Juan cap. 9 1-5: Mientras caminaba, Jesús vio a un hombre que era ciego de nacimiento. 2 —Rabí, ¿por qué nació ciego este hombre?—le preguntaron sus discípulos—. ¿Fue por sus propios pecados o por los de sus padres? 3 —No fue por sus pecados ni tampoco por los de sus padres —contestó Jesús—. Nació ciego para que todos vieran el poder de Dios en él. 4 Debemos llevar a cabo cuanto antes las tareas que nos encargó el que nos envió. Pronto viene la noche cuando nadie puede trabajar; 5 pero mientras estoy aquí en el mundo, yo soy la luz del mundo.
Juan 9 6-11: 6 Luego escupió en el suelo, hizo lodo con la saliva y lo untó en los ojos del ciego. 7 Le dijo: «Ve a lavarte en el estanque de Siloé» (Siloé significa «enviado»). Entonces el hombre fue, se lavó, ¡y regresó viendo! 8 Sus vecinos y otros que lo conocían como un pordiosero ciego se preguntaban: «¿No es ese el hombre que solía sentarse a mendigar?». 9 Algunos decían que sí, y otros decían: «No, solo se le parece». Pero el mendigo seguía diciendo: «¡Sí, soy yo!». 10 Le preguntaron: —¿Quién te sanó? ¿Cómo sucedió? 11 Él les dijo: —El hombre al que llaman Jesús hizo lodo, me lo untó en los ojos y me dijo: “Ve al estanque de Siloé y lávate”. Entonces fui, me lavé, ¡y ahora puedo ver!
Ceguera espiritual 35 Cuando Jesús supo lo que había pasado, encontró al hombre y le preguntó: —¿Crees en el Hijo del Hombre ? 36 —¿Quién es, señor?—contestó el hombre—. Quiero creer en él. 37 —Ya lo has visto—le dijo Jesús—, ¡y está hablando contigo! 38 —¡Sí, Señor, creo!—dijo el hombre. Y adoró a Jesús. 39 Entonces Jesús le dijo: —Yo entré en este mundo para hacer juicio, para dar vista a los ciegos y para demostrarles a los que creen que ven, que, en realidad, son ciegos. 40 Algunos fariseos que estaban cerca lo oyeron y le preguntaron: —¿Estás diciendo que nosotros somos ciegos? 41 —Si fueran ciegos, no serían culpables—contestó Jesús—, pero siguen siendo culpables porque afirman que pueden ver.