Su nariz se arrugo.
—Lo sé, pero… —La voz de Candela se desvaneció—. Ya no importa.
Sé que Candela estaba esperando que las cosas regresaran a la normalidad, que fueran
como antes.
Pero no podrían ser como antes. Yo nunca podría ser como antes.
Solía creerlo. Solía pensar que si era suficientemente buena, deseándolo
suficientemente fuerte, cada cosa podía funcionar en la manera en que yo suponía. Era
el destino, como dijo Mary. Deseé por Peter en cada cumpleaños, en cada estrella fugaz,
en cada pestaña perdida, cada moneda lanzada en una fuente era destinada al único a
quien amo. Pensé que podría ser siempre de esa manera.
Candela quería que me olvidara de Peter, que lo borrará de mi mente y mi memoria. No
paraba de decir cosas como: “Todo el mundo tiene que superar su primer amor, es un
paso a la madurez” pero Peter no era sólo mi primer amor. Él era algo más que mi paso
a la madurez. Era mucho más que eso. Él, Pablo y Mary eran mi familia. En mi
memoria, los tres estaban entrelazados, por siempre vinculados. Ahí no podrían estar
uno sin el otro.
Si olvidaba a Peter, si lo desvanecía de mi corazón, pretendiendo que él nunca estuvo
allí, sería como hacerle esas mismas cosas a Mary. Y eso, no podría hacer.
Solía ser semana escolar la primera de junio, después echábamos las maletas en el auto
y nos dirigíamos hacía Cousins. Mi madre iba a Costco el día antes y compraba jarras
de jugo de manzana, y cajas económicas de barras de granola, crema solar, y cereales de
grano entero. Cuando le pedía mis cereales favoritos, mi madre decía: “María Laura
tendrá un montón de cereales para que se te caigan los dientes, no te preocupes”. Por
supuesto que ella tenía razón. Mary—María Laura para mi madre—amaba el cereal para
niños, como a mí. Nosotros comíamos un montón de cereales en la casa de verano. Ni
siquiera tenían oportunidad de caducarse. Hubo un verano cuando los chicos comieron
cereal para el desayuno, comida, y cena. Mi hermano Agus comía Zucaritas, Pablo
comía Capitán Crunch, y Peter comía Corn Pops. Pablo y Peter eran los chicos de Mary,
y ellos amaban sus cereales. Yo, yo pruebo lo que sea que tenga azúcar encima.
Había estado yendo a Cousins toda mi vida. Nunca nos saltamos un verano, ninguno.
Casi todos mis diecisietes años había estaba compitiendo para estar a la par que los
chicos, esperando y deseado que algún día tuviera la edad suficiente para ser parte de su
grupo. Del grupo de los chicos de verano. Finalmente la tengo, y ahora es demasiado
tarde. En la piscina, en la última noche del último verano, dijimos que siempre
regresaríamos. Da miedo ver cuando fácil se rompe una promesa. Así como así.
Cuando llegué a casa el último verano, yo esperé. Agosto se convirtió en septiembre, la
escuela comenzó y aún esperaba. No era como si Peter y yo hubiéramos llegado a algún
acuerdo. No era como si él fuera mi novio. Todo lo que hicimos fue besarnos. Él iba a ir
a la universidad, donde habría un millón de chicas. Chicas sin toque de queda, chicas en