Santa isabel de hungría

meljuri 536 views 30 slides Nov 16, 2012
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Santa Isabel de
Hungría
Fiesta: 17 de noviembre
Fuente: EWTN

Santa Isabel de Hungría nació el 7 de
julio de 1207 en Presburgo (Eslovaquia)
Castillo de Batislava: en este castillo pasó su infancia y
juventud Santa Isabel de Hungría.

Fue hija del rey Andrés II de Hungría

Su madre era hermana de la
religiosa que posteriormente será
conocida
como Santa Eduviges de Silesia.
Santa Eduviges

a los 15 años fue dada en matrimonio al
príncipe Luis VI de Turingia, el
matrimonio tuvo tres hijos. Se amaban
tan intensamente que ella llegó a
exclamar un día:
"Dios mío, si a mi esposo lo amo
tantísimo, ¿Cuánto más debiera amarte a
Ti?".

Su esposo aceptaba de buen modo las santas
exageraciones que Isabel tenía en repartir a
los pobres cuanto encontraba en la casa. Él
respondía a los que criticaban:
"Cuanto más demos nosotros a los pobres,
más nos dará Dios a nosotros".

Cuando apenas de veinte años y con su
hijo menor recién nacido, su esposo, un
cruzado, murió en un viaje por defender
Tierra Santa.

Isabel casi se desespera al oír la
noticia,
pero luego se resignó y aceptó la
voluntad de Dios. Rechazó varias
ofertas de matrimonio
y se decidió entonces a vivir en la
pobreza
y dedicarse al servicio de los más
pobres y desamparados

El sucesor de su marido la desterró del castillo
y tuvo que huir con sus tres hijos, desprovistos
de toda ayuda material. Ella, que cada día
daba de comer a 900 pobres en el castillo,
ahora no tenía quién le diera para el desayuno.

Pero confiaba totalmente
en Dios y sabía que
nunca la abandonaría, ni
a sus hijos. Finalmente
algunos familiares la
recibieron en su casa, y
más tarde el Rey de
Hungría consiguió que le
devolvieran los bienes
que le pertenecían como
viuda, y con ellos
construyó un gran
hospital para pobres, y
ayudó a muchas familias
necesitadas.

Un Viernes Santo,
después de la
ceremonia, cuando ya
habían desvestido los
altares en la iglesia,
se arrodilló ante uno y
delante de varios
religiosos hizo voto de
renuncia de todos sus
bienes y voto de
pobreza, como San
Francisco de Asís,

y consagró su vida al servicio de los más pobres
y desamparados.
Cambió sus vestidos de princesa por un simple
hábito de hermana franciscana,
de tela burda y ordinaria, y los últimos cuatro
años de su vida (de los 20 hasta los 24 años) se
dedicó a atender a los pobres enfermos del
hospital que había fundado

Se propuso recorrer
calles y campos
pidiendo limosna para
sus pobres, y vestía
como las mujeres más
pobres del campo.
Vivía en una humilde
choza junto al hospital.
Tejía y hasta pescaba,
con tal de obtener con
qué comprarles
medicinas a los
enfermos.

Tenía un director
espiritual que para
ayudarla en su camino a
la santidad, la trataba
duramente.
Ella exclamaba:
"Dios mío, si a este
sacerdote le tengo tanto
temor, ¿cuánto más te
debería temer a Ti,
si desobedezco tus
mandamientos?"

Un día, cuando todavía era princesa,
fue al templo vestida con los más exquisitos
lujos,
pero al ver una imagen de Jesús crucificado
pensó:
"¿Jesús en la Cruz despojado de todo y coronado
de espinas, y yo con corona de oro y vestidos
lujosos?". Nunca más volvió con vestidos lujosos
al templo de Dios.

Una vez se
encontró un
leproso
abandonado en el
camino, y no
teniendo otro
sitio en dónde
colocarlo por el
momento, lo
acostó en la cama
de su marido que
estaba ausente.

Llegó este
inesperadamente y le
contaron el caso.
Se fue furioso a
regañarla, pero al
llegar a la habitación,
vio en su cama, no el
leproso sino un
hermoso crucifijo
ensangrentado.
Recordó entonces que
Jesús premia nuestros
actos de caridad para
con los pobres como
hechos a Él mismo.

El pueblo la
llamaba "la
mamacita buena".
Un sacerdote de
aquella época
escribió:
"Afirmo delante de
Dios que raramente
he visto una mujer
de una actividad
tan intensa, unida a
una vida de oración
y de contemplación
tan elevada".

Algunos religiosos franciscanos que la
dirigían en su vida de total pobreza,
afirman que varias veces, cuando ella
regresaba de sus horas de oración,
la vieron rodeada de resplandores y que sus
ojos brillaban como luces muy
resplandecientes.

El mismo emperador Federico II afirmó:
"La venerable Isabel, tan amada de Dios,
iluminó las tinieblas de este mundo como
una estrella luminosa en la noche oscura".

Cuando apenas cumplía 24 años,
el 17 de noviembre del año 1231,
pasó de esta vida a la eternidad.

A sus funerales
asistieron el
emperador Federico II
y una multitud tan
grande formada por
gentes de diversos
países y de todas las
clases sociales,
que los asistentes
decían que no se
había visto ni quizá se
volvería a ver en
Alemania un entierro
tan concurrido y
fervoroso como el de
Isabel de Hungría,
la patrona de los
pobres.

El mismo día de la
muerte de la santa,
a un hermano lego
se le destrozó un
brazo en un
accidente y estaba
en cama sufriendo
terribles dolores.

De pronto vio a
parecer a Isabel en
su habitación,
vestida con trajes
hermosísimos.
Él dijo: "¿Señora,
Usted que siempre
ha vestido trajes tan
pobres, por qué
ahora tan
hermosamente
vestida?".

Y ella sonriente le
dijo:
"Es que voy para la
gloria. Acabo de
morir para la tierra.
Estire su brazo que
ya ha quedado
curado".
El paciente estiró el
brazo que tenía
totalmente
destrozado, y la
curación fue
completa e
instantánea.

Dos días después de su entierro,
llegó al sepulcro de la santa un monje
cisterciense
el cual desde hacía varios años sufría un
terrible dolor al corazón y ningún médico
había logrado aliviarle de su dolencia.

Se arrodilló por un buen rato a rezar junto
a la tumba de la santa, y de un momento a
otro quedó completamente curado de su
dolor
y de su enfermedad.

Estos milagros y muchos
más,
movieron al Sumo
Pontífice a declararla
santa, cuando apenas
habían pasado cuatro años
de su muerte.
Santa Isabel de Hungría es
patrona de la Arquidiócesis
de Bogotá.

"Que el Señor
nos conceda como
a su buena Isabel,
el don de un gran
desprendimiento
para dedicar
nuestra vida
y nuestros bienes a
ayudar a los
más necesitados."

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Y que permanezcamos unidos en el amor a
Jesús.
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