A mi maestra de jardín le regalo estos versos porque me ayuda a crecer y por eso yo la quiero. Mi maestra siempre contenta me espera con juegos y me enseña tantas cosas, por eso es que yo la quiero.
Mi seño tiene las manos hechas de amor y papel, de temperas de colores y masitas de miel. Ellas son las creadoras de mundos maravillosos, de títeres, de princesas y príncipes amorosos.
Sus manos guardan secretos de juegos y mil canciones. Sus caricias son la cura de golpes y chichones. Gracias, seño, por tener esas manos creadoras que me enseñan a querer ser una mejor persona.
Tomate de su mano y el cielo descuelga, luego en una nube, mecete muy lenta. Y entre toboganes que harán las estrellas deslízate en su almita, encuéntrate en ella. Y ya acrisolada tu obra de ternura plena ...sentirás la dicha de ser...¡Jardinera!