La medición de las características y rasgos personales en psicología y educación se realiza habitualmente
a través de técnicas y procedimientos diversos. Si las características a evaluar pertenecen al plano
cognitivo (e.g, aptitudes, rendimiento, estilo cognitivo, pensamiento crítico y creativo), se suelen utilizar
tests. Por el contrario, cuando los aspectos que se han de evaluar son no cognitivos, sino más bien
conativos (e.g., personalidad, actitudes, valores, intereses), se utilizan preferentemente técnicas de
autoinforme y observación.
Los procedimientos y técnicas de evaluación se seleccionan siempre de forma que puedan dar respuesta
a las cuestiones planteadas en torno a la persona evaluada, sin olvidar, además, que los instrumentos
utilizados deben ser fiables y válidos. Sin embargo, algunas técnicas pueden ser más apropiadas que
otras para los propósitos de la evaluación. Así, por ejemplo, los tests estandarizados son
particularmente valiosos para comparar el rendimiento de los estudiantes con el de un grupo normativo
(grupo-clase, escuela, localidad, distrito, comunidad o nación). Estos tests pueden ser especialmente
útiles para identificar estudiantes de alto riesgo o estudiantes con discapacidades. Por el contrario, los
tests estandarizados no son muy útiles para evaluar los procesos de enseñanza-aprendizaje. Para este
último propósito, los tests elaborados por los profesores, la valoración basada en el currículum u otras
alternativas pueden resultar más indicadas; no obstante, su utilidad es limitada a la hora de comparar al
estudiante con una muestra o población más grande.