud a nivel mundial se encuentran en permanentes
procesos de reforma y adecuación hacia nuevas realidades epidemiológicas,
sociales y económicas. La tendencia es buscar el modelo más eficiente
posible que considere aspectos de equidad, acceso universal a la atención a
la salud y contención de costos con altos niveles de calidad.
No existe en ninguna parte del mundo, una fórmula o un modelo de atención
a la salud perfecto, que pueda ser extrapolado a otro país de manera idéntica
al de su país de origen, máxime cuando se trata de países con desarrollo
económico muy diferente.
Cualquier modelo nuevo que se defina tendrá ventajas, pero también
seguramente arrojará sus inconvenientes; la idea es buscar aquel modelo
sustituto que supere en ventajas al anterior (acceso, calidad, equidad,
eficiencia), logre que las desventajas sean menores (inaccesibilidad, baja
calidad, inequidad e ineficiencia) y dentro de una realidad financiera que
establezca mecanismos de contención de costos, pero también de
incrementos presupuestales, sobre todo con el fin de lograr ajustes en los
rezagos, pero que en el largo plazo deben ser concordantes con el
crecimiento económico del país.
En México, a partir de la década de los cuarenta se empezó a desarrollar un
Sistema de Salud fragmentado que divide a la población en dos subsistemas,
el de asegurados y el de no asegurados, y dentro de estos dos también
subdivisiones múltiples de acuerdo al tipo de institución o sector prestador
del servicio: Debido a lo anterior, a mediados de los años ochenta se hizo un
esfuerzo por crear un modelo de atención a la salud para la población abierta
(MASPA) que pudiese dar cierta homogeneidad y orden a la atención de la
población no asegurada, es decir la más pobre; este modelo fue sujeto a una
revisión para impulsar el segundo esfuerzo del federalismo una década
después.
México debe contar con un sistema
al que tengan acceso todos los
mexicanos, independientemente de
su capacidad de pago; que
responda con calidad y respeto a
sus necesidades y expectativas;
que amplíe sus posibilidades de
elección; que cuente con instancias
sensibles y efectivass para la
presentación de quejas, y con
mecanismos de participación en la
toma de decisiones.
Buscar aquel modelo sustituto que
supere en ventajas al anterior
(acceso, calidad, equidad,
eficiencia), logre que las
desventajas sean menores
(inaccesibilidad, baja calidad,
inequidad e ineficiencia) y dentro
de una realidad financiera, que
establezca mecanismos de
contención de costos, pero también
de incrementos presupuestales.