Círculo de Estudio de Orientación Psicoanalítica
SOBRE LA ASOCIACIÓN LIBRE
“Abandoné, pues, el hipnotismo y sólo conservé de él la colocación del
paciente en decúbito supino sobre un lecho de reposo, situándome yo detrás
de él de manera a verle sin ser visto”
-Sigmund Freud-
La invención freudiana revistió carácter originario de “algo” que le salió al paso en la práctica
clínica, donde fueron los pacientes quines le llevaban la delantera en cuanto a las
modificaciones teóricas y técnicas que había que realizar, pasando de una combinación de
métodos, como el de la sobrealimentación, las curas del campo, curas de aguas, los imanes, la
hipnosis a la catarsis, y de ahí a la sugestión, hasta finalmente el método psicoanalítico de la
Asociación Libre.
Es en la Asociación Libre donde el analizante intenta decir(se) algo, como decía Lacan, la
verdad solo puede decirse a medias. Son los tiempos del tratamiento de “Ana. O.” Bertha
Pappenheim, quien siendo tratada mediante diversos métodos, entre ellos el hipnocatártico,
lo nombra con humor, como “La cura por la palabra” (Talking cure) o Limpieza de Chimenea
(Chemeney Swepping) deshollinamiento.
Y posteriormente, fue justamente una paciente quien le solicita a Freud guardar silencio para
poder hablar, encontrándose con lo que llamará compulsión de asociar. Ese ir de una idea a
otra, desplazándose –no sin cierto sentido- el discurso por diversas representaciones, es que
va “leyendo” el sentido igualmente desplazado y cifrado en la resonancia, de diversos enlaces
lingüisticos de los síntomas, los lapsus y los sueños, que como dirá, se oponen a la lógica de la
razón. En ese sentido la asociación no es tan libre, pues está condicionada por un “querer
decirse” más allá de la voluntad y conciencia del hablante. De ahí la formula que daría cuenta
del Saber Inconsciente y de la posición del analista “El sujeto sabe, pero no sabe que sabe”.
La petición de la llamada “regla fundamental” de asociar libremente implica la cancelación de
los procesos cognitivos implicados en la organización del proceso secundario: lógica espacio
temporal, racional y moral. Puesto que se trata de intentar decir todo lo que ocurra, aparezca,
se atraviese o surque la conciencia, por más disparatado, sin sentido o vergonzoso que parezca
(para la conciencia) para quien habla. Si pensamos, la intención es que quien habla pueda
sorprenderse de lo que (le) dice su decir, puesto que cuando cada quien habla también se
escucha: portamos un decir –un Saber- que solo por efecto de la misma escucha, podemos
advertir, ¡Pero que cosas digo cuando quito el freno a la lengua! ¡Yo no quería decir eso! ¡Yo
no quería soñar eso! ¡Mire nada más cuantas cosas salen de un solo sueño!, etc.
La cancelación de estos tres aspectos: razón, lógica y moral, particulariza las resistencias,
puesto que para cada cual poder decir ciertas cosas y ciertas cosas no, opera desde la censura
del Súper-yo y su Ideal. De ahí que Freud se haya planteado la cuestión de “resolver” las
resistencias, interpretándolas una por una, a fin de poder “levantar” la censura impuesta que
estaba trabando el flujo libidinal, “dándole de comer” –nutriendo- el síntoma. En esta visión
energética del síntoma, quien asiste y habla y dice todo, puede descargarse de los obstáculos
absurdamente incondicionales impuestos por la restricción superyoica, encontrando otras vías,
digamos otros “destinos de pulsión”.
Por otro lado son los inventos de Jacques Lacan en su relectura de Freud, los que permiten
advertir cabalmente de lo que se trata el asunto de la Asociación Libre dentro de la cura