Sobre El Deporte Educativo

kirikikirola 11,643 views 4 slides Sep 29, 2008
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1
Sobre el deporte educativo
in duda, el deporte es uno de los fenómenos
culturales que caracterizarán a nuestra
sociedad del siglo XX-XXI. Desde su
surgimiento tal y como hoy lo conocemos ha
pasado de ser una práctica perfectamente
localizable en la Inglaterra del siglo XIX (como
evolución natural de los pasatiempos de sus clases
favorecidas en plena revolución industrial), a ser un
fenómeno universal que ha calado de muy diversas
formas en las diferentes esferas de nuestra sociedad.
S
Tanto es así que hay quien habla del deporte
como “el medio más efectivo de comunicación en el
mundo moderno, sobrepasando incluso las formas
verbales y escritas para alcanzar directamente a miles
de millones de personas en todo el mundo. No hay
duda de que el deporte es una forma viable y legitima
de establecer amistad entre naciones.”
El deporte ha ido configurándose en función
de las características sociales y ha pasado de ser una
práctica exclusiva de los jóvenes varones de las clases
nobles inglesas, a una actividad masificada y
globalizada, dando lugar al término “Deporte para
todos” como reivindicación social conseguida allá por
los años 60.
A comienzos del siglo XIX se vislumbra un cambio, el fútbol es aceptado donde antes
había sido prohibido y las voces que criticaban su dureza y malos modos buscan un
consenso para normalizarlo, crear reglas e implantarlo en la sociedad. El 8 de
diciembre de 1863 el futbol deja de ser un juego duro y bronco, prohibiendo
patadas, zancadillas e irregularidades que aún en la actualidad comprobamos que
siguen en vigor.
Podríamos decir que hoy día el fenómeno
deportivo ha calado en las diferentes esferas sociales
dando lugar a diferentes manifestaciones o formas del
deporte: Deporte de élite o de rendimiento (del
deporte… … a la competición), deporte de ocio (del
deporte… … a la recreación), deporte y salud (del
deporte… … a la salud) y deporte educativo (del
deporte… … a la formación).
Es por ello de vital importancia el ser capaces
de discernir entre unas y otras formas del deporte.
Esto nos facilitará más si cabe la difícil labor de
contextualizar cada una de las manifestaciones
deportivas en función de sus características y
necesidades, de manera que nos proporcionará una
visión y concepción más ajustada de nuestro deporte
escolar, que tanta falta nos hace.
DEPORTE Y COMPETICIÓN: lo educativo del deporte.
Para aclarar ciertas dudas que se ciernen sobre el
deporte en la ikastola en cuanto a su falta de
competitividad o el supuesto escaso interés
deportivo de ésta, se hace necesario recordar cuál es
la definición de deporte.
Situación motriz (y lúdica), codificada en forma
de competición e institucionalizada.
Es decir, una situación lúdica, donde lo motriz o
corporal es el centro de la actividad (lo pertinente) y
no un mero soporte. Además es una actividad reglada
en forma de competición con unas instituciones (las
federaciones deportivas) que lo regulan, gestionan y
protegen.
Como hemos visto claramente, el deporte es por
definición una práctica competitiva. El problema
reside por tanto en ser capaces de diferenciar el
carácter competitivo implícito del deporte, de su
planteamiento competitivo, en el cual lo competitivo
es el centro de ésta, con el fin último del rendimiento,
por encima de otros intereses y teniendo como
referente al deporte de élite-espectáculo tan de moda
y arraigado en nuestra sociedad.
Debemos ser conscientes de a qué lógica
responden estas visiones del deporte escolar que
tienen como referente de “lo bueno”, “lo deseable”,
“lo correcto”, “lo exigible” y “lo normal”, a el deporte
de élite-espectáculo que sin lugar a dudas hierran el
tiro al equiparar a este con el deporte escolar
educativo. El primero es para los adultos, los
espectadores, en definitiva para el espectáculo. Y el
segundo, el escolar, es para los niños y su disfrute.
Para hablar de lo educativo del deporte debemos
hacer referencia a los valores que éste implícitamente
transmite, pero también deberemos hablar sobre los
valores que a través del deporte podemos transmitir,
porque no olvidemos que no hay educación sin
valores.
Un deporte es educativo cuando permite el
desarrollo de sus aptitudes motrices y psicomotrices,

1
en relación con los aspectos afectivos, cognitivos y
sociales de su personalidad.
Es decir, se trata no sólo de una educación por
conocimientos (técnica, fundamentos individuales,
táctica,...), sino, sobretodo, de una educación en
aptitudes que configuren en el ámbito global de la
personalidad del niño una serie de valores propios a la
actividad que realizan (no coyunturales ni propios a su
sociedad) y que le ayuden a formarse como persona,
por encima de las creencias, ideas e ideologías en que,
sin ningún género de dudas, se pueden ver inmersos.
Todo ello con el fin de vivir e integrarse en la
sociedad de forma cívica y creativa. A este respecto,
no sólo se fundamenta en una educación escolar sino
también en una interacción y en coherencia con la
familia con el objetivo de que los niños entiendan lo
que significa colaborar, competir, escuchar, explicar,
convencer, etc.
Sabemos que el deporte, desde un punto de vista
moral, no es sólo una situación motriz que está
regulada por un reglamento y que depende de una
institución; es mucho más que eso. Cuando
observamos a los deportistas vemos que ahí se está
dando algo más que lo meramente físico, fisiológico,
motor, e incluso psicológico. El deporte no implica
solamente una serie de participantes, unos contra
otros, corriendo detrás de un móvil; esto significaría
dar la espalda a algo tan importante como es la
contextualización.
Podríamos indicar que el valor educativo del
deporte y la actividad física radica, principalmente, en
que a través de éstos el niño llega a construirse las
nociones topológicas, espaciales, temporales y
corporales por la interacción de él con los demás a
través de las relaciones lógicas que establece por el
uso de estrategias cognitivas y utilizándolas, a su vez,
como medio de analogía para establecer su nivel de
desarrollo, destreza, etc. con los que le rodean y así
definir sus propias posibilidades y tomar las
consecuentes decisiones para el futuro.
Valores del deporte
Hay una serie de valores implícitos en el deporte:
el agonístico, el lúdico, el hedonístico y el higiénico.
Nos centraremos en el agonístico o competitivo, ya
que los demás hablan por si solos y no necesitan
mayor explicación.
El agonístico es un valor polémico ya que muchas
veces se entiende que este valor promueve una
apología por "aplastar" al contrario, y desvirtúa otros
como la solidaridad, el compañerismo, la ayuda
mutua, el altruismo, etc.
En parte es verdad porque en el deporte actual lo
que importa es el resultado inmediato (los números) o
el final (utilidades o bienes productivos). En cualquier
caso, la persona, productora de estos bienes, pasa
desapercibida, debido a que el deporte que nos llega a
nosotros desde pequeños (por los medios de
comunicación, por los entrenadores que tenemos
desde los equipos de las categorías bases, etc.) está
explotado por una serie de intereses económicos que
hacen que se pierda el disfrute por el mero hecho de
participar.
Por otro lado, no cabe la menor duda de que
practicamos deporte por su valor competitivo; es
precisamente su comportamiento agonístico lo que
nos atrae del mismo. De hecho, competir es una
conducta humana que, por sí misma, no debe ser
considerada como buena o mala, es el uso y
orientación de la misma, la que le puede dar uno u
otro carácter, lo que implica que es totalmente
apropiado enseñar a competir; siempre como un
medio para conseguir auto superarnos, de mejora con
respecto a nosotros mismos y nunca violando los
derechos de los demás en beneficio propio.
Además de estos cuatro valores universales del
deporte, cabe destacar también las actitudes;
actitudes que se convierten en normas y normas que
se convierten en valores, que las diferentes situaciones
deportivas activan en sus participantes. En el caso del
fútbol o el baloncesto por ejemplo, por sus
características estructurales en forma de cooperación-
oposición, activan o potencian procesos como la
lectura de compañeros y adversarios, la exaltación
de la victoria y del fracaso, las anticipaciones, las
estrategias y tomas de decisiones, la inteligencia
motriz, etc. Esto dará lugar a conductas motrices tales
como la agresividad, la competitividad, la
inteligencia, la creatividad, la improvisación, el
sacrificio personal, la tolerancia, la competitividad,
etc.
En toda labor pedagógico-deportiva, será
imprescindible ser conscientes de todos estos aspectos
para poder canalizar o eliminar lo que no nos interese.
EL DEPORTE EN KIRIKIÑO IKASTOLA
En cuanto a Kirikiño decir que el PDC
(Proyecto Deportivo de Centro) surgió como una
necesidad de aunar criterios a la hora de desarrollar la
labor pedagógico-deportiva de manera que todos
podamos tener claro cuál es nuestra meta común.
A la hora de elaborarlo, el referente fundamental
fue el Proyecto Educativo de Centro o PEC
1
de la
ikastola, es decir, el "ideario" del centro y su marco
general de funcionamiento.
1
El Proyecto Educativo de Centro (PEC) define las finalidades de
la Comunidad Educativa en cuanto al tipo de persona que queremos
formar (principios de identidad, pautas de conducta, etc.). En él se
recogen los planteamientos educativos de carácter general: los
principios de identidad, los objetivos institucionales y el organigrama
general.

1
De esta manera, se evidenció que el modelo
deportivo que mejor se ajustaba a nuestro centro era
el modelo educativo. Modelo que apuesta por la
deportividad, la coeducación, la participación en
igualdad de oportunidades etc.
Cuando hablamos de participación en igualdad de
oportunidades significa que todos juegan lo mismo y
en cualquier situación, sea fácil o difícil. Todos y cada
uno de ellos debería asumir la responsabilidad de
sacar adelante al equipo para bien o para mal, ¿o es
que acaso queremos mandarles el mensaje de que los
que no son “los buenos” del equipo solo deben jugar
cuando vayamos ganando?
Es proyecto deportivo ha iniciado su andadura en
un contexto que evoluciona hacia un deporte escolar
educativo, pero que a la vez también es tozudo y
resistente al cambio, gracias a las influencias del
deporte de rendimiento que se erige en representante
y principal referente de nuestro deporte. Es por eso
por lo que se necesita de la fuerza y apoyo de todos
para que el cambio tan necesario sea una realidad.
¿NIÑOS O ADULTOS EN MINIATURA?
Una de las cosas que todos los que somos parte del
deporte escolar debemos tener claro es que el niño no
es un adulto en miniatura. Esto puede parecer sencillo
y evidente, pero la realidad del día a día nos muestra
que no se asume.
Debemos tener en cuenta que un niño tiene
problemas para desarrollar su actividad con destreza a
diferentes niveles:
A nivel perceptivo: porque tiene dificultades a la
hora de percibir dónde están los compañeros y sus
adversarios además del balón.
A nivel cognitivo: a la hora de procesar su propia
información. Ni que decir entonces de la que venga
de las gradas, y más si es contradictoria o entra en
conflicto con la de su entrenador.
A nivel motriz: su sistema nervioso todavía está
por desarrollar y ello conlleva dificultades de
coordinación de propiocepción, etc. que se
reducen en dificultades a la hora de mover su
cuerpo y manejar objetos como el balón.
A nivel afectivo: a nivel de seguridad en sí mismos,
a la hora de asumir responsabilidades, etc. La
importancia que su entorno le dé al ganar o al
perder, o la tensión que se transmita en los
partidos entre otros muchos factores, pueden
influir de forma negativa en su desarrollo
emocional.
Tenemos que entender que no todo lo que pasa
en un partido es de vital importancia, en el sentido de
que se ganará o se perderá, que se hará mejor o peor,
que se harán más o menos errores, etc. Todo esto es
parte del proceso de aprendizaje por el cual los niños
tienen que pasar, y a la hora de corregirlo en todo caso
no tendrá sentido que agobiemos a los niños con frase
como: “pero no ves” “corre”, “haz”, “no hagas”, “tira”,
“pasa”.
La primera razón es porque el jugador no va a ser
capaz de procesar lo que les digamos, porque bastante
y más que suficiente tendrán con controlar el balón,
ver dónde están sus compañeros y adversarios y
decidir qué y cuándo hacerlo. Y de cualquier manera,
lo que nos interesa es tener jugadores inteligentes,
activos y con iniciativa. Siendo así, si en todo momento
les decimos qué, cuándo y cómo tienen que hacer,
¿cómo pretendemos conseguirlo?, ¿no será mejor
dejarles pensar, dejarles decidir, equivocarse o
acertar?
La segunda razón será que debemos respetar lo
que el entrenador le diga y decida. Tiene algún sentido
que los niños le comenten al entrenador cosas como:
“¡es que no sé quién me dice que haga no sé qué!
Es el entrenador el que mejor sabe lo que los
niños pueden necesitar en ese momento y cómo
transmitírselo. Debemos tener en cuenta que todos los
comentarios que podamos hacer, o todas las opiniones
que podamos verter sobre su labor, serán estériles, ya
que fuera del contexto de los entrenamientos,
objetivos, metodología, etc. que él ha planteado no
tienen sentido. Sin esos datos, no se puede juzgar un
proceso educativo-deportivo. Ante esta situación tan
habitual nos hacemos las siguientes preguntas:
¿Debemos corregir y corregir, cuando no criticar, a
nuestros jugadores durante el partido?
¿O debemos animarles, y dejar que sea el
entrenador quien les dirija y corrija, ya que él sabe
cuáles son las necesidades de su equipo y
jugadores?
¿Se pueden hacer derivadas sin saber sumar, restar
multiplicar o dividir? ¿Podemos exigir a un niño de
5º de primaria por ejemplo a hacer una integral?
¿Acaso no lo estamos haciendo cuando en un
partido les exigimos que hagan bien las cosas, que
estén bien colocados, que se desmarquen, que
observen a sus compañeros, etc.?
Por alguna razón la didáctica deportiva establece
diferentes fases o etapas de enseñanza, donde en cada
una de ellas se incide en diferentes aspectos,
trabajando con diferentes objetivos. Objetivos que,
como no podía ser de otra manera, responden a las

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características y necesidades que los niños y las niñas
tienen en las diferentes edades.
REFLEXIÓN FINAL
Muchos son los valores que podemos atribuir al
deporte, y muchos los que podemos potenciar con su
práctica. De entre ellos, todos o casi todos estamos de
acuerdo en transmitir: solidaridad, fraternidad,
participación, cooperación, respeto a los demás,
ayuda mutua, no discriminación ni
estereotipificación de actitudes, socialización,
comunicación e interacción positiva entre los
pueblos, nobleza, valentía, perseverancia,
altruismo,...
Para algunos esto resulta un problema ya que
educar en estos valores supone formar personas
honestas consigo mismas y con los demás, abiertas a
nuevas experiencias pero sin anteponer sus propios
intereses en detrimento de los demás, considerándose
el respeto a la libertad de expresión y a la igualdad de
oportunidades como algunos de los derechos más
fundamentales de las personas.
Y es que, no hay quién no piense que ello implicaría
una educación para el fracaso; tal y como piensan
estas personas, el mundo funciona por una serie de
intereses económicos y políticos que trascienden de la
educación y que se basan en una amalgama de valores
totalmente contrarios a los aquí defendidos como son
la lucha por ser el mejor, la competitividad (en el
sentido negativo), la individualidad,... Y sería un
completo error ignorar esto; pensar que el mundo no
funcione así sería cerrar los ojos a una realidad que
nos compete (y mucho más a nosotros) afrontarla. Y es
precisamente por el triste hecho de existir esta
realidad, por lo que pensamos que se hace totalmente
inefable el que se eduque en aquellos valores a los que
tanto hemos aludido.
Creemos y debemos educar a través de la práctica
deportiva, cuando menos, en estos valores por todo lo
que hasta aquí hemos proclamado. Pensar que todo
esfuerzo va a ser inútil supone aceptar la derrota sin
haber peleado; es nuestro deber cambiar, en la
medida de lo que se pueda (y en lo que esté al alcance
de nuestra mano), esta sociedad que nos ha tocado
vivir y con la que, paradójicamente, tanto nos
identificamos.
Debemos ser conscientes además, de que la
transferencia de los valores educativos en el deporte
no se hace espontánea.
Preguntas que cada uno deberá responder:
¿Buscamos deportistas de élite para el consumo
del espectáculo adulto?
¿Respetamos a los jugadores y actuamos por el
bien de todos ellos con comentarios como estos?:
o“Eres el mejor de los malillos del equipo”
o“Es tu culpa que vayamos perdiendo,
porque no te quieres poner de portero”
o“Tiene que sacar a los buenos, sino no
vamos a ganar”. “Luego cuando vayamos
ganando ya sacará a los malos”
¿Debemos pensar a corto plazo y preocuparnos
por lo que suceda en cada partido y en la
clasificación con una visión resultadista?
¿O apostamos de verdad por un deporte que
fomente la actividad física, que ayude en el
desarrollo motriz y personal, y que nos permita
colaborar en el desarrollo integral de la persona
en igualdad de oportunidades?
Será mejor que aceptemos esta forma de deporte
para la ikastola, para que de esta forma podamos
desarrollar en común y en colaboración la difícil e
importante tarea de educar a través del deporte a
nuestros pequeños deportistas.
No olvidemos que “tanto en el presente como en el
pasado nuestro ideal pedagógico es, hasta sus
menores detalles obra de la sociedad”, y como parte
de la sociedad que somos debemos compartir el
mismo proyecto para el bien de todos nuestros
alumnos.
“Busquemos formarlos como seres humanos y
no como máquinas elaboradoras de movimientos
estereotipados o reproducciones sin sentido en
donde la espontaneidad, la creatividad, la libre
expresión son un tenue reflejo de ese gran valor
que es la condición humana. Creemos que se debe
"educar en sentido amplio, educar para que los
alumnos y alumnas se conviertan en ciudadanos
capaces de alcanzar un sentido de realización
personal"
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