PARÁBOLA DEL SEMBRADOR: CLAVES PARA LA REFLEXIÓN.pdf
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En el capítulo 13 del Evangelio de Mateo, la parábola del sembrador, se nos muestra a un Jesús que esparce su semilla, su palabra, allá por donde pasa, quiere que llegue a todos, que arraigue en nuestros corazones. Pero como se cuenta en la parábola la tierra que acoge la semilla, nuestro coraz...
En el capítulo 13 del Evangelio de Mateo, la parábola del sembrador, se nos muestra a un Jesús que esparce su semilla, su palabra, allá por donde pasa, quiere que llegue a todos, que arraigue en nuestros corazones. Pero como se cuenta en la parábola la tierra que acoge la semilla, nuestro corazón, no siempre es apta para ello. Es cierto que se pierde mucho de esa semilla, pero ésta arraiga en muchos corazones, y nacen espigas y esas espigan dan frutos y actúan como nuevas semillas que se esparcen para dar a conocer la Buena Nueva de Jesús.
Este trabajo pretende presentar ciertas claves que puedan servir de guía para profundizar en las enseñanzas que Jesús nos quiere transmitir con esta parábola. Está organizado en varios apartados: el texto bíblico, claves para la reflexión, el don de la fortaleza que prepara el terreno para la siembra y, finalmente, conclusiones y preguntas finales. Todos los contenidos, con ligeras variaciones y tras un trabajo de reelaboración para dar coherencia al conjunto, se han tomado de discursos, ángelus y homilías pertenecientes a los papas Juan Pablo II, Benedicto XVI y el papa Francisco, que aportan sus visiones a la parábola del sembrador.
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Language: es
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PARÁBOLA DEL
SEMBRADOR:
CLAVES PARA
LA REFLEXIÓN
Extraídas de los Papas: JUAN PABLO II
BENEDICTO XVI
FRANCISCO
PARÁBOLA DEL SEMBRADOR: CLAVES PARA
LA REFLEXIÓN
INTRODUCCIÓN
En el capítulo 13 del Evangelio de Mateo, la parábola del sembrador, se nos
muestra a un Jesús que esparce su semilla, su palabra, allá por donde pasa, quiere que
llegue a todos, que arraigue en nuestros corazones. Pero como se cuenta en la parábola
la tierra que acoge la semilla, nuestro corazón, no siempre es apta para ello. Es cierto
que se pierde mucho de esa semilla, pero ésta arraiga en muchos corazones, y nacen
espigas y esas espigan dan frutos y actúan como nuevas semillas que se esparcen para
dar a conocer la Buena Nueva de Jesús. (a.p.)
Parábola del sembrador, Grimmer, Abel, 1611. Museo del Prado (a)
Este trabajo pretende presentar ciertas claves que puedan servir de guía para
profundizar en las enseñanzas que Jesús nos quiere transmitir con esta parábola. Está
organizado en varios apartados: el texto bíblico, claves para la reflexión, el don de la
fortaleza que prepara el terreno para la siembra y, finalmente, conclusiones y preguntas
finales. Todos los contenidos, con ligeras variaciones y tras un trabajo de reelaboración
para dar coherencia al conjunto, se han tomado de discursos, ángelus y homilías
pertenecientes a los papas Juan Pablo II, Benedicto XVI y el papa Francisco, que aportan
sus visiones a la parábola del sembrador. En ocasiones aparece (a.p.), que significa
anotación personal.
TEXTO BÍBLICO
PARÁBOLA DEL SEMBRADOR
Mateo, 13
Introducción
1. Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó a orillas del mar. 2. Y se reunió tanta gente junto
a él, que hubo de subir a sentarse en una barca, y toda la gente quedaba en la ribera. 3. Y
les habló muchas cosas en parábolas.
Parábola del sembrador.
Decía: «Una vez salió un sembrador a sembrar. 4. Y al sembrar, unas semillas cayeron a
lo largo del camino; vinieron las aves y se las comieron. 5. Otras cayeron en pedregal,
donde no tenían mucha tierra, y brotaron enseguida por no tener hondura de tierra; 6. pero
en cuanto salió el sol se agostaron y, por no tener raíz, se secaron. 7. Otras cayeron entre
abrojos; crecieron los abrojos y las ahogaron. 8. Otras cayeron en tierra buena y dieron
fruto, una ciento, otra sesenta, otra treinta. 9. El que tenga oídos, que oiga.»
Parábola del sembrador. Jacopo Bassano, hacia 1560. Museo Thissen, (b)
Por qué habla Jesús en parábolas
10. Y acercándose los discípulos le dijeron: «¿Por qué les hablas en parábolas?» 11. El les
respondió: «Es que a vosotros se os ha dado el conocer los misterios del Reino de los
Cielos, pero a ellos no. 12. Porque a quien tiene se le dará y le sobrará; pero a quien no
tiene, aun lo que tiene se le quitará. 13. Por eso les hablo en parábolas, porque viendo no
ven, y oyendo no oyen ni entienden. 14. En ellos se cumple la profecía de Isaías:
Oír, oiréis, pero no entenderéis, mirar, miraréis, pero no veréis. 15. Porque se ha
embotado el corazón de este pueblo, han hecho duros sus oídos, y sus ojos han cerrado;
no sea que vean con sus ojos, con sus oídos oigan, con su corazón entiendan y se
conviertan, y yo los sane.
16. «¡Pero dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen! 17. Pues os
aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron,
y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron.
Explicación de la parábola del sembrador:
18. «Vosotros, pues, escuchad la parábola del sembrador. 19. Sucede a todo el que oye la
Palabra del Reino y no la comprende, que viene el Maligno y arrebata lo sembrado en su
corazón: éste es el que fue sembrado a lo largo del camino. 20. El que fue sembrado en
pedregal, es el que oye la Palabra, y al punto la recibe con alegría; 21. pero no tiene raíz en
sí mismo, sino que es inconstante y, cuando se presenta una tribulación o persecución por
causa de la Palabra, sucumba enseguida. 22. El que fue sembrado entre los abrojos, es el
que oye la Palabra, pero los preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas
ahogan la Palabra, y queda sin fruto. 23. Pero el que fue sembrado en tierra buena, es el
que oye la Palabra y la comprende: éste sí que da fruto y produce, uno ciento, otro sesenta,
otro treinta.» 24. Otra parábola les propuso, diciendo: «El Reino de los Cielos es semejante
a un hombre que sembró buena semilla en su campo. 25. Pero, mientras su gente dormía,
vino su enemigo, sembró encima cizaña entre el trigo, y se fue. 26. Cuando brotó la hierba
y produjo fruto, apareció entonces también la cizaña. 27. Los siervos del amo se acercaron
a decirle: "Señor, ¿no sembraste semilla buena en tu campo? ¿Cómo es que tiene cizaña?"
28. El les contestó: "Algún enemigo ha hecho esto." Dícenle los siervos: "¿Quieres, pues,
que vayamos a recogerla?" 29. Díceles: "No, no sea que, al recoger la cizaña, arranquéis a
la vez el trigo. 30. Dejad que ambos crezcan juntos hasta la siega. Y al tiempo de la siega,
diré a los segadores: Recoged primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el
trigo recogedlo en mi granero."»
Biblia de Jerusalén
CLAVES PARA LA REFLEXIÓN
Hoy el Evangelio nos presenta la parábola del sembrador (cfr Mt 13,1-23). La de
la “siembra” es una imagen muy hermosa, y Jesús la usa para describir el don de su
Palabra. Imaginemos una semilla: es pequeña, casi no se ve, pero hace crecer plantas
que dan frutos. La Palabra de Dios es así; pensemos en el Evangelio, un pequeño libro,
sencillo y al alcance de todos, que produce vida nueva en quien lo acoge. Por tanto, si
la Palabra es la semilla, nosotros somos el terreno: podemos recibirla o no. Pero Jesús,
“buen sembrador”, no se cansa de sembrarla con generosidad. Conoce nuestro terreno,
sabe que las piedras de nuestra inconstancia y las espinas de nuestros vicios (cfr vv.
21-22) pueden sofocar la Palabra, y sin embargo espera, siempre espera que
nosotros podamos dar fruto abundante (cfr v. 8). (2)
La Palabra de Dios, representada por las semillas, no es una Palabra abstracta,
sino que es Cristo mismo, el Verbo del Padre que se ha encarnado en el vientre de
María. Por lo tanto, acoger la Palabra de Dios quiere decir acoger la persona de
Cristo, el mismo Cristo. (6)
ICONO ORTODOXO ( c)
Esta parábola es de algún modo «autobiográfica», porque refleja la experiencia
misma de Jesús, de su predicación: él se identifica con el sembrador, que esparce
la buena semilla de la Palabra de Dios, y percibe los diversos efectos que obtiene,
según el tipo de acogida reservada al anuncio. Hay quien escucha superficialmente la
Palabra pero no la acoge; hay quien la acoge en un primer momento pero no tiene
constancia y lo pierde todo; hay quien queda a brumado por las preocupaciones y
seducciones del mundo; y hay quien escucha de manera receptiva como la tierra buena:
aquí la Palabra da fruto en abundancia. (4)
El fruto no depende únicamente de la
semilla, sino también de las diversas
situaciones del terreno, es decir, de cada uno de
nosotros. Así la explica Jesús: La semilla
devorada por las aves evoca la intervención del
maligno, que lleva al corazón la incomprensión del
camino de Dios (cf. Mc 8, 33), que es siempre el
camino de la cruz. La semilla sin raíz describe la
situación en la que se acepta la Palabra sólo
exteriormente, sin la profundidad de adhesión a
Cristo y el amor personal a él (cf. Col 2, 7),
necesarios para conservarla. La semilla ahogada
remite a las preocupaciones de la vida presente,
a la atracción que ejerce el poder, al bienestar y
al orgullo. (5)
Profundicemos con palabras del Papa
Francisco, explica que hay distintas maneras de
recibir la Palabra de Dios:
Podemos hacerlo como un camino ,
donde en seguida vienen los pájaros y se comen
las semillas. Esta sería la distracción, un gran
peligro de nuestro tiempo. Acosados por tantos
chismorreos, por tantas ideologías, por las
continuas posibilidades de distraerse dentro y
fuera de casa, se puede perder el gusto del
silencio, del recogimiento, del diálogo con el Señor, tanto como para correr el riesgo de
perder la fe, de no acoger la Palabra de Dios. Estamos viendo todo, distraídos por todo,
por las cosas mundanas. (6)
Otra posibilidad: podemos acoger la Palabra de Dios como un pe dregal, con poca
tierra. Allí la semilla brota en seguida, pero también se seca pronto, porque no consigue
echar raíces en profundidad. Es la imagen de aquellos que acogen la Palabra de Dios
con entusiasmo momentáneo pero que permanece superficial, no asim ila la Palabra de
Dios. Y así, ante la primera dificultad, pensemos en un sufrimiento, una turbación de la
vida, esa fe todavía débil se disuelve, como se seca la semilla que cae en medio de las
piedras. (6)
Podemos, también —una tercera posibilidad de la que Jesús habla en la
parábola—, acoger la Palabra de Dios como un terreno donde crecen arbustos
espinosos. Y las espinas son el engaño de la riqueza, del éxito, de las preocupaciones
mundanas… Ahí la Palabra crece un poco, pero se ahoga, no es fuerte, muere o no da
fruto. (6)
Finalmente —la cuarta posibilidad— podemos acogerla como el terreno
bueno. Aquí, y solamente aquí la semilla arraiga y da fruto. La semilla que cae en este
terreno fértil representa a aquellos que escuchan la Palabra, la acogen, la guardan en
el corazón y la ponen en práctica en la vida de cada día. (6)
El don de la fortaleza que
prepara el terreno para la
siembra. (a.p.) La parábola del
sembrador, relatada por Jesús, nos
ayuda a captar la importancia de uno
de los dones del Espíritu Santo, el
don de la fortaleza. (1)
Como Jesús mismo explica a
sus discípulos, este sembrador
representa al Padre, que esparce
abundantemente la semilla de su
Palabra. La semilla, sin embargo, se
encuentra a menudo con la aridez de
nuestro corazón, e incluso cuando es
acogida corre el riesgo de
permanecer estéril. Con el don de
fortaleza, en cambio, el Espíritu
Santo libera el terreno de
nuestro corazón, lo libera de la
tibieza, de las incertidumbres y
de todos los temores que pueden
frenarlo, de modo que la Palabra del
Señor se ponga en práctica, de
manera auténtica y gozosa. (1)
ICONO ORTODOXO (e)
Así actúa el Señor y así estamos llamados a actuar también nosotros: a
sembrar sin cansarnos . ¿Pero cómo se puede hacer esto, sembrar continuamente sin
cansarnos? (2) Enfoquémoslo desde tres realidades diferentes: los padres, los jóvenes
y sacerdotes, religiosos y laicos comprometidos con el anuncio de la palabra. (a.p.)
En primer lugar, los padres: ellos siembran el bien y la fe en los hijos, y están
llamados a hacerlo sin desanimarse aunque a veces estos parecen no entenderlos y no
apreciar sus enseñanzas, o si la mentalidad del mundo “rema en contra”. La semilla
buena se queda, esto es lo que cuenta, y echará raíces en el momento adecuado. Pero
si, cediendo a la desconfianza, renuncian a sembrar y dejan a los hijos a merced de las
modas y del móvil, sin dedicarles tiempo, sin educarles, entonces el terreno fértil se
llenará de malas hierbas. Padres, ¡no os canséis de sembrar en los hijos! (2)
Miramos después a los jóv enes: también ellos pueden sembrar el Evangelio
en los surcos de la vida cotidiana. Por ejemplo, con la oración: es una pequeña
semilla que no se ve, pero con la cual se encomienda a Jesús todo lo que se
vive, y así Él puede hacerlo madurar. Pero pienso también en el tiempo para dedicar
a los otros, a quien lo necesita más: puede parecer perdido, sin embargo es tiempo
santo, mientras las satisfacciones aparentes del consumismo y del hedonismo dejan las
manos vacías. Y pienso en el estudio: es verdad, es cansado y no es inmediatamente
satisfactorio, como cuando se siembra, pero es esencial para construir un futuro
mejor para todos. (2)
EL SEMBRADOR, VAN GOGH 1888, (f)
Veamos ahora a los sembradores del Evangelio, muchos buenos sacerdotes,
religiosos y laicos comprometidos en el anuncio, que viven y predican la Palabra de Dios
a menudo sin registrar éxitos inmediatos. No olvidemos nunca, cuando anunciamos la
Palabra, que también donde parece que no sucede nada, en realidad el Espíritu Santo
está trabajando y el reino de Dios ya está creciendo, a través y más allá de
nuestros esfuerzos. (2)
Benedicto XVI dirigiéndose a los participantes en el Congreso Europeo de
Pastoral Vocacional. (a.p.) En el centro de vuestros trabajos , cuyo tema es
"Sembradores del Evangelio de la vocación: una Palabra que llama y envía" ,
habéis puesto la parábola evangélica del sembrador. El Señor arroja con abundancia y
gratuidad la semilla de la Palabra de Dios, aun sabiendo que podrá encontrar una tierra
inadecuada, que no le permitirá madurar a causa de la aridez, y que apagará su fuerza
vital ahogándola entre zarzas. Con todo, el sembrador no se desalienta porque sabe
que parte de esta semilla está destinada a caer en "tierra buena", es decir, en
corazones ardientes y capaces de acoger la Palabra con disponibilidad, para
hacerla madurar en la perseverancia, de modo que dé fruto con generosidad
para bien de muchos. (3)
La imagen de la tierra puede evocar la realidad más o menos buena de la familia;
el ambiente con frecuencia árido y duro del trabajo; los días de sufrimiento y de
lágrimas. La tierra es, sobre todo, el corazón de cada hombre , en particular de los
jóvenes, con un corazón a menudo confundido y desorientado, pero capaz de contener
en sí energías inimaginables de entrega; dispuesto a abrirse en las yemas de una vida
entregada por amor a Jesús, capaz de seguirlo con la totalidad y la certeza que brota
de haber encontrado el mayor tesoro de la existencia. (3)
CONCLUSIONES Y PREGUNTAS FINALES
A pesar de que la semilla de la palabra haya arraigado en nuestro corazón (a.p.),
a veces podemos ser tentados de dejarnos llevar por la pereza o, peor aún, por el
desaliento, sobre todo ante las fatigas y las pruebas de la vida. En estos casos, no nos
desanimemos, invoquemos al Espíritu Santo, para que con el don de fortaleza
dirija nuestro corazón y comunique nueva fuerza y entusiasmo a nuestra vida
y a nuestro seguimiento de Jesús. (1)
EL SEMBRADOR SIEMBRA A LA PUESTA DE SOL, 1888, Museo Kröller-Müller (g)
Por eso, ¡adelante con alegría, queridos hermanos y hermanas!
Recordemos a las personas que han puesto la semilla de la Palabra de Dios en nuestra
vida – cada uno de nosotros piense: “¿cómo empezó mi fe?” -; quizá ha brotado años
después de que hayamos encontrado sus ejemplos, ¡pero ha sucedido precisamente
gracias a ellos! (2) Gracias Pablo, justo en frente de mi tengo una foto tuya, vestido
de sacerdote con un grupo de niños que se preparan para la primera comunión. Gracias
a ti, después de tantos años sigo caminado el camino de Jesús. (a.p.)
Queridos hermanos y hermanas, nosotros somos la tierra en donde el Señor
siembra incansablemente la semilla de su Palabra y de su amor. ¿Con qué disposiciones
la acogemos? (5) Podemos seguir preguntándonos : ¿yo siembro el bien? ¿Me
preocupo solo por recoger para mí o también de sembrar para los otros? ¿Lanzo algunas
semillas del Evangelio en la vida de todos los días: estudio, trabajo, tiempo libre? ¿Me
desanimo o, como Jesús, sigo sembrando, también si no veo resultados inmediatos? (2)
Quien siembra en el corazón del hombre es siempre y sólo el Señor .
Únicamente después de la siembra abundante y generosa de la Palabra de Dios
podemos adentrarnos en los senderos de acompañar y educar, de formar y discernir.
Todo ello va unido a esa pequeña semilla, don misterioso de la Providencia celestial,
que irradia una fuerza extraordinaria, pues la Palabra de Dios es la que realiza
eficazmente por sí misma lo que dice y desea. (3) Venedicto XVI dirigiéndose a los
participantes en el Congreso Europeo de Pastoral Vocacional. (a.p.)
La parábola del sembrador nos recuerda que la Palabra de Dios es una semilla
que en sí misma es fecunda y eficaz; y Dios la esparce por todos lados con generosidad,
sin importar el desperdicio. ¡Así es el corazón de Dios! Cada uno de nosotros es un
terreno sobre el que cae la semilla de la Palabra , ¡sin excluir a nadie! La Palabra
es dada a cada uno de nosotros. Podemos preguntarnos: yo, ¿qué tipo de terreno
soy? ¿Me parezco al camino, al pedregal, al arbusto? (6)
Sed sembradores de confianza y de esperanza , pues la juventud de hoy vive
inmersa en un profundo sentido de extravío. Con frecuencia las palabras humanas
carecen de futuro y de perspectiva; carecen incluso de sentido y de sabiduría. Se
difunde una actitud de impaciencia frenética y una incapacidad de vivir el tiempo de la
espera. La Palabra de Dios puede ser de verdad luz y fuerza, manantial de
esperanza; puede trazar una senda que pasa por Jesús, "camino" y "puerta", a través
de su cruz, que es plenitud de amor. (3) Venedicto XVI dirigiéndose a los participantes
en el Congreso Europeo de Pastoral V ocacional, de cuyas palabras todos los que
formamos la Iglesia podemos hacernos partícipes. (a.p.)
Sed la tierra fértil y buena que, con la abundancia de sus frutos, realiza las
expectativas de la Iglesia y del mundo. (5) Que la Virgen María, modelo perfecto de
tierra buena y fértil, nos ayude, con su oración, a convertirnos en terreno
disponible sin espinas ni piedras , para que podamos llevar buenos frutos para
nosotros y para nuestros hermanos. (6)
o Trabajo de investigación, análisis y edición realizado por AMSS
FUENTES LITERARIAS
1. AUDIENCIA GENERAL , PAPA FRANCISCO, mayo de 2014
2. ÁNGELUS, PAPA FRANCISCO, julio de 2023
3. DISCURSO A LOS PARTICIPANTES EN EL CONGRESO EUROPEO DE
PASTORAL VOCACIONAL, BENEDICTO XVI, julio de 2009
4. ÁNGELUS, BENEDICTO XVI, julio de 2011
5. VIAJE APOSTÓLICO DE SU SANTIDAD JUAN PABLO II
A ESLOVAQUIA, HOMILÍA DEL SANTO PADRE, septiembre de 2003
6. ÁNGELUS, PAPA FRANCISCO, julio de 2020
FUENTES GRÁFICAS
a) PARÁBOLA DEL SEMBRADOR , Grimmer, Abel, 1611. Museo del Prado (a)
b) Parábola del sembrador. Jacopo Bassano (Jacopo da Ponte), hacia 1560.
Museo Thissen, https://www.museothyssen.org/
c) Icono ortodoxo. Captura de Internet.
d) EL SEMBRADOR , de James Tissot, pintado entre 1886 y 1894. Museo
Brooklyn, https://www.brooklynmuseum.org/
e) Icono ortodoxo. Captura de Internet.
f) EL SEMBRADOR, VAN GOGH 1888 https://museovangogh.org/
g) EL SEMBRADOR SIEMBRA A LA PUESTA DE SOL, 1888, Museo Kröller-Müller
https://museovangogh.org/
h) Icono ortodoxo. Portada. Captura de Internet.