Señales de amor
(Serendipity)
Estados Unidos, 2001
Dirigida por Peter Chelsom, con John Cusack, Kate Beckinsale, Jeremy Piven,
Molly Shannon, John Corbett y Bridget Moynahan.
¿Azar o destino? “Magia” diría el cine. Pero no cualquier cine: sólo uno donde
todo es posible. Casualidad, romance, humor, desencuentros y... magia son los
ingredientes de estas comedias románticas que Hollywood sabe hacer muy
bien, como también muy mal. En ambos casos, ejemplos abundan: Cuando
Harry conoció a Sally (Rob Reiner, 1989), Sólo tú (Norman Jewison, 1994), La
boda de mi mejor amigo (P.J. Hogan, 1997), Sintonía de amor (Nora Ephron,
1993), French Kiss (Lawrence Kasdan, 1995), Tienes un e-mail (Nora Ephron,
1998) y Notting Hill (Roger Michell, 1999), por nombrar algunos.
Serendipity, nombre de un bar y título original de esta nueva película de Peter
Chelsom, no prescinde de algunos elementos ya clásicos, y hasta clisé, de este
género en el que Meg Ryan es la reina (o al menos la actriz que más títulos
acumula). Está la ciudad de Nueva York como marco; una gran pista de
patinaje sobre hielo; los preparativos de una boda; algún personaje
extravagante y otro gracioso; un par de amigos que ayudan o entorpecen,
según el caso; y la pareja central separada por voluntad del destino.
La protagonista del film (Kate Beckinsale, que se luce más que en Pearl
Harbor) entiende que si él es el hombre indicado, sólo hay una forma de estar
juntos. Ella y Jonathan (John Cusack) deben separarse horas después de
haberse conocido casualmente, sin más datos que sus números telefónicos en
un libro de García Márquez y un billete de cinco dólares. Sus pertenencias
vagarán por el mundo y si regresan a ellos tal vez vuelvan a encontrarse.
Cuando el azar y un par de guantes que inesperadamente los unió la primera
vez se junten -conflictos y obstáculos mediante-, las manos del destino ya
habrán hecho de las suyas. Todo es cuestión de saber “leer” -y de buscar
desesperadamente, como veremos más tarde- las señales del amor.
A partir de esta premisa, que puede resultar muy romántica o muy inverosímil
(el film se encarga de convencernos muy bien de la primera opción),
Serendipity logra encajar acertadamente las piezas de un rompecabezas que
conocemos de memoria. Incluso el final es previsible desde las escenas
iniciales, pero eso no impide que la historia bien narrada, los toques de humor y
la pegadiza banda sonora, la excelente actuación de John Cusack y el ritmo
sostenido, hagan de esta película un buen pasatiempo.
Yvonne Yolis