¿Qué es el Via Crucis?
"Via crucis" son dos palabras latinas cuyo significado podría traducirse como "camino de la cruz".
Condenado a muerte y cargado del madero, que había de ser el instrumento de nuestra redención, Jesús hizo este
itinerario de dolor desde el pretorio de Pilato hasta el monte Calvario (Mt 27, 22-61; Mc 15; Lc 23; Jn 19). Era el primer
Viernes Santo. Hoy, el recuerdo entrañable de estos momentos de la vida de Jesús se ha convertido en oración.
El Via crucis es, para muchos cristianos, un ejercicio de piedad lleno de contenido y de cariño agradecido. Consiste en
seguir espiritualmente este mismo trayecto, deteniéndose ante 14 escenas o estaciones para meditar los sufrimientos
de Jesucristo y unirse interiormente con Él.
Los distintos textos que se han hecho, son un instrumento, no sólo para la oración vocal, sino que pueda ayudar a la
meditación personal, a la reflexión sobre el misterio de la redención y sobre todo al diálogo intimo con el Señor.
Los textos intentan ser un medio para la oración personal o comunitaria, sobre todo en momentos fuertes en que la
Liturgia nos invita a asociarnos a la Pasión del Señor, por ejemplo en los viernes de Cuaresma, o el Viernes Santo.
Las "estaciones" (casi siempre 14), están tomadas de los relatos evangélicos de la Pasión.
La devoción del Via Crucis
Surgió y se desarrolló en el mundo occidental a finales de la Edad Media, quizá como sustitución de las peregrinaciones a
Tierra Santa, cuando aumentaron las dificultades para poder realizarlas. La Orden Franciscana es la promotora de esta
devoción.
1. El Via Crucis sigue siendo un modo de oración muy válido, sobre todo en las últimas semanas de la Cuaresma, cuando
la atención de la comunidad cristiana se centra en la Pasión de Cristo.
Es un ejercicio piadoso que tiene como tema de meditación y oración el mismo que la liturgia: la muerte salvadora de
Jesús, su entrega pascual. Eso sí, tiene una pedagogía distinta: las «estaciones», imitando el camino de Jesús hacia la
Cruz; lecturas bíblicas; oraciones más libres; estrofas de algún canto adecuado; momentos de silencio reflexivo.
Tanto si se hace en la iglesia como en un espacio abierto, el Via Crucis puede ser una buena experiencia de oración y una
preparación válida para la celebración de la Pascua. No es extraño que, históricamente, esta clase de oración caminante
tuviera su origen en Jerusalén, donde los peregrinos pronto empezaron a querer seguir las huellas del camino de Jesús
hacia el Calvario, a lo largo de la «Via dolorosa". Pero, al correr de los siglos, también en otros lugares se quiso imitar
este ejercicio piadoso. Reflexionar y orar en torno a la muerte de Cristo ha sido siempre una de las dimensiones más
populares de la fe cristiana.
La estructura actual de las catorce estaciones tomó forma en el siglo XVIII, pero siempre había existido un margen de
flexibilidad en esta oración. En un tiempo como el nuestro, en el que incluso las formas más importantes de oración, por
ejemplo las plegarias eucarísticas, han sido objeto de profunda revisión eclesial, no es extraño que también al Via Crucis
le haya afectado este deseo de renovación.
Los criterios que poco a poco han ido prevaleciendo, por iniciativa privada y a veces también por orientaciones
magisteriales (aunque por tratarse de algo que no es celebración litúrgica no sean tan oficiales), se puede decir que son
estos:
a) dar importancia a las escenas que aparecen en el evangelio, y relativizar otras: así, permanece el recuerdo del Cireneo
que ayuda a Jesús y su encuentro con las mujeres, y desaparece de las estaciones la escena de la Verónica. Desaparece
también el encuentro de María con su Hijo durante el camino, mientras que se tiende a recordar con una estación su
presencia con Juan al pie de la Cruz;
b) se evitan los duplicados: las tres caídas de Jesús, quedan reducidas a una;
c) se tiende a iniciar el camino de la cruz, no en la escena de la condena a muerte por parte de Pilato, como antes, sino
en la Ultima Cena (que ya fue anticipo sacramental de la muerte de Cristo) o al menos en su agonía en Getsemaní;