presente es que sólo hay nueve números fundamentales, 1 a 9, y sus derivados, flanqueados
por dos entidades matemáticas misteriosas: el O (cero) y el ∞ (infinito) que en realidad no
son números. Estas once entidades matemáticas, que parecen poseer una específica
identidad propia son, por ello, no sólo las realidades básicas de las matemáticas sino que
también, de algún modo, deben representar las realidades básicas de la existencia y sus
relaciones mutuas. La correlación de estas once entidades matemáticas con las realidades
que ellas representan constituye un problema interesante, y toda investigación en este
campo resultará muy compensadora, porque arrojará nueva e interesante luz acerca de la
naturaleza de estas realidades y sus mutuas relaciones. Sin embargo, con el pequeño
conocimiento que el Ocultismo ha puesto a nuestra disposición, ya podemos ver el
tremendo significado de estos números y sus correspondencias con las realidades
fundamentales de la existencia, tanto en el aspecto inmanifestado como en el manifestado.
Las doctrinas ocultas se insertan muy bien en este esquema de correspondencia, y si hay
algunas discrepancias o brechas, posteriores investigaciones acerca de ellas arrojarán aun
más luz acerca de los misterios de esas realidades. En el estudio científico de cualquier
problema nada es más útil que las excepciones y las discrepancias que de tanto en tanto
surgen en la actuación de las leyes naturales. Las nuevas perspectivas del conocimiento y
las nuevas líneas de investigación que se abren periódicamente ante el investigador
provienen precisamente del estudio de esas excepciones y discrepancias.
Ya hemos hecho mención muy breve en el capítulo acerca del concepto de Absoluto, a las
misteriosas y en cierto modo impredictibles características del cero, que resulta ser
eminentemente adecuado para representar a lo Absoluto en el mundo de las matemáticas. El
cero contiene en sí mismo, potencialmente, todas las cantidades y relaciones posibles de
imaginar cada cantidad “+” equilibrada por su cantidad “-“exactamente opuesta. No es por
eso, un símbolo de la nada sino del todo, presente en un estado armónico y equilibrado. Es
un símbolo de la nada en cuanto no contiene cantidad como tal, y sin embargo todas las
cantidades están allí presentes potencialmente, y pueden ser extraídas de allí en cuanto
surge la necesidad de hacerlo. El cero es, así, un símbolo natural de lo Absoluto. Una
investigación cuidadosa de sus propiedades enriquecerá nuestras concepciones de esta
Realidad.
Descendamos ahora del dominio del No-Número o cero al dominio de los números.
Obviamente, aquí el 1 es el punto de partida, porque todos los números se crean por
sucesivas adiciones de 1, como sigue:
1,1+1=2, 2+1=3, 3+1=4, 4+1=5, 5+1=6,
6+1=7, 7+1=8, 8+1=9, etc.
Vemos así, que el 1 es el número fundamental, el padre de todos los números, todos los
cuales pueden crearse por proliferación del 1. Y dado que el uno, a diferencia del cero, está
también en el dominio de la manifestación, ha de representar aquel nivel de la Realidad que
esté en la base misma de la manifestación, a aquel Principio que sea la raíz de la tendencia
o del poder de manifestar. ¿Cuál es ese nivel de Realidad o Principio? Para poder responder
a esa pregunta en primer lugar tendremos que considerar dos hechos. Uno es la
diferenciación primaria de la Realidad en el Tattva Shiva- Shakti. Este Tattva o principio,
siendo el Tattva primario y dual debe obviamente ser representado por el número 2. Esto
quiere decir que ha de haber otro nivel de la Realidad entre Cero y 2 que corresponda al
número 1 de la serie fundamental 0, 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9. La simbolización del Tattva
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