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debe valorarse la re -
lación que propone
entre los dos elemen -
tos de la metáfora, su
originalidad y capa -
cidad de sugerencia.
Un ejemplo puede ser
la película Gritos y
susurros, de Ingmar
Bergman, en la cual
hay que entrar en la
metáfora del sintag -
ma nominal para en -
tender qué quiso sig -
nificar el autor.
Para el caso de pe -
lículas en lengua
extranjera, se debe
valorar la pertinen -
cia de la traducción
con que la película
ha llegado a nuestra
lengua, si es eficaz di -
cha traducción, cuál
podría haber sido el
motivo para alterar el
original.
Un ejemplo puede ser
la película que llegó
a la lengua castella -
na con el título de
Tiempos violentos,
de Quentin Taranti-
no. Su título original
fue el de Pulp Fiction,
que en una traduc-
ción literal indicaría
algo así como ficción
barata pero que en la
traducción se enri -
quece y plantea una
relación muy cercana
con la esencia del fil -
me.
último que aparece
en la pantalla una vez
se acaba el filme. El
cierre de dicha pe -
lícula es un plano
abierto, claro, con
los personajes pro -
tagonistas en escena
de descanso, una es -
pecie de paraíso que
se va afect ando con
el tran scurso de la
historia. Es un cierre
muy eficaz porque,
en verdad, es el co -
mienzo de la historia,
el estado de felicidad
que se rompe una vez
sobreviene la tragedia
nocturna. Igual ocu -
rre con la película Un
cuento chino, de Se -
bastián Borensztein,
en el cual la imagen
de una vaca al co -
mienzo y al final cie -
rra el ciclo propuesto
en la historia. Un jui -
cio sobre esta estrate-
gia de inicio y cierre
revela que la vaca que
cae del cielo en el
primer plano es una
vaca de infortunio,
que separa a una pa -
reja debido a la des -
gracia, mientras q
u
e
la vaca que ordeñan
al final es una vaca
de unión, pues es cla -
ra su función como
símbolo. De esta for -
ma, el cierre comple -
menta el ciclo zo y
no se erige como una
elección puramen-
te anunciado al co -
miencaprichosa. Acá
doras?
Lo mismo ocurre con
los encuadres, esa
parcela de ‘realidad’
que el director decide
incluir en sus planos.
Por ejemplo, cuando
en las películas del
neorrealismo italia -
no se muestran las
ciudades destruidas
luego de la Segunda
Guerra. ¿Qué sentido
tiene haber mostrado
esto? ¿Por qué selec -
cionar un escenario
derruido para que los
encuadres lo deta -
llen?
En cuanto al valor
de los planos, anali -
zar el valor estético
del plano en sí mis -
mo y la cantidad de
contenido que puede
ofrecer al espectador.
El primer plano rei -
terado del rostro de
Jack Nicholson en El
resplandor , de Stan -
ley Kubrick, es un
vivo ejemplo de todo
lo que un buen plano
puede lograr. En las
angulaciones de la
cámara hay que sa -
ber apreciar lo que un
picado o un contra-
picado pueden ofre -
cer como símbolo de
algo que no se puede
decir de otra manera.
En El gran dictador,
de Charles Chaplin,
el plano en picado
desde los ojos de un
Mussolini que obser -
va a Hynkel evidencia
che en la Tierra , de
Jim Jarmusch, en la
cual cada relato fun -
ciona por separado,
pero se articula a la
idea general del fil -
me. Otra forma es
mediante los planos
paralelos, es decir,
historias que se van
desarrollando parale -
lamente, sin aparen-
te conexión entre sí,
hasta cuando aparece
la clave de su víncu -
lo, algo muy visto
en el cine contem -
poráneo en historias
como Amores perros
y Babel, ambas de
Alejandro González
Iñárritu. La regla de
oro en esta técnica,
desde luego, es que
las historias se vin -
culen, así sea en el
subtexto. La otra téc -
nica, muy frecuente,
es el relato enmarca-
do por la presencia
de un flashback, un
retorno intempestivo
hacia el pasado para
entender el presente
de la historia. Pelí -
culas como Milagros
inesperados, de Alan
Curtiss, o La leyen -
da del pianista del
océano, de Giussep -
pe Tornatore, propo -
nen un inicio en un
tiempo presente y la
voz de un personaje
propone el viaje hacia
ese pasado que atra-
viesa todo el filme.
En todos los casos
evidenciado. Anali -
zar, por ejemplo, la
contundencia de las
canciones que Björk
interpreta en Baila -
rina en la oscuridad,
de Lars Von Trier, la
sobre-excitación que
produce la intensidad
de estas canciones en
la voz de la islandesa.
Igual, con el tema mu -
sical que acompaña
el ritual sensual de la
bailarina de Exótica ,
de Atom Egoyan, una
danza siempre reali -
zada con el acompa -
ñamiento de la voz
de Leonard Cohen y
su tema “Everybody
knows”, el cual re -
fuerza la sensualidad
en el bar.
A veces, sin necesi -
dad de sonidos, el
relato discurre muy
bien. Un ejemplo
son las largas lagu -
nas, momentos sin
voz en Silencio, de
Bergman, o los ten -
sos instantes de to -
tal incomunicación
entre el chino Jum y
Roberto en Un cuen -
to chino. Estas dos
películas demuestran
la eficiencia de no de -
cirlo todo, de a veces
dejar que el drama
se silencie para evi -
denciar que no sólo
las palabras generan
conflictos entre seres
humanos.
El cine iraní, el que
está en manos de Ma
te ingenuo o cándi -
do, encierra su buena
carga de ideología, de
intención adoctrinan-
te.
Una buena muestra
de esto es la enorme
cantidad de filmes
antisoviéticos es -
trenados durante la
Guerra Fría, en los
cuales Estados Uni -
dos lanzaba su credo
capitalista occiden -
tal. Más allá de los
puños o los golpes
de un Chuck Norris o
un Silvester Stallone
estaba la viva inten -
ción de hacer creer
al mundo que los
soviéticos eran unos
monstruos antedilu -
vianos y los gringos
unos bellos ciudada -
nos defendiendo una
patria herida.
Siempre, al final de
una buena película,
queda esa sensación
de que algo se nos
ha dicho, de que la
anécdota y la mane -
ra de contarla no han
sido meros caprichos
de un director deter -
minado sino una ma -
nera, otra, de querer
sensibilizarnos por
alguna orilla de nues -
tra humanidad. Po -
der acceder a estos
temas que propone el
director, a una forma
peculiar de entender
y apreciar el univer -
so, es quizás arribar
al sentido último para
el cual se hace y se ve