desde ya. Fácilmente podemos distinguir el sentido que depende de una continuidad literal
de los procesos físicos como en "cultura de la azúcar de remolacha" o, en la aplicación física
especializada en bacteriología desde la década de 1880, "cultura de los gérmenes". Pero una
vez que vamos más allá de las referencias físicas, tenemos que reconocer tres amplias
categorías activas de uso. La fuentes de dos de ellas han sido ya discutidas: (i) el sustantivo
independiente y abstracto que describe procesos generales de desarrollo intelectual,
espiritual y estético, en uso desde el siglo XVIII; (ii) el sustantivo independiente, usado ya
sea general o específicamente, que indica una forma particular de vida, de gente, de un
período o de un grupo usado a partir de Herder y el siglo XIX.
Pero también tenemos que reconocer la forma de uso (iii), el sustantivo independiente y
abstracto que describe trabajos y prácticas de actividades intelectuales y especialmente
artísticas. Este parece ahora el uso más difundido: cultura es música, literatura, pintura y
escultura, teatro y cine. El Ministerio de Cultura se refiere a actividades específicas, algunas
veces con la adición de filosofía, erudición, historia. Este uso (iii) es, en efecto, relativamente
tardío. Es difícil datarlo en forma precisa porque en su origen y sentido de aplicación es (i):
la idea de un proceso general de desarrollo intelectual, espiritual y estético fue aplicado y
transferido efectivamente a los trabajos y prácticas que lo representan y lo sostienen. En
inglés (i) y (iii) aun son muy cercanos; en algunos momentos, por razones internas, son
indistinguibles, como en Arnold, Cultura y Anarquía (1867); mientras que el sentido (ii) fue
decisivamente introducido al inglés por Tylor, Primitive culture (1870). El desarrollo decisivo
del sentido (iii) en inglés fue en final del siglo XIX y comienzos del siglo XX.
Enfrentados a esta sentido complejo y aun activa historia de la palabra, es fácil reaccionar
seleccionando un sentido "verdadero" o "propio" o "científico" y rechazar otros sentidos por
poco amplios o confusos. Hay evidencias de esta reacción incluso en el excelente estudio de
Kroeber y Kluckhohon, Cultura: Una revisión Crítica de Conceptos y Definiciones, cuyo uso
en la antropología Norteamericana es tomado como norma. Es claro que, dentro de la
disciplina, el uso conceptual tiene que ser clarificado. Pero en general, es el rango y
sobreposición de significados lo que es significante. La complejidad de sentidos indica una
complejidad de argumentos acerca de las relaciones entre el desarrollo humano general y
una forma particular de vida, y entre ambos y los trabajos y prácticas de arte y la
inteligencia. Dentro de este complejo argumento hay posiciones fundamentalmente opuestas
tanto como efectivamente sobrepuestas. Comprensiblemente, también hay muchas
cuestiones no resultas a la vez que respuestas confusas. Pero esos argumentos e
interrogantes no pueden ser resueltos reduciendo la complejidad del uso actual de la
palabra. Este punto también es relevante para formas de usos de la palabra en otros
idiomas, aparte del inglés, donde hay una variación considerable.
Más aun, en inglés, 'antropología social' es normalmente usado en el Reino Unido, donde en
Norte América se usaría 'antropología cultural'. El uso antropológico es común en los grupos
de idiomas alemán, escandinavo y esloveno, pero es distintamente subordinado al sentido de
arte y aprendizaje, o de procesos generales de desarrollo humano en el italiano y el francés.
Entre idiomas, tanto como dentro de un lenguaje, el rango de complejidad entre sentido y
referencia indica una diferencia de posición intelectual, lo mismo que un sentido borroso y
sobrepuesto. Esta compleja palabra indica que esas variaciones, del tipo que sean, envuelve
necesariamente visiones alternativas de actividades relaciones y procesos. Es decir, la
complejidad no esta finalmente en la palabra, sino en los problemas que significantemente
indican sus variaciones de uso.
Es necesario mirar también a algunas palabras asociadas y derivadas. Cultivar y cultivado
pasó a través de la misma extensión metafórica, desde un sentido físico a uno social o
educacional, en el siglo XVII, y fueron palabras especialmente significantes en el siglo XVIII.
Coleridge, haciendo una distinción clásica de comienzos del siglo XIX entre civilización y
cultura, escribió (1830): "la distinción permanente y el contraste ocasional entre cultivar y
civilización". El sustantivo en este sentido ha desaparecido efectivamente, pero el adjetivo es
aún bastante común, especialmente en relación a maneras y gustos. El importante adjetivo
cultural parece datar de la década de los 1870s; se volvió común hacia los 1890s. En su
sentido moderno, la palabra esta disponible solo cuando el sustantivo general se ha vuelto
familiar en su sentido artístico e intelectual o antropológico. La hostilidad a la palabra cultura
en inglés parece provenir desde la controversia alrededor de los pensamientos de Arnold.
Cobró fuerza al final del siglo XIX y comienzos del XX, en asociación con una hostilidad
comparable a la palabra esteta y estético. Su asociación con distinciones de clase (de la