siendo así creadores y objetos de arte. De Francia, surgió el Manifiesto y alcanzó
características específicas en su corriente alemana, a través de artistas
como Wolf, Vostele y otros. Fueron libres en sus actos, empujados por la poética
anarquista, sin reparos. El pop art americano les observaba con la tentación de
atraerlos. Se resistieron, los nuevos realistas franceses no tenían cálculo de carrera en
el movimiento y mucho menos un mercado del arte que los sustentara o apoyara. Fue un
momento corto, espontáneo, que solo dependía del ánimo de cada uno de ellos.
Abrieron muchas ventanas de libertad y muchos aspectos del artista actuante
convirtiendo su obra en espectáculo; fue retomado diez años después en el arte
conceptual precisamente en los performances. El público puede apreciar a casi 50 años
de distancia, toda la materia técnica y estética que el nuevo realismo ofreció a las
siguientes generaciones, pues se observan todavía sus huellas profundas en el arte. El
nuevo realismo consiste en retomar las consecuencias de la realidad, con una mirada
visual que la regenere; para entenderlo, las pinturas murales callejeras de Villeglé son
autenticas joyas de esta tendencia. El artista, persigue las trazas de todos los carteles
pegados en las paredes de la ciudad, le interesa el devenir de esas gráficas, enfrentadas
al viento, a la lluvia, pero también, al vencimiento de su fecha que significa el momento
en que serán arrancadas para dejar espacio y tiempo al próximo afiche. El resultado de
las diferentes capas arrancadas es lo que Villeglé convierte en obra. Esos cuadros,
murales ocasionales de los años 60-70, pertenecen hoy a grandes colecciones privadas,
en el presente, expuestos en las Galerías del Gran Palais de París, permiten
reconsiderar un movimiento exclusivamente francés, integrador de artistas italianos y
germanos que participaron en el gran cuestionamiento visual de la realidad y de la
cotidianidad. Daniel Spoerri , parte del
objeto electrodoméstico: cuchillos, tenedores, platos, mesas y sillas, y las convierte en
elementos de una gran composición. Sus obras fueron grandes performances, otras
efímeras, que se han mantenido en espacios y límites, que en el presente pertenecen al
Museo de Arte Moderno de Paris. La obra de Spoerri se inscribe en la revolución de las
imágenes que se inició en Estados Unidos de Norteamérica con el pop art, pero que en
Europa y particularmente en Francia giró hacia un lenguaje de mayor poética y con un
discurso perteneciente a la totalidad de la sociedad. El nuevo realismo, buscó una
dualidad de acción en la que el artista visual es actor y a la vez ejecutante de la obra.
Esos aires también soplaron en los plateaux de la nouvelle vague. Es una actitud con el
arte que define la dualidad de papeles, el artista está dentro y fuera de la obra, como el
mismo Godard, quien dirigía y actuaba en sus películas. El movimiento no duró, apenas
nació y se dividió. Todos decidieron llevar solos su camino. César, siguió su carrera de
escultor de recuperación industrial, participando en las grandes colecciones del arte
público de los años 70-80, dejando en Paris esculturas monumentales en Las Tullerías,
y en diferentes parques de la ciudad, como su famosa escultura de Pegaso, caballo
monumental alado que se ha convertido en un punto de cita y encuentro en la plazoleta
que divide la rue du Cherche Midi, y la rue du Dragon, en el Barrio Latino de París.
Arman, después de un éxito exclusivo en los años 70, se afianzó en Estados Unidos,
que sedujo hasta el último aliento de su carrera. Nikki de Saint Phalle y Tinguély, optaron
por una obra de sutil movimiento que atrae un discurso de construcción mecánica más
que de reconstrucción o destrucción… Los móviles, las fuentes en movimiento, son
elementos activos e interactivos con el medioambiente en estos dos artistas. Es
interesante, después de las dos grandes exposiciones parisinas del pop art y del