“La flauta mágica” (ópera). Obertura (comienzo).
Cartel anunciador
del día de su estreno:
el 30 de septiembre de
1.791, en Viena
(“Die Zauberflöte”,
significa, en alemán,
“La flauta
mágica”).
Los protagonistas,
por orden de aparición.
“La flauta mágica” (ópera). Obertura (comienzo).
El príncipe Tamino:
Una de las tres hadas al servicio de la Reina de la Noche:
Papageno, el cazador de pájaros:
La princesa Pamina:
“La flauta mágica” (ópera). Obertura (comienzo).
Sarastro, el mago:
La Reina de la Noche:
Papagena, la novia de Papageno:
“La flauta mágica” (ópera). Obertura (comienzo).
Programa de mano
para los espectadores
que asistieron a
su estreno.
El argumento.
“La flauta mágica” (ópera). Obertura (comienzo).
Ese templo, ya que en efecto esto es lo que era, se encontraba aislado
en medio de un bosque y protegido por enormes serpientes.
En un lejano país había un extraño edificio, envuelto en misterio.
Las gentes de por allí creían que era un templo, mas sólo lo creían,
porque nadie lo sabía con certeza. Además, no parecían dispuestos a
averiguarlo: tenían miedo cuando estaban cerca de él, y con razón.
“La flauta mágica” (ópera). Obertura (comienzo).
Mas no llegó a cogerle, porque la
atravesaron con una lanza, y lo
último que vio fue a quienes habían
logrado acabar con ella: las tres
hadas que servían a la poderosa
Reina de la Noche, a la cual fueron
de inmediato a explicar lo sucedido.
Una tarde, entró en ese bosque un
príncipe: Tamino. Entonces, de
repente, le atacó uno de aquellos
monstruos. Y como no llevaba armas
para defenderse, emprendió la huida
aterrorizado, pero la serpiente era
más rápida que él, casi le tenía al
alcance de sus dientes.
Mientras tanto, el príncipe no se dio
cuenta de nada. Había caído
agotado, y al despertarse sólo vio a
un joven que cantaba y tocaba una
flauta, vestido de modo muy raro,
cubierto de plumas: Papageno.
Éste, que vivía de capturar y vender
pájaros, le mintió: dijo que él le
había salvado de ser devorado.
Pero las hadas, que habían vuelto,
no dejaron que siguiera y
contaron a Tamino la verdad.
Para, después, explicarle por qué
le estaban siguiendo y
le habían ayudado.
“La flauta mágica” (ópera). Aria “Der Vogelfänger bin ich ja”
(“Yo soy el cazador de pájaros”): Papageno.
Antes de marcharse, le dieron al
príncipe un objeto para protegerse
de los peligros que seguro iba a
encontrar: una flauta mágica.
“La flauta mágica” (ópera). Aria “Der Vogelfänger bin ich ja”
(“Yo soy el cazador de pájaros”): Papageno.
Y a Papageno, para que le
ayudara, unas campanillas
también mágicas.
Tenían órdenes de la Reina de la Noche. Su misión era pedirle que
salvase a la hermosa Pamina, hija de la Reina. Que la rescatara de
las manos del malvado mago Sarastro, quien la tenía cautiva en el
templo. Y prometerle que, a cambio, se podría casar con la princesa.
Entonces llegó Sarastro,
en un carro
tirado por leones.
“La flauta mágica” (ópera). Aria “Der Vogelfänger bin ich ja”
(“Yo soy el cazador de pájaros”): Papageno.
Cuando se quedaron solos, fueron a enfrentarse con Sarastro. Pero
cayeron presos de los guardias del templo, que les contaron lo que
pasaba: la Reina de la Noche no era tan buena como Tamino
pensaba, ni el mago tan malo como creían casi todos. De hecho,
añadieron, aunque Pamina no lo supiese, no estaba secuestrada: su
jefe sólo intentaba alejarla del influjo de su madre.
Como ya sabía por los guardianes
que los príncipes se habían
enamorado al verse, permitiría su
matrimonio si Tamino y
Papageno pasaban tres pruebas,
mostrando así valor y sabiduría.
Pero, si no lo lograban, les
sacrificaría, en honor de sus dioses.
“La flauta mágica” (ópera). Aria “Der Vogelfänger bin ich ja”
(“Yo soy el cazador de pájaros”): Papageno.
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En realidad, Sarastro no deseaba
lo último. Lo que buscaba era
que Pamina, a quien adoraba,
se casara con alguien
digno de ella.
De inmediato, el mago les explicó
sus planes y lo que quería de ellos:
“La flauta mágica” (ópera). Aria “Der Hölle Rache kocht in meinem Herzen!”
(“¡La venganza del infierno hierve en mi corazón!”): la Reina de la Noche.
Tenían razón los guardias del templo
al defender la bondad del mago, como
también la tenían en lo que habían
dicho de la Reina de la Noche. Ésta, en
cuanto supo que el príncipe había
aceptado la propuesta de Sarastro,
montó en cólera y trató de convencer
a su hija para que asesinase al mago.
Eso deseaba desde el principio:
la muerte de Sarastro, a quien
odiaba con todas sus fuerzas porque
impedía que se hiciese con todo el
poder. Mas de nada sirvieron sus
artimañas: ni engañándola, ni
amenazándola, logró la colaboración
de la princesa.
La segunda era más arriesgada:
hacer frente a los leones del mago,
cosa que consiguieron gracias a
la flauta mágica de Tamino.
“La flauta mágica” (ópera). Aria “Der Hölle Rache kocht in meinem Herzen!”
(“¡La venganza del infierno hierve en mi corazón!”): la Reina de la Noche.
La prueba final la tuvo que pasar
el príncipe a solas, porque su
compañero no soportó el miedo:
pasar una noche en los
alrededores del templo, rodeado
de oscuridad y peligros.
Así las cosas, empezaron las pruebas para Papageno y Tamino.
La primera consistía en resistir la tentación de hablar con las
mujeres, aunque ellas sufrieran por ello, como sucedió:
Pamina comenzó a pensar que el príncipe ya no la amaba.
“La flauta mágica” (ópera). Aria “Der Hölle Rache kocht in meinem Herzen!”
(“¡La venganza del infierno hierve en mi corazón!”): la Reina de la Noche.
Lo cierto es que nadie volvió a
verlas, y que su recuerdo se apagó
con el tiempo. Según explicó un
anciano, muchos años más tarde,
se las tragó la tierra.
Se ocultó de repente el sol
y estalló una gran
tormenta, sonaron truenos,
cayeron rayos y… desaparecieron.
Mientras esto ocurría, la Reina de la Noche se dirigió al templo para
acabar por fin con su mayor enemigo. Y la acompañaban sus tres
inseparables, y casi tan perversas como ella, hadas.
Lo que allá sucedió fue luego motivo de toda clase de
habladurías: en los corrillos de las plazas, en las tabernas, en los
mercados de los alrededores, en la iglesia..., circularon historias
inverosímiles.
“La flauta mágica” (ópera). Dúo “Pa Pa Pa…”: Papageno y Papagena.
Por su parte, al príncipe Tamino
le esperaba la felicidad que
Sarastro el mago le había
prometido:
el permiso
para contraer matrimonio
con la princesa Pamina.
Como a Papageno, pese a que el
pajarero no había luchado mucho
por tener suerte.
Cuando peor se sentía,
cuando lo veía todo perdido,
el cazador de
pájaros se encontró con la joven con
quien soñaba siempre: Papagena.
De nuevo otra maravillosa obra de nuestro amigo Mozart,
¿a que sí?
Tan bella como la Sinfonía “Júpiter” que ya escuchamos,
¿no es así?
Por tanto…
¡démosle otro aplauso de los de verdad!
Esto, como entonces, no es un “adiós”.
Es sólo otro “¡hasta luego!”, porque la obra del genio
de Salzburgo nos esperará siempre que queramos acercarnos a
ella… y tengo el pleno convencimiento de que eso
ocurrirá en muchas, o más que muchas, ocasiones.
“La flauta mágica” (ópera). Dúo “Pa Pa Pa…”: Papageno y Papagena.