son esclavos del pecado. Un esclavo no pertenece para siempre a la
familia, pero un hijo sí pertenece a ella para siempre. Así que, si el
Hijo os hace libres, seréis verdaderamente libres.‖(Juan 8:31-36)
¿Es posible entonces ser libres? Por supuesto que sí. Es importante
que la persona reconozca su condición; segundo, que asuma el que,
aunque lo ha intentado muchas veces, no logrará el propósito de
escapar del homosexualismo, el lesbianismo o cualquier per versión
sexual en sus fuerzas; tercero, que le abra las puertas de su corazón
a Jesucristo y cuarto, que renuncie—en oración—a toda relación
con prácticas inmorales. Son pasos fundamentales hacia la libertad
en Jesucristo.
Hay una nueva vida de libertad para vivirla, como anotó el apóstol
Pablo: ―Así podréis portaros como deben hacerlo los que pertenecen
al Señor, haciendo siempre lo que le agrada, dando frutos de toda
clase de buenas obras y llegando a conocer mejor a Dios.Le
pedimos que con su glorioso poder os haga fuertes; así podréis
soportarlo todo con mucha fortaleza y paciencia, y con
alegría daréis gracias al Padre, que os ha preparadopara recibir en
la luz aquella parte de la herencia que reserva a quienes pertenecen
al pueblo santo. Dios nos ha librado del poder de la oscuridad y nos
ha llevado al reino de su amado Hijo, por quien hemos recibido la
liberación y el perdón de los pecados..‖(Colosenses 1:10-14)
La decisión de permanecer atado por Satanás a la inmoralidad y
perversión sexual, en cualquiera de sus manifestaciones, es suya y
nada más que suya. Comience una existencia renovada. ¿De qué
manera? Recibiendo a Jesucristo en su corazón como único y
suficiente Salvador.
Es muy fácil. Basta que allí donde se encuentra, en oración, le
diga: ―Señor Jesucristo, reconozco que he pecado, y que en mis
fuerzas, me resulta imposible cambiar. Te recibo en el corazón
como mi único y suficiente Salvador. Has de mi la persona que tú
quieres que yo sea. Amén‖
Lo felicito por esta decisión. Es la mejor que puede hacer toda
persona. Ahora tengo tres invitaciones para usted: la primera, que
haga de la oración un principio de vida diaria; la segunda, que
lea la Biblia. En ella aprenderá principios sencillos y prácticos que
le ayudarán en el proceso de crecimiento personal y espiritual, y
por último, comience a congregarse en una iglesia cristiana. ¡Su
vida es distinta desde hoy!
Si tiene alguna inquietud, por favor no deje de comunicarse al
(0057)317-4913705 o escríbame a
[email protected]
© Fernando Alexis Jiménez