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Entonces, queda claro que conocerse y cuidarse a sí mismo, es cuidar nuestra
propia alma. En consecuencia, de su descubrimiento, Sócrates inventó la personalidad
moral e intelectual, sobre la cual Europa fue construida.
1.5.1.2 La virtud. Para comprender la virtud según Sócrates, debemos saber que los
griegos lo llamaban areté, que significaba lo que hace que una cosa sea buena y perfecta
en lo que debe ser. Entonces la virtud del hombre es lo que hace que el alma sea lo que
debe ser por naturaleza, o sea, buena y perfecta, no puede tender más que a saber lo que
debe hacer o lo que debe ser, eso es la virtud misma. Posteriormente, este sería el principio
de la ética socrática.
Pues bien, como sabemos, Sócrates concibe al hombre como un ser capaz de
pensar y razonar por el alma que posee, Abbagnano (1973), menciona que, “la mayor parte
de los hombres, creen que sabiduría y virtud son dos cosas distintas […] Pero para
Sócrates, una ciencia que sea incapaz de dominar al hombre, no le parece que sea ciencia.”
(p. 60). Dándonos a entender que, si el hombre cae ante impulsos negativos, es porque
sabe o cree saber qué obrar para su bien o mal, una decisión equivocada es fruto de la
ignorancia, más la virtud, no es la negación de la vida humana, de hecho, es esta misma
pero perfecta comprendiendo el placer máximo.
1.5.1.3 La ética socrática. La ética socrática, guarda una relación muy sustancial con el
conocimiento y la sabiduría. Como ya mencionamos antes, la virtud es el principio más
importante de la ética socrática, puesto que, esta es la ciencia y el vicio es la ignorancia.