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en relación con los aspectos afectivos, cognitivos y
sociales de su personalidad.
Es decir, se trata no sólo de una educación por
conocimientos (técnica, fundamentos individuales,
táctica,...), sino, sobretodo, de una educación en
aptitudes que configuren en el ámbito global de la
personalidad del niño una serie de valores propios a la
actividad que realizan (no coyunturales ni propios a su
sociedad) y que le ayuden a formarse como persona,
por encima de las creencias, ideas e ideologías en que,
sin ningún género de dudas, se pueden ver inmersos.
Todo ello con el fin de vivir e integrarse en la
sociedad de forma cívica y creativa. A este respecto,
no sólo se fundamenta en una educación escolar sino
también en una interacción y en coherencia con la
familia con el objetivo de que los niños entiendan lo
que significa colaborar, competir, escuchar, explicar,
convencer, etc.
Sabemos que el deporte, desde un punto de vista
moral, no es sólo una situación motriz que está
regulada por un reglamento y que depende de una
institución; es mucho más que eso. Cuando
observamos a los deportistas vemos que ahí se está
dando algo más que lo meramente físico, fisiológico,
motor, e incluso psicológico. El deporte no implica
solamente una serie de participantes, unos contra
otros, corriendo detrás de un móvil; esto significaría
dar la espalda a algo tan importante como es la
contextualización.
Podríamos indicar que el valor educativo del
deporte y la actividad física radica, principalmente, en
que a través de éstos el niño llega a construirse las
nociones topológicas, espaciales, temporales y
corporales por la interacción de él con los demás a
través de las relaciones lógicas que establece por el
uso de estrategias cognitivas y utilizándolas, a su vez,
como medio de analogía para establecer su nivel de
desarrollo, destreza, etc. con los que le rodean y así
definir sus propias posibilidades y tomar las
consecuentes decisiones para el futuro.
Valores del deporte
Hay una serie de valores implícitos en el deporte:
el agonístico, el lúdico, el hedonístico y el higiénico.
Nos centraremos en el agonístico o competitivo, ya
que los demás hablan por si solos y no necesitan
mayor explicación.
El agonístico es un valor polémico ya que muchas
veces se entiende que este valor promueve una
apología por "aplastar" al contrario, y desvirtúa otros
como la solidaridad, el compañerismo, la ayuda
mutua, el altruismo, etc.
En parte es verdad porque en el deporte actual lo
que importa es el resultado inmediato (los números) o
el final (utilidades o bienes productivos). En cualquier
caso, la persona, productora de estos bienes, pasa
desapercibida, debido a que el deporte que nos llega a
nosotros desde pequeños (por los medios de
comunicación, por los entrenadores que tenemos
desde los equipos de las categorías bases, etc.) está
explotado por una serie de intereses económicos que
hacen que se pierda el disfrute por el mero hecho de
participar.
Por otro lado, no cabe la menor duda de que
practicamos deporte por su valor competitivo; es
precisamente su comportamiento agonístico lo que
nos atrae del mismo. De hecho, competir es una
conducta humana que, por sí misma, no debe ser
considerada como buena o mala, es el uso y
orientación de la misma, la que le puede dar uno u
otro carácter, lo que implica que es totalmente
apropiado enseñar a competir; siempre como un
medio para conseguir auto superarnos, de mejora con
respecto a nosotros mismos y nunca violando los
derechos de los demás en beneficio propio.
Además de estos cuatro valores universales del
deporte, cabe destacar también las actitudes;
actitudes que se convierten en normas y normas que
se convierten en valores, que las diferentes situaciones
deportivas activan en sus participantes. En el caso del
fútbol o el baloncesto por ejemplo, por sus
características estructurales en forma de cooperación-
oposición, activan o potencian procesos como la
lectura de compañeros y adversarios, la exaltación
de la victoria y del fracaso, las anticipaciones, las
estrategias y tomas de decisiones, la inteligencia
motriz, etc. Esto dará lugar a conductas motrices tales
como la agresividad, la competitividad, la
inteligencia, la creatividad, la improvisación, el
sacrificio personal, la tolerancia, la competitividad,
etc.
En toda labor pedagógico-deportiva, será
imprescindible ser conscientes de todos estos aspectos
para poder canalizar o eliminar lo que no nos interese.
EL DEPORTE EN KIRIKIÑO IKASTOLA
En cuanto a Kirikiño decir que el PDC
(Proyecto Deportivo de Centro) surgió como una
necesidad de aunar criterios a la hora de desarrollar la
labor pedagógico-deportiva de manera que todos
podamos tener claro cuál es nuestra meta común.
A la hora de elaborarlo, el referente fundamental
fue el Proyecto Educativo de Centro o PEC
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de la
ikastola, es decir, el "ideario" del centro y su marco
general de funcionamiento.
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El Proyecto Educativo de Centro (PEC) define las finalidades de
la Comunidad Educativa en cuanto al tipo de persona que queremos
formar (principios de identidad, pautas de conducta, etc.). En él se
recogen los planteamientos educativos de carácter general: los
principios de identidad, los objetivos institucionales y el organigrama
general.