Schopnhauer, en su trabajo “Sobre las mujeres” designa al sexo femenino
como secundario, status que la mujer ocupó durante mucho tiempo en la
sociedad occidental hasta su emancipación a partir del siglo XIX.
El status es diferente según la cultura y puede ser adjudicado o adquirido
generalmente por rendimiento.
El papel o rol en cambio, es el conjunto de actitudes, modos de
comportamientos o convicciones, que se esperan despliegue un individuo
según la posición que ocupa y las tareas y modos de conducta que se
relacionan con ella.
El rol se experimenta como una vivencia interior y un mandato interno, en
cuanto a los derechos y las obligaciones ligadas a él en un determinado
contexto.
Se pueden desempeñar muchos roles sociales, como por ejemplo el de esposo
o esposa, padre o madre, hijo, hermano, jefe, subordinado, patrón, profesional,
maestro, alumno, adversario, colaborador, competidor, consumidor, hombre,
mujer, joven, niño, etc.
De todos los roles sociales se espera una forma de comportamiento, una
determinada actitud que responde a un conjunto de valores, que pueden ser
distintos según los sexos o la edad.
Cuando el rol es ambiguo, por ejemplo el del adolescente, que no es ni un niño
ni adulto, o el del homosexual, que no es ni hombre ni mujer, se produce un
conflicto, por falta de aceptación social, rechazo, discriminación, prejuicio y
carencia de modelos fijos como parámetros.
El status y el rol se diferencian conceptualmente pero se relacionan, ya que al
status le corresponden expectativas de roles.
El status se recibe o se adquiere y los roles se aprenden y se integran.
La falta de cumplimiento de los roles produce desorganización y trastornos en
un grupo y puede llegar a disgregarlo y disolverlo.
Si los roles que se esperan de un padre, como representante de la autoridad y
sostén, y de una madre, como formadora emocional y afectiva de sus hijos; no