presentes en los objetos o, por lo menos, dice Locke, en la manera como captamos los
objetos. Ahora bien, esta captación, por apriorística que sea, es constante. En todos los
objetos, es posible distinguir sus cualidades primarias, que no son otras que la
extensión, el movimiento, la solidez, la figura, el número, etcétera.
Las cualidades secundarias, en cambio, no gozan de esta consideración objetiva; es
porque no se presentan de forma constante y porque, además, están vinculadas al efecto
que en nosotros producen las cualidades primarias de los objetos. La temperatura, por
ejemplo, o el color, no siempre están presentes en los objetos, y es obvio que producen
distintas reacciones subjetivas. Sin embargo, admite el conocimiento por demostración,
no fundado en la experiencia, y la validez de conceptos originados en el sujeto, como
los matemáticos o geométricos.
Hume
La filosofía de John Locke fue proseguida por David Hume (1711-1776), quien llevó el
empirismo hasta sus últimas consecuencias.
De sus obras hay que destacar Tratado sobre la naturaleza humana (1739), reelaborado
con el título de Investigación sobre el entendimiento humano (1758), e Investigación
sobre los principios de la moral (1751).
Hume comienza por distinguir, desde su empirismo radical, dos clases de percepciones,
las impresiones y las ideas. Antes que nada, por percepción entiende todo lo que puede
estar presente en la consciencia, ya sea que provenga, como contenido, de los sentidos,
de la excitación de las pasiones o de la reflexión que ejerce el pensamiento.
Si la percepción se presenta de forma inmediata como resultado de las vivas sensaciones
que se experimentan al ver, oír, tocar, etc., o como consecuencia de las pasiones y de la
excitación que producen, es que se trata de una impresión.
Si la percepción se presenta de forma mediata, como recuerdo de aquellas sensaciones y
pasiones, entonces es una idea.
Que las ideas son un reflejo de las impresiones aparece claro cuando las ideas son
simples. Pero, ¿qué ocurre cuando las ideas son compuestas? Hume responde que
ocurre lo mismo, con la condición de que estas ideas compuestas se analicen en tanto
que síntesis de varias ideas simples. Tal es el caso, como suposición, del centauro, que
sintetiza dos ideas simples, la de hombre y la de caballo, y que, por tanto, deriva de
impresiones que se han experimentado.