MGR. ZAPATA BARRIENTOS JOSE RAMIRO JESUS COLQUE ANA
PROODUCCION II II/2020
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Israel, en medio de la cual Él quiere que la sabiduría debe residir (xxiv, 13-16), y en nombre de
la cual el hijo de Sir ofrece una oración ferviente, repleta de recuerdos de tocar las misericordias
de Dios a los patriarcas y los profetas de la antigüedad, y con ardientes deseos para la reunión y
la exaltación del pueblo elegido (xxxvi, 1-19). Es bastante claro que el patriota judío que puso
adelante esta petición a Dios para la tranquilidad futura y la prosperidad nacionales, y que,
además, espera con confianza que el regreso de Elías contribuiría a la gloriosa restauración de
todo Israel (cf. xlviii, 10), espera con interés la introducción de los tiempos mesiánicos. Sigue
siendo cierto, sin embargo, que de cualquier manera que su silencio se explica, no habla en
cualquier lugar de la interposición especial de Dios en nombre del pueblo judío, o de la futura
venida de un Mesías personal. Él manifiestamente alude a la narración de la caída, cuando dice:
"De la mujer se acercó el comienzo del pecado, y por ella morimos todos" (xxv, 33), y al parecer
se conecta con esta desviación de la justicia original, las miserias y pasiones que pesan tanto
sobre los hijos de Adán (xl, 1-11). Dice muy poco sobre la vida siguiente. Recompensas terrenas
ocupan los más importantes, o quizás incluso el único lugar, en la mente del autor, como sanción
por presentar buenas o malas acciones (xiv, 22, xv, 6; xvi, 1-14), pero esto no aparecerá extraña
a nadie que esté familiarizado con las limitaciones de la escatología judía en las partes más
antiguas del Antiguo Testamento. Él representa a la muerte a la luz de una recompensa o un
castigo, sólo en la medida en que o bien es una muerte tranquila de los justos o una liberación
final de los males terrenales (XLI, 3, 4), o, por el contrario, un terrible final que alcanza el pecador
cuando él menos se lo espera (ix, 16, 17). Por lo que respecta al inframundo o Sheol, que aparece
a la nada escritor, sino un lugar lúgubre donde los muertos no alaban a Dios (xvii, 26, 27)
La idea central, dogmática y moral del libro es el de la sabiduría. Ben Sira se describe en varios
aspectos importantes. Cuando habla de ella en relación a Dios, casi invariable que invierte con
los atributos personales. Es eterna (i, 1), unsearchaable (i, 6, 7), universal (xxiv, 6 ss.). Es el poder
formativo y creativo del mundo (xxiv, 3 ss.), Pero sí se crea (i, 9, también en griego: xxiv, 9), y no
es en absoluto tratado como una distinta, subsistiendo Persona Divina, en la texto hebreo. En
relación con el hombre, la sabiduría se presenta como una cualidad que viene del Todopoderoso
y trabaja efectos más relevantes de los que le aman (i, 10-13). Se identifica con el "temor de
Dios" (I, 16), que debe prevalecer, por supuesto, de una manera especial en Israel, y promover
entre los hebreos el perfecto cumplimiento de la ley mosaica, que el autor de Ecclesasticus que
respecta a la vida encarnación de Dios d sabiduría (xxiv, 11-20, 32, 33). Se trata de un tesoro
inestimable, a la Adquisición de los cuales uno debe dedicar todos sus esfuerzos, y la impartición
de que a los demás uno nunca debe rencor (vi, 18-20; xx, 32, 33). Se trata de una disposición del
corazón que impulsa al hombre a practicar las virtudes de la fe, la esperanza y el amor de Dios
(ii, 8-10), de confianza y comunicación, etc (II, 18-23; x, 23-27 , etc), que también asegura para
él la felicidad y la gloria en esta vida (xxxiv, 14-20; xxxiii, 37, 38, etc). Es un estado de ánimo que
impide el cumplimiento de la ley ritual, sobre todo la ofrenda de sacrificios, se convierta en un
mero cumplimiento de corazón con observancias externas, y que hace que el hombre al lugar
righeousness interior muy por encima de la oferta de ricos dones a Dios (xxxv ). Como fácilmente
se puede observar, el autor de Ecclesiasticus inculcado en todo esto una enseñanza muy
superior a la de los fariseos de una fecha algo más tarde, y de ninguna manera inferior a la de
los profetas y de los encomiables, también, son concisos las numerosas dichos que el hijo de Sir
da para evitar el pecado, en donde la parte negativa de la sabiduría práctica se puede decir que
consisten. Sus máximas contra el orgullo (iii, 30; vi, 2-4; x, 14-30, etc), la codicia (iv, 36, v, 1, xi,