punto de partida ya no se encontrará en la subjetividad segura de sí misma y
(potencialmente) omnipotente, sino en la existencia concreta de cada uno, con su carácter
intransferible, incierto, fluctuante, contradictorio, y con todo patéticamente real,
dolorosamente imperioso.
La experiencia de la finitud, o aun de la suprema impotencia del hombre, típica de la
filosofía de la existencia, se manifiesta según diversos fenómenos más o menos
equivalentes, próximos o lejanos: angustia en Kierkegaard (y Heidegger), fracaso en
Jaspers, náusea en Sartre, etc. En todos los casos, y por encima de las enormes dife-
rencias entre unos y otros, se trata - para decirlo muy someramente- del sentimiento de la
soledad, abandono e impotencia que el hombre halla en la raí/, de sí mismo cuando trata
de pensarse, no partiendo de supuestos extraños -Dios, espíritu absoluto, razón, esencia
genérica, etc.-, sino a partir de sí mismo solamente."
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La quiebra o crisis de la filosofía de la subjetividad, o - para decirlo de manera más
rigurosa quizás- de la forma que la filosofía había tomado desde sus orígenes en Platón y
Lo que - de una manera por lo demás muy superficial, pero quizá hoy día inevitable-
se llama filosofía cíe la existencia, abarca puntos de vista muy disímiles, entre los que es
preciso señalar: la "aclaración de la existencia" (Existenzerhellung), o filosofía de la
existencia propiamente dicha, de K. Jaspers: la filosofía cristiana de la existencia de G .
Marcel (1889- 1973) y la judía de M. Buber (1878- 1965); la fenomenología de M.
Merleau-Ponty (1908-1961); el existencialismo de J. P. Sartre (1905- 1980) y de N.
Abbagnano (n. 1901). No será superfluo señalar dos nombres de la literatura alemana
cuya obra tiene numerosos puntos de contacto con la temática de la existencia: el poeta
R. M. Rilke (1875- 1926) y el novelista F. Kafka (1883- 1924).
se rebeló el pensador danés S. KIERKEGAARD (cf. Cap. VIl, § 4 a), iniciador de la filosofía de la existencia
e introductor de esta noción, reprochándole a Hegel que en este el pensar hubiese olvidado al pensador, al
pensador subjetivo de su infinito interés. En nuestra lengua, y en parte bajo la influencia de KIERKEGAARD,
debe mencionarse a MIGUEL DE UNAMUNO (cf. Cap. VII, § 4 a), que destacó vigorosamente al "hombre
concreto, de carne y hueso", como "el sujeto y el supremo objeto a la vez de toda filosofía" (cf.
especialmente Del sentimiento trágico de la vida. 1913, del comienzo de cuyo primer capítulo procede la
cita. Obras completas, Madrid, Vergara- Aguado, 1964, tomo XVI. p. 128). Sobre el pensador vasco puede
verse A. P. CARPIO, "Unamuno, filósofo de la subjetividad" (en La Torre. Rev. de la Univ. de Puerto Rico,
IX, nº 35- 36, jul.-dic. 1961, pp. 277- 303, y recogido en Páginas de filosofía, Rosario. Facultad de Filosofía y
Letras, 1967, pp. 189- 232). En cierto modo al menos, también ha de incluirse a JOSÉ ORTEGA Y GASSET
(1883- 1955); cf. El tema de nuestro tiempo (1923), y sobre todo ¿Qué es filosofía? curso de 1929, publicado
en 1957, y Unas lecciones de metafísica, curso de 1932- 1933, publicado en 1966. En la Argentina es
oportuno citar, como introductor de la filosofía de la existencia, a C ASTRADA (1894- 1970), primero
fuertemente influido por Heidegger (Idealismo fenomenológico y metafísica existencia!. Buenos Aires,
Facultad de Filosofía y Letras, 1936; El juego met afísica, Buenos Aires. El Ateneo, 1942), y que luego derivó
hacia el marxismo, aunque sin abandonar nunca por completo el pensamiento heideggeriano
(Existencialismo y crisis de la filosofía. Buenos Aires. Devenir. 2ª ed. ampliada 1963; Martín Heidegger,
Buenos Aires. Juárez. 1970).
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Todo ello puede tener relación con las trágicas vicisitudes de nuestro siglo, y considerarse como
manifestación de consecuente pesimismo. La filosofía de la existencia es una filosofía de entreguerras (las
de 1914- 1918 y 1939-1945), expresión, en parle al menos, de las terribles experiencias vividas por el
hombre de nuestro siglo -a la vez actor, víctima y testigo de la guerra total, de la destrucción en masa, del
racismo en sus formas más absurdas (si alguna no lo lucra), de los campos de concentración, del desprecio
por la persona, etc., etc. Ello no quiere decir, sin embargo, que la filosofía de la existencia sea nada más
que reflejo de la época; porque en tal caso no se explicarían los antecedentes (Agustín, Pascal,
Kierkegaard), ni sería más que moda, cuando precisamente lo que tenía de moda - el llamado
"existencialismo"- parece haber pasado sin dejar mayores rastros, como pasa lo que sólo es moda. Pero
toda gran filosofía, como todo gran arte, quizá más que reflejo del inmediato presente, sea promesa para el
porvenir. Además, los aspectos oscuros, trágicos o melodramáticos de la filosofía de la existencia son justo
los más caducos, los que en su mayor parte ya han quedado olvidados como manifestaciones de un
"romanticismo" rezagado, exagerado y de mal gusto. escaneado y digitalizado por J.Rubén Fernández
para Taringa.net
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