con cuyas obras nos hemos emocionado.
Por otra parte, en muchos casos la necesidad de escribir, la
fiebre de la escritura, está vinculada a ciertos desarreglos
mentales.
Un escritor español llamado Enrique Vila-Matas hizo un
recuento, en un libro suyo titulado Bartleby y compañía, de
muchos casos de escritores que, por diversas razones, dejaron de
escribir en algún momento de sus vidas.
Curiosamente, las razones que llevan a muchos a dejar la
escritura son las mismas que les llevan a otros a dejarse atrapar
por ella: timidez excesiva, personalidad introspectiva, historias
personales de tragedias, dificultades de comunicación...
La escritura puede convertirse para muchos en una vía de
escape, pero también en una tela de araña de la que es difícil
escapar, de ahí la necesidad de huir de ella llegado el caso.
No debes olvidar que el genial escritor colombiano Gabriel
García Márquez con respecto al trabajo de escritor decía que es el
más solitario que existe.
Toda la arquitectura de lo que quiere plasmar, todas las palabras
que deben rellenar los huecos de su esquema inicial, la redacción
final, todas esas páginas llenas de signos, numeradas, tachadas,
rotas..., todo ello refleja una labor de lucha interior en la que el
escritor se empeña en buscar una vez tras otra la mejor frase, la
mejor palabra, la mejor idea, el mejor título...
Y todo ello lo hace en silencio, en la soledad de su cuarto,
queriendo encontrar oro en el fondo de su alma, y a veces
luchando contra sí mismo, contra un yo que le aconseja una y otra
vez que abandone la escritura y se dedique a vivir plenamente.
Pero aún no he respondido a tu pregunta de por qué escribo.
Quizás no pueda contestarte, porque probablemente no tengo la
respuesta aún. Si alguna vez llego a tenerla, quizás deje de escribir
para siempre.
Escribir es una búsqueda, una de las mejores formas de
conocimiento de uno mismo.
El trabajo del escritor se parece al del buscador de pepitas de