Sindrome del emperador

EdinfantilEva 1,848 views 4 slides Mar 22, 2011
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Síndrome del emperador
Definición:
No son mayores de edad, pero son los verdaderos jefes de la familia. No son delincuentes
comunes, pero pegan, amenazan, roban, agreden psicológicamente... Son los protagonistas del
llamado "síndrome del emperador", un fenómeno de maltrato de hijos a padres que se ha
instalado con fuerza en la sociedad.
Estadísticas en España:
Este tipo de violencia no es nueva, pero en los últimos años su incidencia se ha disparado: desde
el año 2000, los casos de este tipo de maltrato se han multiplicado por seis, con cerca de 6 mil
500 denuncias recibidas por la Fiscalía General del Estado el año pasado.
Estos datos podrían reflejar sólo la punta del iceberg del problema, por la resistencia de los
padres a denunciar a sus propios hijos. Por ejemplo la pasada primavera, un caso sacó a la luz
pública esta situación: una madre asturiana rogó a los servicios sociales que se ocuparan de su
hija, cuyo comportamiento violento (golpes, robos, amenazas) ya no era capaz de resistir.
Fuera de España:
En otros países, el fenómeno se ha tratado durante más años y los datos sobre su incidencia son
más preocupantes. Un estudio realizado en Estados Unidos advierte que la violencia (no
exclusivamente física) de adolescentes hacia sus padres tiene una incidencia de entre el 7 y el 18
por ciento en las familias tradicionales (en las monoparentales llega hasta el 29, mientras que las
estadísticas canadienses aseguran que uno de cada 10 padres son maltratados).
Razones:
¿Qué puede ocurrir en la personalidad de un niño para que llegue a agredir a sus padres?
Los expertos señalan innumerables causas genéticas, familiares y ambientales que ayuden al
desarrollo de este síndrome.
Carlos Peiró, psicólogo de la Unidad de Orientación a la Familia de la Comunidad de Madrid,
menciona, entre ellas, "el abandono de las funciones familiares, la sobreprotección y sobre
exigencia simultáneas, los hábitos familiares determinados por la escasez de tiempo, la ausencia
de autoridad, la permisividad y, sobre todo, la falta de elementos afectivos, como la calidez en la
relación con los hijos. Se les educa más en otros entornos sociales que en la familia, algo que no
ocurría hace tan sólo una década".
Sin embargo, para otros expertos, aspectos familiares o sociales, como la permisividad o la
ausencia de autoridad, no son suficientes para explicar este fenómeno. Así lo cree Vicente
Garrido Genovés, psicólogo criminalista y autor de Los hijos tiranos: el síndrome del
emperador.
"Un padre excesivamente permisivo tiene como resultado un hijo caprichoso e irresponsable,
pero no un hijo violento. La permisividad puede echar a perder a un niño (hacerse vago, juntarse
con malas compañías, cometer delitos), pero si hay violencia es como resultado de un proceso
de deterioro personal por falta de educación, generalmente al final de la adolescencia", explicó.

Para Garrido, la clave está en que estos niños "son incapaces de desarrollar emociones morales
(como la empatía, el amor o la compasión), lo que se traduce en dificultad para mostrar culpa y
arrepentimiento sincero por las malas acciones".
Por ello, asegura que el "síndrome del emperador" tiene causas tanto biológicas (dificultad para
desarrollar emociones morales y conciencia) como sociológicas, ya que, en la actualidad, "se
desprestigia el sentimiento de culpa y se alienta la gratificación inmediata y el hedonismo.
"La familia y la escuela han perdido la capacidad de educación, y esto favorece que chicos con
esta predisposición, que antes eran mantenidos por la sociedad, ahora tengan mucha más
facilidad para exhibir la violencia".
Carlos Peiró coincide en que el elemento decisivo son "las carencias más o menos claras en la
adquisición de competencias personales", agudizado por el hecho de que "el hijo ideal de los
padres está en franca contradicción con los hijos sociales ideales definidos por la sociedad de
consumo".
La importancia de los medios en este factor es clave: "La televisión enseña valores muy
hedonistas y consumistas -apunta Garrido-, y dificulta el aprendizaje del autocontrol, es decir, la
capacidad de esforzarse por renunciar a cosas inadecuadas y para perseguir metas que requieren
esfuerzos. Los hijos tiranos ven en los medios muchas conductas y metas que son coincidentes
con lo que ellos desean: pasarlo bien y hacer lo que quieran sin que nadie les obstaculice".
Lo que para muchos es una falta de disciplina que se soluciona con un "cachete a tiempo", es,
sin embargo, un problema mucho más profundo que exige "ayudar a que el niño desarrolle una
conciencia sólida; ésta es la mejor policía. Y ello se logra aplicando castigos razonables, pero
firmes, y explicando las razones morales y prácticas que supone su mala acción. En los casos
más graves es, por desgracia, casi imposible", comenta Garrido.
Las madres, principales víctimas.

Los escasos estudios realizados en España sobre este fenómeno no permiten elaborar un perfil
exacto de las familias que acogen a un niño o joven con el "síndrome del emperador". Sin
embargo, los expertos coinciden en una mayor incidencia en las familias monoparentales.
"La mayoría de los casos se da en madres que vuelven a tener otra pareja", explica Luis
González Cieza. Uno de los pocos estudios realizados al respecto es "La violencia de los
jóvenes en la familia, una aproximación a los menores denunciados por sus padres", elaborado
por el Centro de Estudios Jurídicos de la Generalitat de Cataluña.
El informe asegura que la madre es la víctima en el 87% de las ocasiones que se produce este
tipo de violencia, y que principalmente recibe agresiones físicas, aunque también son habituales
las verbales. En el 13.8% de los casos, el estudio refleja que la intimidación se produjo con un
cuchillo o un arma similar.
González Geza añade que la edad media de los menores denunciados por este tipo de violencia
es inferior a la de otros delitos. Mientras que en estos últimos es de 17.5 años, en el "síndrome
del emperador" desde 16 años. Sus protagonistas, además, no suelen tener historial delictivo.

Una última característica es que esta violencia familiar tiene una incidencia sensiblemente
superior en hijos adoptados frente a los biológicos.
Cómo detectar un 'emperador' en casa:

1.- Incapacidad para desarrollar emociones morales (empatía, amor, compasión, etcétera)
auténticas. Esto se traduce en muchas dificultades para mostrar culpa y arrepentimiento sincero
por las malas acciones.
2.- Incapacidad para aprender de los errores y de los castigos. Ante la desesperación de los
padres, no parece que sirvan regaños y conversaciones, él busca su propio beneficio, parece
guiado por un gran egocentrismo.
3.- Conductas habituales de desafío, mentiras e incluso actos crueles hacia hermanos y
amistades.
Cómo enfrentarse al síndrome:

1.- Desarrollar de manera intencionada y sistemática las emociones morales y la conciencia de
los hijos, dándoles oportunidades para que practiquen actos altruistas y que extraigan lecciones
morales.
2.- Establecer límites firmes que no toleren la violencia y el engaño.
3.- Prestar ayuda para que desarrollen habilidades no violentas que satisfagan su gran ego.
¿Cualquier niño es susceptible de ser un tirano o hay unas condiciones genéticas para ello?
Los expertos no acaban de ponerse de acuerdo. Los hay que dan más peso a la cuestión
genética, y los hay que otorgan más importancia a los factores ambientales o educativos. Lo
cierto es que un niño criado en unas condiciones de gran permisividad y sin límites claros tiene
muchas papeletas de convertirse en un pequeño tirano. Imaginaos lo que puede pasar si se
combinan los dos aspectos (p.ej. en niños donde hay una patología mental, o en niños que tienen
un Déficit de Atención e Hiperactividad). Es una bomba de relojería.
¿Podemos hacer algo para ayudar a estos niños y a sus familias?
Siempre se puede hacer algo, pero es muy importante la detección precoz. Cuanto más pequeño
sea el niño, más posibilidades hay de trabajar y conseguir un autocontrol de estas conductas.
Pero la familia tiene que ser muy consciente que no es un trabajo sólo del niño. "Yo lo llevo a
un especialista y que me lo arreglen"... ¡como si fuese un juguete estropeado! Es un trabajo
conjunto y muy difícil tanto por parte del niño como de la familia, y normalmente tiene que
realizarse con el asesoramiento de profesionales. Este último punto, a veces, es el más
complicado. Encontrar un buen especialista que asesore bien a la familia y le sepa guiar en esta
dura tarea de reencontrarse, de marcar y respetar límites, y de que cada uno sepa y tenga claro el
lugar que ocupa. Hay recursos públicos para ayudar a estas familias, pero es cierto que no son
suficientes, y muchas veces es necesario recurrir a tratamientos privados que son caros.

¿Cuáles son los indicadores para preocuparse o sospechar que tiene usted un 'hijo tirano'?
 Se muestra muy caprichoso y monta grandes 'pataletas' (puede llegar incluso a
autolesionarse).
 Es un manipulador nato y siempre acaba consiguiendo lo que quiere.
 Tiene muy poca tolerancia a la frustración.
 No asume las consecuencias de sus actos. Todo lo malo que pasa es culpa de los demás.
Por ejemplo, no pueden entender que uno les ha pisado sin querer; consideran que ha sido a
propósito y por tanto hay que devolver el pisotón. Y si es él quien ha pisado a alguien, no es
culpa suya, sino del otro por meter el pie debajo.
 Les cuesta muchísimo seguir las normas, parece que no van con ellos. De hecho,
habitualmente no las cumplen.
 Se muestran agresivos con las personas que se interponen en su camino para conseguir
lo que desean. Lo más habitual es que se muestren agresivos con sus padres, aunque a veces
también con sus compañeros o profesores. Insultan, pegan puñetazos o patadas, escupen,
rompen objetos...
 Les cuesta mucho integrarse en un grupo de iguales. Suelen tener amigos de
conveniencia nada más.
 No muestran arrepentimiento o culpa. Es como si no aprendiesen de las consecuencias.

Conclusión:
Desde mi punto de vista, este síndrome se hace más fuerte cuando la persona que lo padece ve
que las otras personas son más débiles, lo cual les produce un sentimiento de superioridad y se
ven capaces de hacer todo lo que quieran a pesar de tener que machacar a las personas.
Yo creo que la culpa la tienen tanto los padres, como los niños/as mismos, ya que la
personalidad en el niño es un elemento clave, y su entorno también.
Para mí existe una gran importancia y necesidad de establecer unos límites firmes y eficaces
desde los primeros años, desde bebés. Porque los límites le van a proporcionar, por un lado
seguridad, y por otro le van a permitir adaptarse mejor a las normas y límites sociales.