UNMSM-CENTRO PREUNIVERSITARIO Ciclo 2013-I
Solucionario del Cuadernillo Nº 2 Pág. 19
decentes porque los que tenía estaban en los huesos; que aun siendo arzobispo de
Buenos Aires no viajaba en auto con chofer sino en subterráneo; que entraba caminando
en barrios peligrosos; que no usaba reproductor de cd y escuchaba, por ejemplo, a Edith
Piaff en casette.
Desde el miércoles, en la Argentina se habla del nuevo Papa como si se tratara de
un logro nacional. Se ensalza su figura de hombre humilde y austero, los diarios utilizan
con generosidad —más bien inédita— el término “latinoamericano” aplicado a lo
argentino, y circulan los chistes previsibles: que esta es la confirmación de que Dios es
argentino y que ahora, con Messi y el Papa, quién nos para. Se menciona el fuerte apoyo
de Bergoglio a los llamados “curas villeros”, que trabajan en barrios muy pobres; se
recuerda que, para Semana Santa, lavaba los pies de reclusos y adictos en rehabilitación,
y, claro, se repasa su enfrentamiento con el Gobierno, que comenzó durante la
presidencia de Néstor Kirchner y continuó durante el mandato de la presidenta Cristina
Fernández de Kirchner. En 2010, el año del Bicentenario, Bergoglio dijo, durante el Te
Deum tradicional del 25 de mayo, al que la presidenta nunca asistió, que “la Patria es un
don, la Nación una tarea que merece un clima social y espiritual distinto al que estamos
viviendo que nos permitan superar el estado de permanente confrontación”.
Aunque no se lo tiene por un sacerdote ultraconservador (ente otras cosas, su
cercanía con quienes trabajan en las villas y su oposición a sectores ultraderechistas de la
iglesia fueron notorias), tampoco parece todo lo contrario, y una de las manifestaciones
más fuertes de su enfrentamiento con el Gobierno ocurrió cuando se opuso a la ley de
matrimonio igualitario con frases como esta: “No seamos ingenuos: no se trata de una
simple lucha política; es la pretensión destructiva del plan de Dios”. Pero las leyendas no
tienen matices: no los necesitan. Y menos cuando esos matices son un poco incómodos,
como los que mencionan su actuación durante la dictadura militar en el caso de dos
sacerdotes jesuitas, Orlando Yorio y Francisco Jalics, que trabajaban en barriadas pobres
y a quienes su orden les retiró la protección. Los sacerdotes fueron secuestrados y
torturados durante cinco meses del año 1976 pero, confrontado con el tema, Bergoglio
dijo que, al contrario, había ayudado, durante aquellos años, a muchos de sus pares en
problemas. La sola mención del asunto pone incómodos a muchos —muchos: políticos,
miembros de la iglesia, amigos—, pero a Miriam, la encargada de un edificio del barrio de
Villa Crespo, le interesa muy poco.
El miércoles en la tarde, cuando supo que Bergoglio había mutado en Francisco,
empezó a llorar y a gritar “¡Ganamos!”, aunque ni siquiera es católica practicante. Por
todas partes flota un aire de triunfo casi mundialista, atravesado por un misticismo
pudoroso: como si el país entero hubiera hecho un gol, pero con todo respeto y en la
catedral. Y el aire de triunfo llega lejos: Nicolás Maduro, presidente encargado de
Venezuela, sugirió que Chávez había influido sobre Cristo para que hubiera un Papa
sudamericano, probablemente olvidando que Bergoglio está enfrentado con uno de los
gobiernos más cercanos al de su país y que, por tanto, quizás también hubiera sido un
dolor de cabeza para Chávez. Pero Francisco parece ser, sobre todo, antes que nada, el
primer Papa latinoamericano de la historia. Un título que tiene todo lo que se necesita
para ser, desde el principio y hasta el fin, una leyenda monolítica.
1. El texto trata fundamentalmente sobre
A) las leyendas oscuras en torno a las figuras papales.
B) una campaña difamatoria contra el papa Francisco.
C) el enfrentamiento de Jorge Bergoglio con Kirchner.
D) Francisco, papa cuyas hazañas se consideran irrepetibles.
E) Las recientes leyendas tras la asunción del papa Francisco.*
Marcos Elantiguo