de Jerusalén hasta que un día, por disposición del Rey, su casa fue asignada para hospedar un
cofre de más de un metro de largo y de medio metro de alto. Si tan sólo hubiese sido un cofre
común y corriente, tal vez no habría habido ningún problema. Pero se trataba del arca del
pacto en cuyo interior se hallaban las tablas de la ley que el Señor había entregado a Moisés.
Hasta su oído de seguro llegaron los rumores de las plagas que asolaron a las ciudades de
Asdod, Gat y Ecrón mientras aquel cofre estuvo con ellos. También debió saber acerca de la
mortandad que había asolado a Bet-semes a causa de su curiosidad, pues habían abierto el
cofre para mirar las tablas. Finalmente debió conocer que el rey no quería aquel cofre en
Jerusalén debido a que Uza había muerto por tan sólo tocarlo.
Obed-Edom recibió aquel cofre con temor, sabiendo que era el arca del pacto. La guardó y la
cuidó con mucho esmero. Dice 2da Samuel 6:11 que “el Arca de Jehová [estuvo] en casa de
Obed-Edom, el geteo, tres meses; y bendijo Jehová a Obed-edom y a toda su casa.
Este hombre supo que cuando se sirve a Dios con devoción y temor reverente, Dios nos
bendice. De esta manera, Obed-Edom fue un ejemplo para todo el pueblo de Israel y en
especial para el Rey David. Luego de que este último recibió la noticia de las bendiciones que le
estaban llegando a Obed-Edom y toda su familia, sintió gozo en su corazón y decidió volver a
esforzarse por trasladar el arca hasta Jerusalén. Es así como, por medio de su ejemplo, Obed-
Edom llamó al rey David al arrepentimiento.
De todos modos, ahora que Obed-Edom sabía lo que sucedía cuando se sirve a Dios con
esmero, sintió que en adelante no podría hacer otra cosa sino servirlo a él. En 1ra de Crónicas
15:1-28 se lee la algarabía con la que fue trasladada el arca del pacto. En los versos 17-18
vemos que entre los cantores y músicos levitas que dirigían el traslado se hallaba Obed-Edom.
David mandó a los jefes de los levitas organizar a los cantores [y estos] se lo
encomendaron a Hemán, hijo de Joel; a su pariente Asaf, hijo de Berequías, y a Etán,
hijo de Cusayas… Junto con ellos, en segundo puesto, a sus parientes Zacarías, hijo de
Yaziel, Semiramot, Yejiel, Uní, Eliab, Benayas, Maseyas, Matitías, Eliflehu, Micneyas,
Obededom y Yeguiel, porteros.
Ahora no sólo era un rey el que era guiado por Obed-Edom, sino todo el pueblo de Israel. Dice
en el verso 21 que Obed-Edom y otros cinco levitas fueron comisionados para dirigir con
“arpas afinadas en la octava”. (1Ch 15:21 PER)
Allí no quedan las cosas. Al parecer, Obed-Edom, luego de ver las bendiciones que reciben
quienes sirven a Dios de corazón, hizo suyas las palabras del salmista que dice: “Escogería
antes estar a la puerta de la casa de mi Dios que habitar donde reside la maldad.” (Salmo
84:10b)