decirlo de alguna manera, bien intencionado, creo que existen contradicciones cuando el
informe habla de organizaciones internacionales para regular el capitalismo de mercado.
Hablan constantemente de la OMC como un modelo probable a seguir. El mercado
laboral, entiendo, debería estar regulado por un organismo similar.
Las multinacionales, sin embargo, tienen como una de sus principales prácticas
aprovechar las diferencias entre las rentas y legislaciones de diferentes países. Si el
informe percibe como necesaria la perpetuación de las multinacionales (por
considerarlas más eficientes, o lo que sea), ¿no juega esto en contra de las propias
multinacionales? ¿qué incentivo tendría entonces, con una regulación internacional
igualada, una empresa para ser geocéntrica en lugar de etnocéntrica? ¿cómo después de
finalizar las ERP se evitaría que se desarrollasen conflictos en este plano? Y en una
legislación laboral internacional ¿quién aceptaría condiciones laborales en su propia
nación-estado, similares, por ejemplo, a las de China? Desde luego sería un problema
¿protección laboral a la baja o al alza? Las diferencias entre Francia y Vietnam
(poniendo un ejemplo extremo), más allá de los salarios, son evidentes.
También hay un concepto recurrente en micro economía que he echado en falta en el
libro, y es la diversificación de riesgos. Si se quieren evitar riesgos sistémicos,
volatilidad, inestabilidad, etc, ¿no sería más lógico evitar la existencia en la medida de
lo posible de entidades sistémicas? Sean bancos, empresas, fondos o lo que fuere. Desde
luego las propuestas del informe y las que menciona la autora (una especie de economía
paralela, con monedas alternativas, etc) me parecen poco prácticas. Evitar el too big to
fail no debe ser tan complicado. Las entidades financieras pueden ser sometidas con
voluntad política, aunque no con facilidad, a este concepto de la diversificación de
riesgos. Particionar estas entidades puede ser una solución (en lugar de concentrarlas,
como se ha hecho con la bancarización de las cajas españolas).
Además, en cuanto a entidades empresariales existe un modelo que creo que puede
servir a este efecto, y es el cooperativismo. Susan Geoge lo menciona brevemente, pero
me parece importante remarcarlo. El cooperativismo no es mágico pero desde luego
parece un modelo de empresa que se presta poco a las prácticas de las multinacionales
que menciona la autora (aunque se haya descubierto a grandes grupos de cooperativas
como Mondragón con prácticas dudosas en Polonia, por poner un ejemplo). De hecho,
de querer expandirse una cooperativa perfectamente podría hacerse propietaria de
filiales constituídas como sociedades mercantiles tradicionales y no como cooperativas,
pero desde mi punto de vista como mínimo se evita el riesgo social de que la matriz