18. La noche oscura del alma
«Si un hombre conquistara, en una batalla, mil veces a mil hombres, y otro
conquistara a uno solo, a sí mismo, éste sería realmente el mayor de los
conquistadores.»
EL DHAMMAPADA
Muchos místicos, en su camino para encontrarse con Dios, se han referido a
un periodo de confusión, tristeza, miedo y soledad al que han denominado «la
noche oscura del alma». Muchos de nosotros, aunque no seamos místicos, sí
que tenemos la experiencia de que, cuando queremos abandonar ese espacio
al que hemos llamado «identidad», entramos en otro que está lleno de dudas y
confusión. En este nuevo espacio, que también se llama de «hundimiento», el
ser humano se siente perdido y le cuesta pensar con claridad. Todo a su
alrededor se ve cubierto por la niebla y ya no sabe hacia dónde va. Emociones
como la ansiedad, el miedo o la desesperanza hacen su aparición. La mente
enjuiciadora, que lo único que pretende es que, como una oveja, volvamos al
redil, empieza a acribillarnos con interpretaciones y valoraciones que a lo
único que nos invitan es a dejar de seguir explorando y a volver a nuestro
punto de partida, de donde tal vez pensemos que nunca teníamos que haber
salido. Es una llamada a la resignación, al conformismo, a creer que la
transformación personal sólo es una bella utopía.
Hay que estar muy alerta cuando uno empieza a experimentar esa noche
oscura, porque en realidad lo que está ocurriendo es justo lo contrario de lo
que parece. Si abandonamos en este momento, si nos dejamos conducir una
vez más por nuestras emociones, entonces sí que perderemos gran parte de lo
que habíamos ganado atreviéndonos a salir de nuestra zona de confort.
Cuando nos sentimos confusos y perdidos es porque estamos a punto de hacer
un descubrimiento, de tener una revelación, ya que tras esa área de oscuridad
y hundimiento se encuentra el área de descubrimiento, el espacio donde uno
empieza a comprender en hondura ciertas cosas. Es el lugar desde donde se
despliega nuestra creatividad y encontramos nuevos caminos para acceder a
aquello que previamente, cuando estábamos en nuestra zona de confort, se
nos resistía.
No sólo hay que tener un verdadero corazón de guerrero para adentrarse
fuera del área de confort, sino que hay que tener ese mismo corazón para
seguir avanzando en medio de la confusión y la oscuridad. Mantener el coraje,
la confianza y la certeza absoluta de que algo valioso, aunque no lo veamos,
está aflorando dentro de nosotros, es esencial. Nuestra consciencia está
despertando, pero nuestra mente intelectual y racional, que depende de
nuestro ego, no sabe qué es lo que está ocurriendo, pero sea lo que sea, de
alguna manera amenaza su existencia. Es normal esta reacción de nuestra
identidad, de nuestro ego, ya que cuando se produzca el verdadero despertar
de la consciencia, el ego no morirá, sino que sencillamente empezará a
desvanecerse. Será algo así como la oscuridad desvaneciéndose en presencia