FORREST III:
Ausencia de signos hemorrágicos sobre la lesión.
Los exámenes de laboratorio deben incluir hemograma, hemoclasificasión, perfil
hepático, pruebas de coagulación, creatinina sérica, proteinemia y albuminemia
VII. DIAGNÒSTICO MÉDICO:
Diagnóstico:
Al evaluar un niño con una posible hemorragia digestiva, hay que tener presente que la
deposición negra o roja no siempre se debe a la presencia de sangre. La ingestión de
espinaca, o de medicamentos con hierro, carbón o bismuto, pueden impartir un color
negruzco a la deposición, simulando una melena. Asímismo, la ingestión de betarragas
o de algunos alimentos con colorantes rojos, pueden simular una rectorragia. Por último,
la bacteria Serratia mercescen, provoca una coloración rosada del pañal, que puede
hacer pensar en hemorragia.
La gravedad de la hemorragia digestiva, está determinada por el compromiso
hemodinámico que produce. De acuerdo al volumen y velocidad de la pérdida de sangre
y de su repercusión hemodinámica, la hemorragia digestiva puede ser oculta cuando las
deposiciones son de aspecto normal; leve, cuando no tienen compromiso
hemodinámico; moderada si se acompaña de signos transitorios de hipovolemia, que se
recuperan rápidamente una vez que se repone el volumen, masiva si cursa con shock
hipovolémico, requiriendo de grandes volúmenes para elevar la presión arterial.
La presencia de otros síntomas, como dolor abdominal, vómitos, constipación, fiebre,
etc, nos ayudan a diagnosticar algunos cuadros clínicos que se acompañan de
sangramiento digestivo.
En el examen físico debe buscarse aquellos signos que traducen el compromiso
hemodinámico o bien que nos orientan hacia determinadas etiologías (Tabla 2).
Por último, cuando el sangramiento no es definitivo, es útil colocar una sonda
nasogástrica, la que sirve para verificar la presencia de sangre en el estómago y vaciar a
este de sangre y coágulos como preparación para el examen endoscópico.