NOVENA DE NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE.docx

YvetteMarquinaQuirog 78 views 19 slides Apr 07, 2024
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About This Presentation

Novena de Nuestra Señora de Guadalupe de Pacasmayo que se venera en la ciudad de Guadalupe en La Libertad.


Slide Content

NOVENA

EN HONOR DE LA

SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA

Nuestra Señora

DE

Guadalupe

Que se venera en la ciudad de este
nombre

Provincia de Pacasmayo – Dep. La
Libertad – Arquidiócesis de Trujillo – Perú









Trujillo, Palacio Arzobispal,
11 de julio de 1944.

NOVENA
En honor de Nuestra Señora
De
Guadalupe
______
Por la señal etc.
ACTO DE CONTRICCIÓN
Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, en quien
creo, en quien espero y a quien amo sobre todas las cosas,
más que a mi vida, más que a mi alma y más que a todas las
criaturas; me pesa Dueño mío, de haberos ofendido, por ser
quien sois, tan bueno, tan santo, tan justo y tan misericordioso;
que sois abismo de bondad, abismo de santidad abismo de
justicia, abismo de misericordia, y propongo nunca más
ofenderos, confesar enteramente mis culpas, apartarme de
todas las ocasiones de pecar, mejorar de vida y buscar el cielo
con vuestra divina gracia. Amén.





ORACIÓN
Para todos los días
Dulcísima y siempre Virgen María, de Guadalupe benignísima
Madre de Dios, estrella resplandeciente, luna hermosa sin
menguante de la culpa, escogida como el sol; oye, señora
nuestros ruegos, pues, copiada en esa imagen, te dignaste
milagrosamente venir desde España, destinando Tú misma con
prodigios para tu gloriosa morada este valle de Pacasmayo,
para manifestarte a tus devotos misericordiosa Madre; por este
profundo ardor de tu caridad y singular manifestación de tu
amor te pedimos que, como clarísimo so l, destierres de
nuestros entendimientos las tinieblas de nuestra ignorancia,
alumbrándonos el camino seguro para servir a Dios; como luna
perfecta y hermosa, borres las feas manchas de nuestras
culpas, moviéndonos a una verdadera penitencia; y, como
soberana Aurora, con el benigno rocío de tus piedades
humedezcas la tierra de nuestros afectos con santas
inspiraciones, para que, verdaderamente dispuestos con el
favor de la divina gracia, merezcamos conseguir lo que
deseamos en esta novena. Amén.

DÍA PRIMERO
CONSIDERACIÓN Y EJEMPLO
Desde los orígenes de la Humanidad aparece María sobre la
tierra: primero en profecía y figura, y en hermosa y benéfica
realidad después. Su recuerdo se ha cernido siempre sobre el
mundo y los hombres, como mensaje de paz, como aurora de
celestiales bendiciones. Desde el día en que el hombre
prevaricó, Dios en su bondad dejó entrever la promesa de un
salvador, que borraría aquel pecado y todos los demás pecados
de la Humanidad, el cual nacería de una mujer privilegiada, de
una mujer virgen. Y desde entonces la presencia de María en
el mundo es motivo de inefable alegría para el hombre, fuente
de innumerables gracias y bendiciones. El único consuelo de
nuestros infortunados primeros padres fue ver, aunque a
muchos siglos de distancia, la figura de la mujer extraordinaria,
Madre y Virgen a la vez, en cuyas purísimas entrañas se habría
de encarnar el Hijo de Dios, para rehabilitar a la Humanidad del
pecado, en que ellos en mala hora la habían sumido. Desde
entonces, pues, viene a ser ella la vida, la dulzura y la
esperanza del hombre pecador. Doquier aparece Ella es para

que Dios derrame sus especiales gracias. El singular privilegio
de que goza la provincia de Pacasmayo y, en particular la
parroquia de Guadalupe, de contar en su seno con la milagrosa
imagen de la Sma. Virgen, bajo la historia y antiquísima
advocación de Guadalupe, tiene su origen en el siguiente
milagro obrado por la Sma. Virgen a favor de un insigne devoto
suyo. –Se lee en la Crónica de la orden de San Agustín que el
célebre capitán español don Francisco Pérez de Lescano fue
acusado y vilmente calumniado, por supuesto crimen, y, por fin,
condenado a muerte afrentosa en la ciudad de Trujillo.
Viéndose el desventurado militar destituido de todo auxilio
humano para probar su inocencia y hacer prevalecer la justicia,
acudió lleno de amor y confianza a María Sma. De la que era
devotísimo, prometiéndola, si le sacaba con honor y vida en
aquel vergonzoso trance en que inocentemente se veía
envuelto, ir a España y traer una copia exacta de su bendita
imagen, que aún se conserva y se venera en el famoso
santuario de Guadalupe. La bondadosa virgen, ante esta
confiada oración y generosa oferta de su devoto obró el milagro
que contra toda previsión humana apareciera el verdadero autor
del crimen, del que era víctima inocente el capitán Pérez
de Lescano pudiendo salir este honrosamente y con gloria del
inminente peligro de morir injustamente, a que le habían
expuesto sus enemigos. El cristiano militar, tan patentemente
favorecido por María, no olvidó su palabra a Ella dada; y a
fuerza de cristiano y caballero, en la primera oportunidad viajó
para España, cumpliendo agradecido su promesa.
ORACIÓN
Amabilísima siempre Virgen María, Madre de Dios de
Guadalupe, consuelo de afligidos y segura esperanza de tus
devotos en sus mayores congojas; y siendo las que más hacen
padecer en este valle de lágrimas las que afligen en la honra y
en la vida, has sabido librar la vida y honra de quien devoto se
te encomendó. Te rogamos señora, que por tu intercesión
poderosa seamos libres de los falsos testimonios de nuestros
prójimos y de la fatal deshonra que causa en nuestras almas la
culpa, defendiéndonos del enemigo común que tanto desea la
perdición de la nobilísima honra de la gracia y de nuestra vida
eterna en la gloria, y nos concedas lo que te pedimos en esta
novena, si es para gloria de Dios, honra tuya y bien de nuestras
almas. Amén.

(Aquí se rezan cinco Ave María en honor a las cinco letras, que
componen el dulcísimo nombre de María)

ORACIÓN
Soberana Emperatriz de cielos y tierra, dulcísima Madre de
pecadores, milagro de la gracia y milagrosísima Señora de
Guadalupe, mírame con semblante risueño, que, aunque
pecador y desagradecido, soy hijo tuyo y te amo como Madre
amorosa y admirable; y creo que si tiendes en mí tus divinos
ojos, no me han de desamparar mi Señor Jesucristo, porque a
los que Tú tienes en tu patrocinio, les muestras especial cariño
como amoroso Padre. No desprecies Señora, mis ruegos; y si
cuando distraído no te buscaba, Tú solicitabas mi amistad,
porque deseabas mi salvación, ¿cómo ahora que con tanta
ansia te busco; me has de negar tu brazo? Merezca yo tu favor
ahora, que, arrodillado a tus pies, te pido me lleves a tu divino
Hijo, para que, viendo mi dolor me llegue a sí y me dé a beber
aquella sangre soberana que es todo el precio de nuestra
gloria. Amén.
(Después de pedir durante unos instantes la Gracia especial
que se desea alcanzar en esta novena, se continúa).


Soberana Señora y Madre de Dios de Guadalupe, bien conozco
la tibieza de mi corazón, por eso recurro a Ti como a fragua del
cielo, para que enciendas mi ánimo y me enseñes a amarte y a
tu Santísimo Hijo. Recibe este corto obsequio con que he
solicitado tu patrocinio, y alcánzame lo que deseo en esta
novena con una angelical pureza de alma y cuerpo. Amén.

Alma de María Santísima, guárdame; Leche de María
Santísima, susténtame; Llanto de María Santísima, fortaléceme;
- Oh María, Madre de gracia, por mí ruega; - Haz, Madre mía
que en Ti siempre confíe; - De todos los males guárdame; - En
la hora de mi muerte llámame. Camino seguro prepárame, para
que yo vaya a Ti, y con todos los escogidos te glorifique por los
siglos de los siglos. Amén.

(Aquí se canta o se reza la letanía.)

ANTÍFONA
Oh Virgen clementísima, fragante rosa sin espinas del
pecado, azucena candidísima de los valles, consuelo y alegría
de nuestro afligido pueblo, mística piscina, donde hallan
milagrosamente, salud los enfermos, vista los ciegos, habla los
mudos, manos los mancos y pies los cojos y tullidos, vida los
muertos, auxilio los pecadores, y, lo que es más, indulgencia
plenaria de nuestras culpas y pecados.

V. Ruega por nosotros Santa Madre de Dios.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de
Nuestro Señor Jesucristo.

ORACIÓN
Dios y Señor, te rogamos que a nosotros tus siervos concedas
perpetua salud en el alma y en el cuerpo, y que por la
gloriosísima intercesión de María Santísima, Señora Nuestra
seamos libres de la tristeza presente de esta vida y gocemos
abundantemente de la alegría de la eterna. Amén.
DÍA SEGUNDO
CONSIDERACIÓN Y EJEMPLO
Entre las maravillas que el Señor obró al sacar a su pueblo de
Israel de la esclavitud de Egipto y conducirlo a la tierra de
promisión, cuenta la Sagrada Escritura que Dios dispuso que
una columna de nube durante el día y de fuego durante la
noche fuera delante del pueblo, guiándolo a través del desierto
por espacio de cuarenta años que duró la peregrinación, desde
la salida de Egipto hasta la entrada en la tierra de su descanso.
La misteriosa nube fue el medio de que Dios se valió para
orientar a los israelitas por los vastos y arenosos desiertos del
África, donde no había rastro de camino. De día los cubría y
defendía de los ardores del sol, y de noche, revistiéndose de
fuego y de luz, los alumbraba para no extraviarse en medio de
las tinieblas. Ahora bien; la vida del cristiano sobre la tierra es
también un destierro, que sólo terminará el día de la muerte;
pero en medio de este penoso destierro ha querido colocar
Dios, en su Providencia la figura amabilísima de María, que nos
defienda con su protección de la justicia divina, y que nos
ilumine con su Bondad y solicitud maternal, a fin de no caer y

ser víctimas de los errores del mundo, de los halagos de la
sensualidad y asechanzas del demonio. María es llamada
también por la Iglesia destructora de las herejías; y es fama
que, cuando Ella hizo su aparición en estas tierras, los
habitantes de entonces paganos, como eran, adoraban a
ídolos, y hasta al mismo demonio, que se aparecía en forma
humana, rendían culto; más apenas la Madre de Dios santificó
con su presencia estos valles, destruyéronse los ídolos y
huyeron despavoridos los espíritus infernales, arrojados como
por oculto poder. Debemos, pues, estar muy agradecidos a
Dios y bendecir su Providencia por haber distinguido nuestro
suelo con la protección especial de su Bendita Madre y
habernos constituido a nosotros depositarios de su santuario.
ORACIÓN
Clementísima Virgen María, Madre de Dios, de Guadalupe, que
por el ardentísimo amor con que deseas la salvación de todos
tus hijos y devotos, te dignaste manifestar a fuerza de milagros
ser de tu agrado venir y quedarte en estos valles, por este tu
compasivo amor te pedimos que tu piedad nos alumbre, para
no caer en error alguno contra la fe de nuestro verdadero
Dios; que a Él sólo adoramos con una fe viva, y que
arrancando de nuestros corazones todo ídolo de mal ordenados
afectos, se purifiquen nuestras conciencias por una verdadera
confesión de nuestras culpas, y alcancemos lo que te pedimos
en esta novena, si es del agrado de Dios y bien de nuestras
almas. Amén.
DÍA TERCERO
CONSIDERACIÓN Y EJEMPLO
Sorprende algún tanto el ver lo poco que los santos Evangelios
refieren de la Sma. Virgen, pues son muy contados los
acontecimientos en que interviene, mas son estos de contenido
tan profundo que nunca podrá nadie añadir una alabanza más
sobre las que encierra, explícita o implícitamente, el texto
sagrado. El primer milagro que obró Jesús en este mundo fue
realizado en las bodas de Caná, a instancias de María, por los
ruegos de su bendita Madre. Dice el Santo Evangelio que
cierto día fue invitado el Divino Maestro, juntamente con su
Sma. Madre y sus discípulos a honrar con su presencia la
ceremonia del matrimonio de dos jóvenes esposos. Muy felices
y satisfechos se juzgaban todos teniendo en medio de ellos

a Jesús y a María, cuando en lo mejor del banquete faltó
vino. Como era natural ante aquel echo imprevisto, cundió la
intranquilidad y vergüenza en los dueños de casa. Entonces
fue cuando María, siempre solícita y bondadosa, acercóse a su
Divino Hijo, pidiéndole remediara la tranquilidad de aquella
familia, que había tenido la delicadeza de invitarlos. Y Jesús
manifestando cuánto pueden los deseos y súplica de su Madre,
verificó su primer milagro en Caná de Galilea, convirtiendo el
agua en vino.
Devotos de María: el primer muerto resucitado en este nuestro
querido suelo peruano fue también por la intercesión de la Sma.
Virgen de Guadalupe, conforme nos lo atestigua la historia
eclesiástica. Sucedió el caso de la manera siguiente: Un indio
llamado Hernando Tusa, tuvo la mala suerte de ser atropellado
y arrastrado por un furioso caballo y, por fin, muerto a coces.
Su cristiano amo, que era muy devoto de la Sma. Virgen de
Guadalupe, no tardó en encomendárselo fervorosamente,
pidiendo, si era voluntad de su Santísimo Hijo, la resurrección
de aquel su desventurado siervo. En efecto, estaba ya el
cadáver en la iglesia, próximo a ser enterrado, cuando, ante el
asombro incontenible de los circunstantes, radiante de luz,
acompañada del coro de las vírgenes apareció María,
acercándose al féretro, tocó con sus purísimas manos el
cadáver del humilde indio, ordenándole se levantara vivo, como
en realidad sucedió. Este portento fue excusa de la conversión
de muchos infieles y acrecentamiento de la fe en los que ya la
poseían.
ORACIÓN
Oh Virgen Santísima, Soberana Emperatriz de cielos y tierra,
que el gran poder que tienes sobre la muerte, como verdadera
Madre del Autor de la vida, lo has manifestado en tu milagrosa
imagen de Guadalupe, resucitando a la vida temporal a muchos
muertos; por ese tu soberano poder y por la dignación con que
favoreces a los más humildes, te pedimos, Madre amorosa,
intercedas ante tu Divino Hijo, para que nuestras almas
resuciten de la muerte de la culpa a la vida de la gracia; y,
haciéndonos humildes, merezcamos nos des la mano, y
renunciando a las vanidades y vicios del mundo, sólo a Él
amemos y estemos dispuestos a morir por Él, concediéndonos
ahora lo que te pedimos en esta novena, si es para honra y
gloria de Dios y bien de nuestras almas. Amén.

DÍA CUARTO
CONSIDERACIÓN Y EJEMPLO
Refiere el santo Evangelio que caminando Jesús un día
rodeado de compacta muchedumbre de gente, se le acercó
disimuladamente una pobre mujer, que sufría de una
enfermedad incurable desde hacía doce años, y con firme
convicción y gran fe tocó la orla del vestido del Divino Maestro,
quedando al instante curada, sana y buena. La virtud y la
gracia, aunque como dones esencialmente espirituales que son,
radican de manera especial en el alma del que las posee, no
obstante permite Dios muchas veces que se trasluzcan al
exterior, ejerciendo su benéfica influencia en el cuerpo y en
cosas materiales, como aparece de este hecho evangélico y de
otros muchos casos, que nos han dejado consignados los
mismos sagrados libros, como también la historia eclesiástica y
la tradición oral de todos los tiempos. De aquí la antiquísima
laudable costumbre de los fieles de cubrirse con las sagradas
prendas de vestir de los santos, especialmente de la Sma.
Virgen, así para deshacerse de algún mal, sea material,
espiritual o moral, como también para implorar cualquiera gracia
o bendición de Dios. Ejemplo elocuente de ello es, entre otros,
el caso que se cuenta ocurrido a doña Juana Bohorques, quien
habiendo sido posesa del espíritu maligno, fracasaron todos los
medios empleados para ahuyentar de ella a tan indeseable
huésped, hasta que la pobre paciente, llevada de su gran
devoción a la Virgen de Guadalupe, cubrióse con su bendito
manto, viéndose al momento obligado el infernal enemigo a
dejarla completamente; con lo que sanó, además, de la
enfermedad corporal que había producido la influencia de la
posesión diabólica.
ORACIÓN
Purísima Virgen María, hermosísima Señora, que, como
fragante flor del campo y azucena candidísima de los valles,
has querido que el suavísimo olor de tu prodigiosa virtud, con
que sanas nuestras dolencias y ahuyentas el vapor infernal de
los espíritus inmundos, se admire en este valle de Pacasmayo,
en los sagrados vestidos de tu santa imagen de Guadalupe,
como se ha reconocido varias veces en las personas, que no
sólo enfermas, sino también posesas y cruelmente
atormentadas del demonio, luego que se han puesto el manto

que te sirve de adorno, han quedado libres, así de sus
enfermedades como de la opresión diabólica; te pedimos,
Señora, que apiadándote de nosotros, nos libres del demonio,
porque el infernal enemigo quiere apoderarse, no sólo de los
sentidos del cuerpo, sino también de las potencias del alma; y
que, venerando con verdadera devoción tus reliquias,
respiremos el buen olor de tu Santísimo Hijo, Nuestro Señor
Jesucristo; y nos concedas lo que te pedimos en esta novena,
si es para honra de Dios y bien de nuestras almas. Amén.
DÍA QUINTO
CONSIDERACIÓN Y EJEMPLO
La Sma. Virgen de Guadalupe no solamente ha manifestado
su protección de diversas y admirables maneras, obrando
muchas veces verdaderos milagros a favor de aquellos hijos
suyos, que movidos de su fe y confianza hacia Ella, se cubren
devotamente con el sagrado manto de su bendita imagen, sino,
además, ha querido vincular los saludables efectos de su
bienhechora protección a otra prenda mucho más insignificante,
cual es la “medida”, como vulgarmente se le llama. Consiste
esta en una simple cinta de tela; debiendo ser su longitud
exactamente igual a la medida (de donde recibe el nombre) de
la venerable imagen; y del mero hecho de ser tocada a la
sagrada efigie recibe de ella tal milagrosa virtud que en muchas
ocasiones ha sido suficiente su contacto para obrar grandes
maravillas, curar dolencias y hasta librar de los mayores riesgos
de muerte. Se cuenta que en la ciudad de Huancavelica, un
señor llamado Luis de Revolledo, muy devoto de la Sma. Virgen
de Guadalupe, fue atacado cierto día, sin ninguna previsión de
parte suya, y, por consiguiente, estando desprovisto de todo
medio humano de defensa, por unos enemigos que tenía,
quienes por el contrario, estaban bien armados y preparados
para el asalto. Al encontrarse en tan desigual y difícil situación,
no hizo sino implorar fervorosamente el auxilio de María,
llamándola en su ayuda con la advocación de Guadalupe; y ¡oh
prodigio!; habiendo recibido varias puñaladas, ninguna le
lastimó, sino que todas dieron en una “medida” de la Sma.
Virgen de Guadalupe, que llevaba por devoción colgada al
cuello, la cual siendo de simple tela, rechazó los golpes, como
si hubiera sido de acero, no quedándole en el cuerpo sino
pequeños rasguños.

ORACIÓN
Poderosa Virgen María, obra maestra de la Omnipotencia, que,
habiéndote criado el Todopoderoso sin medida en los dones de
la gracia y perfecciones de la naturaleza, ha querido tu grande
amor a los hombres reducir el mar casi inmenso de tu soberano
poder a una corta “medida” por esta tu piedad, oh divina María
de Guadalupe, te pedimos vuelvas a nosotros esos tus ojos
misericordiosos, con que miraste a tu siervo en tanto riesgo, y
venerando tus sagradas “medidas”, nos libres de las armas
crueles de tantos enemigos, visibles e invisibles, que nos
amenazan; y nos concedas lo que te pedimos en esta novena,
si es para gloria de Dios y bien de nuestras almas. Amén.
DÍA SEXTO
CONSIDERACIÓN Y EJEMPLO
María como verdadera Madre que es de los hombres, oye
siempre complacida su oración, con tal de que esta vaya
acompañada de un espíritu realmente de fe y humildad. Pero
también es cierto que, cuando decae o desaparece por
completo en sus devotos esa pureza y rectitud de intención que
siempre debe animarles, y tratan sin embargo, de disimular
maliciosamente su deficiencia con falsas devociones, y, lo que
es peor explotarlas en utilidad propia con fines meramente
humanos y temporales, no se dejan esperar por mucho tiempo,
aún en esta vida, los castigos que Ella tiene dispuestos para los
tales que se atreven a profanar su culto y devoción.
Pablo Puelles era un escribano que vivía en Chachapoyas, su
pueblo natal, y en infortunado día quedó tullido de pies y
manos. Hízose curar por todos los medios humanos posibles,
pero, desgraciadamente, todo con resultado negativo. El pobre
escribano, privado por una parte, de toda esperanza humana de
curación y, por otra, habiendo llegado a sus oídos la noticia de
alguno de los muchos milagros, que la Sma. Virgen obraba en
su Santuario de Guadalupe, sin pérdida de tiempo Hízose traer
aquí con la firme convicción de que también él sería de los
favorecidos por la Madre de Dios. Una vez a los pies de María,
su oración fue sincera y ferviente, no cejando en ella hasta que,
en efecto, sanó repentinamente, recobrando el perfecto uso de
todos sus miembros. Mas pasó un tiempo, y olvidándose el
infeliz del favor insigne que había recibido de María y de sus
promesas a Ella hechas. Comenzó por fingir sus “medidas” y
expender falsas por auténticas, convirtiendo y sacrificando

así su antigua devoción y piedad en aras de un mezquino
interés material, que le ofrecía su sacrílega y temeraria
ambición. Pero, María no permitió por mucho que continuara
impune la osadía de aquel ingrato hombre, que así pretendía
burlarse de Ella, defraudando, al mismo tiempo, la buena fe de
sus verdaderos devotos; porque le volvió, en castigo, su
anterior dolencia, quedando sin remedio completamente tullido
hasta su muerte.
ORACIÓN
¡Oh! Virgen purísima, camino seguro para llegar a la verdad y
Madre de la misma Verdad, que celando en todo la verdad
pura, así como premias a los que verdaderamente veneran tus
reliquias, colmándolos de beneficios, así también castigas a los
que se atreven a fingir reliquias tuyas, convirtiéndolas en
ganancia de su codicia; te suplicamos, Señora, no permitas que
ningún cristiano se atreva por su codicia a engañar a tus
devotos, fingiendo y vendiendo “medidas” que no son tocadas a
tu milagrosa imagen de Guadalupe, y que respetando con
devoción fervorosa las que son verdaderas “medidas”,
merezcamos con ellas sanes todas nuestras dolencias de alma
y cuerpo; y nos concedas lo que te pedimos en esta novena, si
es para honra de Dios y bien nuestro. Amén.
DÍA SÉPTIMO
CONSIDERACIÓN Y EJEMPLO
María es llamada con toda justicia y propiedad refugio de los
pecadores; y, como no hay quien no lo sea, ¡qué consuelo para
todos! Hemos merecido, quizá, más de una vez el infierno con
nuestros pecados; pero Ella, toda bondad, ha interpuesto su
poderoso y eficaz valimiento ante su Divino Hijo, no permitiendo
que cayéramos en él. Todavía podemos salvarnos. Su poder
sobrepasa por mucho nuestra culpabilidad, porque es Madre de
un Dios. Los santos Padres ensalzan su poder y ternura hacia
los pecadores, San Efrén la llama el “recurso más poderoso de
los pecadores, el puerto más seguro de los que han naufragado
espiritualmente”. San Agustín la llama “única esperanza”. Otro,
a su vez, dice de Ella que es la “omnipotencia suplicante”.
Tenemos, pues, derecho a depositar en María toda nuestra
confianza, como lo comprueba, además, el siguiente caso:
Encontrábase en Chepén en el duro trance de la muerte una
pobre mujer, cuya vida había sido, desgraciadamente, poco

Edificante, porque, aunque había manifestado algo de devoción
a la Sma. Virgen, en el fondo distaba mucho de serlo realmente,
ya que la primera condición para ser devoto de María es cumplir
con fidelidad y esmero las obligaciones del cristiano. Mas
sucedió algo inesperado. Cuando ya todos la creían muerta,
volvió en sí ante la estupefacción de los concurrentes,
manifestando que la Sma. Virgen de Guadalupe acababa de
aparecérsele, diciéndola estas palabras: “En atención a que has
acostumbrado encomendarte a mí, aunque muy floja y
tibiamente, he conseguido de mi Santísimo Hijo prolongar tu
vida. Enmiéndate y haz penitencia de tus pecados”. La mujer
ante una tan señalada gracia de la bondadosísima Virgen de
Guadalupe, propuso sinceramente desde aquel momento
esmerarse en su utilísima devoción, comenzando por hacer una
buena y contrita confesión general de toda su vida. Vivió, en
efecto, en adelante como buena cristiana, edificando a todos
con su fervor y tierno amor a su celestial bienhechora,
muriendo también, por fin, como tal, después de recibir los
santos sacramentos y llamando a la Sma. Virgen de
Guadalupe.

ORACIÓN
Oh María, Madre admirable, recreo de las delicias de Dios, casa
de refugio para los pecadores, que, siendo su abogada en las
mayores congojas, como Madre de Dios de Guadalupe, los
libres aún de las penas del infierno. Oh Madre amorosa, no
permitas que te amemos con tibieza, haz Señora, que nuestra
devoción se encienda en la fragua de tu caridad, para que,
sirviéndote nuestra voluntad con agrado, merezcamos nos
alcances de la divina piedad una buena disposición para morir
recibiendo dignamente los sacramentos; y nos concedas lo que
te pedimos en esta novena, si es del agrado de Dios y bien
nuestro. Amén.
DÍA OCTAVO
CONSIDERACIÓN Y EJEMPLO
Entre los numerosos títulos con que nuestra Madre la Iglesia
trata de honrar a la Sma. Virgen está el de “Estrella de la
mañana” y “Estrella del mar”, efectivamente, María es la
hermosa Estrella, que, apareciendo en el horizonte de la
Humanidad, anunció para el mundo la venida del nuevo y feliz
día de la Redención. Ella precedió al Sol de justicia, Jesús; de

Ella y por Ella vino el Redentor al mundo. Es, además, María
aquella Estrella – en expresión de San Bernardo-, de cuya vista
no debemos apartar los ojos, si no queremos quedarnos
sumergidos en el gran mar borrascoso de este mundo. “En los
peligros, en los temores, en las dudas mirad- añade el santo
Doctor- mirad a la Estrella, acudid a María; que no se aleje de
vuestro corazón y de vuestros labios su nombre bendito”.
Porque si esta Estrella divina del mar ha salvado tantas veces a
sus náufragos, que la han invocado con fervor, ¿cuánto más no
dispensará su protección a los que la buscan de verdad en las
tormentas del mar del espíritu? Recordemos el siguiente hecho
ocurrido en tiempo del virrey don Francisco de Toledo.
Viajaba de España con destino al Perú una armada de cuatro
naves, donde venía el virrey con el santo tribunal de la
Inquisición. La mayor parte del viaje se estaba realizando con
toda felicidad y bonanza; pero, al llegar a Cabo Blanco,
sobrevino en el mar una tal deshecha tormenta que amenazó a
aquellos infortunados navegantes tragarlos sin esperanza de
salvación en medio de sus embravecidas olas. Arreciaba la
tempestad, tornándose por instantes más inminente el peligro.
Entre tanto todos invocaban a la Virgen bajo sus distintas
advocaciones, conforme la devoción de cada cual. Mas
parecía hacerse sorda, pues el peligro era cada vez mayor y la
muerte inevitable, hasta que, a insinuación del piadoso virrey,
clamaron todos a una: “Virgen Santísima y Madre de Dios de
Guadalupe de Pacasmayo, socórrenos”; y al momento cesaron
los vientos y serenóse el mar.
ORACIÓN
Soberana María, antorcha brillante del cielo, luciente luminaria
de la tierra y hermosa Estrella del mar, que para desempeñar
los soberanos influjos de tu milagrosa virtud sobre este indómito
elemento has querido que los que clamen devotos de tu
milagrosa imagen de Guadalupe de Pacasmayo, hayan
reconocido tu soberano patrocinio en las aguas; te pedimos,
Señora, nos socorras, siempre que te invoquemos con este
suavísimo nombre, y te rogamos que apartes la tibieza de
nuestra devoción, para que te llamemos en las tormentas que
padecemos en el tempestuoso mar de la vida, y, libres por tu
intercesión de los escollos de la culpa, merezcamos llegar al
puerto feliz de la gloria, y nos concedas lo que te pedimos en
esta novena, si es para honra de Dios y bien de nuestras almas.
Amen.

DÍA NOVENO
CONSIDERACIÓN Y EJEMPLO
Es innegable la necesidad que todos tenemos de la poderosa
intercesión de María, pues que Dios ha determinado no otorgar
a los hombres gracia si no es por mediación de su Santísima
Madre. Por consiguiente, todo el que desee de veras salvarse,
debe ante todo, hacerse su sincero devoto. Cierto es que la
obligación fundamental del cristiano es la de amar a Dios,
conformando su vida con las enseñanzas de Jesucristo; mas
sería inútil pretender esto no teniendo el apoyo de María;
porque- como dice
San Buenaventura- Jesucristo no recibe a nadie que no esté
señalado con la devoción hacia su bendita Madre; es imposible
hallar a Jesús si no se va acompañado de María. Y si durante
la vida necesitamos los auxilios de la Sma. Virgen, mucho más
los necesitaremos en la hora de la muerte. En aquellos terribles
momentos sabrá Ella inspirar a sus devotos plena confianza en
la misericordia de Dios, Ella deshará sus dudas, Ella disipará
sus temores, y Ella también, por fin, los conducirá a la gloria.
Mas, así como pueden estar seguros sus devotos de que Ella
endulzará su agonía y les alcanzará el cielo, ¡ay! de aquellos
que hayan prescindido de Ella durante la vida, ¡ay! de aquellos
que lejos de importarles su devoción, se hayan atrevido
ridiculizarla y combatirla.
En el tiempo de la Conquista vino a estas tierras un soldado
español, de licenciosas costumbres, quien nunca quiso dar
crédito a los patentes milagros de la Sma. Virgen María de
Guadalupe. Solía hacer mofa de ellos, jactándose de su
incredulidad. Caminaba este mal cristiano cierto día, el último
de su vida, entre Trujillo y el valle de Chicama, y, hallándose
frente al cerro llamado “La Campana”, se le aparecieron dos
horribles demonios intimándole de parte de Dios pidiese perdón
a la Sma. Virgen, a la que tenía muy ofendida con sus muchas
blasfemias. Mas el desdichado obstinándose en su maldad,
llamó a los mismos demonios para entregarles su alma
pecadora.
ORACIÓN
Oh Madre amorosísima, dulcísima siempre Virgen María, que,
siendo tan grande tu benignidad no sólo favoreces a los que se

encomiendan a tu milagrosa imagen de Guadalupe de
Pacasmayo, sino que también solicitas compasiva a los que,
ingratos y blasfemos, se oponen a tu poder, negando la
grandeza y veracidad de tus milagros; oh Madre de
misericordia, no permitas que mi lengua, aún cuando esté
privado de sentidos, propale lo que no sea de tu mayor
grandeza y alabanza. Quisiera, Señora, que todas mis
potencias y sentidos, todas mis venas, nervios y huesos fueran
lenguas, para confesarte grande y muchas veces grande en los
portentos de tu sagrada imagen de Guadalupe. Aquí te venero
como la Reina de todo lo creado, aquí reconozco y admiro tu
soberano poder de Madre de Dios; aquí te amo como a Madre
mía; y espero de tu bondad me concedas lo que te pido en esta
novena, si es para gloria de Dios y bien de mi alma. Amén.
______

Se concluye todos los días la Novena con la recitación de los
siguientes
GOZOS

GOZOS
Salve, aurora hermosa,
Estrella matutina.
Ave, María,
En gracia concebida.

Del Eterno Padre
Única Hija.
Ave, María, etc.,

Del Hijo Soberano
Madre purísima.
Ave, María, etc.,

Del Espíritu Paráclito
esposa divina.
Ave, María, etc.,

De la Trinidad
Electa y bendita.
Ave, María, etc.,

De los Serafines
Agraciada Niña.
Ave, María, etc.,

Gloria de los santos
Que en ti se remiran.
Ave, María, etc.,

De José tu esposo
gozo y alegría.
Ave, María, etc.,

Arca y custodia
del Sol de Justicia
Ave, María, etc.,

Torre de David,
Fuente de aguas vivas.
Ave, María, etc.,
Huerto cerrado
de inmensas delicias.
Ave, María, etc.,
Esther prodigiosa,
La más bella y linda.
Ave, María, etc.,
Judit valerosa
Que al dragón derribas.
Ave, María, etc.,

Abigail que aplacas
De Dios la justicia.
Ave, María, etc.,
Panal de Sansón
segura ambrosía.
Ave, María, etc.,
Encumbrada palma
Que al cielo encaminas.
Ave, María, etc.,

Nave del cielo
Nos traes pan y vino.
Ave, María, etc.,

A tus pies postrados
Todos te suplican.
Ave, María, etc.,

Por tu Hijo precioso
Divina María.
Ave, María, etc.,
Quien en la vida y muerte
Los cuides y asistas.
Ave, María, etc.,
Pues que en Guadalupe
Tu ser acreditas.
Ave, María, etc.,

Y allá tus devotos
Con verdad lo gritan.
Ave, María, etc.,

Habiendo logrado
Lo que solicitan.
Ave, María, etc.,
Cuántos forasteros
Buscan tu acogida.
Ave, María, etc.,

Que más que de oro
De gloria sois mina.
Ave, María, etc.,
Y haz que el Rosario
En nuestra partida.
Ave, María, etc.,
De columna y norte
O asilo nos sirva.
Ave, María, etc.,
Para que alcancemos
Las inmensas dichas.
Ave, María, etc.,

De tu hermoso rostro
Y luz peregrina.
Ave, María, etc.,
Así lo esperamos
Pues mansa y propicia.
Ave, María, etc.,
Pastora te muestras
Con tus ovejitas.
Ave, María, etc.,
Muéstrale tus pechos
En defensa mía.
Ave, María, etc.,
Al que te hizo Reina
De las jerarquías.
Ave, María, etc.,
Dándonos auxilios
Para nueva vida.
Ave, María, etc.,
Que nos asegure
La que prometida.
Ave, María, etc.,

Nos tienes en la gloria
Para aquel día.
Ave, María, etc.,
Que rotos los lazos
De esta mortal vida.
Ave, María, etc.,

Con sus cortesanos
Le cantemos ¡VIVA!
Ave, María, etc.,

Digamos, pues, todos
Con lenguas rendidas.
AVE, MARÍA,
EN GRACIA CONCEBIDA.

Infinitas gracias os damos
Soberana Princesa
Por los favores que hemos
recibido
De vuestra benéfica mano.
Dignaos Señora tenderla siempre
Bajo vuestra protección y amparo
Y para más obligaros
Os saludamos con una Salve…



Dios te Salve, Reina y Madre…

Bendita sea tu pureza,…


En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
AMÉN