ERRORES EN LOS PROCESOS DE APRENDIZAJE: El docente al darse cuenta de
equivocaciones en los niños durante un proceso determinado, es primordial que antes de
combatirlos los comprenda y ayude a los niños a tomar conciencia de los mismos e
identificar su origen y superarlos, siempre bajo un entorno de confianza y afectividad, le
puede preguntar, por ejemplo: ¿Cómo lo resolviste? ¿Por qué escogiste esa forma? ¿Te
sirvió, funcionó? ¿Por qué? ¿Qué otra solución puedes proponer? Las aportaciones de los
niños nos llevan a designar tiempos y espacios para la palabra, para escuchar lo que
puedan compartir; sin descalificar, acallar o rechazar en forma inmediata.
RITMOS DE APRENDIZAJE DIVERSOS: Se deben reconocer con respeto las
diferencias en los ritmos de aprendizaje de los niños, interviniendo en forma diferenciada
para lograr su atención, es decir, romper con la enseñanza de brindar lo mismo para
todos y sustituirla por una organización del trabajo y uso de recursos didácticos que
coloquen a cada niño en una situación cercana a lo óptimo, para que pueda aprender.
Se trata de organizar el trabajo en forma distinta, por ejemplo: diseñar secuencias de
situaciones de aprendizaje, en donde se combine el trabajo en equipos reducidos e
intervención individual, proponer la organización de talleres en donde los niños circulan
entre tareas distintas, o bien, proyectos en torno a un tema transversal en el que se
posibilita la participación diferenciada, entre otras. Lo que se busca es fomentar en los
alumnos el deseo y el placer de aprender, porque sólo se puede tener el deseo de saber,
cuando se imaginan esos conocimientos y sus usos.
¿QUÉ HACER DESDE LA INTERVENCIÓN DOCENTE PARA FOMENTAR UN
AMBIENTE DE RESPETO?
El desafío es diseñar actividades que impongan un verdadero trabajo
de cooperación, en donde la función del docente sea estar atento al
intercambio de los niños y a su participación interactiva.
Se debe planificar considerando las capacidades y necesidades de los
niños al mantener la flexibilidad en la enseñanza; considerando una
amplia gama de estrategias como darles tiempos para la palabra:
externar ideas, pensar en voz alta, establecer la retroalimentación
verbal, y así activar su desarrollo intelectual al usar el lenguaje como
vehículo para el aprendizaje.
Basta con que se les asigne una tarea cooperativa que provoque
conflictos sociocognitivos para estimular una actividad metacognitiva
de la que cada uno saca beneficio, incluso si esto no desemboca en
una acción colectiva.
AMBIENTE DEMOCRÁTICO: Los niños aprenden lo que viven y un ámbito
democrático tendrá que proporcionarles, desde el ejemplo de sus maestros, experiencias
orientadas a “el respeto al principio de legalidad, de igualdad, de libertad con
responsabilidad, de participación, de diálogo y búsqueda de acuerdos; de tolerancia,
inclusión y pluralidad; así como de una ética sustentada en los principios del estado laico,
como marco de la educación humanista y científica que establece el Artículo Tercero
Constitucional”.
NO VIOLENCIA: El primer paso será reconocer el tipo de relaciones interpersonales que
prevalecen y se promueven entre alumnos, docentes y familias, ya que un escenario de
violencia no es propicio para un aprendizaje. La violencia se expresa de varias formas, no