AÑORANZA
To’ lo que guardas lo escondes,
ahí,
bien perdío,
pa’ que nadie lo halle,
donde el tiempo lo melle
y el polvo del chasco baldío
lo raye.
¡Ay, mi rocío!,
¡mi sueño!,
¡mi vida!,
¡mi sangre!,
qué duro se muestra tu filo,
qué flojo se muestra tu aguante,
y es que yo,
que no soy tu marío, ni tu amante,
que no busco dinero ni lustre,
te digo,
¿de qué la belleza que gastas,
si goza de ella un mal hombre?,
¿de qué tu sonrisa mimada,
las manos curiosas,
tu nombre?,
¿de qué la aureola de reina,
si el tiempo lo fútil se come?.
Que sigo en la lluvia esperando,
calado de un frío de amores,
que sólo a tu lado respiro,
y luego me ahíno y te escondes.
¡Chiquilla!,
¡carilla!,
¡pilluela!,
me fijo y tu risa me rompe,
me dejas dormir a entrevelas,
sin fe,
ni horizonte,
¿y sabes qué dice mi pena?,
que temes hallarte morrena,
que el río que raudo te arrastra
es río que acaba en condena,
que el vino que ahora te llena
se agría, y agría tus dones,
que vives oculta en burdeles
soñando con besos y amores.