NOVENA DE PENTECOSTÉSnzhldndmdbdndndn.pdf

CristianpabloBarrien 11 views 12 slides Aug 31, 2025
Slide 1
Slide 1 of 12
Slide 1
1
Slide 2
2
Slide 3
3
Slide 4
4
Slide 5
5
Slide 6
6
Slide 7
7
Slide 8
8
Slide 9
9
Slide 10
10
Slide 11
11
Slide 12
12

About This Presentation

Novena


Slide Content

NOVENA DE PENTECOSTÉS






















luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo…
…gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.
VEN ESPÌRITU SANTO,
CONSUELO Y VIDA,
ALIENTO Y ESPERANZA.

Oración Inicial
Dios siempre fiel, tu Hijo nos prometió el don del
Espíritu, gozo que santifica, fuerza que anima,
consuelo que restaura el corazón del mundo,
abogado y maestro de la fe y de la vida:
• Ven fuerza y gozo, aliento y esperanza de la
Iglesia que quiere ser signo de amor y de
misericordia
• Ven alegría y gozo para quienes hoy lloran en
la soledad, en la enfermedad, en la
persecución, en la desesperanza
• Ven refugio y baluarte de quienes avanzan
por los caminos de la fe.
• Ven, médico y medicina, para que se sane el
corazón del mundo, para que encontremos
remedio para los dolores del mundo.
• Ven, revelación y comunicación de la
voluntad divina, para que vivamos en la
obediencia de la fe y en la fidelidad a la
verdad.
• Ven, para que nuestras obras reflejen el amor
que Jesús nos regala para ofrecerlo al
mundo.
En esta hora amarga de la historia, envíanos, Dios
fiel, la presencia y la bendición del Espíritu Santo

el inicio, está unida a la Iglesia, como uno de los
“discípulos” de su Hijo, pero al mismo tiempo
destaca en todos los tiempos como “tipo y
ejemplar acabadísimo de la misma (Iglesia) en la
fe y en la caridad” (Lumen Gentium, 53).
Súplica
Concede Señor a tu Iglesia la perseverancia en la
Oración, para que junto con María, Madre y
modelo de obediencia y fidelidad, permanezca
atenta a la voz y a la enseñanza del Espíritu y
pueda vivir la alegría de la obediencia y el gozo de
servir a todos con esperanza.
Intención
Pidamos para que nuestra Iglesia sea maestra de
oración y de vida y en comunión de fe, Pastores y
Rebaño, puedan ofrecer al mundo un testimonio
de gozosa esperanza al anunciar el Reino de la
vida y de la paz.




que sana y consuela, que enjuga las lágrimas y
reconforta en los duelos. Amén.

PRIMER DÍA
De la alocución del Papa San Juan Pablo II
durante el rezo del Regina Coeli.

EL ESPÍRITU SANTO, PLENITUD DEL
MISTERIO PASCUAL
La Pascua puede bien llamarse el primer
Pentecostés ―"recibid el Espíritu Santo"―, en
espera de su efusión pública y solemne, después
de cincuenta días, sobre la comunidad primitiva
reunida en el Cenáculo. "El Espíritu de Aquel que
resucitó a Jesús de entre los muertos" (Rm 8, 11)
debe habitar en nosotros y llevarnos a una vida
cada vez más conforme a la de Cristo resucitado.
Todo el misterio de la salvación es un
acontecimiento de amor trinitario, del amor que
media, entre el Padre y el Hijo en el Espíritu
Santo. La Pascua nos introduce en este amor
mediante la comunicación del Espíritu Santo,
"que es Señor y dador de vida" (Símbolo. Niceno-
Constantinopolitano)

Súplica
Pidamos que Iglesia del Señor que en estos
tiempos de crisis peregrina en la historia avive en
este Pentecostés que se acerca la certeza de su
fidelidad al amor de Dios, la alegría de confesar la
Resurrección de Cristo y la presencia siempre
activa y gozosa del Espíritu del Señor, fuente de
consuelo, de fortaleza y de esperanza.
Ven, Espíritu Divino y llénanos con la verdad.
Intención
Pidamos la fuerza constante y la acción vivificante
del Espíritu Santo para quienes trabajan con
empeño y alegría en el anuncio inicial de la fe. Que
unidos con María en el Cenáculo, renovemos
nuestra decisión de ser anunciadores de la verdad
y de la esperanza.
A modo de gozos:
Oh Señor, envía tu Espíritu, que renueve la faz de
la tierra.
Ven, Espíritu Divino manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre; don, en tus dones
espléndido;
luz que penetra las almas; fuente del mayor
consuelo.

NOVENO DÍA
De la Catequesis sobre la preparación a la venida
del Espíritu Santo: María presente en el Cenáculo,
del Papa San Juan Pablo II.

MARÍA, LLENA DEL ESPIRITU
En los Hechos de los Apóstoles, María aparece
como una de las personas que participan, en
calidad de miembro de la primera comunidad de
la Iglesia naciente, en la preparación para
Pentecostés. Sobre la base del Evangelio de Lucas
y otros textos del Nuevo Testamento, se formó una
tradición cristiana acerca de la presencia de María
en la Iglesia, que el Concilio Vaticano II ha
resumido afirmando que Ella es un miembro
excelentísimo y enteramente singular (cf. Lumen
Gentium, 53) por ser Madre de Cristo, Hombre-
Dios, y por consiguiente Madre de Dios.
Es verdad que Ella misma es ya “templo del
Espíritu Santo” (Lumen Gentium, 53) por su
plenitud de gracia y su maternidad divina, pero
Ella participa en las súplicas por la venida del
Paráclito a fin de que con su poder suscite en la
comunidad apostólica el impulso hacia la misión
que Jesucristo, al venir al mundo, recibió del
Padre (cf. Jn 5, 36), y, al volver al Padre,
transmitió a la Iglesia (cf. Jn 17, 18). María, desde

29) y, aun trepidante por la inaudita
responsabilidad que se le confiaba, supo
pronunciar el fíat» de la fe, de la obediencia y del
amor.
Súplica
Danos, Señor la alegría de servirte con corazón
libre y gozoso y ayúdanos a buscar siempre tu
gloria, haz que te sirvamos sin temor y con alegría.
Intención
Pidamos para que, en este tiempo difícil, nuestra
Iglesia sea siempre gozosamente fiel a Dios, que
tengamos temor de ofenderlo, que busquemos
siempre su gloria en la confianza y en la esperanza
y difundamos en el mundo la alegría de un Dios
que es amable y fiel, bondadoso y rico en
clemencia.





Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro
esfuerzo,
tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de
fuego,
gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los
duelos.
Entra hasta el fondo del alma, divina luz y
enriquécenos.
Mira el vacío del hombre, si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado, cuando no envías tu
aliento.
Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el
sendero.
Reparte tus siete dones, según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia, dale al esfuerzo su
mérito;
salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno.
Amén.
Oración final
Oración de San Juan XXIII al Espíritu Santo
Espíritu Santo Paráclito, perfecciona en nosotros
la obra iniciada por Jesús; Haz fuerte y continua
la plegaria que elevamos en nombre del mundo
entero. Acelera para cada uno de nosotros los
tiempos de una profunda vida interior.

Da impulso a nuestro apostolado, que quiere
llegar a todos los hombres y a todos los pueblos,
todos redimidos por la sangre de Cristo y todos
herencia suya. Mortifica en nosotros la natural
presunción y levántanos a las regiones de la santa
humildad, del verdadero temor de Dios, del ánimo
generoso. Que ninguna atadura terrena nos
impida hacer honor a nuestra vocación. Que
ningún interés, por negligencia nuestra,
mortifique las exigencias de la justicia.
Que ningún cálculo reduzca los espacios inmensos
de la caridad a la estrechez de los pequeños
egoísmos. Que todo sea grande en nosotros: la
búsqueda y el culto de la verdad, la prontitud por
el sacrificio hasta la cruz y la muerte.
Que todo, finalmente, corresponda a la última
plegaria del Hijo al Padre celestial, y a esa efusión
que de Ti, Santo Espíritu de Amor, quisieron el
Padre y el Hijo sobre la Iglesia y sus instituciones,
sobre cada una de las almas y sobre los pueblos.
Amén.




OCTAVO DÍA
De la catequesis del Papa San Juan Pablo II
durante el rezo del Ángelus.

DON DE TEMOR DE DIOS
La Sagrada Escritura afirma que "Principio del
saber, es el temor de Yahveh" (Sal 110/111, 10; Pr
1, 7). ¿Pero de que temor se trata? No ciertamente
de ese «miedo de Dios» que impulsa a evitar
pensar o acordarse de Él, como de algo que turba
e inquieta. Ese fue el estado de ánimo que, según
la Biblia, impulsó a nuestros progenitores,
después del pecado, a «ocultarse de la vista de
Yahveh Dios por entre los árboles del jardín» (Gen
3, 8); este fue también el sentimiento del siervo
infiel y malvado de la parábola evangélica, que
escondió bajo tierra el talento recibido (cfr. Mt 25,
18. 26).
Aquí se trata de algo mucho más noble y sublime:
es el sentimiento sincero y trémulo que el hombre
experimenta frente a la tremenda majestad de
Dios, especialmente cuando reflexiona sobre las
propias infidelidades y sobre el peligro de ser
«encontrado falto de peso» (Dn 5, 27) en el juicio
eterno, del que nadie puede escapar.
Invoquémoslo por intercesión de María que, al
anuncio del mensaje celeste o se conturbó» (Lc 1,

como son la amargura, la cólera, la impaciencia, y
lo alimenta con sentimientos de comprensión, de
tolerancia, de perdón. Dicho don está, por tanto,
en la raíz de aquella nueva comunidad humana,
que se fundamenta en la civilización del amor.
Súplica
Dios de la vida, concédenos el don de la Piedad
para que podamos acudir en ayuda de nuestros
hermanos con la misma alegría con la que te
honramos y te celebramos glorificando tu
nombre.
Intención
Pidamos el don de la piedad para todos los que en
esta Iglesia queremos seguir alabando a Dios con
un culto reverente y queremos mostrar su rostro
amoroso y su compasión renovadora a todos los
que sufren, para que la celebración de la fe sea
fuerza y paz para todos.




SEGUNDO DÍA
De la alocución del Papa San Juan Pablo II
durante el rezo del Regina Coeli.

DON DE SABIDURÍA
El primero y mayor de tales dones es la sabiduría,
la cual es luz que se recibe de lo alto: es una
participación especial en ese conocimiento
misterioso y sumo, que es propio de Dios. En
efecto, leemos en la Sagrada Escritura: "Supliqué,
y se me concedió la prudencia; invoqué, y vino a
mí el espíritu de sabiduría. La preferí a cetros y
tronos, y, en su comparación, tuve en nada la
riqueza" (Sb 7, 7-8).
Esta sabiduría superior es la raíz de un
conocimiento nuevo, un conocimiento
impregnado por la caridad, gracias al cual el alma
adquiere familiaridad, por así decirlo, con las
cosas divinas y prueba gusto en ellas. Santo Tomás
habla precisamente de "un cierto sabor de Dios"
(Summa Theol. II-II, q.45, a. 2, ad. 1), por lo que
el verdadero sabio no es simplemente el que sabe
las cosas de Dios, sino el que las experimenta y las
vive.

Súplica
Roguemos para que el Espíritu infunda en estos
tiempos de dolor, la verdadera sabiduría, la que se
expresa en la humildad, en la alegría, en la
generosidad para acoger las enseñanzas de Dios.
Intención
Pidamos por nuestros Maestros, los de la primera
infancia, los que forman la juventud, los que
trabajan en nuestras Universidades, en nuestros
Colegios, en nuestras Escuelas. Que se llenen de la
Sabiduría para que el conocimiento sea también
luz para la vida y fuente de humanismo fundado
en la fe, para que sean formadores virtuales, es
decir, maestros que, con las nuevas posibilidades
tecnológicas, ofrezcan las virtudes auténticas a sus
discípulos






SÉPTIMO DÍA
De la catequesis del Papa San Juan Pablo II
durante el rezo del Ángelus.

DON DE PIEDAD
Mediante este don, el Espíritu sana nuestro
corazón de todo tipo de dureza y lo abre a la
ternura para con Dios y para con los hermanos.
La ternura, como actitud sinceramente filial para
con Dios, se expresa en la oración. La experiencia
de la propia pobreza existencial, del vació que las
cosas terrenas dejan en el alma, suscita en el
hombre la necesidad de recurrir a Dios para
obtener gracia, ayuda y perdón. El don de la
piedad orienta y alimenta dicha exigencia,
enriqueciéndola con sentimientos de profunda
confianza para con Dios, experimentado como
Padre providente y bueno
La ternura, como apertura auténticamente
fraterna hacia el prójimo, se manifiesta en la
mansedumbre. Con el don de la piedad el Espíritu
infunde en el creyente una nueva capacidad de
amor hacia los hermanos, haciendo su Corazón de
alguna manera participe de la misma
mansedumbre del Corazón de Cristo.
El don de la piedad, además, extingue en el
corazón aquellos focos de tensión y de división

con San Pablo: "Me complazco en mis flaquezas,
en las injurias, en las necesidades, en las
persecuciones y las angustias sufridas por Cristo;
pues, cuando estoy débil, entonces es cuando soy
fuerte" (2 Co 12, 10).
Súplica
En estos días de desesperanza, danos, Dios de la
vida, la verdadera fortaleza que nos permita
ofrecer apoyo y confianza a cuantos se sienten
débiles, tristes, marginados, para que puedan
sentir tu gracia a través de la misericordia de tu
Iglesia.
Intención
Que el Espíritu Santo llene con el don de fortaleza
a cuantos trabajan en las instituciones de caridad
y de misericordia para que siempre puedan
ofrecer a todos la alegría renovadora del amor de
Dios y hagan presente el amor creativo del
Evangelio en todos los corazones.




TERCER DÍA
De la alocución del Papa San Juan Pablo II
durante el rezo del Regina Coeli.

DON DE INTELIGENCIA
El don de la Inteligencia. La palabra "inteligencia"
deriva del latín intus legere, que significa "leer
dentro", penetrar, comprender a fondo. Mediante
este don el Espíritu Santo, que "escruta las
profundidades de Dios" (1 Co 2, 10), comunica al
creyente una chispa de esa capacidad penetrante
que le abre el corazón a la gozosa percepción del
designio amoroso de Dios. Se renueva entonces la
experiencia de los discípulos de Emaús, los cuales,
tras haber reconocido al Resucitado en la fracción
del pan, se decían uno a otro; "¿No ardía nuestro
corazón mientras hablaba con nosotros en el
camino, explicándonos las Escrituras?" (Lc 24,
32).
Invoquémoslo por intercesión de María
Santísima, la Virgen de la Escucha, que a la luz del
Espíritu supo escrutar sin cansarse el sentido
profundo de los misterios realizados en Ella por el
Todopoderoso (cf. Lc 2, 19 y 51). La
contemplación de las maravillas de Dios será
también en nosotros fuente de alegría inagotable:
"Proclama mi alma la grandeza del Señor, se

alegra mi espíritu en Dios mi Salvador" (Lc 1, 46
s.).
Súplica
Danos, Dios de la vida, la Inteligencia necesaria y
suficiente para encontrar los caminos que nos
lleven como Iglesia particular a leer tu presencia
en los signos de nuestra historia, para asumir el
reto de una humanidad doliente con inteligencia
modelada en los valores cristianos.
Intención
Pidamos con fe el don de la Inteligencia para que
la gracia de Dios ilumine a quienes están llamados
a discernir lo que más conviene al pueblo santo,
puedan trazar a la Iglesia que peregrina en medio
de tantas adversidades los caminos más seguros
que nos lleven a la verdad que salva y a la fe que
todo lo ilumina.





SEXTO DÍA
De la alocución del Papa San Juan Pablo II
durante el rezo del Regina Coeli.

DON DE FORTALEZA.
En nuestro tiempo muchos exaltan la fuerza física,
llegando incluso a aprobar las manifestaciones
extremas de la violencia. En realidad, el hombre
cada día experimenta la propia debilidad,
especialmente en el campo espiritual y moral,
cediendo a los impulsos de las pasiones internas y
a las presiones que sobre él ejerce el ambiente
circundante.
Precisamente para resistir a estas múltiples
instigaciones es necesaria la virtud de la fortaleza,
que es una de las cuatro virtudes cardinales sobre
las que se apoya todo el edificio de la vida moral:
la fortaleza es la virtud de quien no se aviene a
componendas en el cumplimiento del propio
deber.
Cuando experimentamos, como Jesús en
Getsemaní, "la debilidad de la carne" (cf. Mt 26,
41; Mc 14, 38), es decir, de la naturaleza humana
sometida a las enfermedades físicas y psíquicas,
tenemos que invocar del Espíritu Santo el don de
la fortaleza para permanecer firmes y decididos en
el camino del bien. Entonces podremos repetir

opciones importantes (por ejemplo, de dar
respuesta a la vocación), o de un camino que
recorrer entre dificultades y obstáculos.
Súplica
Danos, Señor, la alegría de escuchar la voz de
nuestra conciencia iluminada por tu gracia, para
actuar conforme a tu voluntad, haz que
aprendamos a leer tu voluntad y a hacer de ella luz
para nuestros pasos.
Intención
Pidamos el don de consejo para quienes nos
presiden y acompañan en la fe, de modo que
podamos ser guiados según la voluntad de Dios.
Que nuestros pastores, fortalecidos con este don
de tu amor sean aliento para la esperanza de
todos, trabajen por la verdad y conduzcan a los
pueblos por caminos seguros de reconciliación y
de fraternidad.




CUARTO DÍA
De la alocución del Papa San Juan Pablo II
durante el rezo del Regina Coeli.

DON DE CIENCIA
Meditamos hoy el don de ciencia, gracias al cual
se nos da a conocer
el verdadero valor de las criaturas en su relación
con el Creador.
Sabemos que el hombre contemporáneo,
precisamente en virtud del desarrollo de las
ciencias, está expuesto particularmente a la
tentación de dar una interpretación naturalista
del mundo; ante la multiforme riqueza de las
cosas, de su complejidad, variedad y belleza, corre
el riesgo de absolutizarlas y casi de divinizarlas
hasta hacer de ellas el fin supremo de su misma
vida.
Esto ocurre sobre todo cuando se trata de las
riquezas, del placer, del poder que precisamente
se pueden derivar de las cosas materiales. Estos
son los ídolos principales, ante los que el mundo
se postra demasiado a menudo. Para resistir esa
tentación sutil y para remediar las consecuencias
nefastas a las que puede llevar he aquí que el
Espíritu Santo socorre al hombre con el don de
ciencia.

Súplica
Que venga sobre nosotros el don de la Ciencia y
que inspirados por este regalo de Dios sepamos
contemplar la creación entera como el espacio en
el que el Hombre realiza su vida según el designio
de Dios, que aprendamos a leer en la obra de Dios
su voluntad de amor, que dejemos que la luz del
Espíritu anime las búsquedas de la verdad y de la
bondad.
Intención
Pidamos la luz del Espíritu Santo para tantos
creyentes que defienden la vida, la dignidad de la
familia y la santidad de la existencia humana de
modo que puedan proponer con plena libertad la
voluntad de Dios sobre toda existencia humana y
puedan ofrecer a la ciencia una luz que la
acompañe y oriente en la búsqueda del bien y de
la verdad.





QUINTO DÍA
De la alocución del Papa San Juan Pablo II
durante el rezo del Regina Coeli.

DON DE CONSEJO
Hoy tomamos en consideración el don de consejo.
Se da al cristiano para iluminar la conciencia en
las opciones morales que la vida diaria le impone.
Una necesidad que se siente mucho en nuestro
tiempo, turbado por no pocos motivos de crisis y
por una incertidumbre difundida acerca de los
verdaderos valores, es la que se denomina
"reconstrucción de las conciencias". Es decir, se
advierte la necesidad de neutralizar algunos
factores destructivos que fácilmente se insinúan
en el espíritu humano, cuando está agitado por las
pasiones, y la de introducir en ellas elementos
sanos y positivos. En este empeño de recuperación
moral la Iglesia debe estar y está en primera línea:
de aquí la invocación que brota del corazón de sus
miembros ―de todos nosotros― para obtener
ante todo la ayuda de una luz de lo Alto. El
Espíritu de Dios sale al encuentro de esta súplica
mediante el don de consejo, con el cual enriquece
y perfecciona la virtud de la prudencia y guía al
alma desde dentro, iluminándola sobre lo que
debe hacer, especialmente cuando se trata de
Tags