183
Otro modo de ver este proceso 1o esta relación1 sería considerar que
constituye un aprendizaje por parte del cliente (y también del terapeuta,
aunque en menor grado); sin embargo, es un aprendizaje poco común. Casi
nunca se destaca por su complejidad y, en los casos más profundos, resulta
difícil verbalizarlo. A menudo se trata de aprendizajes muy sencillos, tales
como “Yo soy diferente de los demás”; “Lo odio”, “Tengo miedo de sentirme
dependiente”; “Me tengo lástima”; “Estoy centrado en mí mismo”; “Tengo
sentimientos de ternura y amor”; “Podría llegar a ser lo que quiero ser”,
etcétera. A pesar de su aparente simplicidad, estos aprendizajes tienen una
significación nueva y difícil de definir. Podemos imaginarla de varias
maneras: son aprendizajes referentes al sí mismo, puesto que se basan en la
experiencia, y no en símbolos; se asemejan al aprendizaje del niño que sabe
que “dos más dos son cuatro” pero un buen día, jugando con dos objetos y
otros dos, realiza de pronto en su experiencia un aprendizaje totalmente
nuevo: que “dos más dos sí son cuatro”.
También podemos decir que estos aprendizajes representan un intento tardío
de hacer coincidir símbolos y significados en el mundo de los sentimientos,
tarea ya lograda en el ámbito cognoscitivo. En el plano íntelectual,
seleccionamos un símbolo y lo combinamos cuidadosamente con el
significado que una experiencia tiene para nosotros. Por ejemplo, cuando digo
que algo ocurrió “gradualmente”, antes de pronunciar esa palabra, he
examinado con rapidez (sobre todo de manera inconsciente) otros términos
tales como “lentamente”, “imperceptiblemente”, “paso a paso”, etcétera, que
he rechazado por considerar que no describen la experiencia con precisión.
Pero en el ámbito de los sentimientos, nunca hemos aprendido a simbolizar la
experiencia con exactitud. ¿Qué es esto que siento surgir en mí mismo, en la
seguridad que me da una relación de aceptación? ¿Será tristeza, furia,
remordimiento, lástima de mí mismo, rabia por las oportunidades perdidas?
Me muevo con torpeza alrededor de un amplio conjunto de símbolos,
probándolos todos, hasta que uno “encaja”, “suena bien”, parece coincidir con
la experiencia organísmica. Al desarrollar esta búsqueda, el cliente descubre
que debe aprender el lenguaje del sentimiento y la emoción como si fuera una
criatura que aprende a hablar, o bien, lo que es aun peor, reconoce que debe
abandonar un lenguaje falso antes de aprender el verdadero.
Tratemos de definir esta clase de aprendizaje desde otro punto de vista; esta
vez lo haremos describiendo lo que no es. Se trata de un tipo de aprendizaje
que no puede enseñarse, puesto que su esencia reside en el
autodescubrimiento. En lo que respecta al “conocimiento” estamos
acostumbrados a pensar que una persona lo enseña a otra, siempre que ambas
posean la motivación y capacidad adecuadas; pero en el aprendizaje
significativo que se produce en la terapia, una persona no puede enseñar a
otra, ya que esto destruiría la esencia misma del aprendizaje. Yo podría
enseñar a un cliente que le conviene ser él mismo, que no es peligroso
percibir libremente sus sentimientos, etcétera. Cuanto mejor